Año XVIII, Nº 21 (enero-diciembre 2017), 223-231
Departamento de Filosofía, Universidad Nacional del Comahue
ISSN: 0327-5108; e-ISSN: 1853-7960
http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/filosofia/inde
RESEÑA/ REVIEW
Biset, Emmanuel et. al. (2015), Sujeto, una categoría en disputa.
Adrogué, La Cebra, 432 páginas.
El libro es una compilación de artículos coordinada por Emanuel Biset. Los textos reunidos son fruto de un trabajo colectivo de investigación realizado en el marco institucional del Programa de Estudios en Teoría política del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CONICET-UNC). El eje articulador es la cuestión del sujeto y de sus sucesivos descentramientos operados desde las primeras décadas del siglo XX.
Los artículos muestran la problematicidad de la cuestión del sujeto y las disputas que atraviesan esta categoría. Podría decirse que constituyen esfuerzos teóricos por desplazar el sujeto moderno en cuanto soberano y constituido para advertir las huellas de un sujeto en constante movimiento, incompleto y por lo tanto irreductible a una identidad o forma fija. La apuesta y el aporte del libro es, en este sentido, delinear algunas fronteras a partir de las cuales sea posible elaborar un nuevo contenido para el sujeto, incluso un contenido extranjero para el mismo concepto, sin soslayar el peligro constante de volver a hipostasiarlo.
El grupo de trabajo que escribe el libro parte de las preocupaciones que comparten por la noción de “lo común”. Su labor se enmarca en una indagación por los modos contemporáneos del pensamiento político posfundacionalista en relación con la constitución de una ontología política. El término ontología, permite indicar un singular modo de comprender el pensamiento bajo la forma-pregunta, muestra un modo de trazar la relación entre lenguaje y ser y se articula con la pregunta por los modos singulares de configuración del mundo.
La categoría de sujeto tiene un estatuto paradójico en el pensamiento contemporáneo al ser condenada a desaparecer y rehabilitada en diversas oportunidades. La modernidad socava los mismos supuestos con que funda dicha categoría, a partir de los pensadores de la sospecha. Luego, con la radicalización de la crítica a lo largo del siglo XX se desarrolló como un signo del pensamiento contemporáneo la “muerte del sujeto”. Efectivamente, la muerte del sujeto no ha dejado de plantear problemas en diversos ámbitos del pensamiento, por lo que en el trabajo plasmado en el libro se trata de pensar el punto de cruce entre el problema de la subjetividad y el problema de la sujeción.
Los autores retoman la noción del estatuto paradójico del sujeto en la modernidad política de Étienne Balibar, paradoja según la cual el sujeto es constituido por un proceso político que al mismo tiempo constituye. La paradoja se reformula en la contemporaneidad como un desplazamiento de la dimensión activa del sujeto, se destituye la centralidad de la razón y se acentúa al sujeto como efecto de fuerzas que pueden ser históricas, inconscientes, estructurales, lingüísticas. El problema se presenta con la pregunta por los alcances de la libertad. Porque este acento en el sujeto como efecto parece volver imposible una explicación del cambio histórico. Esto puede no dejar lugar a la acción, a prácticas éticas y políticas que no sean resultados o efectos de instancias previas.
El trabajo se posiciona frente a tres desafíos: dar cuenta del sujeto como dimensión ontológica, pensar cuáles son las tensiones y coincidencias que surgen entre planteos del sujeto que acentúan la dimensión de la ruptura o del efecto, y en tercer lugar, indagar si existen modos de pensar el sujeto político que permitan exceder los dos planteos presentados. De modo que se vuelve necesario especificar de qué modo, bajo qué condiciones y en qué temporalidades la categoría sujeto se desprende de su aura analítica para convertirse o no en una apuesta política de emancipación.
Sujeto y metafísica. Emanuel Biset se ocupa de exponer algunos puntos de socavamiento de la noción moderna de sujeto. Se detiene especialmente en la crítica heideggeriana de la comprensión moderna de sujeto que habría subsumido el modo de ser propiamente humano al modo de ser de los objetos. Dicha crítica, tal como señala el autor del artículo, no pretende solamente mostrar que el sujeto ha sido interpretado desde un marco categorial incapaz de abordar su especificidad sino, apunta a cuestionar la cosificación del sujeto en el mundo de la racionalidad y del domino técnico. Luego, Biset retoma los cuestionamientos que J. Derrida realiza del humanismo concebido por Heidegger, cuyo antropocentrismo deviene en la justificación de la dominación del hombre sobre aquellos que no pueden ser ubicados dentro de los márgenes que definirían lo propio del Hombre. Por último, el autor se ocupa de revisar la problematización que realiza Jean Luc Nancy en relación a la idea de individuo como totalidad autosuficiente capaz de prescindir de la relación con otros. Noción que, tal como señala Biset en su lectura de Nancy, al suponer la prescindibilidad de otros, puede devenir en la justificación tanto de un régimen totalitario como liberal. De modo que el recorrido teórico que nos propone el autor procura señalar los alcances ético-políticos de las diversas concepciones puestas en cuestión.
Sujeto y alteridad. Sofía Soria revisa la noción de sujeto moderno a partir del señalamiento y visibilización de la dimensión colonial que le es inherente y constitutiva. En este sentido ubica la problemática del sujeto desde un posicionamiento de-colonial que comprende la modernidad como un proceso espacial que se inicia con la expansión europea en el siglo XV y cuyos efectos operan hasta hoy. A parir de la Conquista de América, señala la autora, se constituye el sistema-mundo cuyo criterio de organización se funda en una lógica racializante que establece una jerarquía étnica global. La alteridad entonces es el lugar de los excluidos cuya experiencia subjetiva esta signada por la marginación. Para abordar estas cuestiones, Soria trabaja algunas tesis del filósofo puertorriqueño Maldonado Torres quien se ocupa de revisar el modo como opera aquel patrón colonial global en la experiencia fáctica de los excluidos.
Sujeto y soberanía. Natalia Lorio organiza algunas instancias decisivas en la construcción del sentido de soberanía propuesta por G. Bataille. La autora señala cómo la operación batailleana en torno a la figura del soberano transmuta dicha noción en la contrafigura del Acéphale. A partir de esta última, Lorio tematiza la experiencia de una subjetividad desgarrada que, en la renuncia del todo, reconoce su propia incompletud y no pretende suturar su herida. Experimentación que localiza o más bien des-localiza al sujeto en el lugar de una falta y una negatividad que lo tornan irreductible a un discurso.
Sujeto y potencia. Manuel Ignacio Moyano se ocupa de reconstruir una discusión teórica entre Agamben y Negri en torno a las posibilidades de la emancipación y la resistencia en los márgenes del poder biopolítico ¿Si el poder captura y modela históricamente la vida dónde fundar la posibilidad de su emergencia? El autor propugna por la concepción agambeniana de la potencia en cuanto resto irreductible del sujeto que supone por un lado la posibilidad de asumir ciertas formas y a la vez de excederlas.
Sujeto y deseo. En el análisis de Mercedes Vargas y Natalia Lorio se da un panorama de la articulación posible entre sujeto y deseo en el marco del psicoanálisis lacaniano. Plantea, además, una relación entre Lacan y Hegel y se abre a la posibilidad de plantear la cuestión de la politicidad del sujeto del psicoanálisis.
El sujeto del deseo emerge en la medida en que, para asumirse tal no basta la conciencia-de-sí, sino su deslizamiento significante alrededor de un campo (otro) que expone la quimera de un yo transparente. El sujeto deseante del psicoanálisis, se configura y soporta en la dialéctica de un intersticio que lo suspende como constituido (y opaco), y no constituido (librado a su ser). La lógica diferencial con otro, una alteridad, en la que se configura el sujeto en su identidad, permite pensar el terreno de su dinámica sobre el telón de la contingencia más que de la determinación de una historia progresiva.
El deseo no es un vector que se juega en un solo sentido: allí es posible ver que el deseo posibilita e imposibilita, concomitantemente, un sujeto, en la medida en que tiende a su subjetivación (elección singular dentro de lo múltiple posible) o a su caída en el ser-sinsentido-la nada. La politicidad de esta perspectiva se aloja en la posibilidad del sujeto o no de inquietarse en la dinámica relacional con otro, del que no hay liberación posible o autonomía plena, pero sí la posibilidad de constituir allí una alternativa que no se afinque en una esencia determinada ni en la pura suspensión, sino más bien apueste por el desliz respecto de lo dado, donde se inventa algo pero sin garantías.
Sujeto y nudo. Roque Farrán sostiene que el concepto de sujeto soporta una triple determinación que, en ciertos puntos nodales, consiste más bien en una sobredeterminación sistemática o anudamiento complejo entre lo ontológico, lo político y lo filosófico. El marco desde el que plantea el análisis es el posfundacionalismo, específicamente Badiou y Lacan. No se trata simplemente que haya que pensar nuevamente el concepto de sujeto en su singularidad epocal, sino que la misma posición desde la cual hoy se piensa está puesta en juego.
El concepto de sujeto implica en Badiou y Lacan tanto la dislocación estructural como la formación de una nueva consistencia (o repetición del Acto) en que se imbrican mutuamente la hiancia estructural y el suplemento evanescente que resiste el cierre discursivo (vacío y exceso son correlativos).
La diferencia entre Badiou y Lacan se sitúa en el lugar que ocupa el vacío en cada teoría. Esa diferencia permite a Farrán mostrar la ubicación del sujeto en cada caso. Mientras Badiou piensa al vacío del lado del ser, hasta el punto que es su nombre propio, Lacan lo colocaría del lado del sujeto: un operador vacío entre significantes. Esto muestra la necesidad de extraer otras consecuencias en relación al conjunto complejo: se acentúa un nudo de conceptos entre ambos autores. Para el autor el sujeto es quien ocupa el vacío central del nudo borromeo entre el acontecimiento, la verdad y el sujeto.
Sujeto y lengua. Daniel Groisman plantea la relación sujeto- lengua a partir de la imposibilidad de relación entre Badiou y Lacan. Afirma que es posible verificar una convergencia entre ambos autores en relación con su oposición al sustancialismo filosófico o psicológico. Esto es: el rechazo a los atributos metafísicos, psicológicos, sociológicos, biológicos o anatómicos para dar cuenta del sujeto.
La cuestión se plantea en los siguientes términos: el del acontecimiento es un sujeto que, para Badiou, no está sujeto a la ley del significante, sino que, por participar en un procedimiento genérico de verdad logra separarse de su mortificación. Si el significante inscribe la marca del goce en el sujeto, la multiplicidad genérica del acontecimiento permite pesquisar aquello que se presenta como novedad sin límites (a priori) en una situación.
La posición sostenida por el autor, no obstante, es que es necesario mediar la dicotomía, oponerle una lectura que dé cuenta no sólo del sujeto del inconsciente, por un lado, y del yo acontecimiental liberado del inconsciente, por el otro, sino de un sujeto (individual o colectivo) que no participa sino sintomáticamente de cualquier acontecimiento.
El capítulo se concentra en dar cuenta de la grieta que separa ambos discursos, ya que tal es la insistencia de Lacan y aquello a partir de lo cual es posible situar la diferencia con el ethos filosófico de Badiou: el discurso analítico no se sostiene sino con el enunciado de que no hay relación sexual, de que es imposible formularla. Eso es lo que hace posible el avance del discurso analítico, y por allí es como determina cuál es realmente el estatuto de todos los demás discursos. De qué modo y hasta qué punto la filosofía de Badiou aborda las consecuencias lingüísticas y conceptuales de esta relación sexual informulable es lo que se pone en cuestión. En sentido amplio que no haya relación sexual implica padecer el desorden primordial de las palabras y las cosas, la imposibilidad manifiesta de que la lengua pueda responder de manera unilateral a parámetros de orden y organización racional, esto es, no multiformes y heteróclitos.
Sujeto y poder. Hernán García Romanutti señala algunos puntos para pensar la relación problemática y productiva entre el sujeto y las normas, especialmente a partir de lo que se puede llamar la deriva foucaulteana, entendida como la historización de la categoría de “sujeto” conjugada en un sentido a la vez epistemológico y político. En función de esto presenta una oscilación entre una doble forma de comprender y problematizar la subjetividad como sujeción y como subjetivación.
A partir del análisis de la obra foucaulteana se afirma que no hay subjetivación que no parta de una cierta sujeción a las normas. Ahora bien, esa sujeción no es unívoca ni determinante, no posee la fuerza aplastante de la dominación. Podría definirse la subjetivación como el proceso por el cual el sujeto se produce a sí mismo en la lenta e inacabable tarea de producir su relación con el conjunto de prescripciones y valoraciones que funcionan o pretenden funcionar en su cultura. Al menos en lo que hace a la dimensión de la ética el modo de sujeción a la regla es parte del modo de subjetivación.
El autor muestra que la relación entre sujeción y subjetivación se torna problemática y productiva. El poder mismo es productivo: en la idea de sujeción hay ya la formación de un sujeto por la operación de diversos dispositivos que ponen en relación saberes y técnicas. Así, se trata de un sujeto que es producido en relación con cierto modo de regulación de sus prácticas. El punto de problematización se encuentra ahí mismo, ya que la naturaleza relacional del poder siempre implica resistencia, que puede derivar en una variación, en una reversibilidad, en una transformación. El sujeto se constituye a sí mismo según cierto modo de relación con las normas que lo rigen o pretenden regirlo, esas normas pueden ser rechazadas, desobedecidas, negociadas, resignificadas.
Sujeto y performatividad. El marco desde el que se aborda la relación sujeto y performatividad es el pensamiento de Judith Butler. Natalia Martínez Prado desarrolla una lectura del planteamiento paradojal del sujeto en términos de súbdito y soberano al poner en foco la noción de performatividad. Esta categoría resulta útil para entender las oblicuidades entre significar, ser y hacer y acentúa la ambivalencia del sujeto como un devenir condicionado en un tiempo que no es suyo y cuya agencia comienza allí donde la soberanía declina. De este modo, se señala una continuidad en torno a la performatividad y su vínculo con los procesos de sujeción y subjetivación a partir de la noción de “agencia”. En consonancia, la noción de “sujeto performativo”, recuperada de los trabajos de Butler, se vincula a las categorías de precariedad y precaridad. Precariedad es entendida como condición ontológica devenida de la radical interdependencia de cada uno, precaridad alude a las condiciones políticamente inducidas que asignan diferencialmente la exposición a la violencia. Una ontología corporal, ineludiblemente social, implica un reformulación de la emergencia paradojal del sujeto en términos de una particular noción de vulnerabilidad. En este sentido, la exposición al poder de los demás es también lo que habilita al sujeto a su resistencia performativa, como un acto político y corporal. El proceso de subjetivación puede ser comprendido como performance, esto es, repetición estilizada de actos. Los actos, de hecho, nunca son del todo originales, el acto que uno ejecuta es, en cierto sentido, un acto que fue llevado a cabo antes de que uno llegue al escenario.
Sujeto y ciudadanía. Carolina Juaneda y María Aurora Romero retoman la noción de ciudadano en cuanto locus ambivalente entre sujeción y liberación. Para la problematización de dicha categoría presentan algunos desarrollos de Balibar en torno a la emergencia de la figura del ciudadano a partir de la Declaración de los Derechos del Hombre. Acontecimiento a partir del cual el sujeto se libera de la soberanía del monarca pero queda atado a la soberanía de la ley.
Sujeto y discurso. La tesis de Juan Manuel Reynares se desarrolla en torno a la afirmación según la cual el sujeto y la cuestión del cambio político constituyen una intersección privilegiada donde se vuelve posible observar las implicancias de las distintas posiciones en relación con estos campos. Un horizonte onto-epistémico esencialista supone una objetividad social indiscutida, determinada por alguna instancia privilegiada de lo social o cierta noción universal de racionalidad. En este marco cada uno de los elementos ya está plenamente constituido antes de entrar en cualquier relación social. Otra posición es la que asume una noción de sujeto dinámico y conflictivo donde el cambio pasa a ser un elemento constitutivo de la política. En esta línea se habilita un estudio de la dimensión subjetiva bajo las categorías de discurso, retórica e identificación. El autor resignifica los aportes de Ernesto Laclau, acentuando la configuración del análisis político que no considera al cambio como un fenómeno exógeno o eventual, sino más bien como una posibilidad inserta en la brecha abierta por la práctica político-institucional. Como lo simbólico no se agota en sí mismo, sino que requiere de una dimensión performativa, de la acción y de la práctica significante, el sujeto emerge en la no plenitud de la estructura, en su intento por completarla y subvertirla, mediante la articulación y sobredeterminación hegemónicas. La caracterización de la ideología y del sujeto político dentro de la perspectiva discursiva permite comprender al cambio político en su historicidad y no como mera reacción a transformaciones acaecidas en algún “más allá” de la política.
Sujeto y gesto. Fernando Chavez Sola propone una lectura de Rancière y su concepción de sujeto político. Según la lectura del autor para el filósofo francés todo orden político en cuanto tal, supone fijación y movilidad como dos instancias inherentes y constitutivas. En ese sentido habría una co-constitución de la política y la policía en la medida que la instauración y estabilidad de un orden no supone la clausura de posibles cuestionamientos y movimientos. Entonces en este orden abierto y susceptible de nuevas configuraciones el sujeto político emerge en la práctica cotidiana que no puede ser reducida a mera repetición y reproducción sino que introduce micro-rupturas que ponen en tensión aquella estabilidad.
En líneas generales puede afirmarse que el libro da cuenta de un panorama general de la cuestión del sujeto en el pensamiento contemporáneo, recorriendo y releyendo algunas de las líneas más influyentes de los últimos tiempos.
Cada artículo desarrolla una discusión teórico-filosófica en torno a la categoría de sujeto o profundiza y problematiza sobre determinada dimensión de la experiencia subjetiva. Cada propuesta abre un campo de problemas específico sobre el cual se desarrolla un recorrido singular en vistas a reconstruir una discusión, advertir rupturas y desplazamientos o comprender la complejidad de ciertos planteos. La bibliografía que se presenta remite a los textos fuente pero también a la producción crítica que se ha realizado sobre aquellos. En este sentido, el aparato crítico y las referencias bibliográficas que el libro presenta al lector son de gran valor. Hay una característica común en los distintos escritos: el modo de posicionarse frente a lo teórico, el modo de concebir el vínculo entre teoría y praxis. La propuesta de los autores y autoras es trabajar los conceptos no como si fuesen elaboraciones teóricas desvinculadas de la praxis sino, por el contrario, advertir cómo operan ciertos sentidos sedimentados en el ámbito de la facticidad. Esta característica no está desvinculada del tema transversal: sujeto y política a partir de un abordaje del sujeto como paradójico. Ese estatuto paradójico del sujeto se relaciona con que el sujeto no coincide con el sujeto mismo, la política entonces, debe abordar la cuestión de la contingencia.
Asimismo, es posible identificar algunos rasgos o marcas comunes que dan cuenta de los diálogos y discusiones que posiblemente fueron la antesala del texto. Una de esas marcas comunes podría enunciarse como un afán por abrir diálogos antes que concluirlos. Los artículos, en efecto, enfatizan paradojas, señalan tensiones y dejan abiertas ciertas cuestiones que movilizan a seguirlas pensando. En este sentido podría decirse que se esboza un recorrido pero no se propone un punto de llegada. Se trata, por tanto, de un libro que invita a caminar por los arduos cauces que han trazado los cuestionamientos en torno al sujeto pero que no postula una meta. O, más bien, su meta es volver a ubicarnos en un punto de partida: re-pensar el sujeto hoy.
Florencia Zalazar y Laura Aldana Contardi
Facultad de Filosofía y Letras INCIHUSA-CONICET