Revista de Historia, N° 18, Noviembre 2017, pp. 4-31 Departamento de Historia, Facultad de Humanidades,

Universidad Nacional del Comahue

ISSN-e 2591-3190

http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/historia/index

Andreas L. Doeswijk aldoeswijk@gmail.com [*]

Argentinos en el Hotel Lux Argentinians in the Lux Hotel

Resumen

La Revolución Rusa era vista por el arco de las izquierdas que iba de los anarquistas a los populistas revolucionarios y de los bolcheviques a los social- demócratas, como la revolución universal o como el canto del Gallo Rojo que anunciaba en Oriente a la Revolución a estallar en Occidente. No es de extrañar entonces que los primeros mensajeros de esa Revolución eran recibidos aquí con ansiedad y disputados por anarquistas y socialistas internacionalistas. También los viajeros a Moscú –alojados en el mítico Hotel Lux- fuesen anarco- bolcheviques o internacionalistas, tenían como misión dar testimonio del éxito de la “revolución comprobada”. Hemos intentado sondear en esta historia cargada de distancia y esperanza, cómo cada sector social y político hacía su propia interpretación sobre lo que veía o lo que le mostraban, claro está, a partir de sus propias utopías sociales y/ o políticas.

Palabras clave: Revolución Rusa; Hotel Lux; Anarquistas; Bolcheviques

Abstract

The Russian Revolution was seen by the left spectrum, going from the anarchists to the revolutionary populists and from the bolsheviks to the social-democrats, as the universal revolution or as the singing of the Red Rooster announcing in the East the Revolution that was going to break out in the West. Therefore, it is not surprising that the first messengers of that Revolution were received here with anxiety and disputed by anarchists and internationalist socialists. Also, the travelers to Moscow- who were staying in the legendary Lux Hotel- either anarcho bolsheviks or internationalists, had the mission of giving testimony of the “proven revolution” success. We have tried to sound out in this story, loaded with distance and hope, in which way each social and political sector did its own interpretation of what they saw or what was shown to them, obviously, based on their own social and, or political utopies.

Key Words: Russian Revolution; Lux Hotel; Anarchists; Bolsheviks

El lujoso Hotel Lux fue inaugurado con el nombre de Hotel Frantsiya, en 1911. Localizado en la calle Tverskaya, fue expropiado por los bolcheviques durante la Revolución de Octubre, rebautizado y el Komintern lo destinó a alojar a los militantes comunistas exiliados y a los viajeros comunistas de todo el mundo. Ya en junio y julio de 1921, el Hotel recibió a los 600 delegados del Tercer Congreso de la Internacional Comunista, oriundos de 52 países y comenzó a ser conocido como el “cuartel general de la revolución mundial”. En él se alojaron: Georgi Dimitrov, Antonio Gramsci, Jules Humbert-Droz, Ho Chi Minh, Imre Nagy, Ernst Thälmann, Josip Broz (Tito), Palmiro Togliatti, Walter Ulbricht, Clara Zetkin, entre otros y también brasileños, argentinos y uruguayos como Luis Carlos Prestes, Augusto Pellegrini, José Vidal Mata, Elías Castelnuovo y, por supuesto, José Penelón, Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla.1

1 El Cometa de Manchester

La historia de la llegada de los primeros delegados de Moscú a América Latina está envuelta en un aura de misterio y fantasía. No debemos olvidar que -hasta 1923, aproximadamente- la Revolución Rusa era vista por los bolcheviques y sus simpatizantes de diferentes tendencias como el comienzo de una Revolución Universal y que el Sol Rojo que surgió en Oriente, anunciaba el nacimiento del socialismo en Alemania, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y otros países industrializados. Como dijo Hobsbawm: la sociedad esperaba una señal y, a partir de Octubre de 1917, parecía obvio que el viejo mundo estaba condenado y la humanidad estaba a la espera de una alternativa.2No era de extrañar, entonces, que la llegada al Río de la Plata de un emisario directo de la Revolución Mundial apelara tan fuertemente a la imaginación de los revolucionarios regionales.

Ya en el verano boreal de 1919, había aparecido en la redacción del diario socialista El Heraldo de la ciudad de México un señor que dijo llamarse Brantwein y que buscaba al secretario del Partido Socialista. Dejó escrito en un mensaje: “Por favor, no se preocupen. Soy un amigo...y vengo de Rusia. Tan pronto como sea posible, le avisen. Vuelvo mañana a esta misma hora.3El visitante ruso reveló luego su nombre “verdadero”: Mikhael Borodin, ex-residente de Estados Unidos y un funcionario del Comisariado de Relaciones Exteriores de Moscú. La visita de Borodin tenía por objetivo sondear el ambiente de América Latina con respecto a la fundación de los partidos comunistas regionales bajo la égida de la III Internacional recientemente creada. En México, Borodin se dirige a los socialistas locales y, por intermedio del secretario del Partido Socialista, el hindú Manabendra N. Roy, consigue que, en Noviembre de 1919, el Partido Socialista cambiara su nombre por el de Partido Comunista de México, el primero de toda América Latina. Otro éxito diplomático de Borodin

-siempre por intermedio de Roy- consistió en los contactos directos que estableció con el presidente mexicano Venustiano Carranza a quien le aseguró que el nuevo régimen ruso simpatizaba con la Revolución Mexicana y con las luchas de los pueblos latinoamericanos contra el imperialismo.4

Por aquel tiempo se alertaba en la prensa de Buenos Aires contra la presencia de un peligroso maximalista ruso a quien las autoridades argentinas no habían dejado desembarcar. Respondía al nombre improbable (aún para un agente secreto de una novela detectivesca de cuarta categoría) de Vladimir Rolland von Chichkin y fue entrevistado y fotografiado por dos reporteros de Caras y Caretas. A los periodistas les dijo que era un noble despojado de sus propiedades por la Revolución y que su profesión -algo extraño para un noble- era de saltimbanqui circense con especialización en pruebas de fuerza física. Accedió gentilmente a ser fotografiado haciendo ejercicio de barras en la cubierta del barco. La revista no quiso defraudar del todo a sus lectores, que realmente esperaban que fuese un conspirador internacional al servicio de Moscú. Sin embargo, deja entrever que su profesión alegada era la verdadera. De cualquier forma, Vladimiro -resulta difícil imaginarse un nombre más impropio para un agente secreto ruso- tuvo que continuar su viaje a Chile. Un físico-culturista de dudosa prosapia en procura de un lugar en el mundo.5

En la historiografía especializada brasileña es conocido el episodio del Paso del Cometa de Manchester. Afonso Schmidt, en su novela Bom Tempo, relata que había arribado a Río de Janeiro un emisario bolchevique inglés que entró en contacto con el director de A Plebe de São Paulo, el periodista Edgard Leuenroth, a mediados de 1921. El viajero le solicitó a Leuenroth que fundara el Partido Comunista de Brasil, pero éste se negó a ello aduciendo que era anarquista y no comunista. No obstante le indicó el nombre del anarquista Astrojildo Pereira como el más indicado para tal empresa. El emisario de Moscú sería un inglés llamado Ramison y, aunque había venido de Londres, quedó en los anales como el Cometa de Manchester. De esta manera, Astrojildo Pereira quedó investido con la autoridad de Moscú para fundar la sección brasileña de la III Internacional, el Partido Comunista do Brasil.6 Sobre fundamentos más seguros –que, por otra parte, comprueban la veracidad de lo relatado por Schmidt- Paulo Sérgio Pinheiro comenta el contenido del Informe Abramson redactado por el agregado militar norteamericano en Berlín para el FBI de Washington. En este Informe se comunica que un funcionario de Moscú llamado Abramson, después de pasar por todos los puertos de la costa chilena, arribó a Lima el 10 de Enero de 1921. El delegado atravesó el continente hasta Buenos Aires y de allí habría pasado a Montevideo.

En su Informe, interceptado por los servicios secretos norteamericanos unos meses después, comenta que la situación de las repúblicas sudamericanas ofrecía perspectivas alentadoras para la implantación de secciones regionales de la III Internacional. Entre otras ponderaciones de este diagnóstico, el inglés asevera que, en la Argentina, los italianos no se adaptaban a la organización partidaria; que los españoles se levantarían en masa por sus deseos de una venganza contra sus explotadores; que los rusos trabajaban en la agricultura, lejos del mundo civilizado; y los ingleses se dedicaban al robo, la vagancia y otros negocios ilícitos. Según Abramson, la generalizada falta de conciencia del proletariado llevaba a la imitación inconsciente e impensada de los acontecimientos europeos y se expresaba por revueltas desorganizadas, que asumían la forma de simple bandidismo completamente ajeno a los intereses de clase. El delegado proponía que sería importante enviar a Europa a un número considerable de líderes obreros para la formación de cuadros revolucionarios, lo que implicaría una cierta erogación en dinero ya que las organizaciones obreras locales carecían de medios económicos para sufragar tales gastos.7

El Informe Abramson no menciona los contactos que tuvo el delegado soviético en Argentina y Uruguay. Ahora bien, si Abramson resulta ser la misma persona que Ramison -como acaba concluyendo Paulo Sérgio Pinheiro- y si Ramison procuró en Brasil, en primera instancia al anarquista Leuenroth, todo hace suponer que en el Río de la Plata también se contactara con el movimiento anarquista sin que eso tuviera que ser óbice para no comunicarse también con los internacionalistas y, eventualmente, con los socialistas. Que Ramison, que estuvo en Río de Janeiro a mediados de 1921 y Abramson, que llegó a Buenos Aires y Montevideo desde Lima, son la misma persona, queda manifiesto por un tercer desdoblamiento de este misterioso personaje. Si la expresión Cometa de Manchester sólo es conocida en la literatura especializada brasileña, desde Mayo de 1922 se conocía en la prensa anarquista y bolchevique rioplatense un episodio que quedó conocido como el "Affaire Internacional". Trátese del pasaje por Montevideo y Buenos Aires de un tal Watson Davis, afiliado al Partido Comunista Inglés, que se alojó en Montevideo en la casa de Orestes Ristori (César Montemayor) y en Buenos Aires en la de Julio R. Barcos. En Mayo de 1922, la ortodoxia anarquista reconstituida elaboró un extenso Sumario sobre este asunto y por eso poseemos bastantes detalles aunque todos ellos distorsionados por el enfrentamiento ideológico entre anarquistas y anarco-bolcheviques. El documento tiene que ser interpretado en sus propios términos e intenciones: una elaboración del “protestismo” (es decir del diario La Protesta), posterior a Agosto de 1921, que reconstruye un episodio de comienzos de año para legitimar la expulsión de los dirigentes anarco-bolcheviques del movimiento forista y libertario.8

Una vez más, la vida anarquista de Buenos Aires se hallaba íntimamente entrelazada con la de Montevideo y el Informe comienza relatando que, a mediados de 1920, partieron desde Uruguay para Rusia Américo Tabárez, ácrata, y Pizzotano, obrero maderero, y que el primero había dado al delegado moscovita la dirección de su hermano Oscar para conectarse con el ambiente revolucionario y gremial en el Río de la Plata. Watson Davis venía de Moscú después de haber asistido al II Congreso de la III Internacional con la misión secreta de: Estudiar el ambiente político y obrero del Uruguay, Argentina y Chile, a fin de extender la propagación de las dos Internacionales de Moscú a estos países y de conseguir, oportunamente, la adhesión de las corporaciones obreras regionales a aquellas entidades”.9 Por motivos de seguridad, Ristori y Tabárez tratan a toda costa proteger al delegado inglés del contacto directo con un gran número de líderes anarquistas de la FORU e, inclusive, de (ex)anarquistas próximos al batllismo como Orsini Bertani, Ángel Lostorto, Oscar Tabárez y Leopoldo Rodríguez. Se establece, entonces, una verdadera puja entre la fracción gremialista y la fracción batllista del anarquismo oriental por la exclusividad de la relación con un bolchevique de carne y hueso cuyo resultado terminó en un compromiso. En efecto, el 21 de Enero de 1921, se reúnen con el inglés, Orestes Ristori, Heriberto Staffa, Fernando Tognetti, Juan Negri, Oscar Tabárez, Orsini Bertani, Antonio Marzovillo y el chauffeur Insurralde. En esa reunión, Watson Davis aclaró el objetivo de su gira:

Buscar una manera de hacer una activa propaganda entre los trabajadores sudamericanos y llegar a una estrecha inteligencia entre éstos y los obreros de los sindicatos rusos, para llevar a cabo una acción de conjunto contra la burguesía internacional por medio de huelgas, boicots, sabotajes y todos los medios al alcance de las masas, en el caso que los gobiernos capitalistas pretendiesen ahogar por la fuerza la República Rusa de los Soviets.10

A continuación, Heriberto Staffa le aclaró a Davis que entre los anarquistas y los rusos el único punto de coincidencia era la Revolución con lo cual el inglés concordó.11

Diez días después, acudieron a la casa de Ristori los delegados obreros Vicente Costa, Gino Fabri, Manuel Marreiro, Lerda Ginovale, dos chauffeurs y un obrero calafatero, pero el Informe no deja en claro si Watson Davis se hallaba presente. Los delegados de la FORU se pusieron de acuerdo para crear un Comité Revolucionario clandestino. Al día siguiente, los delegados obreros otra vez concurrieron a la casa de Ristori para entrevistarse con Davis pero el dueño de casa se opuso y se negó a revelar su paradero. Por su parte, Watson Davis viajó a Buenos Aires pocos días después. Todo indica que su pasaje por Montevideo fue exitoso, porque tanto los delegados de la FORU, como los militantes de otros ámbitos, le prestaron atención, se organizaron en un Comité y en la gráfica de Orsini Bertani se imprimió el folleto "El Internacionalismo en las Luchas Obreras" de Lozovsky, que Davis había costeado con 800 pesos uruguayos. A todo esto, Barcos y su amigo, el poeta portorriqueño Nemesio Canale, habían viajado a Montevideo y, por intermedio de Ristori, se comunicaron con Davis que, posteriormente, se hospedó en Buenos Aires en la casa del pedagogo santafesino.12 Con respecto a la opinión que a Davis le merecían las fuerzas revolucionarias y socialistas argentinas, según el sindicalista uruguayo, Luis J. Guerrero, el delegado le habría manifestado los siguientes conceptos:

Que el Partido Comunista no tenía fuerza ni valor alguno y que, en cambio, la dirección revolucionaria caería en manos de ex-anarquistas que ahora iban evolucionando hacia concepciones marxistas; que el gran problema actual consistía en la unificación de las fuerzas obreras, confiando su orientación a esos hombres de que antes hablara; que así unificada, la organización obrera, entraría en la Sindical Roja y, por lo tanto, en las tácticas aconsejadas por Moscú; que hasta tanto esto ocurría no convenía tocar mayormente la cuestión política dada la actual opinión desfavorable que respecto a ella tenían las masas obreras (...); que era preciso fundar un diario que sostuviese como puntos cardinales la unificación proletaria.13

De esta forma, para Guerrero, la táctica de Moscú para conseguir sus objetivos consistiría en ayudar y reconocer a los que estuvieran “equidistantes entre comunistas meramente parlamentarios y de los revolucionarios estrechamente anarquistas”. Además, el uruguayo testimonió por escrito que Barcos le había comunicado que hospedó y guió a Watson Davis en Buenos Aires y lo puso en contacto con la FORA sindicalista y la FORAC anarquista “donde había podido conocer el interior mismo de la organización por intermedio de Gonçalves, Ferrer, García Thómas y otros”. Por último, Guerrero estaba enterado de que Davis no había venido a repartir dinero sino a realizar un estudio a fin de elaborar un presupuesto para sufragar “un programa completo de actividades revolucionarias”.14

Si bien la Carta reposa sobre una base de verdad, es sobre todo por las palabras que Guerrero pone en la boca de Davis que surgen grandes dudas sobre la veracidad o buena fe del documento. Todo se parece demasiado a una profecía del pasado y resulta claro que se quiere acusar a los anarco-bolcheviques de haber comenzado a editar el diario El Trabajo subvencionado por Moscú y que fueron los escogidos por la III Internacional para hacer de puente de unión entre anarquismo y el sindicalismo, por un lado y el anarquismo y el marxismo soviético, por el otro. La finalidad sería realizar la fusión de las organizaciones obreras y adherirlas en masa a la Internacional Sindical Roja. Por lo demás, en Mayo de 1922, esa acusación no era nueva, pues había sido formulada -en frases casi idénticas- por el círculo protestista desde fines de Agosto de 1921:

Son los renegados del anarquismo y del sindicalismo revolucionario los únicos que pueden llevar a feliz término los dictados de Moscú y de ellos se sirven en todos los países los agentes políticos de la III Internacional y de la Sindical Roja.15

Ahora bien, el hecho de que el grupo de Ristori, en Montevideo, y el de Barcos, en Buenos Aires, hayan tenido un contacto estrecho con Davis nunca fue negado por los anarco- bolcheviques. Por otra parte, todo el accionar del grupo de Ristori y García Thómas se centraba en llamar la atención de Moscú sobre quiénes eran los verdaderos revolucionarios rioplatenses. Donde estamos casi seguros de que se trataba de una profecía del pasado es en la parte en que se insinúa el carácter conspirativo que pretendía engañar premeditadamente a las bases haciéndoles creer que el movimiento anarco-bolchevique era anti-político. Ni Moscú ocultó jamás su intención de crear partidos comunistas nacionales como secciones políticas del gran partido de la revolución, la III Internacional, ni los anarco-bolcheviques jamás aceptaron el nivel de la acción política ni en lo inmediato ni a largo plazo.

Una llamativa ausencia en toda esta documentación es la falta absoluta de referencias de posibles contactos de Ramison / Abramson / Davis con los socialistas uruguayos o los internacionalistas argentinos y más aún si tenemos en cuenta que Borodin en México procuró a los socialistas y no a los anarquistas. Davis acababa de venir del II Congreso del Comintern adonde, seguramente, se había encontrado con el internacionalista Rodolfo Ghioldi. Ahora bien, resulta bastante improbable que, antes de viajar a Latinoamérica, Davis no hubiera entrado en contacto con el argentino para planificar sus contactos con los escindidos del Partido Socialista y con los terceristas del mismo partido en la Argentina, y con los socialistas en el Uruguay. Hasta ahora no hemos encontrado evidencias fehacientes -aparte de este Informe- de que en algún momento Moscú hubiera mostrado una preferencia por los anarquistas por sobre las fracciones internacionalistas argentinas o uruguayas. A lo largo de toda la década del 20, jamás se dio desde Rusia una señal a los anarco-bolcheviques que mostrara que estaba interesada en trabajar con ellos ignorando a los socialistas partidarios incondicionales a la Revolución Rusa y esto fue, justamente, el principal drama de nuestros protagonistas. A Rusia viajaron anarquistas, sindicalistas e internacionalistas. Pero recién en 1929 (o sea, en una época en que ya quedaba claro que el anarco-bolcheviquismo no terminaría por echar raíces profundas en el Plata) viajaría para allá el primer anarco- bolchevique, José Vidal Mata.

En toda esta documentación -recogida medio año después del paso del Cometa por el Río de la Plata- existen dos tergiversaciones que saltan a la vista. La primera, es el anacronismo consistente en demostrar que únicamente los que se mantuvieron en su posición de adhesión a la Sindical Roja después de Agosto de 1921 tuvieron interés en entrevistarse con el delegado internacional. La segunda, consiste en la clara intención de otorgar un carácter netamente conspirativo al plan esbozado por Davis y a ser ejecutado por Gonçalves, Ferrer, Barcos, Ristori, Llorca y otros. Se trataba de ocultarle al proletariado libertario las finalidades políticas ocultas detrás de la adhesión del proletariado unificado a las nuevas Internacionales de Moscú. En la práctica, los anarco-dictadores nunca se plantearon la adhesión a la III Internacional y sólo proponían la afiliación de la FORAC y de la USA a la Internacional Sindical Roja bajo la condición de que ésta actuara con autonomía con respecto a la Internacional política.

El 20 de Agosto de 1921 una reunión de delegados de la FORAC “descalificó” a Jesús María Suárez, Sebastián Ferrer, Antonio A. Gonçalves, Julio R. Barcos, Alejandro Alba, Enrique García Thómas y Nemesio Canale. Esta descalificación se basó, en primer lugar, en los contactos que tuvieron casi todos ellos con Watson Davis. Barcos y Canale lo fueron a ver a Montevideo y lo hospedaron en su casa; Gonçalves, Ferrer y Alba lo pusieron en contacto con las dos FORAS y García Thómas, si bien no dejó pistas de sus contactos, era considerado como la principal figura detrás de todas las iniciativas del grupo. El único que no parece haberse contactado con el visitante inglés era el maestro y periodista Jesús María Suárez, pero fue acusado por haber sido delegado al Primer Congreso de la Internacional Sindical Roja, junto a un ruso ferroviario de Rosario, N. Glinsky.

Sobre el secretariado de la FORAC que estuvo al frente de la misma desde fines de 1919 hasta Mayo de 1921, pesaba también la acusación de haber delegado a Tom Barker al Congreso Fundador de la Sindical Roja, realizado en 1921. Este hecho pasó a formar parte de la lista de “iniquidades” ejecutada por los anarco-dictadores, junto a la actuación de Bandera Roja, la "Huelga de las Bombas" y el "Affaire Internacional". Tom Barker era un militante estadounidense de la Internacional y de la I.W.W. que había vivido durante un tiempo en Argentina y Chile. De hecho había recibido una delegación, con credencial incluida, del secretariado de la FORAC pero no existen evidencias de que los otros miembros del Consejo Federal se hubieran opuesto a ello o desconocieran ese hecho. Además, Barker fue delegado a título informativo y no había sido facultado para adherir efectivamente la FORAC a la Sindical de Moscú sin ser autorizado por un Congreso de la central obrera. Por el ambiente reinante en el Congreso Extraordinario de Septiembre/Octubre de 1920, todo hacía suponer que la gran mayoría de las bases anarquistas concordaba con la adhesión a esa Internacional Sindical de características universales. Como señal de esa simpatía hacia Rusia, en ese mismo Congreso se había aprobado el agregado del vocablo Comunista a la denominación de la FORA y en el sello de la misma hace su aparición la hoz y el martillo.16 Cuando La Organización Obrera anarquista resolvió publicar su denuncia de los contactos con el marxismo internacional, los de García Thómas se preocuparon por esclarecer su posición. En ningún momento negaron los contactos con Davis pero, con referencia a la delegación de Tom Barker, se sintieron obligados a publicar en La Montaña una Carta del mismo a Sebastián Ferrer en la que relata los detalles de su actuación en Moscú. Como esas micro-historias son desconocidas en la literatura del movimiento obrero argentino, pasamos a referir algunos pormenores sobre ella.

En primer lugar, Barker no era el único delegado argentino en ese Congreso de Moscú. Había viajado también a la capital rusa Rodolfo Ghioldi en representación de la minoría (sic) de la FORA sindicalista. Por su parte, Ferrer aclara que en realidad Ghioldi no representaba la FORA sindicalista, ni siquiera a su minoría, sino al Partido Comunista. En cuanto a la posición asumida en el Congreso, Barrer afirma que votó, con la minoría sindicalista revolucionaria de Francia, en contra de la incorporación de la Sindical Roja a la III Internacional y que, con mucha pena, constató que la delegación de la CNT española había votado en contra de la moción de los camaradas franceses. Aclara también que, junto a algunos camaradas de las organizaciones francesas, alemanas, holandesas, suecas y norte- americanas, ensayaron persuadir a los rusos de no votar por la moción que aprobara que en todos los países -a semejanza de Rusia- los partidos comunistas controlasen y marchasen a la cabeza de los movimientos sindicales. En realidad, afirma Tom Barker, fue la gran mayoría de los votos de las minorías comunistas la que hizo triunfar la propuesta de los rusos. No aclara como votó Ghioldi, pero no resulta difícil adivinarlo. Menciona que había llegado a Moscú el 7 de Julio de 1921 y que nadie le telegrafió sobre el hecho de la dimisión del secretariado Gonçalves-Ferrer y que el nuevo Consejo rechazaba su representación. Finalmente, manifiesta que siempre actuó en forma leal y coherente en su militancia en la I.W.W., en Nueva Zelandia, Australia, Chile, Argentina, Inglaterra, Estados Unidos y otros lugares, defendiendo la independencia de los sindicatos del contralor político pero que, a su vez, estaba decidido a volver definitivamente a Rusia y trabajar por la Revolución y que se había casado con una hermosa revolucionaria y estaba al frente de 6000 trabajadores en una mina de carbón en Siberia.17

De la misma manera que el Informe sobre el llamado “Affaire Internacional”, especialmente en el testimonio presentado por Guerrero, despierta sospechas sobre su autenticidad, también esta Carta de Barker a Ferrer puede haberse publicado de forma maquillada ad usum principi.18 Cuando se trata de especulaciones todo es posible, inclusive que Ferrer haya sintetizado varias misivas del esforzado wobbly. El maquillaje de la Carta se manifestaría sobre todo en el énfasis que pone Barker en la autonomía de la Internacional Sindical Roja de la influencia partidaria de la III Internacional. Nadie que hubiera estado en Rusia podría mantener esta posición.

Mientras Barker, en Mayo de 1921, representaba a la FORAC en Moscú, algunos delegados foristas se enteraron por una denuncia llegada de Rosario de que Jesús María Suárez, a la sazón editor del diario El Comunista, y un delegado de los talleres ferroviarios de la ciudad santafesina, N. Glinsky, se estaban por embarcar en el "Limburgia" que zarparía para Amsterdam el día 26. Glinsky y Suárez fueron vigilados estrechamente por los compañeros de afinidad, pero se supo que Suárez desistió de su periplo ruso por falta de medios económicos. Restaba Glinsky. Después de arduas búsquedas por el puerto de Buenos Aires fue encontrado por varios miembros del Consejo. Sometido a un interrogatorio, el ruso negó que el anterior secretariado le hubiera dado credenciales de la FORAC y que sólo llevaba una credencial de La Voz del Ferroviario, publicación de la que era corresponsal.19

A pesar de lo expuesto, los motivos de la descalificación de media docena de anarco- dictadores, no se reducían sólo a sus contactos con Moscú. En Agosto de 1921, un grupo importante de anarquistas de la FORAC y de la FORU (entre los cuales se destacaban López Arango y Edelberto Goñi en la Argentina y Heriberto Staffa y Domínguez en el Uruguay) comienzan a contrarrestar la tendencia unionista que estaba fortaleciéndose en los sindicatos anarquistas, autónomos y sindicalistas desde el año anterior. Por cierto que uno de los fundamentos de este rechazo de la unidad era la creencia de que aquellos que más se esforzaban por crear una central única de trabajadores lo hacían con el objetivo de llevar a ésta a la esfera política de Moscú. Pero en las repetidas genealogías de la historia sindical, los anarquistas insisten también en el fracaso de las acciones en conjunto emprendidas por ambas FORAS hasta Agosto de 1921. En especial, se enfatiza la renuencia de los sindicalistas a prestar su apoyo efectivo a la lucha de los huelguistas de La Forestal –en Febrero de 1921- y su proceder ambiguo en el funesto conflicto portuario de Mayo/Junio de 1921 que acabamos de analizar. El fracaso estrepitoso de esa huelga le dio oxígeno a los anarquistas contrarios a la unidad para rechazar la futura fusión de la FORAC con los sindicalistas y autónomos. Claro está que ese proceso no era lineal y se debe considerar también la influencia de otros factores tales como las noticias sobre lo que acontecía en la República de los Soviets.

 

 

 

2 Argentinos en el Hotel Lux

En una fecha tan tardía como el año 1952, el escritor brasileño Graciliano Ramos publicó sus memorias de viaje por la Unión Soviética por una cuestión de gratitud hacia varias personas que había conocido allí y que le solicitaron fervorosamente que escribiera las experiencias de lo que había visto. Llama la atención cómo en una época tan tardía (estamos en el año anterior a la muerte de Stalin) alguien con un espíritu de observación tan agudo y con una tan fina ironía como Graciliano, pudo haber caído tan plenamente en la seducción del socialismo real. Una vez más estamos en presencia de un comunista que viaja a la República de los Soviets y sólo ve lo que quiere ver o lo que quieren que vea, produciéndose una suspensión de juicio en aras de una causa que se considera noble.20

Otra fue, 14 años antes, la experiencia de André Gide. Si en su Regreso de la U.R.S.S., de 1936, todavía manifestaba una mezcla de admiración y crítica hacia Rusia, al año siguiente - el año del comienzo de los Procesos de Moscú- en sus Retoques a mi Regreso de la U.R.S.S. denuncia, sin ambages, el conformismo que había tomado cuenta de la sociedad soviética, sobre todo en los estratos privilegiados de sus funcionarios públicos que garantizaban su bienestar personal mediante la renuncia a cualquier crítica al sistema y sus prácticas.21

En los años 20 arribaron a la Argentina algunos anarquistas de prestigio provenientes de Rusia, tales como el anarco-sindicalista catalán Gastón Leval y uno de los editores de Golos Truda de Petrogrado, Anatole Gorelik.22 Por otra parte, lo que desde 1922 se escribía sobre la situación rusa ya no era novedad para los libertarios que habían vuelto a la ortodoxia en el Río de la Plata. Al contrario, para los anarquistas y sindicalistas simpatizantes de la Revolución Rusa estos testimonios de viajeros o exiliados se constituían en un problema difícil de resolver. Desde 1922, ya no podían afirmar con tanta seguridad que todas las críticas a la Unión Soviética se debían a la tergiversación de los cables burgueses o a la senectud de líderes libertarios como Piotr Kropotkin, Jean Grave o Sébastien Faure. Por otra parte, las reflexiones de Malatesta, Fabbri, Nettlau y Carbó no eran tan fácilmente rebatibles como lo eran las posiciones del ortodoxismo local de los Emilio López Arango, Diego Abad de Santillán y Rodolfo González Pacheco que opinaban sobre asuntos que no habían visto. Con el lento pasar de los años, las persecuciones a todos los grupos de izquierda no-bolcheviques difícilmente se podían inscribir en la cuenta de una necesidad histórica propia de una época de transición. Para todos los anarquistas del mundo cada vez quedaba más claro que en la Rusia de Lenin, Trotsky y Stalin no se pensaba en abolir el Estado y que todas las instituciones y prácticas sociales estaban estrictamente subordinadas al poder político cada vez más monolítico bajo el eufemismo de centralismo democrático.

Todos estos debates produjeron una fisura radical entre los anarco-bolcheviques y también en el interior del Partido Comunista Argentino. Las continuas escisiones que se produjeron en el transcurso de la década del 20 en los movimientos anarquista y comunista no se debían sólo al sectarismo de sus líderes o al predominio de la ideología sobre las prácticas sino también, y tal vez en primer lugar, a la tendencia de la política de Moscú de dividir el movimiento obrero mundial.

El primer anarquista de estas regiones en ir como delegado a la República Soviética fue el ruso Mijail Komin Alexandrovsky,23 quien viajó como representante de la Confederación Sudamericana de Obreros Rusos, la agrupación que editaba en Buenos Aires Golos Truda (La Voz del Pueblo).24 Su delegación data de Abril de 1919, pero desconocemos la fecha exacta en que arribó a Rusia. Alexandrovsky se fue para no volver y posiblemente contó sus peripecias en el vocero de los rusos libertarios de Buenos Aires.25 A finales de 1922, el sindicalista Augusto Pellegrini lo encuentra al frente de una fábrica de jabones y perfumes llamada La Libertad 4. También había sido elegido diputado por el Soviet de Moscú. En esa ocasión, el anarquista parece haberse convertido en un perfecto bolchevique ya que le muestra a Pellegrini una parte de la fábrica de jabones convertida en el Museo de la Contrarrevolución en el que se exhibían las obras de sabotaje industrial de los mencheviques contra máquinas, puertas y paredes, propiedad del proletariado universal.26

Habíamos mencionado que entre los sindicalistas de la FORA IX / USA, había surgido un grupo de partidarios de la Revolución Rusa y del ingreso de la central sindical a la Profintern de Moscú. A partir de 1921, editaban La Batalla Sindicalista y su líder era el dirigente rosarino Augusto Pellegrini, ex-anarquista convertido, desde 1915, en secretario rentado de los sindicalistas. Entre los redactores de ese periódico estaban también el médico Bartolomé Bosio y el portugués Antonio A. Gonçalves que militaba, al mismo tiempo, en la agrupación sindicalista de Pellegrini, en la Unión Sindical Argentina y en la agrupación anarco- bolchevique dirigida por Enrique García Thómas.27

Nos podemos preguntar para qué personas como Pellegrini iban a Rusia o qué es lo que legitimaba este tipo de viajes sufragados con el sacrificio de los militantes. En los años 20 se trataba, ante todo, de comprobar sobre el terreno la realidad de la situación para comprobar la verdad de las afirmaciones de los defensores y detractores de la Unión Soviética. En Noviembre de 1922, en el caso particular de Pellegrini, la Federación Sindical, un grupo de afinidad con ramificaciones en diferentes localidades de la región, lo había delegado encomendándole el estudio de nada menos que 46 tópicos entre los cuales se encontraban las siguientes cuestiones:

-Visitar a las cárceles y a los presos (22);

-¿Hay sindicalistas y anarquistas presos? (24);

-¿Por qué fueron disueltos los Consejos de Obreros, Soldados y Campesinos? (27);

-¿Qué papel desempeñó la dictadura en la libertad de imprenta? (29);

-¿Es fácil comprobar que la tendencia férreamente centralizadora y exclusivista del Partido Comunista violó esta verdad que fundamentaron todos los teorizadores del materialismo histórico anteriores y posteriores a Marx: “Sólo las formas económicas de la producción pueden determinar las formas políticas en la vida de relación"? (31)

-La burguesía residente en Rusia, ¿continuará aún siendo un peligro para la revolución? (37)

-¿Es evidente el comienzo de una tercera revolución que se disponen a llevar a cabo contra el régimen actual los sindicatos, los camaradas sindicalistas, anarquistas y comunistas de la extrema izquierda? (38);

-¿Se ha hecho efectiva, en la práctica y en la costumbre, la igualdad de derecho? (43);

-¿La revolución ha creado nuevas manifestaciones artísticas? (46).28

En los Informes redactados a partir de mediados de Febrero de 1923 Pellegrini no contesta ninguna de las cuestiones que le fueron encomendadas, si exceptuamos su reflexión sobre el escaso protagonismo que tuvo en la Revolución el movimiento sindical ruso. La razón para ello resulta fácil de adivinar: deslumbrado por el paraíso soviético, tal como le es presentado, descarta todo tipo de dudas que pudiera haber tenido él o el grupo que representaba. Además de los estudios encargados, Pellegrini debía asistir al II Congreso de la Internacional Sindical Roja en carácter de observador, ya que la mayoría de la USA había rechazado el ingreso a la misma. De cualquier forma, consigue llegar tarde al Congreso que se había clausurado justo el día anterior. De allí en más, se dirige en trineo al Hotel Lux donde se alojaban Penelón, Greco, Pintos y otros delegados sudamericanos.29

Si el delegado sindicalista no responde las preguntas del cuestionario encomendado, tampoco se percibe en sus artículos de El Sindicalista cualquier atisbo de juicio crítico. Sólo por una única vez se le plantea una duda cuando pasa frente a la fortaleza de Kronstadt:

Y así, después de varios días de navegación, enfrentamos a Kronstadt, el famoso apostadero sobre el Báltico; la ciudad a quien un día los cañonazos del soviet silenciaron sus gritos de protesta, hasta ahora sin saber si eran justos o no, pero tal vez inoportunos.30

En cuanto a los elogios, son múltiples y sin medida. Desde que subió al Transbaltic se sintió copado por el espíritu de una sociedad igualitaria, contagiado por los marineros rusos que le abrazaron y le llamaban Tovarishi. A partir de sus Informes se puede constatar que fueron tres los temas privilegiados por el sindicalista: las mujeres liberadas, las fábricas y usinas eléctricas y la vida sindical así, en este orden. Sobre el primer tema, le llama la atención que las muchachas cantaran tan libremente por las calles sus himnos revolucionarios, que se burlaran de los popes y, sobre todo, que fumaran tan desprejuiciadamente sus pápiroch.

La revolución las ha liberado de miles de prejuicios y no ha quedado, por cierto, en su espíritu el más mínimo rastro de hipocresía y de maldad. Ellas no temen la compañía del hombre, porque en éste -que también lo elevó la revolución- una nueva moral y una sana cultura hace que en la mujer no vea sino una agradable compañera [...]. De ahí esa liberalidad y su honradez al mismo tiempo en lo concerniente a las relaciones sociales.31

Seis años después, Vidal Mata hará apreciaciones semejantes sobre la liberación femenina en la Unión Soviética y una foto que publica en su libro lleva la siguiente inscripción: La renovación de las hijas de la aldea. En la imagen se observan chicas con las piernas al aire. Aquí resulta difícil no acordarse de los comentarios de Víctor Serge -funcionario de los bolcheviques entre 1917 y 1933- que sostenían que en los hoteles de Leningrado y Moscú, en donde se alojaban los representantes del proletariado mundial, había una numerosa presencia de agentes femeninos de los servicios secretos, mujeres que establecían fácilmente relaciones con los incautos huéspedes del paraíso socialista.

Otro aspecto frecuentemente comentado por Pellegrini es el adelanto económico y técnico logrado por la U.R.S.S. en su breve existencia. El peregrino se maravilla con el espectáculo ofrecido por la usina eléctrica de Kaschirstroy y con la fábrica de jabones y perfumes “La Libertad 4”. Estas visitas a fábricas y usinas, con el tiempo, se volverá un clásico del turismo proletario. En cuanto al protagonismo de los sindicatos en la sociedad rusa, constata que los gremios no ocupan un espacio relevante en la revolución proletaria. Esto se explicaría porque tuvieron escasa participación en los acontecimientos revolucionarios de 1917. Cree, sin embargo, que en un futuro próximo los sindicatos se capacitarían para dirigir la vida política y social del país.32

Si los sindicalistas revolucionarios mandaron a su observador a Moscú, los que fundaron en 1923 la Alianza Libertaria Argentina no podían quedarse atrás. En 1924 fue delegado a Europa el estudiante de letras Luis Di Filippo y junto a él viajó Rolando Martell, pseudónimo de Luis Martínez Franco, operador de cine y poeta, cuya obra literaria hemos comentado en el Capítulo II de este trabajo. Di Filippo sería el corresponsal de El Libertario y Martell de La Batalla de Montevideo. El primer objetivo del viaje era defender en los foros internacionales (especialmente en el Congreso de la A.I.T, a reunirse en Amsterdam) el prestigio de la Alianza y de la USA. El recorrido de los viajeros comprendería España, Francia, Italia, Alemania y Holanda y, en el terreno de las posibilidades, Rusia. En realidad, se temía que Rusia no los dejaría entrar a su territorio, por los informes de los falsos bolcheviques de América.33 Como el dinero recolectado por los aliancistas para el viaje no alcanzaba, Di Filippo y Martell se propusieron costear su permanencia en el viejo continente trabajando. Ahora bien, fue justamente a causa de la penuria económica que tuvieron que desviarse a Italia, a casa de los abuelos de Di Filippo, para garantizar la sobrevivencia. Asistieron al Congreso de Amsterdam donde hicieron conocer la verdadera identidad de la Alianza y de la USA pero tuvieron que desistir del viaje a la Unión Soviética.

Martell y Di Filippo pertenecían a la fracción de la Alianza que, a partir de 1924, se distanciaba más y más de una identidad anarco-bolchevique para iniciar su camino de retorno al anarquismo aunque diferente al forismo de la central obrera, en ese momento, bajo la órbita de La Protesta. Esto, sin duda, constituyó un motivo para que decreciera su voluntad de conocer Rusia.

Mientras tanto, la otra fracción de la Alianza (liderada por los García Thómas y que mantenía sus postulados básicos de apoyo a la Revolución Rusa, a la dictadura del proletariado y al ingreso de la USA en la Internacional Roja) también mandó sus delegados a Europa en las personas de los organizadores gremiales Antonio Abilio Gonçalves y José Vidal Mata. En lo que respecta a Gonçalves, la elección no podía haber sido peor. Fue a visitar a su familia en Moledo do Minho, Portugal, y cooperó, bucólicamente, en las labores de la vendimia en el campo de sus padres y envió un artículo a La Rebelión sobre la situación social del agro portugués. Y nada más. Después de volver al país, renunció a toda militancia ante la indignación del grupo de La Rebelión que le había sufragado el pasaje.34

Recién tres años después, la Alianza de García Thómas envía un nuevo emisario a Europa. Esta vez el elegido fue el organizador agrario José Vidal Mata quien cumplió con las expectativas depositadas en él y publicó, a su vuelta, La Verdad sobre Rusia.35 En esta obra Vidal insiste mucho en que su único interés era el de indagar la verdad y decirla a su regreso. Ahora bien, su experiencia no difiere mucho de la de Pellegrini seis años antes: la obra se halla atiborrada por un fárrago de información económica con que los guías rusos solían abrumar sus visitantes extranjeros. Vidal Mata recorrió fábricas y campos; por ejemplo, le pidieron que pronunciara una conferencia, en español, ante 80 tractoristas que sólo entendían el ruso, lo cual, en un estado de levitación utópica le parecía más que normal. Visitó la Casa de la Armada Roja donde pudo ver la colección de fotos que evidenciaban las fechorías de Néstor Machno, “aborto puritano y pequeño burgués”. Posiblemente, la parte más interesante del trabajo sea su diálogo con Losovsky en el que ambos defendieron sus puntos de vista sobre quiénes eran, o deberían ser, los verdaderos protagonistas de la Revolución. El Secretario de la Sindical Roja postulaba la necesidad de una dirección política partidaria por encima de las demás organizaciones y Vidal Mata defendía una dirección específica de acuerdo a la índole de cada región. Para el andaluz, los bolcheviques en Rusia, los espartaquistas en Alemania y los aliancistas en el Río de la Plata serían los líderes naturales de la revolución social. Vidal Mata se cree en la obligación de testimoniar ante Losovsky que jamás el proletariado de la región argentina aceptaría un liderazgo político comunista y que los socialistas y sindicalistas puros conspiraban contra la Revolución:

Que la mayoría de los militantes obreros, llevados de un odio al Partido Comunista, coinciden con los enemigos más conservadores y reaccionarios del proletariado. Que las fracciones en pugna son una sola cuando se trata de injuriar a los militantes defensores de la Internacional Sindical Roja. Que existe un contubernio socialista, anarco-sindicalista, anti-soviético, en concordancia con procedimientos capitalistas.36

Con esto Vidal Mata no dice nada nuevo. Repite (frente a un Losovsky real o ficticio) los mismos argumentos esgrimidos, desde 1919, por García Thómas, Jesús M. Suárez y otros: que en el Río de La Plata la dirección de la revolución debía estar en manos de los gremios o, en su defecto, en las de los anarco-bolcheviques de la Alianza. Demás está decir que en 1929 hacía mucho tiempo que Moscú había optado por trabajar en forma casi exclusiva con los partidos comunistas locales -secciones del gran partido de la Revolución Mundial- y que sus reiterados intentos de convocar a las organizaciones de trabajadores tenían como objetivo casi único el integrarlas a su órbita política.

Una persona que fue a Rusia y abandonó casi definitivamente su adhesión al anarquismo fue Elías Castelnuovo. En 1931 pudo ir a la Unión Soviética como secretario del médico Lelio

O. Zeno figura próxima al anarquismo y al sindicalismo revolucionario desde los comienzos del Siglo y con quien Castelnuovo había publicado la revista literaria y social Prometeo a comienzos de la década del 20.37 El escritor de la Escuela de Boedo publicó, a partir del primero de Abril de 1932, sus experiencias soviéticas en Bandera Roja. Diario Obrero de la Mañana, órgano del Partido Comunista Argentino.38 La publicación de sus numerosos artículos sobre Rusia le costó no pocas persecuciones y allanamientos a Castelnuovo no llegando a ser apresado duraderamente ni torturado, por intercesión de la madre de su amigo, Liborio Justo. Pequeño detalle: la madre de su amigo era la esposa del presidente argentino, el General Agustín P. Justo.39

En el primer artículo publicado en Bandera Roja, Castelnuovo hace una confesión personal: reconoce haber sido anarquista (por otra parte, nunca dejaría de serlo totalmente) y que el viaje a Rusia le volvió a la militancia activa. Explica así la metamorfosis operada por el contacto con la revolución proletaria:

Modifiqué los términos de mi concepción revolucionaria. Dejé de ser un pensador aristocrático y señorial y me puse, intelectualmente, otra vez mi blusa obrera. Adquirí un sentido de conjunto que antes no poseía y llegué a percibir la revolución social, no como un hecho catastrófico, ni como una conjuración de genios o de generales, sino como un fenómeno histórico que realizará el proletariado cuando llegue a su madurez la preparación revolucionaria de las masas. Comprendí perfectamente aquello que dijo Carlos Marx, que la liberación de los trabajadores será obra de los mismos trabajadores. También comprendí el significado de la disciplina y de la organización. El cambio que experimenté se lo debo a Rusia.40

Nótese aquí que, en plena década del 30 en que reinaba el diamat staliniano del determinismo económico condimentado con cierto vanguardismo leninista, Castelnuovo otorga la máxima relevancia al protagonismo de los agentes históricos, en este caso, claro está, a los trabajadores. Algunas partes de sus escritos ciertamente pertenecen al legado socialista común a las distintas tendencias. Pero en otros momentos enfatiza la supremacía de la colectividad y de sus realizaciones -fábricas y represas, por supuesto- por encima de la importancia de la opinión de individuos como Máximo Gorki, Víctor Serge o, inclusive, Stalin. Su último párrafo es un testimonio personal:

Yo no estuve mucho. En total alrededor de dos meses. Anduve, eso sí, de aquí para allá lo mismo que una locomotora. Hablé con todo el mundo. Visité cuanto pude visitar: fábricas, usinas, superusinas, museos, repúblicas de niños, cuarteles, cárceles, tribunales, comedores de todos los pelos, bibliotecas, teatros, fiestas, residencias y playas para obreros. Siempre que pude ir, fui solo. Me desplacé a mi gusto y a mi manera. Jamás se me atajó el paso por ninguna parte. No tuve ningún tropiezo por ningún lado. Y regresé, cuando regresé, contra mi voluntad.41

Como Vidal Mata, Castelnuovo fundamenta la verdad en la observación, en la mirada, en la experiencia individual: Yo vi en Rusia, dice Don Elías, así como Vidal había afirmado dos años antes que la ALA lo había mandado a Rusia para indagar la verdad y para decir la verdad a su regreso al Plata. Porque vieron e indagaron pudieron testimoniar sobre la verdad, al contrario de los que difundían, sin fundamentos, las versiones de los enemigos de la Revolución. Es lo que creían, ya que escasamente parecen haber percibido que también la observación directa puede estar -y generalmente lo está- influida por la cosmovisión del sujeto. Este fenómeno parece haber sido muy persistente ya que duró hasta el período de la Guerra Fría. Por ejemplo, Graciliano Ramos, dos décadas después de los viajes de Vidal Mata y Castelnuovo, nuevamente apela al testimonio de los sentidos y de los sentimientos, como queda evidenciado en el epígrafe que reproducimos. Queda claro que la mayoría de los viajeros mundiales fue a ver en Rusia lo que quería ver o lo que le era posible ver bajo las condiciones objetivas de su viaje y las subjetivas de sus opciones políticas y sociales. Por momentos, los viajeros se sentían transportados de entusiasmo en el sentido literal de la palabra: endiosamiento. Pellegrini, apenas llegado a Petrogrado, exclama:

Todo en Rusia es libertad, derecho, justicia y hasta privilegio para los productores. Y Castelnuovo: Rusia es inmensa por los cuatro costados: por su extensión territorial, por la cantidad de habitantes, por su ideología y por los contornos de la obra que está realizando.

En los primeros años de la Revolución, también anarquistas y anarco-sindicalistas, como Volin, Berkman, Goldman, Pestaña, Gorelik y Leval, se sintieron tomados por ese fuego sagrado hasta que la traición a la machnovíchina en 1920 y la masacre de Kronstadt, al año siguiente, los enfrentó al rostro más desleal de la Revolución. Ésta, desde su inicio, luchaba en dos frentes: contra la reacción blanca y sus aliados imperialistas y contra todas las tendencias de izquierda que no se sometían a los dictados de Lenin, Trotsky y -a partir de 1924- Stalin y sus adláteres. Los que, como los anarquistas o como los marxistas Roth, Gide, Koestler y otros, se convirtieron en críticos de la Revolución bien pronto observaron las dos facetas de esa compleja realidad: por una parte, la revolución expresada en la fe de los militantes sencillos; y, por la otra, el autoritarismo y el conformismo practicados por los que detentaban el poder o se beneficiaban con los privilegios económicos del sistema. Ahora bien, aquellos que consiguieron mirar a través del muro de simpatías humanas y de las grandiosas realizaciones económicas eran -si exceptuamos a los anarquistas- las excepciones dentro del marxismo de los partidos comunistas. La gran mayoría, ante el avance del fascismo italiano, del nazismo alemán y de las otras dictaduras en Europa y América latina, necesitaba seguir creyendo en la Unión Soviética.

Para evaluar de algún modo el entusiasmo que tomaba cuenta de los viajeros mencionados o de los sindicalistas Atilio Biondi, Abraham Resnik y Martín García –que visitaron Rusia en 1927- no basta con hacer la consideración de que todos fueron a ver aquello que querían ver. La seducción que Rusia ejercía sobre sus visitantes de izquierda era muy compleja y en muchos casos podía observarse un fenómeno que podría ser denominado como suspensión del juicio crítico. Si no veamos: ¿por qué Pellegrini dejó completamente de lado la lista de cuestiones que los sindicalistas le encomendaron para su estudio? Una vez en Rusia, el sindicalista revolucionario (que ni siquiera era un huésped demasiado privilegiado ya que ni propus tenía) entró en un estado de adhesión incondicional a la realidad rusa en todos sus aspectos. También podemos preguntarnos por qué una persona con convicciones éticas tan arraigadas como Castelnuovo y que afirmó haber visitado las cárceles y haber conversado frecuentemente con un Víctor Serge ya desilusionado (ambos eran aficionados al mate amargo) sólo expresó admiración por el paraíso de los Soviets sin manifestar crítica alguna imitando, en la práctica, a los figurones del Partido Comunista como Vittorio Codovilla o Rodolfo Ghioldi. Una explicación a todo esto quizás la ofrece Víctor Serge al afirmar que esos delegados obreros o revolucionarios (perseguidos y despreciados en sus propios países) al llegar a Rusia eran recibidos y homenajeados como auténticos representantes del proletariado universal, como a aquellos a quienes les pertenecía el futuro. Tratados a cuerpo de rey, hospedados en el Hotel Lux y paseados en trenes por el paraíso socialista se sentían invadidos por el entusiasmo, la admiración y la gratitud. Serge lo expresa así:

Lujosamente alimentados en la miseria general (aunque les fueran servidos huevos estropeados en una cantidad realmente excesiva...); paseando de museos a crêches-modelo, los delegados del socialismo mundial tenían la impresión de estar de vacaciones o hacer turismo en nuestra república sitiada, exangüe, en carne viva.42

Había en 1922, en 1929 y 1931 un espíritu revolucionario a pesar de los dirigentes de la revolución verificada quienes, en 1918, 1921, 1927 y, especialmente, de 1936 a 1938, hicieron todo lo posible para transformar una revolución social en una dictadura de una elite política. Fue el contacto con los obreros de la usina Kacharchiai y de los astilleros de Putilov y con los tractoristas de Kaborga lo que convenció a Pellegrini y a Vidal Mata de que la revolución era verdadera. Fue la gente común que creía en su Revolución -y no las palabras de un Serge, ya desilusionado, o las denuncias de los escritos de Panait Istrati- lo que convenció a Castelnuovo de abrazar la causa del marxismo. Frente a la población soviética, los viajeros se cuestionaban: ¿quiénes somos nosotros para criticar una revolución verificada ya que se ve al pueblo ruso con tanta fe revolucionaria, tan conforme y tan feliz?

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Bibliografía citada

Bandeira, Moniz y otros, O Ano Vermelho. A Revolução Rusa e seus reflexos no Brasil, São Paulo: Brasiliense, 1980

Eipper, John, Elías Castelnuovo. La Revolución hecha Palabras. Biografía, estudio crítico y antología, Bs. As., Ed. Rescate, 1995

Gide, André, Regreso de la U.R.S.S., y Retoques a mi Regreso de la U.R.S.S., Barcelona, Muchnik Editores, 1982

Hobsbawm, Eric J., Era dos Extremos, O Breve Século XX, 1914-1991, São Paulo,Companhia das Letras, 1997

Mata, José Vidal, La Verdad sobre Rusia: Informe presentado a la ALA por su delegado en la Unión Soviética, Buenos Aires, Edición de la ALA, 1930

Pinheiro, Paulo Sérgio, Estratégias da Ilusão. A revolução mundial e o Brasil, 1922-1925, São Paulo, Companhia das Letras, 1991

Ramos, Graciliano, Viágem (Tcheco-Eslováquia – URSS). Rio de Janeiro: Record, 1954 Serge, Victor, Memórias de um Revolucionário, São Paulo, Companhia das Letras, 1987

Tarcus, Horacio (dir), Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina, Buenos Aires: Emecé Editores, 200

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[*]Licenciado en Ciencias Sociales en la Universidad Católica de La Plata, Magister y Doctor en Historia Social del Trabajo por la Universidad de Campinas, Brasil. Fue docente en la Universidad Estatal de Maringá y en la Universidad Estatal Paulista de Assis, ambas de Brasil; y de la Universidad Nacional del Comahue, Neuquén y Bariloche, Argentina.

[1]Información extraída en gran parte de la página de internet, Hotel Lux Wikipedia. El periodista brasileño William Waack, le dedicó una obra: Camaradas. São Paulo: Companhia das Letras, 1993. Esta obra, que fue un éxito editorial, no se refiere tanto a la historia del Hotel y sus peculiares habitantes sino a la planificación que allí se llevó a cabo de la llamada “Intentona Comunista” de 1935, una tentativa por parte de la III Internacional de tomar el poder en Brasil. Por otra parte, a pesar de disponer de una documentación recientemente desclasificada, el trabajo de Waack es superficial y de sesgo conspirativo. En el año 2011 entró en cartelera la película Hotel Lux dirigida por el alemán Leander Haussmann y ambientada en el año 1938 en el Moscú de los procesos estalinistas los que impactaron también gravemente en los huéspedes de ese espacio. Después del colapso del comunismo el Hotel entró en decadencia pero, en 2007 fue nuevamente convertido en un hotel de lujo con el nombre de Zentralnaya, siempre ubicado en la calle Tverskaya 10.

[2] Eric J. Hobsbawm, Era dos Extremos, O Breve Século XX, 1914-1991, São Paulo,Companhia das Letras, 1997, p. 62. La idea de la Revolución Rusa como detonador de la Revolución proletaria en los países industrializados ya se encuentra en los escritos tardíos del propio Marx, es decir, más de tres décadas antes de 1917.

[3] Paulo Sérgio Pinheiro, Estratégias da Ilusão. A revolução mundial e o Brasil, 1922-1925, São Paulo, Companhia das Letras, 1991, p. 23. No solamente Brantwein era un seudónimo, sino que Borodin también lo era. El delegado de los Soviets se llamaba Mikhael Marcovich Grusenberg y había sido enviado de Rusia a los Estados Unidos con una partida de las joyas del Zar para sufragar los gastos de la misión diplomática rusa que estaba intentando negociar un acuerdo económico. Como buen intelectual, consiguió perder las joyas pero, por intermedio de Manabendra N. Roy, fueron recuperadas. En realidad, la misión mejicana parecería ocupar una importancia secundaria, aunque el prestigio de la revolución azteca, seguramente influyó en esa iniciativa.

[4]Ibídem, p. 24 y 25.

[5] Ver, Caras y Caretas, 26. 04. 1919.

[6] Hemos utilizado la versión que nos ofrece el ya citado libro de Paulo Sérgio Pinheiro en las páginas 31 y 32, pero está también en Moniz Bandeira y otros, O Ano Vermelho. A Revolução Rusa e seus reflexos no Brasil, São Paulo: Brasiliense, 1980, pp. 273-4. El relato de Afonso Schmidt se encuentra en, Bom Tempo. São Paulo, 1980. Schmidt era un anarquista que colaboraba con Leuenroth en la edición de A Plebe. Astrojildo Pereira, un periodista libertario como Leuenroth, de hecho fundó el Partido Comunista de Brasil en 1922. De los 9 fundadores de este partido, nada menos que 8 provienen del anarquismo. Esto, claro está, le imprimió un fuerte sello al Partido Comunista Brasileño por lo menos hasta 1930, año en que Astrojildo Pereira deja el Partido. Éste se “estalinizará” sólo en la década del 30 bajo el liderazgo de Luis Carlos Prestes. El PCB será menos ortodoxo y más revolucionario que el Partido Comunista Argentino, fundado por socialistas.

[7] Ver P. S. Pinheiro, op. cit., p. 29 a 32. El autor comenta que el Informe todavía no revela los clichés comunes a la III Internacional después del VI Congreso del Comintern de 1928. Con respecto a su análisis del proletariado inmigrante: no atribuía a los inmigrantes una vocación compulsiva para la militancia y señalaba algunas características y clivajes interesantes. Patéticos resultan sus comentarios sobre el bandolerismo social. ¿En qué fuentes abrevaría este tal Ramison? Claro está que no debemos olvidar que se trata de un documento secreto interceptado (y tal vez “reformado”) por los servicios del Pentágono. A posteriori, este documento fue presentado en la prensa anarquista, en una situación de fuerte polémica, bajo el sugestivo título: “Informe sobre el Affaire Internacional”. ¿Reflejaría ese Informe lo escrito por el Cometa de Manchester?

[8] La Organización Obrera, 1.5.1922: "Informe sobre el Affaire Internacional". La autoría es anónima. Parecería que se trata de un español por el uso del "vosotros"; tal vez sea Emilio López Arango o Edelberto Goñi, ambos con protagonismo en la expulsión de Gonçalves y Ferrer de la FORAC y enfrentados a los grupos de García Thómas y Ristori.

[9] Luis Guerrero en Carta de 18 de Agosto de 1921 a Edelberto Goñi, La Organización Obrera (an.), 1 de Mayo de 1922.

[10] Ídem.

[11] Posteriormente a Enero de 1921, Heriberto Staffa adoptó posiciones claramente anti-bolcheviques y es uno de los testigos cuyos testimonios se transcriben en el Informe. Es por eso que creemos que en este punto y en otros, el relato tiene que ser interpretado con sumo cuidado, intentando leer los mensajes ocultos. Como argumentó después el grupo de García Thómas: si anarquistas como Staffa eran tan opuestos a la influencia de la Revolución Rusa, ¿por qué mostraron tanta desesperación para entrevistarse con el delegado de los Soviets? A eso responden que era para vigilar sus pasos, pero la respuesta más plausible es que, todavía en ese momento, la casi totalidad del anarquismo rioplatense seguía deslumbrada por la Revolución. Sólo algunas personas como Leuenroth, Florentino de Carvalho, José Tato Lorenzo, Rodolfo González Pacheco Teodoro Antillí o Ángel Falco se resistían a colaborar con un enviado de Moscú que venía a organizar y financiar la Revolución por estos parajes.

[12] Ver Luis Guerrero, Carta citada.

[13]Ibíd.

[14] Ibíd.

[15] La Protesta 6 de Septiembre de 1921: "La lucha por la dirección del proletariado. El comunismo de los ex- anarquistas". En este artículo aparece también la siguiente frase, casi idéntica a la que, supuestamente, habría dicho Davis a Guerrero: “Los elementos socialistas que hoy se llaman comunistas -desprendidos del Partido histórico respondiendo al ultimátum de Moscú- no tienen prestigio suficiente en la masa obrera, ni el espíritu revolucionario que los destaque del conjunto político que forma esa agrupación electoral, para desarrollar los vastos planes de las dos Internacionales de Moscú. (...) Es a los ex-anarquistas que evolucionan hacia las concepciones marxistas que está encomendada la realización del vasto programa político de Moscú”. Ver también los artículos de La Protesta del 23 de Septiembre de 1921: "Un puente y dos orillas", donde se puede leer: “A esos políticos, disfrazados de anarquistas, a los que la Sindical Roja ha encomendado la parte más delicada de su propaganda unificador. (...) Claro está que los apolíticos no han confesado aún esto, empeñados como están en seguir simulando una prescindencia completa en materia de partidos y tendencias”.

[16] Posteriormente, en el Congreso 1923, la FORA retira el aditivo Comunista de su sigla y, claro está, también se elimina a la hoz y el martillo de su sello.

[17] La Montaña, 7 de Julio de 1922: "Tom Barker, representante de la FORAC, Informe acerca de su actuación en ese Congreso". En el mismo diario, al día siguiente, se publican los saludos de Barker a García Thómas, Eva;Vivé, Antonio A. Gonçalves, J. R. Barcos, Fernando Gonzalo y, en especial, a su amigo Vidal Mata. Invita también a Ferrer a acompañarlo a Rusia.

[18] Por lo pronto aparece la contradicción de que pensaba volver a Rusia cuando, al mismo tiempo, estaba dirigiendo una mina de carbón en Siberia.

[19]La Organizazión Obrera (anarquista), 1 de Mayo de 1922: "Informe..."

[20] Ver Graciliano Ramos, Viágem (Tcheco-Eslováquia – URSS). Rio de Janeiro: Record, 1954.

[21] André Gide, Regreso de la U.R.S.S., y Retoques a mi Regreso de la U.R.S.S., Barcelona, Muchnik Editores, 1982. Gide no fue el primer marxista profundamente escandalizado por lo que vio en Rusia. Por ejemplo, 10 años antes, en 1926, ya lo había precedido el espartaquista alemán Joseph Roth y, por supuesto, anarquistas como Emma Goldman, Alexander Berkman, Néstor Makhno, Volin, Anatole Gorelik y consejistas como Anton Pannekoek, Herman Gorter y Otto Ruhle.

[22] Sobre Anatole Gorelik, ver Frank Minsk en Horacio Tarcus (dir), Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina, Buenos Aires: Emecé Editores, 2007, pp, 284 a 286.

[23] Para Mijael Komin-Alexandrovsky, ver Horacio Tarcus, op. cit., pp. 339-340.

[24] Ver Max Nettlau, Manuscritos Inéditos, Vol. XVI, von November 1909 bis 1934, p. 20.

[25] En el Acervo Max Nettlau del Instituut voor .Sociale Geschiedenis de Amsterdam, se conserva una colección de esta publicación en idioma ruso. No poseemos pruebas de que Komin Alexandrovsky realmente haya comentado sus experiencias en la publicación de la Confederación que lo envió a Rusia. Uno de los colaboradores de Golos Truda en Buenos Aires fue, a partir de 1922, Anatole Gorelik. Falta todavía una investigación especializada sobre la prensa obrera argentina en yiddish y ruso. Cabe observar que esta publicación en ruso no fue incluida en el catálogo de fuentes brasileñas y argentinas del Instituto, publicado por Eric Gordon, Michael Hall y Hobaet Spalding en, Latin American Research Review, Fall, 1973.

[26] Ver La Batalla Sindicalista del 20 de Mayo de 1923. En realidad, las palabras de Alexandrovsky son terribles. A Pellegrini le relata cómo le fue imposible arreglar el ascensor saboteado por los mencheviques y cómo los obreros se veían en la obligación de cargar las mercancías por una escalera. Pero constataba con satisfacción: “los mencheviques están muertos y ahora, libres de esa gentuza, convertiremos esta fábrica en un ejemplo viviente de todo lo que puede el esfuerzo inteligente y creador de los proletarios”. El relato simboliza bien la convicción de los bolcheviques rusos de 1922: para poder construir el socialismo había que eliminar primero, uno por uno, a todos los adversarios de derecha y de izquierda. Sin embargo, esos adversarios de izquierda en parte eran construidos así como se construían las fábricas y usinas eléctricas. Enrique García Thomas, un pequeño empresario rosarino, en 1919 fue el alma mater del periódico anarco-bolchevique Bandera Roja y luego, en 1923, el fundador de la Alianza Libertaria Argentina. Su militancia de conspirador nato llega hasta los años 30 cuando, junto a Julio Barcos, los militares radicales Gregorio Pomar y Atilio Cattáneo, Arturo Jauretche y, pasmen, Severino Di Giovanni, entre otros, participa de las conspiraciones para derrocar al dictador José Evaristo Uriburu en los comienzos de la década del 30. Fue deportado a su Cataluña natal.

[27] Sobre el viaje de Pellegrini, ver sus artículos en La Batalla Sindicalista del 1.3.1923 y 1.4.1923: “Delegación de la Federación Sindicalista a Rusia”.

[28] La Batalla Sindicalista, Noviembre de 1922: “Partida de nuestro delegado a Rusia. Estudiará las instituciones surgidas de la revolución”.

[29] Según sus enemigos de La Protesta, el relato de Pellegrini por momentos asume ribetes patéticos: en Kiel casi pierde el “Transbaltic”; en Moscú llega tarde al II Congreso de la Profintern; no se le permite entrar al Kremlin por no tener el propus (carnet) adecuado y, así y todo, se dejó envolver por un espíritu de éxtasis. Los anarquistas de La Protesta, reconvertidos al “anarquismo puro” desde agosto de 1821, en dos artículos titulados “Pellegrinadas”, se burlan cruelmente de las peripecias de este peregrino incauto que relataba que el cochero ruso del trineo moscovita no entendía el castellano; que fue manteado por otros delegados hospedados en el Hotel Lux (que le hicieron creer que eso era el ritual socialista para recibir a los recién llegados). Pellegrini llegó a sostener que hasta los gorriones de Moscú eran más buenos que en Buenos Aires ya que los niñitos rusos no les tiraban piedras. Estaba viviendo su tiempo utópico.

[30] La Batalla Sindicalista, 16.2.1923: “Mi Viaje a la Rusia de los Soviets”. En esta pequeña duda Pellegrini se diferenciaba de la mayoría de los delegados que asistieron al Tercer Congreso de la III Internacional los que, según Víctor Serge, no se interesaron por el drama de Kronstadt.

[31] Pellegrini, La Batalla Sindicalista… 1.3.1923

[32] Ibíd.

[33] El Libertario, 1.11.1924: “Nuestra delegación a Europa”. Parte de la información sobre el viaje de los dos delegados, la obtuvimos de un testimonio oral de Luis Di Filippo, en 1994, entonces con 92 años. Aunque la entrevista fue difícil, porque ya estaba muy enfermo y falto de aire, relató que el desconocido Martínez Franco (Martell) posteriormente se estableció en Cuba y fue un miembro importante de los círculos literarios cubanos de izquierda.

[34] Ver La Rebelión, 10.8.1925 y 11.5.1926. Gonçalves ya era un eterno candidato a alojarse en el Hotel Lux: ya se había candidateado para ir a Rusia en 1922 y, nuevamente, en 1924. En esas ocasiones fue relegado por Pellegrini y Di Filippo, respectivamente. Para su viaje de 1925 se había preparado especialmente aprendiendo varios idiomas pero parecería que las varandas da sua terrinha portuguesa lo hicieron desistir de su élan revolucionario. En lugar de ir a Moscú, se quedó en Moedo do Minho. Y este artículo ya empieza a parecerse a al relato de los que no llegaron a Moscú, aunque hay que tener en cuenta las penurias financieras y los engorrosos trámites aduaneros de la época.

[35] José Vidal Mata, La Verdad sobre Rusia: Informe presentado a la ALA por su delegado en la Unión Soviética, Buenos Aires, Edición de la ALA, 1930. El libro presenta numerosas fotografías. En la biblioteca de la Federación Libertaria Argentina existe un ejemplar de esta obra.

[36] Ibíd., pp. 151-152.

[37] El médico Lelio O. Zeno fue convertido a las ideas a fines de 1902 por Orestes Ristori que, expulsado del país por la Ley de Residencia, se fracturó una pierna al saltar del barco en Montevideo. Zeno lo atendió en esa ocasión y el libertario lo convenció de la bondad del anarquismo. Por otra parte, no era el único médico aliado de la causa anarquista, sindicalista o comunista. También tuvieron destacada actuación los doctores Emilio Troise, Bartolomé Bosio y Julio Arraga.

[38] Ver John Eipper, Elías Castelnuovo. La Revolución hecha Palabras. Biografía, estudio crítico y antología, Bs. As., Ed. Rescate, 1995, p. 100. Eipper cuenta que una serie de relatos fue publicada en forma de libro ese mismo año, con el título Yo vi... en Rusia, Bs. As., Ed. Actualidad, 1932.

[39] Ver E. Castelnuovo. “Es fácil detener a los revolucionarios, es difícil detener a la revolución”. Este artículo permaneció inédito hasta que Eipper decidió publicarlo en el libro citado. En este texto Castelnuovo relata las amenazas que recibió del Jefe de la Sección Especial de la Policía –el famoso Fernández Bazán- que le manifestó que sólo no le aplicaban la picana eléctrica a causa de una protectora especial. Esa dama era Ana Bernal, esposa del presidente Justo y madre del trotskista Liborio Justo. Ver Eipper, Elías Castelnuovo…., pp. 141-142.

[40] Ibíd, p. 101.

[41] Ibíd., p. 104.

[42] Victor Serge, Memórias de um Revolucionário, São Paulo, Companhia das Letras, 1987, p. 126-127.