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EL PODER, LOS MEDIOS Y LOS JÓVENES


MILTON PEREYRA


Universidad Nacional del Comahue Centro

Universitario Regional Zona Atlántica

Miltonpereyra90@gmail.com


Dedicado a mi compañera Sofía y a la Mgter. Sandra Poliszuk. Nada de esto podría ser posible sin el apoyo incondicional de ambas.


El poder, los medios y los jóvenes


Resumen


El presente trabajo aborda, desde un análisis microfísico del poder, el tratamiento de los cuerpos de los jóvenes en los medios de comunicación, con el propósito de profundizar en el despliegue de una extensa red de elementos heterogéneos e instituciones que en su regularidad discursiva van activando una maquinaria que no cesa de crear sentidos y subjetividades en la opinión pública. Este ensayo busca poner en cuestión los discursos que circulan por el entramado social sobre la inseguridad y los múltiples llamados a defender la sociedad de los peligrosos anónimos que parecieran ser pura y exclusivamente un sector determinado de la sociedad: “los jóvenes”. Para desarticular el complejo entramado de relaciones de poder, que en definitiva terminan transformándose en relaciones de poder- saber, en las cuales los medios despliegan toda su capacidad a la hora de establecer sentidos y subjetividades e inclusive imponen una cosmovisión desde la cual mirar el mundo, incluiremos los escritos y reflexiones de quien ha sido quizás sin lugar a dudas el más brillante pensador del poder Michel Foucault (2014). El presente análisis se desprende de la investigación realizada en el año 2016 para mi tesis de grado de la Licenciatura en Ciencia Política (CURZA, Universidad Nacional del Comahue) titulada “El Discurso de los Medios En Torno a la Pobreza”.


Palabras clave


Poder; dispositivos; medios; discursos; jóvenes



Reseña curricular

Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional del Comahue. Graduado con la tesis denominada “El Discurso de los Medios En Torno a la Pobreza”. Ha sido Pasante en el proyecto de investigación “Políticas de Visibilidad y Agendas de lo Juvenil en Viedma 04/V095”. Becario de la Beca EVC (Estímulo a las Vocaciones Científicas) del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional). Se desempeñó como Ayudante alumno de las asignaturas Filosofía, Teoría política II y Comunicación y Política en el Centro Universitario Regional de la Universidad Nacional del Comahue.


Power, media and the youth.


Abstract


The present work approaches, from a microphysical analysis of power, the treatment of the bodies of young people in the media, with the purpose of deepening in the deployment of an extensive network of heterogeneous elements and institutions that in their discursive regularity are activating A machinery that never ceases to create senses and subjectivities in public opinion. This essay seeks to call into question the discourses that circulate through the social fabric about insecurity and the many calls to defend society from the dangerous anonymous that seem to be purely and exclusively a particular sector of society: "the young”. To dismantle the complex network of power relations, which ultimately end up transforming into relations of power-knowledge, in which the media deploy all their capacity to establish senses and subjectivities and even impose a worldview from which to look at the world, We will include the writings and reflections of who has perhaps been without a doubt the most brilliant thinker of power Michel Foucault (2014). The present analysis follows from the research carried out in 2016 for my degree thesis of the Degree in Political Science (CURZA, National University of Comahue) titled "The Discourse of the Media around Poverty".


Keywords


Power; devices; media; speeches; the youth.


Poder, medios y jóvenes


El siguiente ensayo tiene como finalidad poner en cuestionamiento el rol de los medios de comunicación, su relación con los diagramas del poder y la construcción de los cuerpos de los jóvenes que aparecen en los medios vinculados a través de asociaciones discursivas o extra-discursivas a la peligrosidad y el delito.

Toda reflexión sobre un objeto de estudio en particular empieza desde un lugar y este análisis parte desde una pregunta: ¿Cómo pensar a los medios de comunicación en la actualidad? Pensar a estos bajo la “neutralidad” y la “objetividad” que muchos de ellos mismos profesan pareciera estar en clara contradicción con sus propias enunciaciones. Pero, sin embargo, son una de las tantas máscaras que éstos utilizan y desde la cuales hablan en su afán de pretender dar cuenta de los hechos sociales “tal cual son”.

Pero si la finalidad de los mismos es la de “informar” a la sociedad de los hechos sociales que transcurren en la cotidianidad de la vida de los sujetos bajo la aparente neutralidad y objetividad mencionada anteriormente, podemos efectuar una tarea que no resulta tan ardua, ni tan compleja, que es la de desglosar o deconstruir el significante información.

La palabra información viene de dotar de forma, de darle forma a un acontecimiento determinado, entonces el anhelo de los medios de comunicación de ser actores neutrales y objetivos que dan cuenta de los hechos sociales “tal cual son” se rompería a pedazos con un simple ejercicio deconstructivo de una de sus aparentes finalidades que es la de “informar”.

Para desenredar la hipótesis de los medios como actores neutrales y objetivos vamos a recurrir a la perspectiva constructivista, la cual aborda la relación con el lenguaje y la realidad incorporando la categoría de lo real. Desde esta mirada la única manera de nombrar un hecho sin transformarlo en discurso es señalarlo con el dedo, como sostiene González Requena (1989):

Los medios de comunicación son instituciones generadoras de discursos sociales, lo que se juega en último término es el sentido de los acontecimientos y, por ello, los que operan los medios de producción discursivos, poseen un cierto poder. Y por eso, las instituciones generadoras de discursos sociales, además de espacios de producción, se convierten en campos de batalla: si informar es formalizar, dotar de forma, y de sentido, mucho se juega en quién es el primer informador-formalizador (p.11)

Desde este lugar podríamos llegar a una primera impresión: “los medios manipulan los hechos”, es decir le dan un significado y operan con una intencionalidad produciendo una narrativización de éstos, los encuadran, los valorizan, los ubican en una sección específica, es decir, le dan forma.

Los medios más que actores neutrales y objetivos que dan cuenta de la realidad tal cual es, se transforman, bajo la óptica de la perspectiva constructivista, en verdaderos campos de batallas en disputa por hegemonizar el espacio social.

Lo interesante de la mirada de la perspectiva constructiva es el reconocimiento de los medios como actores que poseen cierto poder a la hora de significar o resignificar un hecho social determinado. Los reyes midas de la comunicación no transforman lo que tocan en oro sino en discursos que circulan por el complejo entramado social inclusive, por momentos, logran sedimentar el campo social creando sentidos y produciendo subjetividades.

Inexorablemente los medios de comunicación se han transformado con el correr del tiempo en el lugar por excelencia donde se dirimen los grandes asuntos sociales. No existe en la actualidad temática que no sea comentada o hablada en este gran ágora, no exento de disputas de poder.

El estruendo de la batalla por la significación del campo social genera estentóreos ruidos, lo que lleva a la tarea de realizar un análisis microfísico de las lógicas de funcionamiento de los medios de comunicación para que, de esta manera, podamos ver y enunciar la serie de elementos heterogéneos que en su regularidad van produciendo determinados regímenes de verdad.

Otro rasgo sobresaliente de los medios de comunicación es la capacidad que tienen de otorgarle visibilidad a determinados temas, relegando a otros a un segundo plano. En definitiva, que un tema para los medios sea relevante, en resumidas cuentas, es algo que se juegan en el orden de nominar, significar, producir y disputar sentidos.

Sentidos que penetran en lo más hondo del pensamiento de los individuos y producen un estatus de veracidad incuestionable. El resultado termina decantando en que las redes extensas del poder comunicacional capturan sujetos y producen subjetividades de época.

Sin embargo, también resulta necesario despegarse de una visión unidimensional de los medios de comunicación cercanos a la teoría de la aguja hipodérmica, en la que estos son pura y exclusivamente los únicos que tienen la capacidad real de incidir en la opinión pública. Para comprender cabalmente la lógica de funcionamiento de los mismos debemos corrernos tanto de la visión de éstos como actores neutrales y objetivos, como de aquellas teorías lineales de los medios como monstruos omnipresentes y malignos que poseen una capacidad absoluta e ilimitada que les imponen a las personas cómo deben pensar y actuar.

En su libro el Poder de la Agenda, Natalia Aruguete (2015) retoma las investigaciones desarrolladas desde la teoría de la agenda setting, propuesta por McCombs y Shaw, quienes marcan un punto de inflexión en el abordaje de la influencia de los medios en la agenda pública. La teoría de la agenda setting no sólo estudia la transferencia de la relevancia de los temas que proponen los medios en la agenda pública sino también los enfoques o modos de pensar sobre ciertos temas y personalidades.

Esta mirada de la capacidad que tienen los medios para establecer no qué pensar, de una manera unívoca, lineal o unidimensional, pero sí sobre qué pensar, se inscribe dentro de los estudios de las agendas que desde hace varias décadas busca comprender el impacto cognitivo de los medios en sus públicos y que en las dos últimas décadas amplió sus perspectivas de estudio a la lógicas de producción de la noticiabilidad y el rol de los medios como constructores de realidad.

La mirada de los medios de comunicación centrada en la producción de discursos sociales, es desde la que debemos partir para entender a los mismos como constructores de realidad. Nos permite por un lado, definir el lugar desde el cual intentaremos desmenuzar sus lógicas de funcionamiento para posteriormente comprender las estrategias que estos despliegan.

Para entender de una forma cabal las estrategias que los medios de comunicación despliegan es necesario la incorporación de la categoría del poder; si entendemos a los mismos como campos de batallas y luchas por la significación de los hechos sociales, resulta imprescindible un análisis microfísico y capilar del poder.

Para eso incluiremos a quien a nuestro parecer ha sido el más brillante pensador del poder: Michel Foucault. Pensar al poder desde un lógica foucaulteana requiere despegarse de las visiones que entienden al poder como aquello que reprime o censura o distribuye lo permitido y prohibido en una sociedad en un determinado momento. Debemos detenernos en el análisis de sus mecanismos positivos. Es decir, un poder que crea, que suscita, administra, modela, produce, que hace hablar, que se adueña de la vida hasta en su más ínfimo e íntimo detalle. En palabras de Deleuze (1998):

A saber, la tesis de que el poder no reprime, o de que sólo reprime secundariamente

 

¿Y qué hace? Hace algo mucho más profundo y sin dudas más terrible que la represión: forma, modela. No hace callar, sino algo peor, hace hablar. El poder disciplina, normaliza. La represión es completamente secundaria por relación a las operaciones positivas del poder. El poder no reprime; disciplina, administra, controla, normaliza, etc. No hace callar, hace hablar. No impide actuar, hace actuar. (Deleuze, 2013, págs. 66-67)

El poder nos adentrará en la lógica de funcionamiento de los medios de comunicación. Estos presentan un especial interés en el cuerpo de los jóvenes cargándolos de componentes discursivos de índole peyorativa en los que quedan íntimamente relacionados con el peligro, lo anómalo o el delito.

El estudio del poder, al ejercerse infinitesimalmente, nos permitirá ver y enunciar que es lo que acontece con los cuerpos de los jóvenes en los medios de comunicación y porqué estos hacen hincapié continuamente en los mismos produciendo subjetividades en la opinión pública.

La hendija que se nos abre al incorporar la categoría del poder nos posibilitará una mayor comprensión sobre la finalidad y utilidad que se esconde subrepticiamente detrás de la creciente estigmatización de los jóvenes en los medios.

Y entender por qué en la radio, en la televisión, en la prensa gráfica y digital la cuestión de los jóvenes, el delito y la peligrosidad reviste un especial interés como si se tratase de la novedad de cada día. Una cita del libro Las redes del poder, de Michel Foucault (2014) resulta esclarecedora al respecto:

La delincuencia tiene una cierta utilidad económica-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarlas fácilmente: cuantos más delincuentes existan, más crímenes existirán cuanto más crimen haya más miedo tendrá la población y cuanto más miedo haya en la población más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en las radios, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada día. (Foucault, 2014 , pág. 61)

La finalidad que se esconde entonces podemos develarla fácilmente, los cuerpos de los jóvenes que aparecen relacionados a la delincuencia tienen una utilidad económica y política que se encuentra direccionada en la aceptabilidad de los mecanismos de control. Dejando como resultado que cada vez más las los interiores de la ciudades se vayan transformando en prisiones sumamente vigiladas y controladas.

El fin de presentar a los jóvenes como peligrosos por parte de los medios de comunicación denota un oscuro, pero no por ello menos visible objetivo estratégico y es la de ser parte constituyente/constitutiva de las redes del poder, que se apropian de los cuerpos- jóvenes para nominarlos bajo el rótulo de “peligrosos”, para luego infundir el miedo en la sociedad haciendo tolerable y hasta deseable un sistema de control exhaustivo a niveles generales.

Para entender de una forma cabal la estrategia de funcionamiento del poder es necesario la incorporación de dos categorías nodales del mismo que son las de anatomopolítica y biopolítica. En La voluntad de saber, Foucault (2016) distingue dos polos de desarrollo en el ejercicio del poder sobre la vida:

Concretamente, ese poder sobre la vida se desarrolló desde el siglo XVII en dos formas principales; no son antitéticas, más bien constituyen dos polos de desarrollo enlazados por todo un haz intermedio de relaciones. Uno de los polos, al parecer el primero en formarse, fue centrado en el cuerpo como maquina: su adiestramiento, el aumento de sus aptitudes, la extensión de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder característicos de las disciplinas: anatomopolítica del cuerpo humano. El

segundo polo, formado algo más tarde, hacia mediados del siglo XVIII, se centró en el cuerpo-especie, en el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlo variar. Todos esos problemas son tomados a su cargo por una serie de intervenciones y de controles reguladores:

Una biopolítica de las poblaciones constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida. El establecimiento, durante la edad clásica, de esa gran tecnología de doble faz – anatómica y biológica individualizante y especificante, vuelta hacia las realizaciones del cuerpo y atenta a los procesos de la vida- caracterizan a un poder cuya más alta función desde entonces no es ya quizás la de matar sino de invadir la vida enteramente. (Foucault, 2016, págs. 131-132)

En este juego se van amalgamando las dos formas bajo las cuales el poder se ejerce: una anatomopolítica, que se hace cargo de los cuerpos de forma individualizada y, por otro lado, una biopolítica que se efectúa en un plano de la población en general.

Lo que interesa aquí es ver cómo este tándem de anatomopolítica y biopolítica se ejercen en conjunto con una finalidad que es la de la vigilancia exhaustiva. Entonces el poder se ejercería de la siguiente manera: se apropia de los cuerpos de los jóvenes creando huellas y marcas en ellos, construyendo a través de los medios de comunicación un imaginario social en los que son relacionados con la peligrosidad, el miedo, el delito, lo anómalo para luego eyectarlos en la sociedad para que de esta forma se haga deseable y tolerable un sistema de control poblacional general. He ahí, cuando entra en juego la biopolítica.

La maquinaria del poder utiliza a estos jóvenes y la construcción de estereotipos para una finalidad mayor que es la del control poblacional, es por esto que devienen en funcionales a un sistema de producción que lo necesita es de sujetos útiles y dóciles.

Este es el lugar de donde nacen toda una serie de discursos que son repetidos hasta el hartazgo por los medios de comunicación que hacen un llamado en defensa de la sociedad de los peligrosos anónimos, a través de una partición de la sociedad en un nosotros y un ellos.

La plenitud de la comunidad solo puede darse en base a la exclusión de una exterioridad que es constitutiva de la misma, la creación de enemigos sociales o de ese peligro interno y constante es condición sine qua non de la implementación de dispositivos securitarios.

La “otredad”, los otros peligrosos son una amenaza constante a la sociedad y es por eso que permanentemente los medios hacen un llamado en defensa de la misma.

Paradójicamente la sociedad tiene una sensación de “seguridad” frente a estos mecanismos de control total de la vida en su más íntimo e ínfimo detalle.

Los discursos que se emanan desde los medios concernientes a la inseguridad surgen desde aquí, sin embargo, cuando el poder habla y hace hablar a los sujetos, no se habla solamente de este polo pura y exclusivamente sino que se recurre a la dicotomía de inseguridad/seguridad. La sensación constante de “inseguridad” que viven las sociedades posmodernas de hoy se entiende solamente si tiene como resultante final la implementación de los diagramas de la seguridad bajo los que el poder se ejerce.

A modo de cierre y conclusión final, resulta interesante ver la extensa red de elementos heterogéneos que se despliegan en conjunto constituyendo realidades, en la que los medios no son los únicos actores sino se van complementando con otros. Inclusive la mayoría de las noticias que abordan la temática de lo juvenil se encuentra constituida por discursos netamente policiales o judiciales.

Pero para vislumbrar la extensa red de elementos bajo las cuales el poder se ejerce desde lo comunicacional, sin dudas resulta imprescindible salir tanto de las posiciones lineales de los medios como aquellas que abonan a la neutralidad y objetividad que los mismos profesan. Sin ver el cúmulo de relaciones de poder y de saber que se entrelazan en un combate constante creando sentidos no ya desde la exclusividad de un solo foco de poder sino en sus relaciones, de repente caeríamos en análisis fútiles y anquilosados.


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