APROXIMACIÓN TEÓRICA AL TURISMO SLOW.
- ENSAYO -
Sergio Valdivia Izquierdo* | |
Jeisy Díaz Fernández** | |
Daniela Vidal Díaz*** |
Facultad de Turismo
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Valdivia Izquierdo, Sergio; Díaz Fernandez, Jeisy y Vidal Díaz, Daniela. (2022). Aproximación teórica al turismo slow. Ensayo. Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo, 20 (2) 71-82.
ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25456199/axa94csrl
Recibido:31/10/2022 | Aceptado:19/12/2022.
R E S U M E N Las prácticas turísticas slow son una nueva tendencia de turismo alternativo que tuvo su origen en Italia y está adquiriendo cada vez mayor relevancia a nivel mundial. Dicha tendencia, por sus características, puede ser una oportunidad para la realización de prácticas alternativas y sostenibles de turismo en los destinos. El presente ensayo, con un carácter descriptivo y exploratorio, tiene como objetivo sintetizar los elementos teóricos que conforman el fenómeno de las prácticas slow en el turismo. Para dar cumplimiento a este objetivo, se emplearon herramientas metodológicas tales como el análisis bibliográfico documental de conceptos básicos y evolución de la tendencia slow en el turismo, así como la observación directa. Entre los principales resultados obtenidos se encuentran la síntesis de los aspectos centrales investigados relacionados a la tendencia slow como patrón de consumo, así como dilucidar las bases para definir el concepto de las prácticas slow en destinos turísticos. Una mayor comprensión de los aspectos mencionados contribuye a la extensión de este concepto como alternativa sostenible para las actividades turísticas en destinos.
PALABRAS CLAVE turismo slow – viaje slow – sostenibilidad – transporte turístico. |
THEORETICAL APPROACH TO SLOW TOURISM
- ESSAY -
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Valdivia Izquierdo, Sergio; Díaz Fernandez, Jeisy y Vidal Díaz, Daniela. (2022). Theoretical approach to slow tourism. Essay. Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo, 20 (2) 71-82.
ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25456199/axa94csrl
Received: 31/10/2022 | Accepted::19/12/2022.
A B S T R A C T The slow trend is a new form of alternative tourism that originated in Italy and is becoming increasingly important worldwide. This tendency, due to its characteristics, can be an opportunity for the realization of sustainable tourism activities in destinations. This essay, with descriptive and exploratory characteristics, has as its main objective to synthesize the theoretic elements on which the phenomenon of the slow tourism trend is based on. To fulfill such objective, we applied methodological tools such as the bibliographic-documentary analysis of related basic concepts and the evolution of the slow trend in tourism; and the direct observation. Among the main results obtained there are the synthesis of the main aspects that determine the basis of the slow tourism practices as a consumption pattern, as well as to elucidate the bases that define the slow concept for touristic destinations. A major understanding of the mentioned aspects contributes to the extension of the slow trend as a sustainable alternative for the touristic activities in destinations.
KEYWORDS slow tourism – slow travel – sustainability – touristic transportation. |
INTRODUCCIÓN
El auge del turismo de masas ha reflejado la rápida proporción de crecimiento económico de muchas economías desarrolladas, a partir de los adelantos en la tecnología de transporte, la disponibilidad de combustible, y el deseo de las clases medias por adquirir capital cultural a través del viaje. Sin embargo, los trabajos de investigadores, activistas ecológicos y políticos han revelado las bases de la insostenibilidad inherente para el turismo de masas convencional (Markwell, Fullagar & Wilson, 2012). Ello evidencia la necesidad de nuevos modelos o alternativas para las prácticas turísticas.
Los gestores turísticos tienen entre sus desafíos a fenómenos tales como las pandemias, cambios en la esfera geopolítica, económicos, entre otros elementos del macroentorno, que generalmente ocurren independientemente de los destinos, y no obstante inciden directamente en los mismos, a lo cual cabe agregar lo afirmado por Dickinson & Lumsdon (2010):
“el desafío para el turismo en el siglo XXI es cómo reformarse para que las personas puedan seguir disfrutando de su tiempo libre, mientras que, al mismo tiempo, el sector de la oferta gestiona cómo evitar los peores escenarios de cambio climático”(84).
Por ello se considera al turismo como un sector dotado de gran dinamismo y de riesgos, que requiere la innovación constante a través de las experiencias prácticas, así como de la investigación académica.
En los estudios turísticos se toman en cuenta, además de las modalidades, los llamados patrones de consumo o filosofías de viaje. Estos se pueden considerar como la forma en que se consumen o llevan a cabo las actividades turísticas, de acuerdo a las preferencias de los viajeros. Como parte de las alternativas sostenibles para llevar a cabo las actividades turísticas se toma como objeto de estudio en el presente trabajo a las prácticas slow, por las oportunidades que brindan su estudio y aplicación en destinos.
Existe un nicho de mercado para la tendencia slow a nivel internacional, que incluye a los asociados a la organización Slow Food International que posee millones de activistas repartidos en más de 160 países. Una gran parte de dichas personas proviene de países europeos, fundamentalmente de Italia, Alemania, Reino Unido y Francia, así como de otros países fuera de Europa, tales como Australia, Japón y Estados Unidos; los cuales constituyen clientes potenciales de productos turísticos slow.
A partir de la evolución de modelos sostenibles, los destinos han tenido que adaptar su oferta a una serie de prácticas alternativas relacionadas con modalidades como el ecoturismo, agroturismo, turismo cultural. Por sus vínculos con dichas modalidades, la tendencia slow se presenta como una oportunidad para crear una experiencia de consumo responsable acorde a estas prácticas. Ello tiene como ventaja el empleo de medios de traslado alternativos, el impulso de la economía local, y la gestión de una experiencia turística donde el visitante puede lograr un vínculo más cercano y auténtico con el destino, mientras explora y aprende durante los viajes usando medios de transporte eco amigables, donde el tiempo empleado durante el desplazamiento se compensa con el disfrute del entorno de manera respetuosa con el medio ambiente.
Desde el ámbito teórico, se puede partir de los estudios realizados en Krippendorf (1984), donde se establecen las bases de ‘‘el credo para una nueva armonía’’(s/r). Dicho autor se anticipa por aproximadamente una década al auge de prácticas alternativas de turismo que fomentan la sostenibilidad ecológica y el intercambio equitativo entre locales y turistas. Sobre la base del trabajo de dicho autor, se ha publicado un extenso grupo de artículos que han abogado por minimizar los impactos negativos sociales, culturales y medioambientales en el turismo, creando al mismo tiempo un mayor nivel de calidad de la experiencia para el local y el visitante.
Desde que se incorporó el ecoturismo en el discurso académico como una forma designada de turismo a finales de 1980, la nomenclatura ha incluido ‘‘el turismo alternativo’’, ‘‘el turismo sustentable’’, ‘‘el nuevo turismo’’ y ‘‘el turismo responsable’’. Para Markwell, Fullagar & Wilson (2012), la definición slow funciona como una metáfora que cuestiona el culto de velocidad y fomenta un acercamiento a una vida que valora el tiempo en términos de relaciones entre las personas y lugar.
Con estas prácticas alternativas se cuestiona el concepto de crecimiento fuerte, el cual da énfasis al aumento en el tamaño y escala, con un enfoque en incrementar los niveles de producción y consumo. El turismo de masas emplea las fórmulas de crecimiento fuerte a través del aumento de la cantidad de habitaciones y turistas que fluyen a través de la zona. Por otra parte, el crecimiento suave promueve las mejoras en la eficacia cualitativa promoviendo el desarrollo económico, desarrollando los recursos locales y mejorando los niveles de eficiencia, producción, consumo e ingresos cualitativos, en lugar de meramente incrementar el crecimiento y acumulación del capital (Conway & Timms, 2010). Por la extensión, se entiende a esta conceptualización de crecimiento suave de sustento “más allá del crecimiento fuerte” como una base teórica no sólo para la prácticas turísticas slow, sino para el Movimiento Slow en general.
Los orígenes de dicho movimiento se remontan a la creación de la primera organización llamada Movimiento Slow Food’ en 1986, en Bra, ciudad italiana de la región de Piamonte, fundado por Carlo Petrini, como una iniciativa contra la proliferación de la cadena de restaurantes de comida rápida McDonald´s, específicamente en Roma (Slow Food, 2015).
El Movimiento Slow Food constituye un ejemplo conocido y específico de crecimiento suave en respuesta a la sociedad de consumo masivo (Petrini 2001; Stille 2001; Kummer 2002; Irving 2008). Este cuenta con una organización internacional llamada Slow Food International, fundada en 1989, con una red de cien mil socios con presencia en más de 160 países y tiene como argumento central el derecho de todos a una “alimentación buena, limpia y justa” (Slow Food International, 2020, π 1).
La organización considera que la alimentación está relacionada con muchos otros aspectos de la vida, incluidos la cultura, la política, la agricultura y el medio ambiente, y que a través de las elecciones personales relacionadas con el consumo de alimentos se puede ejercer una influencia colectiva sobre la forma en la que estos se cultivan, se producen y se distribuyen, generando en consecuencia, un gran cambio positivo. La institución cuenta además con una serie de proyectos que se desarrollan a través de las comunidades slow en cada país, tales como el Arca del Gusto, los Baluartes, los Mercados de la Tierra, la Alianza de Cocineros y los Huertos Slow. Dichos proyectos, dado su carácter internacional cuentan con representación en numerosos países y aportan los cambios positivos, pues surgen de la iniciativa de las propias comunidades locales.
La organización Slow Food ha estimulado muchos otros derivados conocidos colectivamente como Movimiento Slow. Uno de estos es el concepto de Cittaslow (pueblos slow), creado en 1999 (Honoré, 2005), como un enfoque alternativo para el desarrollo urbano contemporáneo (Mayer & Knox, 2006). El grupo ha seguido creciendo con la designación oficial de decenas de otros pueblos en Italia, Alemania, Inglaterra y muchos otros en proceso de certificación en Estados Unidos, Australia y Japón (Petrini, 2010). Cabe destacar para América Latina, el caso de Pijao (Colombia), que se convirtió en el primer municipio en entrar a la red global de pueblos slow en octubre del año 2014 (Gobernación del Quindío, 2014).
El manifiesto de Cittaslow implica en las ciudades la reducción del ruido y el tráfico; incrementar las zonas verdes y pasos peatonales; apoyo a los agricultores y granjeros locales y las tiendas, mercados y restaurantes que venden lo que ellos producen; preservar la estética local y las tradiciones culinarias; promover el uso de tecnología que protege el medio ambiente, y fomentar el espíritu de colaboración en la comunidad y la hospitalidad (Honoré, 2005).
Los pueblos slow ponen de manifiesto un enfoque en los recursos locales, enfatizando las fortalezas sociales, culturales y económicas y la importancia del patrimonio regional. El movimiento tiene como objetivo mejorar la sostenibilidad urbana y abordar las interdependencias entre el medio ambiente, la economía y la equidad (Campbell, 1996).
Por otra parte, teniendo como base al movimiento slow, se comienza a promover los viajes slow como una alternativa a las vacaciones evasivas y rápidas del turismo de masas. Este concepto se relaciona con los flujos turísticos y se centra en el disfrute del viaje en lugar de solo el viaje físico como medio de transporte a un destino.
Conociendo el amplio abanico de aspectos a los que se puede vincular lo slow, no solo como un patrón de consumo, sino como un estilo de vida, se puede continuar con el análisis de su aplicación en el turismo en sí. La difusión de nuevas prácticas ha incitado una reevaluación de los patrones de consumo y valores tradicionales. De esta manera, autores como Guiver & McGrath (2016) se refieren al concepto de turismo slow (TS), el cual ha surgido recientemente como un patrón de consumo en el turismo que contrasta con muchas prácticas de turismo tradicionales contemporáneas. Siendo un término relativamente joven, la definición exacta de TS todavía está debatiéndose.
Según Matos (2004), el TS se fundó en dos principios: tomándose el tiempo
y la adhesión al lugar, y poniendo en la práctica sus teorías sugiere que una
forma de hotel que él denominó ‘‘los Slowtel’’ podrían desarrollar las ideas
que fomenta el ideal slow. Dicho concepto aún no se ha aplicado de forma
organizada, pero se puede relacionar con el concepto de los hoteles boutique,
por las semejanzas que guardan con el ideal mencionado anteriormente,
teniendo como eje central lo exclusividad a través de productos autóctonos,
artesanales.
Autores como Guiver & McGrath (2016) afirman que las prácticas de TS constituyen una norma para millones de personas que durante sus vacaciones anuales realizan camping, pernoctando en las caravanas, alojamiento alquilado, con los amigos y relaciones o quizás en una segunda casa, sumergiéndose a sí mismos en el ambiente de sus destinos, consumiendo alimentos y bebidas locales, y caminando o recorriendo en bicicleta los alrededores.
Teniendo en cuenta los elementos fundamentales vinculados a las prácticas de TS, Pécsek (2018) presenta un modelo organizado en las siguientes cuatro categorías: localidad, sostenibilidad, bienestar social y enfoque en la experiencia, tal como se muestra en la figura 1.
Figura 1. Modelo de los cuatro pilares del TS.
Fuente: elaboración y traducción propia, adaptado de Pécsek (2018, 9).
Dicha autora integra un conjunto importante de aspectos que pueden emplearse como base o punto de partida para la conceptualización de las prácticas slow en comunidades o destinos turísticos específicos, aunque dicho modelo puede ampliarse al incorporar también otros elementos que serán abordados a continuación.
En Conway & Timms (2003) se argumenta la necesidad de una reconceptualización holística del llamado nuevo turismo, para retomar su premisa original de ser la antítesis del turismo de masas. Dichos autores no se refieren “al reemplazo de productos de turismo de sol y playa con diversos modelos de turismo alternativo tales como ecoturismo, turismo de naturaleza, agroturismo, turismo patrimonial y otros”(331) sino que presentan al TS como la solución que identifica filosóficamente y contrarresta el problema central de la saturación del turismo de masas como un resultado de un crecimiento fuerte y fórmulas de desarrollo no sostenibles.
Desde una perspectiva de sostenibilidad económica, las disparidades entre el crecimiento fuerte y el suave se pueden considerar como el reflejo del contraste entre ‘‘estilo de vida rápido’’ (fastlife) y el llamado del movimiento slow para un ‘‘estilo de vida lento o pausado’’ (slowlife).
Los autores Conway & Timms (2012) agregan que reduciendo la fuga de
capital a través del aprovisionamiento local de productos agrícolas y bebidas,
artes manuales, muebles, y actividades de servicio, se obtiene una mayor cantidad de ingresos turísticos en el destino. Este aspecto se relaciona tanto
con los fundamentos del llamado concepto de kilómetro cero, como con la base
para el desarrollo de la comunidad local. Las metas de equidad involucrando el
control de planificación local, administración y las empresas identificadas con el
TS, no sólo deben combatir la fuga de capital pero también deben promover los
beneficios socioeconómicos justos a las comunidades locales (Renard, 2001).
Relacionando las prácticas slow con los viajes turísticos, Molz (2009) en
su análisis de las relaciones entre el turismo, viajes y modernidad, concluyó
que la aceleración era asociada con los conceptos como ‘‘éxito, ‘‘belleza’’ y ‘‘libertad’’ mientras que se vio a la lentitud asociada con ‘‘incorrecto’’ o formas ‘‘indeseables’’ de viajar. Ello constituye uno de los elementos que sustenta el
desplazamiento de grandes flujos turísticos a destinos en los cuales se busca
realizar el mayor número de actividades en el menor tiempo posible y trae
consigo el subsecuente desgaste de los recursos turísticos, así como problemas
de infraestructura y de la capacidad de carga de los destinos
Acorde a estos planteamientos, Gardner (2009) vincula viaje el slow con:
“Hacer decisiones conscientes, un enfoque en la desaceleración en lugar de la velocidad. El desplazamiento se vuelve el momento para relajarse, en lugar del estresante interludio entre casa y destino. El viaje slow cambia la percepción del tiempo, transformándolo en un artículo de abundancia en lugar de uno escaso; reforma la relación con los lugares, mientras permite y anima el compromiso más íntimo con las comunidades a través de las que se viaja” (11).
Para autores como Dickinson & Lumsdon (2010), el viaje slow es la manera en que el turista define su tránsito como formas de desplazamiento más lentas tales como el viaje en autobús, tren, bicicleta, o a pie. Sin embargo, el fenómeno no se debe enfocar en el medio de transporte en sí, sino en la forma de aprovechamiento del mismo.
El viaje slow es considerado por algunos investigadores como altamente sofisticado en cuanto al contexto geográfico y nivel de desarrollo de la infraestructura, lo cual lo hace más apropiado para destinos cercanos al hogar del visitante, limitándolo a las regiones más desarrolladas del mundo. Al ser las distancias relativamente cortas las que más se aproximan al modelo ideal del viaje slow el mismo es recomendado para entornos locales donde la abundancia y diversidad de paisajes cercanos ofrece una experiencia placentera mientras los viajeros slow realizan viajes relativamente cortos.
La distinción entre el TS y el viaje slow es a menudo incierta (Guiver & McGrath, 2016). Por lo tanto, a consideración de los autores del presente trabajo, cuando los viajeros slow pernoctan en una renta, hostal, o bed and breakfast (B&B), disfrutan del arte culinario local, comidas regionales y bebidas consumidas al mismo ritmo que los locales; se convierten en turistas slow, en correspondencia con las definiciones de visitantes, excursionistas, turistas y el fenómeno del Turismo, según la OMT (2010).
Según Poon (1994), esta nueva práctica también llamada en ocasiones Slow Mobility, depende en parte del acceso eficiente a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs). El Internet, que ya es parte del desarrollo humano en el siglo XXI, permite a los visitantes aprender sobre el Movimiento slow, para localizar productos turísticos representativos e interactuar con otros turistas que comparten sus experiencias a través de blogs. El advenimiento de las tecnologías de la información y el acceso a ellas incluso en lugares remotos ha permitido una mayor participación y control de las comunidades locales, particularmente en el turismo (Pattullo, 2005). El TS a través de este medio interactivo ampliamente difundido, puede fomentar y promover una gran cantidad de ofertas colectivas auténticas de manera participativa e inclusiva, cultivando calidad en la experiencia y el disfrute de locales y visitantes por igual, lo cual constituye un reto para los destinos turísticos por la dependencia que se genera en relación al desarrollo tecnológico de las TICs.
Los preceptos del viaje slow definen a estos turistas como consumidores preocupados y ecológicamente sensibles, pero abundan los desafíos para combinar la necesidad de viajar distancias más cortas, reducir las huellas ecológicas e insistir en un enfoque mucho más explícito en la experiencia de viaje, como principios rectores de este turismo alternativo. Se debe tener en cuenta la importancia de la participación de las partes interesadas locales: propietarios de casas de huéspedes y B&B, guías de naturaleza, proveedores de servicios de transporte locales, proveedores de alimentos y empresas de agroturismo. Las experiencias de TS en las que ellos también participan son un aspecto tan esencial de un género de turismo sostenible tan nuevo y consciente en los tiempos contemporáneos, como lo son las experiencias de ocio de los huéspedes durante sus vacaciones.
Acorde a los preceptos del crecimiento suave mencionados anteriormente, la tendencia slow involucra un cambio en las prácticas de vida de las personas en general, de un ritmo de vida acelerado hacia uno que enfatiza la experiencia (calidad) sobre el mero consumo (cantidad).
Se puede referir al viaje slow como un patrón de consumo de los viajes turísticos, en la cual se considera el desplazamiento en sí como el destino o la motivación principal; que requiere el uso de medios de desplazamiento ecoamigables, aunque en el caso de regiones con menor desarrollo, se valora más la forma en que se emplean dichos medios para reducir la huella ecológica.
El enfoque en los itinerarios de viaje locales y el uso preferido de una amplia gama de modos de viaje, como autobuses, trenes, caminatas y ciclismo, conlleva a la aparente contradicción de cómo se pueden realizar viajes de larga distancia sin recurrir a las aerolíneas o automóviles. La solución a dicho aspecto puede estar dada en que la filosofía del viaje slow, se basa en no enfocarse en el tipo de vehículo sino en cómo se usa el medio de transporte de manera “consciente”, reduciendo los impactos ambientales negativos según sea posible y priorizando la experiencia del desplazamiento.
Para el destino, el viaje slow se concibe como un nivel superior de la experiencia turística para la gestión puesto que precisa de un nivel de desarrollo tecnológico que permita crear las condiciones, no con acciones eco amigables aisladas, sino a través de una gestión holística que garantice durante todo el proceso la sostenibilidad del destino.
Consideramos a la tendencia slow en el turismo como una filosofía o patrón de consumo a adoptar en el conjunto de prácticas turísticas de una zona o destino turístico específico, que puede ser rural (preferiblemente) o urbano, el cual presenta recursos, atractivos y productos turísticos (haciendo énfasis en el alojamiento en hostales o casas de renta y hoteles boutique, así como en la oferta de negocios de comida y bebidas locales y autóctonos). Implica una asociación entre el sector político y el privado, con la comunidad local (a través del gobierno, los gestores del turismo y los habitantes locales) con los turistas, brindando una atención más personalizada. Requiere de una infraestructura vial y de transporte que permita el traslado a pie o en medios de desplazamiento tales como bicicleta, trenes, y ómnibus públicos de forma sostenible, contribuyendo al cuidado y conservación de los recursos naturales, antrópicos y el patrimonio local; y la priorización de las inversiones en la mejora de las condiciones existentes de los aspectos mencionados y las necesidades de la comunidad local, en lugar del incremento de las ventas o la planta habitacional, o sea, priorizar la calidad y no la cantidad, de acuerdo a lo establecido en la economía de crecimiento suave.
Se hace evidente en muchos destinos de turismo de masas, la necesidad de crear infraestructuras que permitan crear los espacios o productos turísticos ideales para fomentar el flujo de los visitantes vinculados a los aspectos mencionados anteriormente, con un alto grado conciencia ambiental, respeto e identificación al destino turístico y sus habitantes, lo cual se traduce en mejoras cualitativas a mediano y largo plazo, así como una reducción de los impactos negativos del turismo. Para los investigadores queda aún mucho espacio para continuar el análisis, debate y difusión de las prácticas slow y otras alternativas relacionadas, para fomentar su conocimiento y aplicación por parte de los decisores de políticas y gestores de los destinos turísticos.
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