Revista de Historia, N° 19, Diciembre 2018, pp. 247-252 Departamento de Historia, Facultad de Humanidades,

Universidad Nacional del Comahue.

ISSN-e 2591-3190

http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/historia/index


RESEÑAS

 


Federico Finchelstein, Del fascismo al populismo en la historia, Buenos Aires, Taurus, 2018, 352pp.


María del Consuelo Carmen Perez. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Comahue

consuelitonicala@gmail.com



El uso frecuente de los vocablos fascismo y populismo vincula a los mismos con regímenes políticos dictatoriales o autoritarios. Dichos términos constituyen motivo de análisis para el historiador argentino Federico Finchelstein, de profunda experiencia en el abordaje de estos sistemas políticos en relación con movimientos fascistas no europeos. En su libro titulado Del fascismo al populismo en la historia presenta la conexión entre fascismo y populismo y los analiza como categorías históricas y no como meros conceptos formales abstractos. Este denominado “ensayo histórico”, plantea un recorrido por la historia de ambos desde sus orígenes hasta el momento actual a la vez que profundiza la distribución espacial ubicua que han presentado y mantienen en la actualidad. Sus 352 páginas incluyen un prólogo a cargo del mismo autor donde presenta el enlace histórico entre fascismo y populismo, partiendo del ascenso de Donald Trump a la presidencia de Norteamérica a quien adjudica como “el” ejemplo de populismo del siglo XXI, para luego regresar hasta el fascismo de comienzos del siglo pasado. En sus conclusiones Finchelstein presenta al populismo moderno como el intento de continuidad pos fascista mediante la vía democrática.


En la introducción, hace mención a los contenidos a desarrollar en sus tres capítulos: los dos primeros acerca del rol respectivo del fascismo y el populismo en la historia, que incluyen el análisis de conceptos y categorías como dictadura, violencia política, liderazgo, xenofobia, autoritarismo, extremos de derecha e izquierda y democracia, considerando la historicidad de los mismos en relación a los términos en estudio. En tanto que el tercer capítulo refiere al rol actual del populismo como parte de las tendencias políticas vigentes. En el epílogo expresa sus conclusiones atendiendo a las hipótesis propuestas.

El primer capítulo se inicia con la definición histórica del término fascismo, remitiendo su origen a inicios del siglo XX en la península itálica como un movimiento cuyo fundador fue Benito Mussolini. El autor destaca que el mismo se produce como reacción ideológica contra el Iluminismo que mantenía su influencia sobre gobiernos liberales dominantes en las naciones de Europa occidental, pero se manifestaba sobretodo contra la radicalización iluminista encarnada en el socialismo soviético. Desde esta perspectiva de análisis se hace mención a todos los movimientos de derecha posteriores a la Primera Gran Guerra desarrollada en Europa occidental y que se extendieron hacia América Latina, Asia, España con la manifestación más radicalizada que se tradujo en el ascenso de Hitler en 1933.Se incluyen las características comunes a los movimientos fascistas, tales como: carencia de una plataforma política teórica definida, necesidad de un rápido ascenso al poder, visión totalitaria del estado, carisma del líder, imperiosa búsqueda de anulación de la sociedad civil con la consecuente desaparición de las diferencias entre lo público y lo privado, necesidad de un enemigo interno, y una búsqueda permanente de acumulación de poder. Las particularidades enunciadas, según el autor, constituyen el sello del fascismo y hallan su cima en la expresión de una violencia política inmanente a dicho movimiento. No obstante, desde lo económico no hay un cuestionamiento al orden capitalista, y en lo social se busca contar con el apoyo de las masas populares, pero manteniendo privilegios sociales y conservadurismo económico. A este análisis, para el autor, se le puede sumar la importancia de la dimensión estética en la política fascista, que a decir de Walter Benjamín, permite expresar que la guerra constituyó para el fascismo el punto más alto de su esteticismo.


Todos los movimientos fascistas iniciados a continuación del italiano, desde el nazismo hasta sus extensiones en Asia y América conservan la matriz originaria, aunque cada uno adicionaba su tono distintivo, como la xenofobia y antisemitismo nazi, o la acción de las fuerzas paramilitares de la Liga Patriótica Argentina. No obstante los unía la búsqueda infructuosa de una simbiosis entre la política de la vida diaria y un corpus dogmático siempre inacabado. A este respecto Finchelstein considera al nazismo como la versión más radicalizada del fascismo y propone en conjunto con otros historiadores un análisis del Holocausto por fuera del contexto del estudio de los movimientos fascistas.

Para el autor, es de un amplio consenso la consideración de la emergencia del fascismo como un fenómeno transnacional, cultural, ideológico, de carácter religioso secular, en una oposición enfrentada tanto al liberalismo como al marxismo, que en opinión del historiador Enzo Traverso puede destacarse al anticomunismo como la principal característica del fascismo. La salida del territorio europeo hizo que los diferentes movimientos fascistas presentaran particularidades como lo fue el nacionalismo extremo de Uriburu en Argentina, el ultra catolicismo e indigenismo mexicano, la falange de Primo de Rivera en España o las experiencias de India o Japón. Todos estos casos remiten a contextos históricos dados entre las décadas del ’30’ al ‘40’ que merecen ser puntualizados como engarce del análisis que realiza el autor acerca de la génesis del populismo en el contexto del fin de la segunda guerra mundial. A tal efecto, retoma los caracteres del fascismo y los superpone con lo que va a considerar característicos del populismo, en especial lo que refiere a la homogeneización de la sociedad, la figura de su líder y la necesidad del enemigo interno, reiterando en frecuentes ocasiones la importancia de la distinción que debe hacerse entre los dos términos desde el punto de vista histórico. En este juego de similitudes y diferencias se destacan desde el no reconocimiento a la representación electoral del fascismo, hasta las elecciones con rasgos autoritarios en el populismo, o la identificación fascista con la derecha radicalizada que contrasta con la oscilación populista entre izquierda y derecha.

El tema del segundo capítulo es la génesis populista en el contexto histórico de la postguerra que el autor circunscribe al espacio latinoamericano unido a la temporalidad de la Guerra Fría. Remite a un recorrido pre populista en la Grecia Antigua, los seguidores de Marat en la Revolución Francesa y los protopopulismos de Rusia y los Estados Unidos del siglo XIX


hasta llegar a la definición del populismo clásico del siglo XX, el cual se centra en Argentina en 1946 con el ascenso a la presidencia de Juan Domingo Perón. Dicha emergencia se da en consonancia con la segunda etapa de Getulio Vargas en Brasil, el gobierno de Jorge Gaitán en Colombia y Velazco Ibarra en Ecuador. También incluye una cronología de diferentes gobiernos populistas latinoamericanos del siglo XX que van desde los neoliberales hasta los neoclásicos de izquierda y derecha que se extienden hasta el siglo XXI. Pero lo que puede considerarse de más relevancia es la caracterización de rasgos comunes al amplio espectro ideológico que los une como una democracia autoritaria, la efectividad del liderazgo, la importancia en el éxito electoral como herramienta fundacional en la sociedad, un intenso nacionalismo y el apoyo a una cultura popular.

El autor identifica al populismo moderno como un emergente propio de Latinoamérica que habiendo dado cuenta de la derrota del fascismo en la guerra se propuso la búsqueda de acceso al poder por medio electoral constituyendo una tercera posición entre el liberalismo y el comunismo. Para Finchelstein es una premisa de consideración que así como la violencia política constituye la esencia del fascismo, la legitimidad electoral lo es del populismo. Como forma de validación empírica de dicha aseveración el autor hace un recorrido por las naciones latinoamericanas enmarcando cada una de ellas en sus correspondientes populismos con sus líderes respectivos y las especificidades correspondientes Dar cuenta de la relación existente entre teoría y contexto histórico lo lleva a definiciones aportadas por historiadores de la democracia como Pierre Rosanvallon que lo considera una patología de la democracia o politólogos expertos en el populismo europeo como el holandés Cas Mudde que lo muestran como una ideología que divide a la sociedad entre el pueblo y la élite. Por otra parte un teórico del populismo como Laclau lo define como una forma de poder producto de demandas sociales antagónicas que encuentran su explicación a través de su “lógica de equivalencia “respecto de los requerimientos de la sociedad frente a un único antagonista. En el contrapunto presente entre los investigadores defensores y detractores del populismo, el autor vuelve a enfatizar la necesidad de un análisis que respete la historicidad, considerando que una mirada puramente teórica lleva a una generalidad y neutralidad en las definiciones que aportan confusión al tratamiento de los populismos de derecha e izquierda en sus particularidades políticas e históricas.

Con el gobierno de Perón como fundante de los populismos modernos de la post guerra y tomando palabras de Hobsbawm acerca de la influencia ideológica del fascismo europeo en el continente americano, el autor desarrolla un extenso recorrido tratando de encontrar los orígenes del populismo en Norteamérica que avalen la llegada de Trump al poder desde la política, la teoría y la historia. Para tal fin propone que dicha emergencia obedece a un populismo latente, cuyo brazo izquierdo fue cooptado y sojuzgado por políticas neoliberales y conservadoras, que a su vez permitieron la aparición de un populismo reaccionario de derecha en dicho país. De esta manera Finchelstein conecta en forma directa el populismo clásico del Peronismo con el Trumpismo sobre la base de la construcción de democracias fuertes por encima de las formas liberales constitucionales. Por otra parte, regresa al territorio europeo para ilustrar los actuales populismos europeos, los de izquierda representados por Podemos en España y Syriza en Grecia, o los de derecha como el UKP de Inglaterra, El Frente Nacional Francés, el Partido Liberal de Austria o el gobierno de Erdogan en Turquía. Manifiesta que a diferencia del fascismo clásico, los movimientos populistas de derecha actuales no intentan acceder al poder por fuera de los sistemas democráticos, aunque ejercen una profunda restricción de derechos al interior de los mismos. Nuevamente el tema económico –social es planteado en las dos vertientes populistas donde la izquierda busca una mayor inclusión social dentro de un capitalismo estatal, y la derecha lo hace con un fuerte tinte exclusivo de las minorías y bajo una economía de mercado.

En el tercer capítulo analiza la inclinación constante del populismo entre dictadura y democracia, en la consideración de la dictadura como uno de los cimientos del populismo moderno aunque afirma que populismo no es sinónimo de dictadura. A su vez, reivindica la representación electoral y el fuerte rechazo de la violencia fascista por parte de los gobiernos populistas vigentes. El populismo moderno latinoamericano ha tenido épocas coincidentes de convivencia con políticas neoliberales como lo fueron las presidencias de Menem en Argentina, Collor de Melo en Brasil, Bucaram en Ecuador o Fujimori en Perú a las que el autor asocia en aspectos políticos y económicos con el gobierno israelí de Netanyahu o el italiano de Silvio Berlusconi. A los últimos líderes políticos mencionados los define como seguidores de una tradición neoliberal reformulada en términos populistas. Finchelstein sostiene que la conexión entre la izquierda y derecha populista se establece alrededor de la figura del líder que alega hacer suya la voluntad popular y se autoproclama defensor de la soberanía, asociada a una fuerte religiosidad política y una tendencia misógina observada en algunos representantes como lo son Trump o Berlusconi.

Se puede apreciar en toda la obra un recorrido que comienza desde distintos gobiernos populistas del planeta pero finaliza su trayectoria en el gobierno de Donald Trump como representante de la conjunción entre continuidades y similitudes entre el fascismo tradicional y un populismo moderno. Puede ser plausible ver en el ascenso de Trump alguna de las variantes del populismo que el profesor Isaiah Berlin describió en una conferencia en Londres en 1967.En la misma expresaba que el populismo era un zapato al que muchos pies pretendían calzar aunque la mayoría no tenía la medida justa para lograrlo. Nuevamente el complejo de Cenicienta en torno a la categoría de populismo se reflota esta vez en el Trumpismo estadounidense.

El epílogo presenta al gobierno de Donald Trump, perteneciente a una potencia central como efector del traslado de un modelo emergente latinoamericano hacia el norte de dicho continente. Se establece la unión entre el gobierno peronista de 1946 con la Casa Blanca del siglo XXI, desde la periferia al centro de la escena mundial, lo cual constituye para el autor una amenaza en el futuro de las democracias constitucionales del presente siglo.

En último término, el autor pretende romper con los regionalismos que han circunscripto a los diferentes regímenes fascistas y populistas en términos de espacio y tiempo a la vez que ofrece al lector la perspectiva de retomar dichos conceptos respetando sus diferentes trayectorias históricas y sus actuales convergencias políticas. Desde su respeto por las formas de las democracias liberales, ejemplifica el Trumpismo como un signo de alerta que puede atentar contra la permanencia de dichos regímenes y puede motivar al estudio de fenómenos similares en el marco de la emergencia de movimientos neofascistas a nivel mundial. Su lectura induce a una permanente reactualización de conceptos y su aplicación en regímenes políticos vigentes a la vez que promueve un debate acerca de los alcances del populismo, que desde hace décadas se ha tornado un tema controversial.