Reflexiones en torno  a la negritud: lucha político-social y reivindicación identitaria

 

Marcos Govea y Marielvis Silva

Universidad del Zulia y UNERMB

Venezuela

Resumen

La negritud fue un concepto cultural y político surgido de la reacción contra la opresión del sistema colonial y el racismo reinante en las sociedades oprimidas por occidente. La negritud  fue un movimiento de resistencia y de liberación, no sólo porque designó un movimiento de escritura literaria de África negra, sino porque también se presenta como lucha, resistencia. Fue un movimiento, en contra de la consideración del negro como ser inferior o dependiente; es decir, fue una estrategia para revalorizar, apreciar y ponderar todas las características que se consideran como propias de la cultura negra y que pueden oponerse a los estereotipos europeos. Finalmente, con la realización de este ensayo se incursionará en el campo de la filosofía caribeña,  intentando saldar la gran deuda histórica, que se le debe a esta prolífica corriente del pensamiento. Además, se tiene la firme intención de que ésta investigación sea un real aporte para los interesados que se inician en los estudios caribeños, postcoloniales, anticoloniales y culturales latinoamericanos.

Palabras Clave: negritud – colonialismo – racismo - Césaire.

Summary

The négritude he was a cultural concept and politician arisen from the reaction against the oppression of the colonial system and the reigning racism in the companies oppressed by west. The négritude was a movement of resistance and of liberation, not only because it designated a movement of literary writing of Black Africa, but because also he appears as fight, resistance. It was a movement, in opposition to the consideration of the black as being low or dependent; it is to say, it was a strategy to revalue, to estimate and to weight all the characteristics that are considered to be like own of the black culture and that can be opposed to the European stereotypes. Finally, with the accomplishment of this test one will penetrate into the field of the Caribbean philosophy, trying to pay the great historical debt, which owes him to this prolific current of the thought. In addition, there is had the firm intention of which this one investigation is a royal contribution for the interested parties who begin in the Caribbean, postcolonial, anticolonial and cultural Latin-American studies.

Keywords: négritude -  colonialism - racism – Césaire

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El tema de los sistemas de opresión generados a partir de la conquista de América y la extracción de sus riquezas por los europeos, conjuntamente con el comercio triangular1 y la trata de africanos esclavizados, sirvieron para convertir a América y el Caribe en periferia del centro del poder europeo y a África en periferia de la periferia. En este sentido, la esclavitud, la despersonalización, las crueldades, la negación de la condición humana, el sometimiento a penosas condiciones de vida y la sobreexplotación, constituyen eslabones del largo camino de humillaciones que fueron sometidos los africanos, hombres, mujeres, niñas y niños, y sus descendientes en América y el Caribe2.

Así mismo, el racismo es un problema de orden histórico que reposa sobre la pretendida superioridad biológica de una supuesta “raza blanca”. Lejos de desaparecer, perdura hasta nuestros días y constituye un peligroso instrumento de fuerzas reaccionarias.

Por estas razones, en 1931 unos escritores norteamericanos del “Renacimiento negro” de Harlem, Langston Hughes, Claude Mac Kay, Countee Gullen, Jean Toomer, Stirling Brown, publicaron en París en traducción al francés Revista del Mundo Negro, donde, introdujeron en la literatura los conceptos de la dignidad del hombre negro, de su belleza, de su pertenencia a América y la reafirmación del origen africano. Reivindicaron a esa condición frente al racismo blanco: “nosotros, creadores negros, queremos expresar nuestra posibilidad negra sin vergüenza ni temor […] sabemos que somos bellos. Y también feos […] el tan-tan llora y el tan-tan ríe”3.

En ésa misma época, el joven martiniqueño llamado Aimé Césaire, desembarca en París para completar sus estudios secundarios y a partir de 1934 ser alumno de la Escuela Normal Superior. En ello, entra en contacto con un grupo de estudiantes antillanos y africanos; entre ellos, los poetas Léon Gontran Damas, de Guyana; Guy Tirolien, de Guadalupe; y el poeta senegalés Léopold Sédar Senghor. Comparten la percepción de ser discriminados, y sobre todo la de ser parte de una vasta comunidad negra, aún alienada por la cultura blanca, y que sin embargo es portadora de una identidad que se asocia a su historia y a valores culturales propios. Esta sensibilidad los moviliza, los lleva a debatir desde sus distintas experiencias la condición humana del negro. En la Escuela, Césaire y Senghor eran los únicos estudiantes negros, dos “moscas en la leche” según la visión racista de la época. Césaire confiesa en una entrevista que “aquel encuentro determinó el curso, no solo de mi pensamiento, sino de mi vida. Era una nueva orientación porque al descubrir a África, me descubría a mí mismo, y a través de África descubría a Martinica”4.

El martiniqueño, condicionado por su educación francesa, la parte oculta, escondida, de su identidad era el componente africano. En Martinica, ser llamado africano era un insulto. “El hombre antillano fue colonizado por dentro y profundamente alienado. Y Sénghor me reveló un mundo que para mí fue la revelación de África”5. Juntos también fundan en 1934 la revista El Estudiante Negro. En ella Aimé Césaire enuncia el concepto de negritud (influenciado en primera instancia por los autores del renacimiento de Harlem), posteriormente, como también le corresponde profundizar dicho concepto al escribir en 1939 Cuaderno de un retorno al país natal, poema en donde presenta a la negritud como la idea que debe estructurar y canalizar la ruptura del negro con la discriminación y el encuentro con su cultura, distinta a la occidental.

Mi negritud no es una piedra, su sordera

lanzada contra el clamor del día

mi negritud no es un charco de agua muerta en el ojo

muerto de la tierra

mi negritud no es ni una torre ni una catedral

penetra en la carne roja del suelo

penetra en la carne ardiente del cielo

perfora la postración opaca de su recta paciencia6.

El Cuaderno de un retorno al país natal, es por definición el poema de la negritud, término que en los últimos años se ha erosionado y hecho ambiguo, debido sobre todo a motivaciones de índole política. Adán Negro, en la antología de poetas negros de expresión francesa, definía a la negritud así:

En el orden del espíritu, la negritud será, pues, una pasión surgida de una conciencia que estalla y brilla en un verbo que tiene virtudes de anunciación y de creación, lengua reveladora y zarzal ardiente, alma y sangre, abierta mano de rayos, socializada semilla y estrella ritual7.

Además, la negritud que Césaire enuncia en ésta obra, no es una formulación necesariamente precisa o evidente. Sus versos apelan a la diferencia, a la no pertenencia a un “Occidente” blanco, creador –no lo desconoce–, pero también dominador. Al mismo tiempo, se identifica con una visión casi inocente de un mundo que quiere ser el propio, asociado a la tierra, a la naturaleza, y en el que el autor se sumerge como un elemento más, para finalmente rendir homenaje a quienes son parte de esa tierra y sobre todo de un futuro pendiente de construir, pero que no tiene que ver con aquel “Occidente” creador y opresor. Su negritud interpreta de forma lírica la identidad de esa vasta comunidad de personas definidas por los blancos como negros, y que se localizan en París, pero también en África, en el Caribe, en Norteamérica y en Latinoamérica. Ella quiere ser la intérprete de una nueva visión de esta comunidad, que debe ser construida por ella misma. Su negritud denuncia y rechaza la asimilación cultural, el “blanqueamiento”, la imagen del negro pasivo, incapaz de poseer y crear una civilización. Convoca a conocer y difundir entre los negros la grandeza de la historia de su civilización frente al mundo occidental, y sobre todo apuesta a que la identidad negra y el conjunto de valores culturales del mundo negro, sea una fuente de orgullo para sus portadores. La negritud del martiniqueño no es un simple programa político. Es sobre todo una apelación a descubrir una identidad que contiene valores hasta entonces negados u ocultos, que pueden y deben oponerse a la cultura blanca “occidental”, pero que tienen un valor en sí mismos. En el ámbito de las manifestaciones culturales de raíz negra de entonces, especialmente entre poetas, escritores y artistas, el concepto enunciado por Aimé Césaire se constituye en un referente determinante8.

Es importante considerar que la lucha de Césaire por el reconocimiento de su identidad y la riqueza de sus raíces africanas, influyó en el pensamiento caribeño del momento, recordando que estas islas estaban y aún están bajo el sistema colonial, por lo tanto, el pensamiento de Césaire viene hacer una ruptura con esta estructura colonial. Al respecto escribió en un artículo publicado en El Estudiante Negro:

La historia de los negros es un drama en tres episodios. Los negros primero fueron sometidos (idiotas, brutos, se decía)… se les miró después de forma más indulgente. Se les dijo: valen más que su reputación. Y se les trató de formar. Se les asimiló.  Fueron a la escuela de sus amos; “niños grandes”, se decía. Pues solo los niños están siempre en la escuela de sus amos […] los jóvenes negros de hoy no quieren ni servidumbre, ni asimilación. Desean la emancipación. Hombres se dirá. Puesto que solo el hombre camina sin preceptor por los grandes caminos del pensamiento9.

Es indudable que la conciencia de su condición de hombres negros frente al racismo imperante, la cólera frente a la arrogancia blanca, frente al desprecio, llevó a Césaire, Senghor y Damas a fundar el movimiento de la negritud. Según Stanislas Adotevi10 en Negritud y Negrólogos ello tuvo lugar un día en la plaza de la Sorbonne en que Césaire le dijo a Senghor: “Hace falta que afirmemos nuestra negritud”. Aunque ya desde esa época no tenían las mismas concepciones, sí compartían nexos. Para Sénghor, “la negritud era el conjunto de valores culturales del mundo negro tal y como se expresan en la vida, las instituciones y las obras de los negros”11, para Césaire, “el reconocimiento del hecho de ser negro y el aceptarlo, del destino de ser negro, de sus historias y de sus culturas”12, Damas, por su parte, en su obra poética explota iracundo contra la asimilación y el eurocentrismo cultural impuesto y contra la visión del arte y las culturas de los negros como algo exótico. Posteriormente, Césaire retoma la definición de negritud:

Estas dos concepciones son diferentes, pero en realidad se trata sin dudas de la misma Negritud. Es evidente que la Negritud de un antillano que está reconquistando su ser, no puede ser la misma que la Negritud de un africano que nunca ha puesto en duda su ser. En el antillano existe una angustia que no es la de un africano. Senghor nunca ha dudado. Nunca se ha sentido desgarrado. Era África en lo profundo, con su nobleza, su dignidad, su historia, su humanidad, su sabiduría y su filosofía. Y podría casi afirmar que al aportarme esto, me aportaba la llave de mí mismo13.

Los antillanos para Césaire, son negros que simplemente fueron trasplantados y sometidos durante casi dos siglos a un horrible proceso de asimilación, de despersonalización y además hubo el trauma de la trata negrera. Su obra, como la de Senghor o Damas, es sinónimo de resistencia a la alienación y la asimilación cultural.

La negritud fue un concepto cultural y político surgido de la reacción contra la opresión del sistema colonial francés y el racismo reinante. Fue calificado por Sartre como “racismo antirracismo”14. Al respecto, Césaire declaró en una entrevista: “Nuestra doctrina, nuestra idea secreta, era: “Negro soy, negro seré [...] mientras más negro se sea, más se será universal” [...] Pero Sénghor y yo siempre nos cuidamos de caer en el racismo negro”15. Las concepciones de Senghor sobre la cultura «negra», sobre el mestizaje cultural que conduciría a lo que llamó «civilización humana de lo universal», sobre su afirmación: «La emoción es negra y la razón helena» que coincide con la postura de algunos etnólogos como Levy-Brühl16 que planteaban que el hombre negro poseía una razón prelógica, y sobre la extrapolación de la negritud a los campos sociales, políticos y filosóficos, han sido duramente controvertidas y objeto de amplios análisis y ensayos.

De la misma forma, otro aspecto criticado por varios analistas de este movimiento es el panafricanismo cultural17, la unidad de un «mundo negro» en medio de culturas y contextos sociales muy diferentes como un continuo entre África y sus diásporas. Con esto Césaire afirmó:

Siento que hay una civilización negra, como hay una civilización europea… Y también hay, un poco diseminadas, culturas africanas… Si se quiere, existe una gran civilización negra subdividida en culturas diferentes… sudanesas, bantúes, senegalesas… pertenecientes a una misma era. Como antillanos, al igual que los negros americanos —víctimas unos y otros de la aculturación— pertenecemos a ese mundo, aunque sea de forma marginal. Lo que más me asombra es la unidad del mundo negro —a pesar de su diversidad [...] No, no creo para nada en la permanencia biológica, pero creo en la cultura. Mi negritud tiene un basamento. Es un hecho que hay una cultura negra: es histórico, no tiene nada de biológico18.

En principio, la negritud constituyó una revolución cultural basada en la afirmación del color negro, y también en la reivindicación de los valores culturales del llamado mundo negro. Por otra parte, significaba fe en el porvenir de una etnia, en su liberación y afirmación. Y aunque lo cultural primaba sobre lo político, Césaire declaró: “Soy de la raza de los oprimidos”19, asumiendo una posición desde el punto de vista político mucho más a la izquierda que Senghor, por lo que en el Primer Congreso de Intelectuales y Artistas Negros organizado por Presencia Africana en París (1956), dijo:

El gran reproche que podemos con justeza hacerle a Europa es haber destruido civilizaciones que todavía no habían cumplido sus expectativas [...] El problema de la cultura negra no puede ser evocado hoy en día sin que se plantee de forma simultánea el problema del colonialismo que interrumpió el curso de la historia africana, destruyó la cultura, la vida social y las economías africanas, que le lavó el cerebro a los negros de la diáspora al hacerles creer que eran inferiores20.

Césaire concebía la negritud como un movimiento cultural y político ligado a la lucha contra el colonialismo en África y a la liberación de todos los negros. Por esta razón, concluyó su intervención proclamando: “Dejen entrar a los pueblos negros a la gran escena de la historia”21. En ocasión del Segundo Congreso de intelectuales y artistas negros (Roma, 1959), su intervención se centró en las luchas por la independencia de África: “¡La verdadera descolonización será revolucionaria o no será! La libertad hay que conquistarla, pero una vez obtenida hay que saber qué hacer con ella”22. Las circunstancias históricas habían cambiado con la independencia de Ghana en 1957 y la de Guinea en 1958.

Vale destacar que el concepto Negritud, se suma también en la reflexión dialéctica de Jean Paul Sartre, al escribir el prólogo a la Anthologie de la nouvelle poésie nègre et malgache de langue française (1948), una antología elaborada por Senghor. Sartre consideraba que la negritud era la toma de conciencia de los negros, la cual se iniciaba con la aceptación de su color, pues era a partir de éste que se les oprimía. Para Sartre, la negritud era reconocer esa cierta cualidad común del pensamiento y las conductas de los negros, de tipo esencialista, siendo no más que el momento de la antítesis dialéctica, que se oponía a la tesis de la superioridad del blanco. La síntesis sería entonces la sociedad sin racismo. Sin embargo, la antítesis de la tesis racista, podía ser calificada de “racismo antirracista”23.

Actualmente, la definición de negritud debe verse desde una perspectiva histórica. En 1969, Césaire planteó:

 Aquí está la Negritud. Plantea una solidaridad. Por una parte insertada en el tiempo, con nuestros antepasados negros y con ese continente del que salimos (hace tres siglos, no hace tanto) y luego una solidaridad horizontal entre todos los que llegaron y que tienen en común este legado. Consideramos que esta herencia cuenta; todavía se siente su peso entre nosotros; por eso, no hay que renegar de ella, hace falta hacerla fructificar —por vías distintas, sin dudas— en función de los problemas actuales y ante los cuales debemos reaccionar24.

Con esto se finaliza que la voz del poeta Césaire, al proferir el gran grito de negritud, revive la memoria histórica como una fuerza social e inaugura la alteridad de la voz negra, parte que faltaba en el discurso no solo insular, de Martinica, sino universal. Él inaugura, establece y organiza en la pluralidad la conciencia de la diferencia entre los negros y los otros, al reencarnar su identidad perdida en el vacío de la negación del hombre negro. A partir de la toma de conciencia de la problemática del negro, de la negritud de Césaire y de una pléyade de intelectuales negros, se clausura el vacío original de la pérdida de los orígenes, de la lengua, de la identidad colectiva e individual y la lucha por su lugar bajo el sol.

La filosofía no es solo un asunto exclusivo del mundo occidental. No obstante, pareciera que la capacidad de abstraerse, de crear conceptos de extrema amplitud, con contenidos científicos y también valorativos, teóricos y reflexivos, es decir, pensar filosóficamente para transformar la realidad, es característico de Occidente.

Por tal motivo, en Occidente se hace “natural” creer que hay un abismo entre éste y los otros, entre Europa y el Sur, entre Europa y su exterioridad, que significa entre lo humano y lo sub-humano. Ambos extremos poseen una localización territorial, geográfica, avalada por los mapas y la cartografía, como bien afirma Walter Mignolo25. La zona colonial es el espacio de la geografía donde se administran bien los conocimientos, en las universidades, centros de investigación y comunidades científicas, asociaciones, como lo demuestra Santiago Castro Gómez en su investigación en “La Nueva Granada”26. Con ello se legitima y garantiza la dominación y la permanente alterización, basada en esa forma de “injusticia cognitiva global” ampliamente consabida en el mundo de Calibán27.

Todas estas razones hacen que el pensamiento eurocéntrico y las disciplinas e instituciones académicas modernas desconozcan la existencia de una filosofía caribeña, una filosofía que es posible demostrar que existe y se ha expresado en el ensayo, la literatura y la oralidad de los pueblos de la región. Si bien en el Caribe no se han escrito tratados filosóficos pero, sí se ha reflexionado a profundidad sobre temas como: el problema del negro y la raza; la identidad, la caribeñidad, la antillanidad; la revolución y el sujeto de la misma que se universaliza como sujeto del cambio en el Tercer Mundo; la historia; la magia y la religión caribeñas; la insularidad. Todos estos desarrollos conceptuales están presentes en las diversas culturas y lenguas de la región, lo que en definitiva se puede afirmar que si existe una filosofía en el Caribe28.

Atendiendo a estas consideraciones, Intelectuales como Aimé Césaire, Frantz Fanon, Edouard Glissant, Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau, Raphaël Confiant, y pensadores haitianos como Jean Price-Mars, Jacques Roumain, Jacques Stephen Alexis, Gerard Pierre-Charles, René Depestre, dan muestra de un mosaico de textos e ideas que vienen a confirmar la hipótesis del presente esfuerzo. Todos conforman ese conjunto de autores, de pensadores, que han sistematizado y dejado en textos escritos en la lengua de Próspero, una inmensa obra, conceptos y categorías con los cuales se puede aprehender la vida insular29.

Las reflexiones sobre la realidad social en las ex colonias caribeñas que tienen versión discursiva en las ideas de la identidad y el orgullo negro, sistematizados principalmente por el martiniqueño Aimé Césaire y el guyanés Léon Gontran Damas y por su colega intelectual el senegalés Léopoldo Sédar Senghor. El término que acuñaron para expresar su movimiento político literario fue el de la negritud, el cual desde su presentación a principio de las décadas de los treintas, fue considerado uno de los avances importantes en la búsqueda de la identidad entre los negros africanos y sus descendientes en las colonias francesas, en África y en el Caribe.

El concepto negritud significó una profunda revaloración de la cultura y la raza negra. Leopoldo Sedar Senghor y Aimé Césaire, lo derivaron de la tradición del pensamiento negro estadounidense y antillano. De los negros estadounidenses se puede encontrar referencias directas de Martin Robinson Delany, Edward WilmotBlyden y William Edward BurghardtDubois, así como los autores haitianos AnténorFirmir y Jean Price-Mars y del jamaiquiano William Makey30.

Tal vez el pensador negro americano que más influyó en el movimiento de la negritud fue W.E.B Dubois31. Las ideas centrales de Dubois están escritas en los libros The World and África y el clásico Souls of Black Folk, en este último trabajo describe la historia de la cultura del pueblo africano y sus descendientes en ultramar, en especial de los africanos nacidos en América. Resalta las características más importantes de la cultura africana, fuente de orgullo, dignidad e identidad que puede ser colocada al mismo nivel que la fuente europea, asiática y norteamericano (primera reflexión nacional del yo negro)32.

Se considera que la estructura social en Estados Unidos y el Caribe fue creada a través de instituciones esclavistas como la plantación, además de una poderosa desvaloración del negro con la cultura de la metrópoli. De esta manera, esclavitud y racismo fueron las instituciones políticas y económicas que junto a la ideología de la supremacía blanca moldearon la condición del negro en las sociedades del Caribe33.

Luego, el pensamiento anticolonial en el Caribe tuvo en Blyden, Delany y Dubois y a tres de sus más grandes influencias. La reflexión de cada uno, sobre el estigma racial prendido a la diáspora negra. Sus ideas fueron adoptadas por políticos negros del Caribe quienes reclamaban el derecho de los negros caribeños para entrar como iguales en la comunidad occidental34.

La crisis de la economía del azúcar a principios del siglo XX, sumada al crecimiento de la base proletaria y de la pequeña clase media, pavimentó el camino para el surgimiento de políticos e intelectuales negros de fuerte influencia, socialista como el recordado Giuseppe Legitimus en la isla de Guadalupe. La política local, sin embargo, era dominada por políticos blancos, propietarios de los comercios y de las antiguas plantaciones, quienes influyeron en el diseño del sistema político parlamentario en la región. La victoria de los políticos de origen negro sirvió en un primer momento para reafirmar el orgullo de la cultura africana y también para inflamar las diatribas contra los blancos, los mulatos, los indios, los chinos, en general contra otros grupos sociales que emigraron al Caribe en tiempos de la dominación colonial35.

Al terminar la segunda guerra mundial, los combatientes negros provenientes del Caribe Francés se reunieron en parís con ex combatientes, líderes políticos e intelectuales negros de África y Estados Unidos, con el fin de organizar el segundo congreso panafricano (1919).

El congreso solo sirvió de foro para expresar condenas contra el colonialismo perdiéndose así la oportunidad de crear una verdadera solidaridad internacional entre la diáspora africana.

Y es que alcanzar la toma de conciencia del negro sobre su situación en las sociedades coloniales se topaba con un problema fundamental: habían fracturas que dividían a las culturas de la diáspora africana, debido a aspectos como la pigmentación de la piel y la pertenencia de clase. Ésta idea fue generada por el escritor jamaiquino Claude Mckay, el principal exponente del movimiento literario de Harlem Reinassance. Mckay fue considerado por Senghor como el verdadero inventor del término negritud36.

Los proyectos políticos anticoloniales surgieron a principios del siglo XX. En este momento, el pensamiento caribeño estaba disgregado en diferentes corrientes políticas-literarias, a saber: la negritud (Aimé Césaire, León Gontran Damas, Xavier Orville, Daniel Maximin, y el africano Leopoldo Sedar Senghor); anticolonialismo revolucionario (Frantz Fanon); el panafricanismo (Delany, Marcus Garvey); afroamericanismo37, etc. Todas estas corrientes coincidieron en que la independencia y liberación de las sociedades negras debía hacerse a través de la liberación del pensamiento colonial: el objetivo estaba claro, sin embargo, los métodos propuestos fueron diferentes. Para algunos (Fanon, Dubois, C.L.R. James) “se trataba de una liberación por la vía violenta, revolucionaria, que reivindicara no sólo la libertad jurídica del colonizado, sino también la conciencia de éste como verdadera fuente de su libertad humana”38. Para los pensadores de la negritud, por el contrario, se trataba de una libertad que comprometiera a los negros en el progreso y la modernidad occidentales39.

En términos cronológicos la primera corriente político-literaria en el pensamiento negro fue el afroamericanismo, la negritud, el socialismo revolucionario negro y el anticolonialismo revolucionario. Dentro de éstas, una de las más interesantes es el discurso de la negritud, el cual se convertiría en el pensamiento dominante en diferentes sociedades coloniales y poscoloniales en el Caribe y África40.

Este proyecto político, fue inspirado en una versión del socialismo que quiso hibridarse con un presunto comunalismo idílico y ancestral africano: quiso presentarse, de este modo, como una combinación de valores tradicionales (o reconstruidos como tales) con valores socialistas, que se perciben como concomitantes o afines. A su vez, la negritud podría también juzgarse como una utopía arcaica, como una suma de socialismo e indigenismo, que a la vez se opone al modelo capitalista occidental, promueve valores espirituales y emocionales frente al presunto materialismo y racionalismo europeo. En síntesis, este misticismo comunalista y este proyecto político permitirían comparar fructíferamente la negritud con otros movimientos y, en especial, con los “indigenismos latinoamericanos”41.

Sin embargo, la negritud tuvo dos definiciones claramente diferenciadas. La primera provino de Césaire, quien veía la especificidad y unidad de la existencia de los negros como un desarrollo histórico que surgió de la esclavitud y del sistema de plantación en América42. La segunda definición fue desarrollada por Senghor, quien le dio un sentido profundamente esencialista, la definió a partir de características exclusivas de la cultura e historias negras mismas, que caracterizan la esencia de su existencia en el mundo. La versión existencialista de Senghor tuvo más difusión pues fue usada como fundamento ideológico en los movimientos de liberación en África, él mismo la usó como plataforma política durante su etapa de gobernante en Senegal.

En otras palabras, la negritud de Senghor fue un movimiento de resistencia y de liberación, no sólo porque designo un movimiento de escritura literaria de África negra, sino porque también designo un movimiento en contra la consideración del negro como ser inferior o dependiente; es decir, fue una estrategia para revalorizar, apreciar y ponderar todas las características que se consideran como propias de la cultura negra y que pueden oponerse a los estereotipos europeos.

Se puede inferir que la negritud es más bien una categoría política que una identidad esencialista, es decir, una categoría que busca la organización, en términos de resistencia, más que una unión basada en características fenotípicas y de color. Esto es debido a que la negritud enunciada por Césaire en 1956 “se vincula a un doble juego histórico: la historia como existencia de un pasado y la historia como acción”43.

Cuando Césaire habla de la negritud a partir de un doble juego histórico, la historia de un pasado y la historia como acción, se refiere a la creación de una subjetividad política que es capaz de actuar desde un pasado común (la explotación, la deportación, la inferiorización) para actuar en la historia como proyecto político, es decir, crear su propio proyecto político. Es necesario aclarar, que cuando se habla de un pasado común no se trata de una tierra original a la que se apele a volver, sino que la deportación es entendida como una experiencia política marcada por la violencia colonial y en este sentido, al hablar de un pasado común, lo que se busca exponer es la construcción de un hogar político frente a la experiencia del destierro.44

En el célebre ensayo de Orfeo Negro de Jean Paul Sartre, se constituye una suerte de manifiesto de la poética y la política de la negritud. En ello, identificaba las características principales de lo que dio en llamar la epifanía poética de la negritud: saludaba, la pasión del sufrimiento, la búsqueda de la identidad perdida, la vuelta al país natal, el descenso a los infiernos resplandecientes del alma negra, el auto de fe del lenguaje y aplaudía el carácter escandaloso de este movimiento poético, escandaloso, entiéndase, para los europeos por derecho divino, habituados, desde hace siglos, a ver sin ser vistos. Sartre introdujo a los lectores europeos la poesía africana y negra desde una óptica política y con un tono exaltado: la nueva negritud aparecía como una liberación, una recuperación de la voz  y una recuperación de la mirada.

De este modo, el programa político implícito en el movimiento de la negritud, es el de levantarse contra la negación europea de los valores africanos, que se desarrollaron para justificar la esclavitud y la colonización de África, es por esto que la negritud se define como un proyecto intelectual de rehabilitación, un proceso de inversión, una construcción mítica de una imagen del negro que pueda construirse en el orgullo reverso de la denegación europea45. De manera que, sea dentro de la “liberación nacional, renacimiento nacional, restitución de la nación al pueblo, cualesquiera que sean las rúbricas utilizadas o las nuevas fórmulas introducidas, la descolonización”, considerada siempre como un fenómeno violento, es un hecho que se debe afrontar, pues sólo gracias a dicho proceso ha sido posible que se unifique ese mundo oprimido al que se le ha quitado por una decisión radical su heterogeneidad, unificándolo sobre la base de la nación, a veces de la raza. En pocas palabras, apelando a su “negritud”46.

1 El comercio triangular fue una ruta comercial que se estableció en el océano Atlántico desde el siglo XV hasta el XX, por lo que puede considerarse un fenómeno histórico de larga duración. Su denominación se debe al hecho de que, sobre el mapa, trazaba una figura similar a un triángulo, al involucrar tres continentes.

2AMÍN, S. «Prólogo», en Boubacar Barry, El reino de Waalo.  Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009. Citado por FERNANDEZ Mirta, “Raza, Racismo, Negritud y visión de África en Aimé Césaire” en: Temas Nº64, 2010, p. 110.

3 KESTELOOT lilyan.  Manifiesto del Renacimiento Negro. citado por en Antología negro-africana, Marabout Université, Verviers, Bélgica, 1967, p. 21.

4 Aimé Césaire. Entrevista realizada el 20 de junio del 2007 en Martinica, entrevistador: Serge  Bile, difundido por CIDIHCA el 22 de junio de 2007.

5 BELOUX François, “Un poeta político Aimé Césaire”, en la revista literaria, Nº34, 1969. Difundido por CIDIHCA en 2008. Citado por FERNANDEZ Mirta, “Raza, Racismo, Negritud y visión de África en Aimé Césaire”. Op cit, p. 111.

6 CÉSAIRE, A. Cuaderno de un retorno al país natal. Poesías. La Habana: Casa de las Américas, 1969, p. 97.

7 Prólogo al libro Adán Negro: poetas negros de lengua francesa. Ediciones chac-mool, México 1964. CÉSAIRE, A, Cuaderno de un retorno al país natal. Op cit, p. 14.  

8 Cfr. LÓPEZ, R. Tensiones y continuidades en la historicidad de la negritud: Aimé Césaire ante Frantz Fanon. Ediciones Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile. Santiago, 2011, pp. 74-75.

9 FERNANDEZ, M. Raza, Racismo, Negritud y visión de África en Aimé Césaire Op cit p.112.

10 Fue un estudiante de la Escuela Normal Superior. Luego se volvió hacia doctoral de antropología y la investigación sobre el impacto de la colonización y las consecuencias de las prácticas etnocidas del colonialismo en la continuidad de los países en desarrollo y en particular de África. Retirado, ahora vive en Burkina Faso, donde continuó su investigación.

11 SENGHOR, L.  Negritud y Humanismo. Ediciones de umbral, París, 1964, p. 9.

12 KESTELOOT, L. Manifiesto del Renacimiento Negro. Op cit, p. 80.

13 Ídem.

14 Sartre describía la negritud como un "racismo antirracista" que será trascendido por la dialéctica de la historia. Sartre había convertido la negritud en una "dialéctica menor" en el esquema general hegeliano de la trasformación del mundo. el "racismo antirracista" negro era solo un fenómeno temporal que sería superado por la llegada de una conciencia universal-humanista: "más allá de los hombres de piel negra, de su raza, su canción es la batalla del proletariado del mundo". Cfr. GONZALES Fernán, El humanismo en la era de la globalización. La descolonización y las políticas culturales. Ediciones katz, Argentina, 2009, pp. 32-33.

15Aimé Césaire. Entrevista realizada el 24 de septiembre del 2005 en París. Entrevistador: Françoise Verges. Transcriptor: Natalie Levisalles.

16 En la obra: BRÜHL-Lucien L. “Las funciones mentales en las sociedades inferiores”, en: Revista latinoamericana de matemática educativa. Nº3 Vol.2 1999.

17 El término Panafricanismo nace en el primer congreso panafricano, realizado en Londres en 1900. Ésta ideología se orienta fundamentalmente a la afirmación de los valores culturales de la raza negra. De esta época datan las obras que se proponen demostrar la igualdad de capacidades de la raza negra con las otras razas. Los ejemplos más notorios son las publicaciones de J.P. Mars y W. Du Bois. El objetivo político fundamental es la lucha por la igualdad de derechos y por la conquista de las libertades fundamentales de asociación, prensa, etc.

18 FERNANDEZ, M. Raza, Racismo, Negritud y visión de África en Aimé Césaire Op cit, p. 114.

19 Ídem.

20 VALDÉS GARCÍA, F. “La negritud como concepto de la filosofía caribeña” en: Revista de Filosofía. Nº 72, Universidad del Zulia, 2012, p. 115.

21 FERNANDEZ, M. Raza, Racismo, Negritud y visión de África en Aimé Césaire Op cit, p. 115.

22 Ídem.

23 SARTRE, J. Orfeo negro. publicado por Presencia Africana, París, 1948.

24BELOUX, F. “un poeta político: Aimé Césaire”, op cit, p. 18.

25MIGNOLO, Walter. Historias locales/diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo. EdicionesAkal,  Madrid, 2003.

26 Publicado en 1958 Bogotá. El autor defiende la tesis de que hacia finales del siglo XVIII, la violencia epistémica del imperio español en América asume una forma específica: la hybris del punto cero. Es el momento en que la irrupción mundial del capitalismo exigía que la multiplicidad de expresiones culturales del planeta fuera traducida como una serie de diferencias ordenadas en el tiempo. Las “muchas formas de conocer” quedan integradas en una jerarquía cronológica donde el conocimiento científico-ilustrado aparece en el lugar más alto de la escala cognitiva, mientras que todas las demás epistemes son vistas como su pasado. CASTRO G. Santiago, La Hybris del Punto Cero: ciencia, raza e ilustración en La Nueva Granada. Op cit.

27 Calibán es anagrama forjado por Shakespeare a partir de «caníbal» —expresión que, en el sentido de antropófago, ya había empleado en otras obras como La tercera parte del rey Enrique VI y Otelo—, y este término, a su vez, proviene de «caribe». Los caribes, antes de la llegada de los europeos, a quienes hicieron una resistencia heroica, eran los más valientes, los más batalladores habitantes de las tierras que ahora ocupamos nosotros. Su nombre es perpetuado por el Mar Caribe (al que algunos llaman simpáticamente el Mediterráneo americano; algo así como si nosotros llamáramos al Mediterráneo el Caribe europeo). Pero ese nombre, en sí mismo —caribe—, y en su deformación caníbal, ha quedado perpetuado, a los ojos de los europeos, sobre todo de manera infamante. FERNANDEZ Roberto, Calibán. Ediciones callejón, la Habana, 2003.

28 Cfr. VALDÉZ Félix, “La filosofía en el Caribe insular (o sobre las razones del Calibán), en: Revista de Filosofía, Nº72, Universidad del Zulia, 2012, p. 14.

29 Ibíd., p. 26.

30 Cfr. COULTHARD George, “Parelismo y divergencias entre indígenas y negritud” en: Cuadernos de cultura latinoamericana, Nº51, 1978, pp. 9-10.

31 Fue un sociólogo, historiador, activista por los derechos civiles, panafricanista, autor y editor estadounidense.

32 ARRIAGA, Juan Carlos, “Crítica a la idea de Caribe negro. La creolidad y la creolizacion”, en: Cuaderno de literatura, Nº30, 2011, p. 466.

33 Ibíd., p. 469.

34 Ídem.

35 Ibíd., p. 470.

36 Ídem.

37 Se refiere a las personas nacidas en el continente americano que tienen antepasados africanos subsaharianos; los afroamericanos son por tanto un grupo de afrodescendientes.

38 FANON, F. Los condenados de la tierra. Fondo de cultura económica, México, 1963. p. 36.

39 Cfr. ARRIAGA Juan Carlos, “Crítica a la idea de Caribe negro. La creolidad y la creolizacion”, op cit, p. 471.

40 Ibíd., p. 473.

41 Negritud e indigenismo, son dos conceptos estrechamente interrelacionados. A tal grado que, a decir de George Coulthard, “ambos nacieron de condiciones socioculturales y económicas relacionadas con la raza”, es decir, de una similar “situación de dependencia”. Sin embargo, fue el filósofo mexicano Leopoldo Zea quien mejor logró hasta ahora establecer su distinción, al declarar que mientras en África la negritud nació del mismo individuo que sufre discriminación y dominación por parte del blanco, el indigenismo lo hizo en “los no indígenas, o los que han dejado de serlo al formar parte consciente de una comunidad nacional, en Latinoamérica”. COULTHARD, George Robert, “Paralelismo y divergencias entre indigenismo y negritud”, en: Ideas en torno de Latinoamérica, vol. 2,1986, p. 715.

42Este concepto empleado por primera vez en la obra Cuaderno de un retorno al país natal, fue para Césaire una forma de identidad colectiva de la diáspora africana, nacida de una experiencia histórica y cultural común marcada por la subyugación. Alrededor del término, se desencadeno un movimiento político literario que enfatizo la posibilidad de eliminar la subyugación racial. Cfr. ARRIAGA Juan Carlos, “Crítica a la idea de Caribe negro. La creolidad y la creolizacion”, op cit, p. 472.

43CÉSAIRE, A. Discurso sobre el colonialismo, 2006 p. 23.

44 DÍAZ, E. “La invisibilización de la Revolución de Haití y sus posibles resistencias decoloniales desde la negritud” en: Revista Relaciones Internacionales, pp. 26-27.

45 VEGA, M.  Frantz Fanón y los estudios literarios postcoloniales, p. 357.

46 FANON, F. Los condenados de la tierra, op cit, p. 17.

 

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