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DESDE LA PATAGONIA DIFUNDIENDO SABERES - VOL. 14 - Nº 24 - 2017
ISSN 1668-8848
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CIENCIA Y CIRCUNSTANCIA
por Mónica de Torres Curth
Foto en un bar de Buenos Aires (el Petit Colón). La foto
fue tomada por Daniel Corach, padre de la Genética
Forense en la Argentina.
Rodolfo (Willy) Pregliasco es Dr. en Física por
la Universidad de Buenos Aires, Investiga-
dor del CONICET y actualmente Director del
Grupo de Física Forense del Centro Atómico
Bariloche. Días atrás dio una charla titula-
da “Ciencia básica orientada al uso. Historia
y reflexiones del Grupo de Física Forense”.
Desde la Patagonia invitó a Willy a conver-
sar sobre su trabajo.
Desde la Patagonia: Bienvenido a nuestra revis-
ta y gracias por tu tiempo. Para ponernos en tema,
contanos un poco sobre tu formación académica y tu
trayectoria antes de dedicarte a lo que hacés ahora.
Willy Pregliasco: Hola, les agradezco mucho la
invitación y la posibilidad de este diálogo. Mi forma-
ción sigue una ruta tradicional, el mismo camino de
muchos investigadores en la Argentina: cursé la Licen-
ciatura en Física en la UBA y luego vine a Bariloche
a hacer el doctorado en física de colisiones atómicas,
usando los aceleradores del Centro Atómico y parti-
cipando en un laboratorio con una larga tradición en
investigación básica. A pesar de que lo que hago hoy
tiene poco que ver con lo que hice en esos tiempos,
creo que no hay mejor formación que la de transi-
tar con todo detalle una buena investigación básica.
DLP: ¿Cómo es que desde la física básica llegás a
dedicarte hoy a la física forense?
WP: Sucedió por casualidad, como las mejores cosas
en la vida. Siempre fui un investigador curioso y disper-
so. Esta es una cualidad que a un investigador le juega
en contra. Los proyectos que solemos hacer son a muy
largo plazo y para tener impacto en la carrera hace
falta dedicarse al menos una década a cada tema,
de lo contrario no se alcanzan a apreciar los frutos de
la investigación. Esta tensión está muy bien expresada
en la cita de David Blackwel
1
, que dijo “Básicamente,
no estoy interesado en hacer investigación ni nunca lo
estuve… Me interesa entender, que es una cosa muy
diferente. Y frecuentemente para entender algo, uno
mismo tiene que ponerse a hacer todo el trabajo, por-
que ningún otro se ha puesto a hacerlo.” El punto es
que la investigación es un medio para entender, no se
nos tiene que escapar que lo que queremos es enten-
der un poco más, y no quedarnos en la investigación.
En el Centro Atómico, muchos años antes, Ernesto
Martínez
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había explorado las actividades periciales,
asesorando a la justicia en causas de accidentes viales
como una actividad de tiempo libre. Él me propuso
trabajar en una pericia sobre la causa de Miguel Bru,
en la que se requería un análisis óptico del libro de la
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Reportaje
a Willy Pregliasco
(1) David Blackwell (1919-2010) fue un matemático, profesor en Berkeley. Escribió el primer libro de texto de estadística bayesiana.
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comisaría, y yo trabajaba entonces en el Laboratorio
de Propiedades Ópticas. Hicimos ese trabajo y me re-
sultó una actividad tan intensa y enriquecedora que,
sin calibrar las consecuencias, decidí dejar lo que es-
taba haciendo y dedicarme a eso a tiempo completo.
Fueron buenos y raros tiempos, ya que era el año ‘97
y no existía entonces el furor de CSI
3
y las cuestiones
forenses no estaban en ninguna agenda. A los colegas
les costaba entender lo que hacíamos y para qué ser-
vía, pero seguimos adelante porque confirmábamos a
cada paso que la formación que tenemos los investi-
gadores es especialmente útil para analizar problemas
forenses.
DLP: ¿Qué es la física forense?
WP: Es física nomás. El adjetivo es que se aplica a
resolver problemas que se discuten en el ‘foro’ judicial.
Mucha gente asocia los forenses con los cadáveres, y
eso es porque los forenses por antonomasia son los
médicos, que tienen una larga tradición en asesorar
a la justicia. Muchas veces me cuestiono el abuso de
la denominación de ‘Ciencias Forenses’, ya que son
ciencias ciertas que se usan con un propósito. Pero
hay que reconocer que la actividad en relación con
la justicia tiene algunos requisitos comunes: requiere
un acento especial en la documentación de los pro-
cedimientos (gestión de calidad), en la claridad de la
metodología, y en la interpretación más justa posible
de los resultados. Lo último es especialmente dramá-
tico porque tiene consecuencias directas sobre la re-
solución de un caso judicial y sobre el destino de las
personas. Sin embargo, ninguna de las características
que mencioné es ajena a la investigación tradicional.
(2) Ernesto Martínez (1957-2006) fue un físico, profesor del Balseiro, y gran personaje. Su tema principal de investigación fue física del sólido pero incur-
sionó en las áreas más diversas. Tenía una enorme creatividad y dedicó mucha atención a la divulgación de la ciencia y a la didáctica. Fue la persona que
comenzó a asesorar a la justicia desde el Centro Atómico. Sus chistes y anécdotas irreverentes aún resuenan con fuerza en nuestras reuniones y asados.
(3) “En la escena del crimen” (CSI por sus siglas en inglés, Crime Scene Investigation), serie televisiva estadounidense producida por Jerry Bruckheimer
Television y CBS Productions, que se centra en torno a un grupo de peritos forenses y criminólogos que trabajan en una ciudad norteamericana (original-
mente en Las Vegas, y luego en New York o Miami en las secuelas), investigando y resolviendo crímenes que allí suceden.
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Con Ernesto Martínez, un día de alegría en el Centro Atómico.
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Todos necesitamos documentar, tener rigor metodoló-
gico y evaluar interpretaciones alternativas. El drama-
tismo que tiene la actividad forense nos enfrenta a esto
muy directamente, y es una oportunidad para repensar
la actividad académica y la enseñanza: incorporar ex-
plícitamente la responsabilidad profesional.
DLP: La investigación científica se trata fundamental-
mente de hacernos preguntas sobre el mundo que nos
rodea y buscar respuestas basadas en la observación
y la experimentación, discernir entre distintas alterna-
tivas para explicar un cierto fenómeno o patrón, de-
sarrollar argumentos lógicos que expliquen una serie
de fenómenos y también desafiar paradigmas estable-
cidos. Pensándolo bien, si uno analiza el proceso (al
menos en la tele) de la resolución de un crimen como
uno puede ver en CSI que mencionaste recién, hay
muchos puntos en común. ¿De qué manera tu trabajo
colabora en el proceso de argumentación?
WP: Es interesante la pregunta: últimamente me preo-
cupa cómo cambia la metodología según el propósito.
En teoría es algo que debería ser invariable: una mesa
es siempre una mesa aunque se use como escritorio,
para comer o para diseccionar cadáveres. Pero si uno
quiere entender, la investigación que hace la justicia
es diferente de la que hace el policía, el periodista,
el novelista y el científico. Cambian los métodos y los
propósitos. Pero se puede trabajar en interacción fuer-
te si se entiende esto. Todos terminamos aprendiendo
en ese proceso. El primer paso es poder saltar la valla
y poder hablar. Hacen falta habilidades de divulga-
ción, don de gentes, una curiosidad extensa. Hablar
de ciencia sin jerga y realizar experimentos fuera del
laboratorio. Los biólogos y geólogos están más habi-
tuados a eso, porque su objeto de estudio suele estar
al aire libre. Pero para los físicos es muy difícil, porque
estamos muy acostumbrados al esquema: laboratorio
con un equipo caro, una computadora y un libro a
mano. Cuando tenemos que tomar datos en la calle,
se nos complica bastante la dinámica de trabajo.
Sobre cómo colaboramos con el proceso de argu-
mentación hay dos maneras: una buena y una mala.
La segunda ocurre con cierta frecuencia, y es que se
aceptan en el ambiente judicial nuestras conclusiones
como una verdad revelada en la que alcanza como
justificación que “lo dice un investigador del CONI-
CET” o “según los Científicos del Balseiro”. Con esta
línea argumental autoritaria, jerárquica e irreflexiva,
pueden darnos la razón, pero estamos perdiendo la
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Releer a Sherlock Holmes, siempre
parece una novedad metodológica.
Está lleno de buenas lecciones.
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discusión, la identidad y el propósito. La buena par-
ticipación resulta cuando logramos comunicar un ra-
zonamiento de manera que pueda hacerlo propio el
mismo juzgado y que pueda decidir en consecuencia.
Los resultados de las pericias no sustituyen a los jue-
ces, explicándoles lo que tienen que decidir. Nuestro
rol es mucho más modesto. A menudo la parte útil es
delimitar qué es lo que no pudo haber sucedido. Y eso
ya es mucho, ya que en las discusiones judiciales, las
alternativas no se desechan nunca jamás.
Creo que el discurso científico tiene un rol político muy
fuerte dentro de la justicia. La ciencia es antijerárquica,
argumentativa y los razonamientos y datos están a la
vista, se comparten y discuten. Plantea una relación
igualitaria de sus actores y una actuación que es inde-
pendiente del poder. Plantear en la Argentina de hoy
que la ciencia sea considerada en la toma de deci-
siones judicial, es hablar de la democratización de la
justicia y que “las bandas rajen del cielo”. Esto es muy
importante, porque la justicia es una actividad humana
que es una responsabilidad de la comunidad. En el
momento en que el poder judicial se separa del len-
guaje, la metodología y la lógica que usamos todos,
se crea un universo paralelo que genera una enorme
violencia simbólica.
DLP: En tu página de CONICET dice que la disciplina
científica en la que se encuadran tus investigaciones
es el “Desarrollo tecnológico y social proyectos com-
plejos”. ¿Por qué “y social” y por qué “proyectos com-
plejos”?
WP: Ese es el nombre del área del CONICET. Para
pertenecer a ese rubro, basta con incluir al menos una
de esas denominaciones. Lo que hacemos no es de-
sarrollo tecnológico tal como se lo piensa habitual-
mente, dentro de un esquema: investigación aplica-
da-patente-prototipo-proceso-startup-empresa. Pero
sí es investigación con una transferencia social, ya que
el propósito es responder una demanda de la socie-
dad de recibir una justicia bien fundamentada. Parece
mentira que en el discurso oficial de economizar y ha-
cer más eficiente al Estado, no se tengan en cuenta las
herramientas que el mismo Estado tiene para plantear
y resolver problemas, que es el sistema científico-tec-
nológico.
DLP: ¿A qué te referías en el título de tu charla con
“ciencia básica orientada al uso”? ¿Hacés alusión a
distinción entre ciencia básica y ciencia aplicada, o
hay algo que distingue la ciencia aplicada de la cien-
En la UNAM de México, existe la Licenciatura en Ciencias Forenses. En la foto con Vicente Torres. “Creo que
somos los dos únicos físicos en Latinoamérica que sólo nos dedicamos a la actividad forense”, comenta Willy.
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
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cia básica orientada al uso? Si hay diferencias, ¿en
qué se diferencia tu trabajo del trabajo de los “físicos
aplicados”?
WP: Como te mencioné antes, el propósito de una in-
vestigación le da sentido, criterios de validación y me-
todología. Todo esto debería ser invariable, pero en la
práctica no lo es. Pero esas variaciones no significan
que uno esté haciendo ‘otra ciencia’. El origen del tér-
mino ‘ciencia aplicada’ tiene origen en la revolución
francesa, cuando surge la École Polytechnique para
generar los recursos técnicos que demanda la campa-
ña napoleónica. Surge en oposición a los científicos
puros de la Academia de Ciencias, que eran nobles y
que investigaban por el gusto mismo de entender. Esa
oposición permanece en el imaginario aún hoy, y hay
una visión despectiva en cada una de estas tradiciones
hacia los que están del otro lado. Los básicos se dedi-
can a cosas que ellos mismos deciden, contribuyen al
avance del conocimiento y hacen lo que quieren o no
juegan el juego. Los aplicados producen objetos o tec-
nología para resolver un problema en particular. Ha-
blan con otros actores que no están en el laboratorio,
evalúan costos, utilizan un lenguaje diferente. Pero es
hora de reconocer que el uso de la ciencia, ha gene-
rado una ciencia básica diferente: es investigación que
sigue siendo básica, pero está inspirada en problemas
prácticos y que sus resultados son utilizables inmedia-
tamente, como producto del problema que los inspiró.
En el asesoramiento que hacemos a la justicia, está
instalado el discurso que es un ‘deber del investigador’
devolver a la sociedad lo que ella invirtió en el siste-
ma. Yo pienso que hay una motivación más profunda:
no hay mejores problemas para trabajar que los que
surgen de la realidad, son los problemas que interpe-
lan a la ciencia para orientarnos, para resolver, para
definir acciones y políticas.
DLP: Un caso quizás paradigmático de la ciencia fo-
rense es el “índice de abuelidad”, el análisis de ADN
que permite determinar el grado de parentesco en-
tre personas entre las que media una generación de
la cual no se cuenta con información genética. ¿Eso
también es ciencia orientada al uso?
WP: El ejemplo es interesante porque en las técnicas
de ADN está el concurso de muchas actividades. Por
una parte están los trabajos de investigación básica
que permiten el planteo de la técnica. Por otro lado
están los estudios poblacionales que dan sustento nu-
mérico a las identificaciones. Pero también hay mucha
investigación aplicada para desarrollar los aparatos
científicos, los marcadores, los sistemas de detección.
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Inspeccionando una torre del Catedral, donde descarriló el cable hace un par de años.
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No es el tema lo que determina que es básico y qué es
aplicado: es qué es lo que nos estamos preguntando
y para qué.
DLP: Vos escribiste junto con Leonardo Saccomanno
un libro llamado “Manual de Evidencia Científica
4
”
que, entiendo, es el primero del país. Contanos un
poco de la génesis del libro, quiénes intervinieron y el
objetivo que tiene este manual.
WP: Me alegra que menciones ese libro, porque es un
proyecto que hicimos con mucho cariño. La historia es
que en una oportunidad recibimos la visita de James
G. Apple y Joe S. Cecil que venían del Federal Judi-
cial Center de Estados Unidos, que es una institución
que se dedica a la formación de magistrados. Ellos
tienen un manual, que está disponible online, con la
descripción de cómo funcionan y cuáles son los funda-
mentos de las técnicas de aplicación judicial, escritas
por especialistas en el tema. Junto con Leonardo Sac-
comanno y Ernesto Martínez consultamos sobre cómo
se escribe una publicación de ese tipo y cuáles son
las dificultades. El Superior Tribunal de Justicia de Rio
Negro apoyó la iniciativa con entusiasmo e hicimos
una consulta a los jueces acerca de los temas en los
(4) Pregliasco, R.G. y L. Saccomanno (2009) Manual de Evidencia Científica. Sello Editorial Patagónico.
que tenían más necesidad de asistencia técnica. Eso
definió cuatro temas, y lo que hicimos fue elegir a los
mejores especialistas que había en cada una de esas
áreas y pedirles que escribieran un capítulo. Nosotros,
como comité editorial, pulimos el lenguaje para que
fuera de un tono continuo en el libro y para que sea
comprensible para los jueces. Trabajar con el Dr. Sac-
comanno, que es médico forense, fue muy interesante
porque él corrigió muchas cosas que para mí esta-
ban más que evidentes en el capítulo escrito por un
físico (Eduardo Osquiguil) y yo ordené mucha de la
información que me parecía desordenada y dispersa
en el capítulo escrito por un médico (el Dr. Lencioni).
Es muy interesante la confrontación entre diferentes
disciplinas. Finalmente, hubo una corrección más que
solicitamos a otros expertos en el mismo tema, para
que hagan observaciones y para que se incluya una
perspectiva abarcativa del tema, más allá de las es-
pecialidades del autor. Finalmente, cada uno de los
capítulos fue comentado por alguien del derecho. De
manera que la redacción de los especialistas pasó por
una corrección editorial, de los colegas y de jueces o
abogados. Fue un trabajo inmenso, pero el resultado
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Willy en su primer viaje al exterior a dar clases. En este caso en Valencia con Leonardo Saccomanno
(en el centro) y Fernando Verdú, Jefe de la Cátedra de Medicina Legal de Valencia (a la izquierda).
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es bueno y es una forma de tender un puente.
DLP: En una nota de un diario digital, aparecida
cuando se presentó el libro, dice que el libro “otorga
a actores del ámbito judicial una herramienta de com-
prensión al momento de analizar la prueba científica
considerada como una prueba irrefutable en el pro-
ceso judicial”. ¿En qué se basa la irrefutabilidad de la
prueba en estos casos?
WP: No existen pruebas irrefutables. Son exageracio-
nes de la prensa.
DLP: Relacionado con lo anterior, en el prefacio del
libro dice que lo que motivó su escritura es una frase
que leíste que decía que “el optimismo consiste en la
falta de datos suficientes”. Si bien ahí te referís a otra
cosa, se me ocurrió pensar de qué manera esto se
relaciona con la ciencia y en particular con tu tarea.
La colección y el análisis de evidencias dan un cierto
grado de certeza, una cierta probabilidad de que las
cosas sean de una manera y no de otra. ¿Cuándo se
tienen “datos suficientes” para dejar de ser optimista o
de tener fe, digamos? ¿Qué es lo que da esa certeza?
¿Cuál es el aporte de la ciencia en este aspecto?
WP: La Justicia interpela a la ciencia en busca de cer-
tezas. Es comprensible que se intenten formas de va-
lidación fuera de la argumentación del derecho, pero
en el fondo a mal puerto van por certezas. La ciencia
que hacemos, usamos e investigamos, tiene una larga
tradición en la dialéctica socrática: comenzar a pre-
guntarse desde la duda más completa, desde el no
saber nada, para ir construyendo el conocimiento. Los
científicos dudan, cuestionan, limitan sus resultados,
dicen cosas como ‘este resultado es compatible con...’
pero no suelen ir más allá en sus afirmaciones. Aun así
hay un aporte cierto, sobre todo en establecer límites
entre lo que pudo haber sucedido y lo que no. Es un
objetivo modesto, pero relevante.
DLP: Supongo que entre las distintas partes involu-
cradas en el estudio de un caso, actores del ámbito
judicial, y científico existen barreras del lenguaje y la
comunicación ¿Cuáles son las dificultades en este sen-
tido? ¿Requirió de “aprender” otro lenguaje?
WP: Aprender otro lenguaje es un proceso que todo
investigador debería enfrentar seriamente. El lenguaje,
los preconceptos y las ideologías limitan lo que somos
capaces de pensar e imaginar y eso limita nuestras
teorías científicas. Cada cultura permitió imaginar
diferentes teorías. Si bien hay mucho escrito sobre el
tema, para los científicos esto es una novedad. Mu-
chos físicos son incapaces de ver la rara conexión que
hay entre la mecánica cuántica y los surrealistas, pero
es la misma sociedad la que produjo ambas cosas.
Un descubrimiento científico no está en los datos, está
en la manera en que se interpretan y se describen.
Por eso buscar nuevos lenguajes, más claros y directos
para expresar nuestras ideas, son parte del proceso
de investigación. Nuevas palabras generan nuevas
ideas. Esos lenguajes son indispensables para tener
una buena comunicación con profesionales de otras
formaciones. Pero insisto, eso no es trabajo para los
investigadores interdisciplinarios o para los divulgado-
res: es una virtud profesional de todo investigador.
DPL: Has trabajado en algunos casos muy resonantes,
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Declarando en el juicio de Trelew. Con todo el peso simbólico de la situación.
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¿cuál es el que te resultó un desafío más grande? ¿Por
qué?
WP: Cuando se nos propuso investigar “La masacre
de Trelew
5
” de 1972 fue un desafío enorme a muchos
niveles: en primer lugar, el sitio no había sido preser-
vado por 35 años, además, era la primera pericia que
hacía solo, después de la muerte de Ernesto Martínez,
el trabajo se realizaba en otra ciudad, a 1000 km de
los laboratorios a los que tenía acceso, a mis herra-
mientas, a mi casa,… era un hecho de una trascen-
dencia histórica innegable y no tenía idea acerca de
cómo empezar... Me acuerdo de las primeras horas en
la base Almirante Zar. Caminaba y hacía listas. De a
poco fue estructurándose un plan de trabajo. No creo
que haya mayor emoción que estructurar un plan de
trabajo desde la nada misma, y después verlo crecer
en resultados. Supongo que cada caso representa un
problema distinto y requiere de sentarse a pensar en
cómo resolverlo, ya que no hay protocolos o metodo-
logías preestablecidas.
DLP: ¿Qué fue exactamente lo que te pidieron inves-
tigar en este caso?
WP: El pedido era inusual. Como habían pasado mu-
chos años del hecho, se corría el riesgo de hacer un
juicio basado en los libros de historia. Por eso el juez
de instrucción tomó testimonios a quienes nunca ha-
bían sido convocados pero que estaban en la Base
Militar, y eso permitió ir recuperando un relato colec-
tivo del momento en que ocurrió la masacre. Por otro
lado a mí se me solicitó encontrar cualquier evidencia
física de lo que ocurrió esa noche. Lo único que tenía a
disposición eran las paredes (y sólo las que quedaban
en pie, luego de las reformas que sufrió el lugar desde
1972), así que nuestro trabajo fue un estudio sobre las
paredes del lugar.
DLP: ¿Cuáles fueron tus aportes a la investigación en
ese caso?
WP: Hubo un aporte muy elemental, pero muy im-
portante: hacer un plano a escala del lugar, tal como
estaba en 1972. Al estudiar las paredes, pudimos ubi-
car los calabozos, las puertas, el ancho del pasillo,
la secuencia de reformas. Eso nos permitió hacer un
plano del lugar sobre el que ubicar los testimonios. Eso
no es un resultado muy espectacular, pero determina
las condiciones de posibilidad del juicio: es muy difícil
constatar los dichos de los testigos, sin saber cómo
era el lugar. Con ese plano, ubicamos las diferentes
versiones que había sobre los hechos. Las versiones
oficiales de la Armada eran tres diferentes. En una de
ellas, la ubicación de los participantes era imposible
en un pasillo tan angosto, y en otra era una situación
bastante inverosímil. Los croquis que hicieron los so-
brevivientes coincidían bastante bien con el plano y se
podían ubicar a los personajes sin inconvenientes.
La pared del fondo del pasillo era la más importante
que estaba en pie. Decapando la pintura capa por
(5) La llamada “Masacre de Trelew” consistió en el asesinato de 16 miembros de distintas organizaciones peronistas y de izquierda, presos en el penal de
Rawson, ametrallados por marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis E. Sosa. Los hechos ocurrieron el 22 de agosto de 1972, en la Base Aeronaval
Almirante Zar, una dependencia de la Armada Argentina próxima a la ciudad de Trelew, provincia de Chubut.
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
Describiendo al juzgado lo que se ve en la pared de donde fue la masacre de Trelew.
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capa, pudimos constatar que había dos regiones se-
paradas por una línea irregular a 1.60 m del piso.
Por encima de esa línea la pared estaba intacta, el
revoque era el mismo que el resto del edificio y las
modificaciones que tenía la pared eran posteriores a
los hechos que investigábamos por las capas de pin-
tura que tenían encima. Pero por debajo de esa línea,
la pared había sido picada hasta el ladrillo y revocada
nuevamente. Esa reparación nos decía que los dispa-
ros habían estado todos debajo de esa línea. Los mi-
litares que estaban en el lugar, habían disparado con
armas de repetición, y que no hubiera un solo disparo
por encima de la altura del pecho, era un indicador
de que habían disparado afirmados y apuntando y no
que se les habían escapado los disparos por una situa-
ción de tensión, como los testimonios sugerían.
Para mí fue muy interesante el análisis de los revo-
ques, porque indirectamente fue una comparación de
la arena que se había utilizado en cada uno. Fue la
primera causa en la que vi que una buena dosis de es-
tadística es indispensable para interpretar la evidencia.
Las dudas que surgieron en esos días, siguen siendo
temas de investigación y de estudio hoy en día.
DLP: ¿Cuáles son los mayores problemas con los que
te enfrentás con tu grupo cuando tenés que contestar
alguna pregunta?
WP: Los desafíos más interesantes son los metodoló-
gicos. Cuando se empieza a describir un problema,
encontrar las palabras, las modelizaciones, las varia-
bles que intervienen y qué es lo que hay que estu-
diar en cada caso, es el paso más excitante y menos
pavimentado de la actividad. ¿Cómo se recorta la
realidad para modelarla y entender algo? ¿Qué es
posible hacer y qué es un delirio perfeccionista? La
mayor dificultad es pensar con libertad. La peor situa-
ción es cuando, después de imaginar una solución y
definir una estrategia, que surjan las preguntas: y la
física, ¿dónde está?, para esto ¿hacía falta un cien-
tífico?, pero… para resolver esto ¿no vamos a poder
usar nuestro equipo nuevo?, esto ¿tiene que ver con
mi plan de beca?… Los problemas nunca vienen or-
denados según un capítulo de libro, por incumbencias
o por los equipos que hay en un laboratorio. Estas
objeciones siempre hacen que los problemas más in-
teresantes nos pasen de largo.
DLP: En la resolución de algún caso, ¿has tenido que
desarrollar alguna idea nueva, o se ha abierto alguna
línea de investigación teórica interesante a partir de las
preguntas que intentabas contestar?
WP: En casi todos los casos. Cuando nos maneja-
mos dentro del laboratorio tenemos que leer muchas
publicaciones y trabajar muchos años para encontrar
un tema nuevo o plantear una pregunta interesante.
En esta área, para mi sorpresa, aparecen temas nue-
vos a cada rato. Mi inquietud es que no voy a poder
profundizar en todo eso. Pero tengo mis preguntas en
una libretita y de allí surgen experimentos, propuestas
de trabajo para mis alumnos, cosas para desarrollar y
publicar, colaboraciones. El mundo es muy interesante
y hay mucho por hacer.
Imagen: Gentileza de R. P
regliasco.
En la Base Almirante Zar, describiendo los hallazgos de la pericia ante el jurado.
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Un tema que me sorprendió fue en el trabajo que
hicimos sobre el 20 de diciembre del 2001. Se nos
pidió ordenar el material gráfico en la causa, que
consistía en unos 60 videos (¡en VHS!). Buena parte
del material había sido transmitido en vivo y tenía la
hora sobreimpresa. A lo sumo había que calibrar los
relojes buscando eventos que habían sido registrados
simultáneamente por diferentes cámaras. Pero había
videos sin la hora. Cada tanto podíamos ubicar el ho-
rario de una toma, por comparación con otro video,
o podíamos decir que la toma era posterior a cierto
horario porque un cartel ya estaba roto o había una
mancha de sangre de un hecho que teníamos bien
datado. Nos dimos cuenta que podíamos establecer
una red de relaciones horarias en el material sin datar
que iba limitando progresivamente el horario posible
de cada toma de los videos. Desarrollamos algoritmos
computacionales para procesar los sistemas de reglas,
que conducen a resultados no triviales. Descubrimos
que existe una rama de la ‘programación orientada
a reglas’ pero como nuestro problema era diferente,
tuvimos que desarrollar nuestros propios métodos. Es
un tema fascinante en el que nos gustaría seguir tra-
bajando.
DLP: Contanos algún caso en el que hayas interveni-
do y que te haya resultado particularmente interesante.
Los trabajos más lindos para mí son los informales.
He recibido muchas consultas de fiscalías para leer un
expediente y sugerir líneas de investigación o técnicas
que aplicar. Es curioso porque la impresión que le que-
da a uno es que no hizo nada más que ordenar los da-
tos a la vista, pero siempre eso produce una sorpresa
en la gente de otros ambientes. Es que los científicos
somos gente rara, y nuestra rareza está entrenada por
la profesión. En algunas de esas causas, me sorpren-
dió que la conclusión era la contraria a la primera im-
presión que había tenido. Cuando eso sucede, me da
mucha satisfacción: estamos probando que los méto-
dos que usamos para investigar son una herramienta
posible contra el prejuicio, ese fantasma.
DLP: ¿Alguna anéctota divertida?
WP: Cierta vez recibo una consulta de INVAP, de la
gente que diseña los satélites, porque tenían un pedido
de un juzgado y no sabían cómo responder. Indagué
un poco y la historia es que desde un juzgado de Santa
Fe, habían consultado al CONICET local para ver si
un cable algo chamuscado se había quemado desde
dentro, (por haber conducido una corriente excesiva)
o por fuera (a causa de un incendio que ocurrió). Al-
gunos físicos de por allá habían discutido el tema y
finalmente informaron que no contaban con los me-
dios suficientes para hacer el análisis. Esa inquietud
fue transferida a INVAP en Buenos Aires y luego a Ba-
riloche y así me llegó. Me reuní con algunos colegas y
en seguida empezamos a dar ideas sobre cómo que-
mar cables de diferentes formas para poder respon-
der el problema. Tuvimos tantas sugerencias y había
que chequear tantas cosas, que ya iba en camino de
responder lo mismo que los colegas de Santa Fe: ¡no
alcanzaba el Centro Atómico Bariloche para analizar
un cable quemado! La conclusión era tan absurda que
me di cuenta que habíamos caído en una trampa:
estábamos tratando de hacer un estudio como si el
mundo no existiera, como si tuviéramos que reinven-
tar toda la experimentación humana no documentada.
La solución (al menos para mí) era preguntarle a un
electricista. Ellos ven cables quemados con frecuencia
y tienen experiencia para opinar con conocimiento so-
bre el tema. Me causa gracia cómo los científicos no
podemos resolver un problema si es demasiado sim-
ple.
DLP: Muchas gracias Willy!
WP: Gracias a vos por la linda charla.