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DISCURSO CAPITALISTA Y MEDICALIZACIÓN EN LA INFANCIA

CARLOS NÁZARA

carlos.nazara@speedy.com.ar


Discurso capitalista y medicalización en la infancia:

Resumen:

 

El trabajo abordará los efectos del llamado Discurso Capitalista a nivel social y singular. El lugar de los objetos de consumo ofrecidos al goce del sujeto y a los niños como franja de consumo en el mercado y la explotación de dicha franja por parte de los laboratorios medicamentosos para terminar con una consideración acerca de las consecuencias de la utilización de fármacos en las presentaciones fenomenológicas disruptivas de los niños. Panorama constatable en las asesorías y supervisiones puestas en marcha por el autor desde Proyecto de investigación “Los padecimientos actuales en la/s infancia/s y adolescencia/s. El lugar de los abordajes institucionales: el trabajo comunitario ante lo que resiste”. Directora: Dra. Patricia Weigandt. Codirectora: Lic. y Prof. Marina La Vecchia (V094)

Palabras clave: Discurso capitalista; objetos de consumo; goce; niños; singularidad.

Resumen curricular

Médico psicoanalista. Ex residente y ex jefe de residentes Htal. “Evita” de Lanús. Miembro fundador del grupo psicoanalítico “El (Øtro) Sur” de Viedma, R.N. Asesor externo de proyectos de investigación en la Universidad Nacional del Comahue, actualmente: “Los padecimientos actuales en la/s infancia/s y adolescencia/s. El lugar de los abordajes institucionales: el trabajo comunitario ante lo que resiste”. Directora: Dra. Patricia Weigandt. Codirectora: Lic. y Prof. Marina La Vecchia (V094) Supervisor clínico en el ámbito privado y en instituciones hospitalarias, educacionales y de trabajo comunitario. Ex miembro de Psyche. Ex docente de las cátedras de Psicohigiene y Salud Mental y la cátedra de Psicopatología en la carrera de Psicopedagogía de la Universidad Nacional del Comahue (Viedma).

Abstract:

Capitalist Discourse and Medicalized Infancy

Carlos Názara

 

The article will approach to the effects of the so called Capitalist Discourse from a social and singular perspective. The place for objects of consumption offered to the subject´s jouissance and to children as market´s consumption bracket and the exploitation of that bracket by laboratories to finish with a reflection on the consequences of prescribing medication for disruptive phenomenological presentations in children. That is a verifiable panorama experienced by the author in consultancy and supervision work carried out for the Research Project “Present sufferings in infancies and adolescences. The place for institutional approaches: community work before what resists” Directed by Dr. Patricia Weigandt an d Co-directed by B.A. and Prof. Marina La Vecchia (V094)

Key words Capitalist discourse; consumption objects; jouissance; children; singularity;


DISCURSO CAPITALISTA Y MEDICALIZACIÓN EN LA INFANCIA

Que los sujetos somos productos de los procesos de subjetivación de la época, no es ninguna novedad y tampoco hay que ser psicoanalista para saberlo. La época en la que estamos insertos presenta una serie de características que han sido referidas como de relaciones líquidas, caída del Padre, dilución del concepto de autoridad, individualismo, etc. En el año 1972 Lacan describió el llamado Discurso Capitalista (1), pudiendo matematizar lo que se iba desarrollando socialmente en ese momento y que la profundización de dichas condiciones en los años sucesivos, no hacen más que confirmar los trazos que el maestro francés esbozó con asombrosa precisión.

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El intento de obturar la falta con la circulación (eterna) de objetos de consumo, va generando una falsa sensación de poder todo, y escapar de esa manera de la falta constitutiva. El Sujeto opera sobre el significante Amo (S1) como verdad y como tal es quien la comanda, lo que implica que este discurso genera como efecto el rechazo de la Verdad.

Los objetos de consumo (a) son producidos por el saber de la técno-ciencia (S2) y esos objetos son los que realmente comandan el discurso, ya que se ofrecen permanentemente al Sujeto, el cual queda atrapado en un goce incesante. Objetos que se irán renovando y que pondrán la línea del Paraíso siempre un poco más allá (el celular maravilloso de última tecnología, en breve cederá ese lugar al modelo más nuevo que le seguirá…).

En ese contexto los niños no están exentos de ser reducidos a su rol de consumidores. Consumidores de juguetes, comidas chatarra, de prácticas diversas (fiestas, viajes, etc.), todo ello sostenido por un bombardeo publicitario que afecta a los niños… y sus padres.

Es en esa dinámica que los laboratorios, tres décadas atrás, encontraron (generaron) una nueva franja del mercado en la medicalización de fenómenos disruptivos de la infancia. Es una lógica que instituye a esos fenómenos como trastornos a ser corregidos, para ser llevados a una predeterminada “normalidad”.

Ese mercado está constituido no solo por los niños, si no por los adultos responsables de esos niños: padres, docentes, médicos, etc. Estos se hallan atravesados por la enorme presión de un Saber sostenido en el discurso médico, cooptando a buena parte de las instituciones educativas y fogoneado por la publicidad aplastante de los laboratorios con aureola de cientificidad.

Los efectos “normatizantes” no se dejan esperar: un chico adaptado a lo que socialmente se le demanda de las distintas instituciones (muy conveniente, entre otras cosas, para no desplegar algún interrogante acerca del accionar de esas mismas instituciones), padres tranquilizados (al igual que las instituciones, des-responsabilizados) y médicos comprobando la “eficacia” de la terapéutica.

Pero resulta que un niño es justamente un hablanteser (neologismo que utilizó Lacan para poner de manifiesto que el “ser” es de habla) constituyéndose como sujeto; que se va constituyendo en relación a lo que encuentra en el Otro (no solo los padres, sino también en las estructuras culturales por las que atraviesa), va generando una dialéctica de intrincación con los deseos y los goces del Otro. Ese niño va a convocar a ese Otro, va a demandarlo, necesita experienciar su consistencia, necesita formular y resolver ecuaciones que tramitan lo Real de su experiencia, para lo cual les son indispensables los significantes que el Otro aporta, para ir generando su propio universo significativo.

En esa dinámica dialéctica entre el niño y sus adultos referenciales, no solo es entendiblemente probable la aparición de síntomas, inhibiciones, pasajes al acto, etc., sino que es indispensable que estos aparezcan. Obviamente no para “estacionarnos” en esa instancia, si no para poder leer lo que el chico está poniendo en evidencia para que sea descifrado. Esto, por lo general, es descifrado por los propios padres pero puede suceder que éstos pierdan, momentáneamente, ese SABER sobre sus hijos; ese saber caído de los padres podrá recalar en un analista que, transferencia de saber de esos padres mediante, podrá intervenir para restituir el saber a los mismos.

Allí donde la interrelación simbólico-imaginaria queda detenida, la utilización de drogas o terapias “normatizantes” no hacen más que obturar ese proceso y, muchas veces, clausurarlo.

Es entonces cuando los niños son un engranaje más de la enorme maquinaria que sostiene a los objetos de consumo comandando la dinámica del mal llamado Discurso Capitalista (un discurso se caracteriza por generar lazo social. El D.C. prescinde de ello ya que el GOCE, al que apunta, es siempre de a uno; de allí el individualismo y aislamiento propios de la época). Y en ese sentido son un doble engranaje, ya que el fármaco aparece como objeto que intentará obturar la falta pero ,a su vez, es el niño también un objeto de angustia para esos padres que acudirán a la droga, lo sepan o no, para calmar esa propia angustia.

Este andamiaje funciona sin cesar, ofrece objetos constantemente para que el Sujeto no se encuentre con el límite real de lo imposible; límite que nos permite hacer algo con ese imposible, “no todo”. Límite que nos permite no quedar impotentes ante el ideal aplastante del TODO.

Ante el arrasamiento del “no todo” con las marcas singulares de elaboración del Sujeto, los analistas tenemos la posibilidad (estoy tentado a decir la obligación) de plantear las oscuras consecuencias que esta peligrosa maquinaria de des-subjetivación produce a nivel social, político y singular.

Referencia:

Lacan, J. “Del discurso psicoanalítico” (Conferencia del 12/05/1972, Milán) En elpsicoanalistalector.bogspot.com/2013