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"UN GALLO PARA ASCLEPIO". EL PSICOANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES INSTITUCIONALES CON INFANCIAS Y ADOLESCESCENCIAS QUE HAN PADECIDO ABUSO SEXUAL

ALEJANDRA VITA

alejandra_vita@yahoo.com

Universidad Nacional del Comahue.

Centro Universitario Regional Zona Atlántica

“Un gallo para Asclepio. El Psicoanálisis y las intervenciones institucionales con infancias y adolescencias que han padecido abuso sexual”

Resumen

Este trabajo está adscripto al Proyecto de Investigación “Los padecimientos actuales en las infancia/s y adolescencia/s. El lugar de los abordajes institucionales: el trabajo comunitario ante lo que resiste”, dirigido por la Dra. Weigandt y la Prof. y Lic. La Vecchia para el U.N.C.O C.U.R.Z.A. (Centro Universitario Regional Zona Atlántica Universidad Nacional del Comahue), Viedma, Río Negro, Argentina.

Se presentará un desarrollo del concepto de verdad desde algunos aportes de la Filosofía señalando el cambio conceptual que caracteriza el pensamiento del siglo XX. Se despliegan ideas de Freud, Nietzsche, Marx, y Foucault. Se localiza este giro copernicano en relación al concepto de verdad en la literatura de Poe.

Como segundo eje se examinarán las conceptualizaciones de Lacan acerca de la verdad y se establecerán conclusiones sobre sus implicancias en los abordajes institucionales que desde el Psicoanálisis se realizan con niños y adolescentes que han sufrido abusos sexuales.

Palabras clave: Verdad; abuso sexual; psicoanálisis; coraje.

Reseña Curricular

Lic. En Psicología. U.B.A. Psicoanalista. Maestrando Maestría en Psicoanálisis Universidad Kennedy. En la actualidad Directora de Tresser. Clínica y Transmisión en Psicoanálisis con Niños y Adolescentes. Investigadora externa Universidad del Comahue. Proyecto “Padecimientos actuales en infancias y adolescencias. El trabajo comunitario ante lo que resiste”, dirigido por la Dra. Patricia Weigandt y codirigido por la Lic. y Prof. Marina La Vecchia. Docente invitada Universidad del Comahue. Departamento de Psicopedagogía. Colaboradora en Comité Editorial Revista INFEIES.

Antecedentes: Equipo de Niños Hospital Evita, Lanús, Provincia De Buenos Aires. Coordinadora Fundación Hacer Lugar. Terapeuta en Espacio Psi, Clínica Pihué, E.N.A.Psi y A.I.F.A.N. Directora de Andamios. Supervisora Hospital T. Álvarez, Capital. Docente U.B.A: Pasantía Una aproximación a la experiencia clínica y Pasantía El síntoma en la Clínica con Niños. Docente U.B. Facultades de Psicología y Psicopedagogía. Cátedras Práctica profesional I, Psicología Profunda, Psicología de la Personalidad. Docente invitada: Universidad del Comahue. Departamento de Psicopedagogía. Cátedra Psicoanálisis. Universidad del Salvador. Facultad de Psicopedagogía. Cátedra Psicopatología. Investigadora U.B.A.C.y T. E.O.L: Miembro del C.I.E.N. (Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Niño). Integrante de la Nueva Red CEREDA.

“A rooster to Asclepius. Psychoanalysis and institutional interventions on infants and adolescents who have suffered sexual abuse”

Abstract

This work is related to Research Project “Present suffering in infant-s and adolescence-s. The place for institutional approaches. Communities work before what resists” directed by Dr. P. Weigandt and B.A. and Prof. La Vecchia for U.N.Co.-C.U.R.Z.A. (Centro Universitario Regional Zona Atlántica, University of Comahue), Viedma, Río Negro, Argentina.

We´ll present a development of the concept of truth from some contributions of Philosophy pointing out the conceptual change that depicts the xx century´s thinking. I´ll develop some ideas from Freud, Nietzsche, Marx and Foucault.

The copernican turn about the concept of thruth in Poe´s literature will be outlined.

As a second axis, we´ll examine Lacan´s concepts about thruth and settle some conclusions about their implications for psychoanalytical approach in institutions to children and adolescents who have suffered sexual abuse.

Key words Truth; sexual abuse; psychoanalysis; courage.

"UN GALLO PARA ASCLEPIO". EL PSICOANÁLISIS Y LAS INTERVENCIONES INSTITUCIONALES CON INFANCIAS Y ADOLESCESCENCIAS QUE HAN PADECIDO ABUSO SEXUAL

El presente trabajo está adscripto al Proyecto de Investigación “Los padecimientos actuales en las infancia/s y adolescencia/s. El lugar de los abordajes institucionales: el trabajo comunitario ante lo que resiste”, dirigido por la Dra. P. Weigandt y codirigido por la Prof. y Lic. M. La Vecchia para el U.N.Co.-C.U.R.Z.A. (Centro Universitario Zona Atlántica, Universidad del Comahue), Viedma, Provincia de Río Negro, República Argentina.

A partir de la experiencia como supervisora en el hospital público en el abordaje clínico psicoanalítico con pacientes niños y adolescentes que han sufrido abusos sexuales, es que se plantea la cuestión de la verdad en relación al abuso: desde la vertiente de la duda cuando los abusos no han sido confirmados explícitamente, desde la vertiente del silencio o la negación del suceso de los pacientes o de las familias, desde la inhibición de la palabra o la disociación , entre variadas presentaciones clínicas, es que surge a menudo entre los profesionales la cuestión de la verdad en relación al abuso sexual.

Se presentarán algunos desarrollos acerca de dicho concepto provenientes del campo de la Filosofía y, desde el Psicoanálisis se efectuarán algunas precisiones acerca el estatuto de la verdad en las teorías freudiana y lacaniana para establecer una articulación conclusiva respecto de la práctica psicoanalítica con los pacientes referidos.

La clásica definición de la verdad ubicaba una concordancia o adecuación entre el conocimiento y el objeto: Veritas est adaequatio rei et intellectus. Este criterio de verdad se establecía en base a la correspondencia entre el pensamiento y el objeto.

La noción de verdad en tanto unívoca, discernible, “clara y distinta” sobrevivió, no sin agitaciones, hasta finales de la Edad Moderna.

Es allí que caen sus credenciales para tornarse un asunto equívoco. Y también un asunto del sujeto.

Paul Ricoeur (2004) realiza una comparación en las posiciones teóricas de Sigmund Freud, Karl Marx y Friedrich Nieztsche denominándolos los “Maestros de la Sospecha”.

Estos tres pensadores iluminan las bambalinas tras el escenario de la verdad. Y ésta queda dislocada con sus hallazgos.

Desde Freud, la escena central se traslada hacia el Inconsciente, un saber del que no se sabe y donde el sujeto no se piensa. El hueso de las cosas del sujeto queda ubicado en este topos hasta entonces inédito.

Despojada de claridad y distinción, la verdad se vuelve escurridiza y engañosa. Freud se decepcionará varias veces. Guiado por la clínica con las pacientes histéricas va construyendo el camino de la teoría psicoanalítica. Pero la “bestia negra” de la histeria también lo hace perder el rumbo. Todas relatan haber sufrido algún orden de seducción primaria y encuentra la verdad en la “mentira”, proton pseudos, de las histéricas. Ellas le revelan el mal encuentro primario del sujeto con el goce. Freud, vacilando, descubre que la verdad del sujeto tiene una impronta más poderosa que la verdad fáctica. Lo “mentiroso” del síntoma es la representación sobre la que recae, pero no el montante de afecto. Descubre que el sujeto se encarama con una relativa comodidad en esa “mentira”

La verdad se desenlaza decididamente de la adecuación ontológica para ubicarse en la eficacia de las coordenadas del sujeto.

En Marx, la verdad no reside en el juicio, ni en la adecuación del intelecto con el objeto. Todos los juicios son falsos, ya que consisten en una "congelación" de un determinado aspecto de la realidad mediante el uso de conceptos. Siendo la realidad cambiante no podría dejarse encerrar por conceptos, que son estáticos e inmutables y siendo los conceptos la base de todos los juicios éstos no pueden expresar ni captar la realidad, el devenir de lo real. Los conceptos no nos sirven para captar lo real, ni los juicios para expresar la verdad de lo real. La verdad histórica y objetiva está predeterminada por la racionalidad revolucionaria de las fuerzas de producción.

La verdad ha de ser un resultado de la intuición de lo real, de la captación directa de la realidad. Por ello, no podrá ser una verdad inmutable, y ni siquiera única, pues el mismo cambio de lo real no está exento de contradicciones.

En Nietzsche (2000) el problema de la atribución de verdad objetiva del pensamiento, no es un problema de índole teórico, no es un problema del pensamiento, sino que se trata de un problema práctico. Es en la práctica donde el ser humano tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. No hay hechos positivos, hay interpretaciones subjetivas. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico. Piensa que el lenguaje de la razón, del concepto, no alcanza para nombrar la verdad y propondrá el lenguaje de la imaginación, basado en la metáfora, ya que éste puede respetar la pluriformidad y el movimiento constante de la realidad.

Escribe Nietzsche: “Nunca se capta la esencia plena de las cosas. Nuestras expresiones verbales nunca esperan a que nuestra percepción y nuestra experiencia nos hayan procurado un conocimiento exhaustivo y de cualquier modo respetable, sobre la cosa.” (2000, p.91)

El lenguaje conceptual es el de la lógica dogmática. El metafórico es el lenguaje del arte, de la vida, de la equivocidad, de la ambivalencia, de la belleza y, en definitiva, expresión de la libertad de la voluntad.

Todo ello conlleva un nuevo modo de entender el hombre, una nueva antropología. El hombre actual debe ser sustituido por el "superhombre", un hombre que haga de la afirmación de nuevos valores el eje de su vida. Lo único valioso que hay en el hombre actual es su carácter de "puente" hacia el superhombre.

También la Literatura da cuenta de este giro copernicano en relación al estatuto de la verdad. En el cuento “La carta robada”, de Edgar Allan Poe, el botín, la carta robada que compromete a la reina, se escurre de los procedimientos oficiales de búsqueda y de la mirada, ingenua, de la policía que la busca oculta en un escondite, cuando se halla en el mejor escondite posible: a la vista de todos.

Nuevamente, la verdad se ha tornado distópica. Y el observador forma parte de su juego.

Lo saben Auguste Dupin y también Sherlock Holmes en la pluma de Sir Conan Doyle. La verdad se escurre en el cuadro general y se ubica en signos mínimos que conducen a las claves de sus casos criminales.

En el “Aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma” de J. Lacan, es en el interjuego entre los prisioneros que la verdad se desenlaza. De la mirada sobre el atributo del otro se comprende el propio atributo ignorado que conduce al momento del acto conclusivo.

El lenguaje del hombre, ese instrumento de su mentira, está atravesado por la verdad.

Lacan se adentra en los desarrollos freudianos presentándonos una verdad de estructura moebiana: verdadero-falso no son pares antitéticos sino caras con una torsión.

La verdad habla en el síntoma y se presenta mintiendo. Lacan señala que al intentar enunciar una verdad “...la malogro -… lo cual no impide que se corra tras ella” (2000, p.1)

La verdad va a quedar localizada apuntando a lo real, en una disparidad que favorece a éste último, aunque ella queda sostenida como producción que vectoriza el trabajo analítico. Es la eficacia del significante en lo real. El paciente logra cernir en el camino analítico aquello que funcionó como verdad articulando un saber acerca de ello. Aunque será del orden del medio- dicho, no hay saber completo, la verdad es no-toda.

Cuando Foucault (2014) examina la noción de parrhesía puede verse el entrelazamiento del análisis de los modos de veridicción, el estudio de las técnicas de gubernamentalidad y el señalamiento de las formas de práctica de sí. Tanto la verdad, las relaciones de poder, y la construcción de la subjetividad son las tres cuestiones que más interesaron a Foucault a lo largo de su carrera. Una traducción del término parrhesía es: “el decir veraz” o “el hablar franco”. El parrhesiasta es alguien que dice lo que realmente piensa, está comprometido con la verdad y lo dice con crudeza, sin ampararse en delicadezas de estilo ni en artilugios retóricos. Al sostenerse en este lugar de verdad se pone en riesgo de diverso orden ya que la verdad suele resultar poco tolerada y resistida. De ahí el título del curso, el último, que Foucault dicta en 1984: “El coraje de la verdad”.

En las primeras clases de este curso, Foucault presenta el accionar parrhesiástico de Sócrates y lo relaciona al “cuidado de sí”. El hacer y el decir socrático eran riesgosos: sus consecuencias fueron la cárcel y la opción entre el exilio y la muerte. Su enseñanza interpelaba el orden de la polis: alejarse del error, de las opiniones vulgares, habitar en la verdad es, para Sócrates el modo de alcanzar una buena vida. Y ante esa vida, la muerte no tiene ningún poder. El filósofo llega preparado para la muerte. Las últimas palabras de Sócrates fueron: “Critón, debemos un gallo a Asclepio. Paga la deuda, no lo olvides”.

Basado en la interpretación de Georges Dumezil, Foucault se pregunta de qué habrían sanado Sócrates y Critón como para tener que realizar esa ofrenda a Asclepio, el dios de la curación.

Concluye en que aquello de lo que Asclepio los ha curado es de las opiniones corruptas que enferman al alma. Sócrates, aquel que muere por haber afrontado el riesgo de decir la verdad crudamente, aquel que ha abogado por una polis mejor, con ciudadanos capaces de ocuparse de sí mismos, termina su vida agradeciendo a Asclepio el haberlo librado de las malas opiniones.

Pero la palabra parrhesía puede emplearse con dos valores. Con un valor peyorativo (En Aristófanes y en parte de escritos cristianos) donde la parrhesía consiste en decirlo todo en el sentido de decir cualquier cosa que sea útil para la causa o el interés que anima a quien habla. El parrhesiasta se torna entonces un charlatán, su palabra no tiene valor, aquel que no es capaz de ajustar su discurso a un principio de racionalidad o de verdad. En el libro VIII de la República se encuentra la descripción de la “mala ciudad democrática”, heterogénea, dislocada, dispersa entre intereses diferentes, pasiones diferentes, individuos que no se entienden. Esta mala ciudad democrática practica la parrhesía en este segundo sentido antitético: todo el mundo puede decir cualquier cosa.

En su valor positivo, la palabra parrhesía consiste en decir la verdad sin disimulos ni reservas, sin cláusulas de estilo ni ornamentos retóricos que puedan cifrarla o enmascararla. Pero esto no basta para definir la noción de parrhesía en el sentido positivo; hacen falta dos rasgos complementarios. Es preciso no sólo que esa verdad constituya a las claras la opinión personal de quien habla, sino también que éste la diga en cuanto es lo que piensa. El parrhesiasta da su opinión, dice lo que piensa, él mismo signa la verdad que enuncia, se liga a esa verdad y, por consiguiente, queda obligado a ella y por ella. Su acto y posición subjetiva quedan soportados en esa verdad enunciada.

El interjuego de la parrhesía se establece en esta suerte de pacto. La parrhesía implica el coraje de la verdad en quien habla y asume el riesgo, pero es también el coraje del interlocutor que acepta recibir como cierta la verdad ofensiva. No podemos sino establecer algunas comparaciones con el establecimiento de un psicoanálisis: la enunciación de la regla fundamental y la implicación de la ética del analista en sostener el dispositivo operando. La presencia del analista en correlación a la verdad del síntoma del paciente. La parrhesia es opuesta a la Retórica, que adorna y florea el discurso con un fin utilitario.

En la quinta clase Foucault presenta a los filósofos cínicos. Si bien el fundador de los cínicos fue Antístenes –uno de los discípulos de Sócrates que estuvieron con él en el momento de su muerte-, su figura más reconocida es Diógenes, apodado “el perro”. “Cínico” proviene del griego “Kynicós”, que significa “perruno”, relacionado también al comportamiento del filósofo que despreciaba las “buenas costumbres” y las convenciones. La máxima por excelencia de los cínicos era “Altera el valor de la moneda”. Esto invita a sustituir las formas y los hábitos que marcan de ordinario la existencia y le dan su rostro por la efigie de los principios de la filosofía. Es que la vida que cotidiana de los hombres, la vida según las costumbres establecidas, es “moneda falsa”, que debe ser acuñada nuevamente según los dictados de la naturaleza que se manifiestan en la “vida verdadera”. Los cínicos no se conformaban con decir la verdad; ellos se proponían vivir la verdad. Su filosofía se exponía en la medida en que ellos mismos se exponían. Y al exponerse operaban como espejos en los cuales podían escudriñarse los demás. Pero se trata de espejos que deforman, caricaturizan y se burlan de lo que reflejan.

El coraje cínico de la verdad consiste en lograr que los individuos condenen, rechacen, desprecien la manifestación misma de lo que admiten o pretenden admitir en el plano de los principios. No propone a los hombres que busquen refugio en otro mundo o en otra vida, sino que sean capaces de construir una vida y un mundo diferentes. La que es ciertamente mortal desde esta posición, es la enfermedad de los discursos, las falsas claridades y las evidencias engañosas, y la filosofía, proponen, puede curarnos de esta enfermedad.

Sirviéndonos de estos desarrollos presentados, en relación a nuestra práctica analítica podemos articular la siguiente interrogación: ¿Qué consecuencias tiene la intervención psicoanalítica en los casos de niños y jóvenes que han sufrido abusos sexuales y constituyen parte de la población sobre la que se investiga en el marco de nuestro Proyecto de Investigación?

El trauma excluye la apropiación del sujeto respecto de la verdad. Deja al sujeto excluido de un decir y sólo desde un decir quedará en condiciones de rescate de la posición de objeto del abusador.

Lacan conceptualiza la noción de trauma en relación al concepto heiddegeriano de acontecimiento. Para Alain Badiou (2000) el acontecimiento es accidente, queda por fuera de lo estructural, es disyunto del ser. El acontecimiento no forma parte de éste, es eclipse del ser, hace agujero en el saber.

El trauma queda ligado entonces a un tiempo creado por un corte, en un intervalo, que deja algo en suspenso, fuera del límite de lo que se puede absorber por lo simbólico.

El abordaje terapéutico desde un lugar de la palabra, habilita una nueva consistencia subjetiva. Separa al sujeto del lugar de desecho del otro abusador y de su imperativo de goce. Lo erige en un lugar de sujeto que cobra una nueva consistencia.

El siguiente relato es una viñeta clínica: Una niña de 9 años lee en el diario sobre un abuso sexual y denuncia a su padre. Llega por orden judicial al hospital. Entrevistada dice a las terapeutas: “Leí en un diario sobre una chica a la que le pasaba lo mismo que a mí y vi la palabra “Policiales”. Me di cuenta que eso no le pasaba a todas mis compañeras y me puse a temblar. Le conté a mis hermanos primero. Mi mamá no me creyó, dijo que yo exageraba, pero mis hermanos sí. ¿Uds. me van a creer?” Las entrevistas se inician con la premisa de la ad-misión del sujeto: del padecimiento que lo amordaza y de la palabra que, en este caso, comienza a abrirse un camino. Desde el marco terapéutico se sostiene esta posición de esta niña en la construcción de un relato de los abusos sufridos, estos cobran consistencia en acto al confirmar al juzgado la existencia de los mismos en una validación que es tanto jurídica como de eficacia sobre el sujeto. Se trabaja con la madre sus dificultades para validar la palabra de la niña.

La dirección de la cura va del acontecimiento al suceso. Hay un pasaje de una verdad velada y obturada, a una revelación que separa, erige al sujeto en un acto de historización y nominación emancipadoras. Acto en el pleno sentido de la concepción lacaniana, en tanto “un acto (a secas) ha lugar de un decir cuyo sujeto cambia.” (Lacan, 1967.p.47). Se restituye la capacidad de cifrar el goce extremo del sometimiento de los abusos. La intervención institucional con estos niños y jóvenes apunta a sostener el vector de una verdad que permita una inscripción que socave lo real del trauma que no deja de no inscribirse. Alguna respuesta singular se torna posible. Un coraje parrhesiasta motoriza una intervención clínica.

Referencia:

Badiou, A. (2000) El ser y el acontecimiento Buenos Aires: Editorial Manantial.

Foucault, M. (2014) Clases del 1 de febrero de 1984, del 8 de febrero de 1984 y del 15 de febrero de 1984 en El coraje de la verdad. Madrid: Ed. Arena Libros.

Freud, S. (1983) “Protom Pseudos. Proyecto de una Psicología para neurólogos” en Obras Completas, vol. I. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

García Morente, M. (1978) Lecciones preliminares de Filosofía. Buenos Aires: Editorial Losada. Lacan, J. (1988) “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, en

Escritos I Buenos Aires: Editorial Siglo XXI.

Lacan, J. (2001) “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI” en Otros escritos. París: Ediciones du Seuil.

Lacan, J. (1967) Seminario XV. El acto analítico. Texto no publicado. Escuela Freudiana de Buenos Aires.

Marx, K. (1999) “Segunda tesis sobre Feuerbach” en Obras escogidas de Marx y Engels. Santiago: Editorial Progreso.

Nietzsche, F. (2000) Escritos sobre retórica Madrid: Ed. Trotta. Poe, E (2009) La carta robada. Buenos Aires: Ed. Lumen.

Ricoeur, P. (2004) Freud. Una interpretación de la cultura. Ciudad de México: Editorial Siglo XXI.

Vita, A. (2015) “Temporalidad y sujeto en el abuso sexual infantil” Revista INFEIES. ISSN 2250-7167. Revista científica multimedia sobre la Infancia y sus instituciones.

Año IV. Nro. IV. Disponible en: http://www.infeies.com.ar/bajar/PC.4.%20Vita.pdf .