Revista Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo | CONDET
Comunidades receptoras. Ensayo.
Nadia Alasino, Año XXI Vol. 19 Nº2 pp. 83-91.

 

COMUNIDADES RECEPTORAS:
REFLEXIONES SOBRE LOS ALCANCES DE LA CATEGORÍA PARA
EL ANÁLISIS Y LA PLANIFICACIÓN DEL TURISMO. ENSAYO

 

 

Nadia Alasino*

 

Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Universidad Nacional de Rosario
Argentina

 

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Cita recomendada (APA 6ta ed.)

Alasino, N. (2021). Comunidades receptoras: reflexiones sobre los alcances de la categoría para el análisis y la planificación sobre el turístico. Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo, 19 (2), 83-91.

Recibido:29/06/2021 | Aceptado: 03/09/2021.

 

 

R E S U M E N

El objetivo de este escrito es problematizar los sentidos difusos que subyacen en la construcción de comunidades receptoras vinculadas al turismo. Se utiliza un enfoque sociológico para un debate en torno a las implicancias teóricas y políticas de la utilización de esta noción. Como resultado del análisis, se concluye reconociendo el carácter contextual que tiene la
construcción de comunidades receptoras. Se indica el potencial que puede generar para la apertura al encuentro cultural y la participación ciudadana. Y se señalan límites que tiene la noción, en tanto invisibiliza la pluralidad de intereses y visiones al interior de esas comunidades y los conflictos que pueden de allí derivarse.

PALABRAS CLAVE
comunidad receptora- enfoque sociológico- turismo.

 

 

HOST COMMUNITIES:
REFLECTIONS ON THE SCOPE OF THE CATEGORY
FOR ANALYSIS AND PLANNING ON TOURISM. ESSAY

Nadia Alasino*

 

Faculty of Political Science and International Relations
Rosario National University
Argentina

 

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Recommended citation style (APA 6ta ed.)

Alasino, N. (2021). Comunidades receptoras: reflexiones sobre los alcances de la categoría para el análisis y la planificación sobre el turístico. Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo, 19 (2), 83-91.

Received: 29/06/2021 | Accepted:03/09/2021.

 

A B S T R A C T

This document aims to discuss the diffuse meanings of the construction of host communities linked to tourism. It follows a sociologic approach, to debate theoretical and political implications of this notion. The analysis concludes that the construction of host communities is linked to the social and political context, where it might strengthen cultural exchange and participation. However, it also highlights that it might conceal plurality of interests and different visions within these communities and conflicts that may therefor occur.

KEYWORDS

host community - sociological approach - tourism.

 

INTRODUCCIÓN

Este escrito aborda una serie de interrogantes conceptuales acerca de la noción de comunidades receptoras, en el marco de los espacios de planificación de políticas y de indagación sobre el turismo. La intención del documento es problematizar los sentidos difusos que subyacen en la construcción de comunidades receptoras en los territorios donde se desarrolla el turismo, recuperando como herramientas las problematizaciones de las teorías y ensayos sociales sobre las comunidades.

No es propio de este documento la reflexión histórica. El objeto de este trabajo es netamente moderno: se focaliza sobre los procesos vinculados al desarrollo del turismo que se configuran en las postrimetrías de la segunda guerra mundial. Se analizan los conceptos que atraviesan al turismo contemporáneo, definido a partir de sus rasgos de desplazamiento circular, vinculado a la existencia de espacios de ocio, cierta estructura de producción y de consumo, y una construcción institucional que regula oportunidades y formatos de la actividad colectiva y la experiencia individual.

En este marco se contextualizan las comunidades receptoras como elementos del sistema turístico. Las comunidades receptoras son proveedoras de servicios necesarios para la satisfacción de las necesidades del visitante; participan de la oferta generada localmente; se han incluso identificado como elementos claves del atractivo de los destinos; juegan un papel relevante en la conservación o deterioro de los recursos naturales y culturales; y pueden ser beneficiadas o alteradas por los demás elementos del sistema (Monterrubio Cordero, 2009).

El documento se nutre del debate sociológico sobre el concepto de comunidades y con este andamiaje teórico analiza los rasgos más frecuentes que atraviesan los análisis sobre el turismo que involucran a las comunidades receptoras. Partiendo del reconocimiento de una tradición que hunde sus raíces en el pensamiento sociológico clásico, se desarrollan elementos del ensayismo sociológico de fines del siglo XX e inicios del XXI, para arribar a una discusión sobre qué devela y qué oculta la conformación de comunidades receptoras. Se destacan aquellos aspectos que limitan el desarrollo del turismo. Se finaliza el documento con la identificación de otros caminos posibles para sortear esos obstáculos.

 

LA COMUNIDAD DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA

La noción de comunidad alude a un problema antropológico, filosófico y social que atañe al “ser” o “estar-en-común”, a la sociabilidad, a la política y a la polis en el sentido amplio de la expresión (Legorreta Zepeda, 2017). De allí que su presencia en el pensamiento social haya atravesado diversos contextos desde su aparición en los albores de la conformación del mundo moderno.

Entre los siglos XVIII y XIX, la progresiva extinción del orden estamental y comunal y el avance del proceso de individualización, racionalización y secularización (De Ípola y Portantiero, 1987) generaron en el incipiente campo de las ciencias sociales un interrogante sobre la naturaleza de la sociedad y el camino por donde iba o debía ir (Hobsbawm, 2003). El concepto comunidad emergió entre las primeras respuestas esbozadas, acompañado de su contraparte, el término sociedad. En el pensamiento sociológico clásico la distinción tuvo tres objetivos centrales: construir conceptos útiles para referir a diversas formas de agregación social; describir una transformación histórica; advertir acerca de los peligros que encerraba el proceso de modernización (de Marinis, 2005). A través de su conceptualización, se esbozaban críticas a la interacción generada por el capitalismo y al proceso de racionalización, aspirando a recuperar algo de aquella dimensión ética/moral que impregnaba las relaciones comunitarias en el pasado premoderno (Legorreta Zepeda, 2017).

Los conservadores encontraron en la comunidad una expresión crítica de la sociedad liberal, individualista y secularizada. En estas posiciones se encarnaron los orígenes del “mito comunitario”, a través del cual se refiere a un modelo de vida buena, natural, fundada ya sea en alguna esencia de lo humano, en el espíritu de un pueblo, una raza, un territorio, una historia, un proyecto, un destino común, que confiere identidad a los miembros del grupo, escondiendo tras esta unidad la pluralidad, la diferencia (Legorreta Zepeda, 2017).

Alejados de los contextos que dieron origen a estas primeras conceptualizaciones, los usos y significados que los términos comunidad y sociedad tienen hoy difieren de los acuñados en aquel entonces. En primer lugar, frente a la pertenencia compulsiva de las viejas comunidades, las nuevas formas de inscripción comunitaria se caracterizan por una libre adscripción de sus miembros. Si los clásicos pensaron los ingresos a estos núcleos de sociabilidad a partir del nacimiento, las nuevas formas comunitarias postulan una selección por parte de los individuos de los colectivos de pertenencia. En tanto su ingreso es libre, la permanencia también es voluntaria. Por lo tanto,éstas nuevas comunidades no son eternas como las antiguas, sino lábiles, transitorias. A su vez, las innovaciones en las formas de comunicación han desligado a las nuevas comunidades de la atadura territorial. Hoy la pertenencia comunitaria se halla desterritorializada, asistiendo al surgimiento de nuevas comunidades virtuales. Todas estas condiciones facilitan que el individuo pueda pertenecer a más de una comunidad al mismo tiempo, siendo que antaño la comunidad conformaba una totalidad que englobaba el conjunto de los ámbitos de existencia. La inserción voluntaria, la transitoriedad de la pertenencia y la velocidad de las comunicaciones entre territorios dispersos, permiten que el individuo conserve mayores opciones de inscripción comunitaria, que pueda elegir más de una de ellas en un mismo momento, como así también que consiga retirarse de las mismas para construir otros lazos sociales (de Marinis, 2005; Legorreta Zepeda, 2017). En términos generales, es posible observar que en nuestro entorno sociocultural, la comunidad es referencia de relaciones emocionales y éticas a partir de las cuales las identidades individuales son construidas a través de los lazos que se establecen con microculturas de valores y significados comunes (Rose, 2000).

En la noción de comunidades receptoras, como parte de los elementos que integran al sistema turístico, encontramos una mixtura de sentidos que las ubican a medio camino, recuperando varias de las acepciones que se inscribían en la literatura sociológica clásica, las que entran muchas veces en tensión con los usos contemporáneos del término. El objeto de la siguiente sección es problematizar algunas de estas connotaciones, identificando aperturas y obstáculos.

 

LOS INTERROGANTES EN TORNO A LAS COMUNIDADES RECEPTORAS

En el ámbito turístico, comúnmente se vinculan las comunidades receptoras a un espacio geográfico y a las personas residentes en él, con sus especificidades sociales, económicas, culturales, ecológicas y políticas. En otras palabras, a través de la noción de comunidades receptoras se refiere tanto a aspectos tangibles como intangibles, que se enlazan a la idea de comunidades locales, residentes, nativas o anfitrionas. Esta pluralidad de acepciones diluye la fortaleza del concepto, en tanto resulta difícil definir sus límites, poder establecer qué es y qué no es. Y por lo tanto también, obtura la construcción de análisis en perspectiva comparada de lo que acontece en distintos territorios (Monterrubio Cordero, 2018). Sin embargo, aún en estos márgenes lábiles, es posible identificar ciertos sentidos comunes que subyacen en todos estos abordajes. Se problematizan sobre estos aspectos en los párrafos que siguen.

En primer lugar, las comunidades receptoras connotan diversas dimensiones de las experiencias colectivas entorno al turismo: son objeto de políticas, de definiciones teóricas, de corrientes de pensamiento y de plataformas de acción de colectivos vinculados al desarrollo turístico. En este sentido, es que se considera aquí que las comunidades receptoras no “existen”, sino que “se construyen” (de Marinis, 2010) desde ámbitos disímiles. Así su surgimiento, su identificación se vincula con las acepciones contemporáneas del término comunidades, en tanto no se las plantea como lazos eternos, sino como elementos lábiles, vinculados al desarrollo social de la actividad turística en una localidad.

El proceso de construcción de comunidades tiene efectos diversos. Hay que considerar que pueden establecerse fuertes tensiones, disputas entorno a la definición de la frontera entre aquello que queda incluido y lo que se excluye de esa comunidad (Rose, 1996). Asimismo, si las nuevas formas del “estar-encomún”, suelen - como desarrollamos en el apartado anterior - adoptar formas más desterritorializadas, las comunidades receptoras sostienen la localidad como el espacio primordial de la interacción entre sus miembros y soporte de su identidad. Basta ser habitante para ser identificado con la comunidad local. No siempre se problematiza que para que un espacio geográfico sea sede de un lazo comunitario tiene que existir algo más que la mera coexistencia espacial: tiene que poder avizorarse un núcleo de creencias y valores compartidos, empleados en prácticas concretas (Sennett, 2000). En la asociación entre la comunidad y la proximidad física, debe hallarse una carga simbólica.

A su vez, estas comunidades conviven en tensión con un mundo globalizado, atravesado por las tecnologías de la información y la comunicación, que abren cruces hacia adentro y hacia fuera, siendo el turismo uno de estos cruces, relevante para estos grupos/territorios. Estas comunidades, territorializadas, ya no engloban como antaño la totalidad de los ámbitos de existencia de sus miembros. Cada uno de ellos es actual o potencialmente miembro de una red de múltiples pertenencias que definen valores y creencias comunes y obligaciones recíprocas entre los miembros.

Sennet (2000) advierte que el ideal de una comunidad “a pequeña escala” conduce a una nueva forma de comunidad peligrosa cuando se convierte al territorio local en algo moralmente sagrado, frente a lo cual puede reforzarse el temor a lo desconocido. La comunidad así constituida privilegia las semejanzas entre los sujetos partícipes, se contrapone a todo intercambio con el otro, cerrando así la posibilidad misma de la sociabilidad (Fraga, 2016). En este sentido, se visualiza que podría cercenarse el diálogo intercultural entre las corrientes de turistas y la población local.

Por otra parte, las perspectivas que abordan los aspectos socio-políticos identifican a las comunidades locales como actores con capacidades para influir en los procesos de toma de decisiones vinculados al desarrollo turístico (Cacciutto Corbo, Cruz, Castellucci y Barbini, 2013). Esta construcción de las comunidades locales es vinculada a una experiencia colectiva que potencia, así como denuncia los efectos de esta actividad. Se entiende que “un adecuado proceso de planificación del turismo debe implicar la participación de la comunidad residente si se quiere un desarrollo turístico exitoso” (Brida, Riaño y Zapata Aguirre, 2012).

La participación -construida en términos abstractos- busca promover el involucramiento de la población en los procesos de políticas a través de los cuales se articulan definiciones sobre cómo se desarrollan las actividades de apoyo/soporte al turismo y cómo se distribuyen y ordenan las ganancias y las pérdidas que esta actividad genera. Esta participación es concebida también como una forma de accountability social sobre esos procesos, en tanto espacio de denuncia de los problemas que la presencia de turistas genera sobre un entorno social. Sin embargo, se reconoce también que la comunidad puede mostrarse indiferente ante su inclusión en la toma de decisiones (Monterrubio Cordero, 2009).

Sin desconocer la potencialidad que estas apelaciones comunitarias pueden tener sobre la construcción de procesos colectivos, cabe interrogarse también sobre los límites de los mismos. Subyace en esta apelación una responsabilización de la población sobre el desarrollo local (Rose, 1996), que podría dar lugar a estrategias delegativas de las instituciones gubernamentales. Por otra parte, es necesario reconocer las tramas de conflictos, pluralidad de intereses y posiciones desiguales de poder. Las diferencias o conflictos al interior de una población local son abordados por la literatura, cuando se analizan las actitudes de las personas frente al desarrollo de la industria turística. Algunas investigaciones construyeron modelos de segmentación para dar cuenta de las posibles actitudes de los grupos frente al turismo, usando distintas variables (Harrill, 2004). Reconocer esos escenarios mucho más abiertos y lábiles permite dilucidar qué aspectos son comunes y cuáles son emergentes de una negociación entre los actores, en la que pueden quedar plasmadas formas de reproducción de las posiciones relativas en las estructuras sociales de origen.

 

CERRANDO PARA ABRIR NUEVOS INTERROGANTES

El recorrido por el pensamiento sociológico permitió identificar en este escrito cómo los sentidos del término comunidades son propios de una época y dialogan con las formaciones colectivas en las que se inscriben. Las formas que adquieren los vínculos comunitarios en el desarrollo del turismo son contextuales. El reconocimiento de esta pluralidad de sentidos, así como la estrecha vinculación que tienen las comunidades receptoras con otros términos similares, da cuenta de que se está trabajando sobre una herramienta conceptual de márgenes difusos, con las debilidades y potencialidades que ello conlleva. Lo difuso puede permitir diálogos interesantes entre experiencias disímiles, así como puede obturar una adecuada precisión analítica que permita delimitar elementos “comparables”. En este punto, lo importante a destacar es que todo abordaje desde las comunidades receptoras requiere de una adecuada reconstrucción y explicitación del término, ya sea desde la perspectiva de los procesos de políticas, como desde la dimensión del análisis teórico.

Por otra parte, es importante visibilizar cómo se entrecruzan la pertenencia territorial con los procesos globales que atraviesan las localidades y que reconstruyen a su interior múltiples fuentes de pertenencia comunitaria, que se ponen en juego. Apelar a la participación de la comunidad receptora en el desarrollo del turismo no debería impedir indagar sobre la pluralidad de visiones, intereses y capitales de las personas y grupos que integran esa población local, y los disímiles efectos que el turismo puede tener sobre ellos. Es necesario entonces reconocer la dinámica de conflicto, aún sin excluir la oportunidad de construir puntos de consenso, como condición de posibilidad para su mantenimiento en el largo plazo, si se elaboran adecuadas herramientas de contrato social.

Para cerrar, se considera que es ineludible convocar a la población local en todo proceso de desarrollo del sistema turístico local. Pero ello debe acompañarse con oportunidades para reconocer los procesos que subyacen en la construcción de comunidades receptoras, dónde y cómo se marcan las fronteras de inclusión, para una adecuada expresión y abordaje de la
complejidad que inscribe.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Brida J. G., Riaño E. y Zapata Aguirre S. (2012). Percepciones de los residentes acerca de los impactos del turismo de cruceros en la comunidad: un análisis factorial y
de clústeres. Cuadernos de Turismo, 29, 79-107.

Cacciutto, M., Corbo, M., Cruz, G., Castellucci, D. y Barbini, B., (5-7 diciembre 2013). Percepciones de los residentes en destinos turísticos. Principales tendencias de abordaje e implicancias de la perspectiva socio-política. Comunicación presentada en XII Jornadas Nacionales y VI Simposio de Investigación-Acción en Turismo, Ushuaia, Argentina.

De Ípola, E. y Portantiero, J. C. (1987). Estado y sociedad en el pensamiento clásico. Buenos Aires, Argentina: Cántaro.

de Marinis, P. (2005). 16 comentarios sobre la(s) sociología(s) y la(s) comunidad(es). Papeles del CEIC, 15, 1-39. http://www.identidadcolectiva.es/pdf/15.pdf

de Marinis, P., (2010). Sociología clásica y comunidad: entre la nostalgia y la utopía (un recorrido por algunos textos de Ferdinand Tönnies). En P. de Marinis, G. Gatti, I. Irazuzta, (Eds.). La comunidad como pretexto. En torno al (re)surgimiento de las solidaridades comunitarias (347-382), Barcelona, España y México DF, México: Editorial Anthropos y Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.

de Marinis, P. (2011). Estado y comunidad, de los clásicos a Parsons (y más allá). Propuesta Educativa, 19 (33), 127-164.

Fraga, E. (2016). La pregunta por lo comunitario en el ensayo sociológico contemporáneo. Esencia y apariencia, ética y estética, racionalidad y afectividad. Pilquen, 19(3), 8-19.

Harril, R. (2004). Residents’ attitudes toward tourism development: a literature review with implications for tourism planning. Journal of Planning Literature, 18(1), 1-16.

Hobsbawm, E. (2003). La era de la revolución. Barcelona: Editorial Crítica. Legorreta Zepeda J. J., (2017). Cuando la comunidad no acumuna: Debates contemporáneos sobre la “falla” del estar-en común. En-claves del pensamiento, 11(22), 75-107.

Monterrubio Cordero, J. C., (2018). Comunidad receptora: elemento esencial en la gestión turística. Gestión Turística, 11, 101-111, http://revistas.uach.cl/index.php/gestur/article/view/3498

Rose, N. (1996). The death of the social? Re-figuring the territory of government. Economy and Society, 25(3), 327-356.

Rose, N. (2000). Community, citizenship, and the Third Way. American Behavioral Scientist, 43(9), 1395-1411.

Sennett, R. (2000). La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona, España: Anagrama.