Revista Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo | CONDET
Gestión ambiental de destinos: aproximación teórica–metodológica
Bertoni, Marcela; Testa, Joaquín; et al. Año XIX Vol. 17 Nº2 pp. 55-79.

GESTIÓN AMBIENTAL DE DESTINOS:
APROXIMACIÓN TEÓRICA-METODOLÓGICA

Marcela Bertoni*
Joaquín Testa**
Valeria Faginas***
María José López****
Julieta Maffioni*****

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
Universidad Nacional de Mar del Plata

 

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Cita recomendada (APA 6ta ed.)

Bertoni, M., Testa, J., Faginas, V., López, M.J. y Maffioni, J. (2019). Una aproximación teórica– metodológica para la gestión ambiental de destinos turísticos. Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo, 17 (2), 55-79.

Recibido: 29/10/2019 | Aceptado: 12/11/2019

 

R E S U M E N

La problemática de la gestión ambiental de los destinos turísticos consolidados requiere exceder los planteos tradicionales de la importancia del turismo como actividad económica, lo que implica definir nuevas pautas de ordenamiento territorial y abordar la cuestión de la sustentabilidad desde posiciones más sistémicas.

La finalidad de la propuesta es presentar la primera etapa de una investigación en curso a través de una aproximación teórica–metodológica que aporte un marco operativo para la gestión ambiental de los destinos turísticos. Por ello, la estrategia metodológica, consta de dos partes, una teórica y otra operativa, que se aplican para comprender la gestión turística desde la perspectiva ambiental. En consecuencia, el artículo presenta una perspectiva integradora para el abordaje de la problemática de la gestión ambiental de destinos turísticos con la premisa de aportar nuevos elementos de explicación de las diferentes dimensiones abordadas desde una gestión turística sustentable de los destinos consolidados.

El desarrollo permite concluir que la consideración de los recursos, producto y destino turístico a partir de su potencial turístico, los procesos y dinámicas de producción turística y las condiciones de revaloración productivo estratégica del territorio, respectivamente, admiten una lectura apropiada para la gestión ambiental de los destinos.

 

PALABRAS CLAVE
recursos turísticos - productos turísticos - destinos turísticos - gestión ambiental turística

 

 

 

 

ENVIRONMENTAL MANAGEMENT OF DESTINATIONS:
THEORETICAL-METHODOLOGICAL APPROACHMENT

Marcela Bertoni*
Joaquín Testa**
Valeria Faginas***
María José López****
Julieta Maffioni*****

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Universidad Nacional de Mar del Plata

 

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Recommended citation style (APA 6ta ed.)

Bertoni, M., Testa, J., Faginas, V., López, M.J. y Maffioni, J. (2019). Una aproximación teórica– metodológica para la gestión ambiental de destinos turísticos. Realidad, Tendencias y Desafíos en Turismo, 17 (2), 55-79.

Received:29/10/2019 | Acepted: 12/11/2019

 

A B S T R A C T

The environmental management of consolidated tourism destinations requires exceeding traditional economic approaches about tourism. This implies defining new territorial ordering patterns and addressing the issue of sustainability with more systemic positions.

The article presents the first stage of a research in development throughout a theoretical and methodological approach that provides an operational framework for the environmental management of tourism destinations. Therefore, the methodological strategy consists in two parts: the first one, theoretical and the other one, operative. They are applied to understand tourism management from an environmental perspective.

Consequently, the article presents an integrative perspective to study the problem of environmental management in tourism destinations, with the aim of offering new elements to explain from differnent perspectives the sustainable tourism management of consolidated destinations.

The work allows to conclude that the consideration of the resources, the product and the tourism destination considering the tourism potential, the processes and dynamics of tourism production and the conditions of a strategic productive revaluation of the territory, is an appropriate reading for environmental management of tourism destinations.

 

KEYWORDS

tourism resources - tourism products - tourism destinations - enviornmental tourism management

 

 

INTRODUCCIÓN

En el contexto actual, tiene lugar una recomposición de la función turística y territorial de los destinos litorales consolidados, que demanda nuevos instrumentos analíticos y estrategias de renovación que faciliten la adaptación de los destinos a las dinámicas regionales y globales. Los destinos turísticos consolidados están obligados a generar un proceso de renovación y adaptación que salvaguarde su sustentabilidad, a fin de garantizar su competitividad y adaptarse a los cambios actuales en el escenario turístico.

Una referencia fundamental es desarrollar nuevos marcos y criterios del desarrollo del turismo teniendo en cuenta la función residencial que adopta el territorio, basados en presupuestos de habitabilidad y sustentabilidad. Sin embargo, en muchos de estos destinos, la planificación y gestión del desarrollo turístico evidencia ciertas limitaciones sectoriales, políticas y técnicas para favorecer un mejor ajuste a las condiciones del mercado a medio-largo plazo y garantizar un desarrollo turístico sustentable.

Por ende, para abordar la problemática de la gestión ambiental de los destinos turísticos es necesario exceder los planteos tradicionales de la importancia del turismo como actividad económica. En particular, en los destinos litorales urbanos, esto implica definir nuevas pautas de ordenamiento territorial y abordar la cuestión de la sustentabilidad desde posiciones más sistémicas.

El ordenamiento y el aprovechamiento del territorio urbano, actualmente, suscita como desafío reducir al máximo el impacto ambiental de las actividades económicas, en especial mediante el desarrollo de tecnologías no contaminantes y una atención particular a la prevención, incluida la reducción de emisiones y residuos.

La orientación hacia la sustentabilidad del turismo debe superar su tendencia limitada hacia la productividad, competitividad y comercialización. De hecho, las innovaciones tecnológicas de gestión ambiental producidas en estos destinos se concentran aparentemente en preservar y conservar la naturaleza del espacio turístico, supeditando a un segundo lugar las limitaciones de stock de recursos y las necesidades de las poblaciones locales.

En consecuencia, el desafío es actuar en el mercado turístico con una visión estratégica. Para ello, es necesario tener información actualizada y contar con conocimiento experto que pueda ser aplicado por actores diversos. El sector turístico, ya sea desde lo público, la gestión municipal, como de lo privado, la prestación de servicios (compuesta en su mayoría, por pequeñas y medianas empresas), no cuenta con los recursos suficientes para asumir el costo de investigar y producir conocimiento.

Por estas razones, es preciso dotar a la actividad turística, principalmente en la escala local, con marcos operativos que permitan la innovación y mejora del sector, así como un manejo ambiental adecuado de los recursos.

La finalidad de la propuesta es presentar una aproximación teórica-metodológica que aporte un marco operativo para la gestión ambiental de los destinos turísticos.

El planteo teórico presenta dos aspectos fundamentales de la relación turismo territorio que son la articulación y la intensidad. A partir de este planteamiento se determina que la gestión debe centrarse en los recursos turísticos entendidos como potencial de desarrollo turístico, el producto turístico en relación con los procesos y dinámicas de producción turística y el destino en términos de condiciones de revaloración productivo estratégica del territorio.

Estos temas son considerados las unidades de análisis para la definición de los marcos operativos y se abordan a partir de la discusión de enfoques metodológicos para lograr mejores condiciones de competitividad y sustentabilidad en un destino turístico.

Por lo tanto se examinan: los métodos apropiados de evaluación del potencial turístico y de análisis de la situación turística existente, de definición de rangos para la experiencias recreativas y del manejo de los recursos básicos (agua, suelo y aire); criterios o enfoques que permiten instrumentalizar el abordaje de los procesos de transformación y configuración del espacio y sus consecuentes dinámicas de intervención territorial relacional; y mediciones y evaluaciones de competitividad territorial en relación con las capacidades y las dimensiones de las características del modelo turístico y su sustentabilidad ambiental.

La consideración de los recursos, producto y destino turístico a partir de su potencial turístico, los procesos y dinámicas de producción turística y las condiciones de revaloración productivo estratégica del territorio, respectivamente, admiten una lectura apropiada para la gestión ambiental de los destinos. Debido a que contienen componentes de gran importancia analítica referida a los recursos, a los agentes del proceso productivo y las transformaciones espaciales que ello conlleva, y que definen la competitividad y la sustentabilidad territorial.

 

ESTRATEGIA METODOLÓGICA

La estrategia metodológica, consta de dos partes, una teórica y otra operativa, que se organizaron para aplicar y comprender la gestión turística desdela perspectiva ambiental. Esta relación teórico-operativa aporta a la validación y análisis de los aspectos centrales de gestión ambiental turística.

El marco teórico conceptual que se presenta forma parte de las reflexiones, enfoques y tendencias en la comprensión de los aspectos principales que son concurrentes con la investigación en el planteo epistemológico y metodológico. En este sentido, la parte teórica identifica aquellos conceptos que justifican los elementos de análisis operativo para explicar distintos aspectos de los recursos, producto y destino turísticos abordados desde la perspectiva ambiental.

La parte operativa enuncia los antecedentes y justificaciones que se exponen en función de las tres unidades de análisis planteadas: recursos, productos y destino. La búsqueda se centró en criterios que se pueden operacionalizar en el desarrollo del estudio atendiendo a los procesos que inciden directamente en la construcción de la realidad y condición de la gestión de un destino turístico. Por ello, se presentan diversos niveles de análisis interpretativos que refieren a la consideración de temas centrales de cada unidad de análisis agrupados teniendo en cuenta el aporte que brindan a la descripción e interpretación al marco general de la reflexión teórico-operativa propuesta.

 

MARCO TEÓRICO

El análisis de la articulación territorial del turismo tal lo plantea Vera (1997) debe considerar dos ejes de discusión: la especificidad y diversidad en el espacio del destino turístico y los factores de diferenciación.

La especificidad y diversidad están mediadas por la lógica del ocio que implica prácticas sociales y de consumo distintas, que requiere del fundamento espacial para su desarrollo. En este sentido, “el espacio turístico tiene un objetivo teórico de responder a la necesidad de satisfacer la motivación de un consumo estacional o esporádico de las personas (ocio) e implica una funcionalidad, un hábitat y una dinámica particulares” (Antón Clavé, 1998).

Por lo tanto, las formas espaciales están sujetas a las lógicas de temporalidad específica del destino turístico, que es un sistema territorial con características singulares en cuanto a su finalidad social, tanto en su materialización como en su contenido.

Los factores de diferenciación se relacionan, por un lado, con la funcionalización turística del espacio que se define por crear estructuras urbanas y regionales con características distintivas, que expresan el modo de producción de una sociedad. Y por el otro, con la instrumentalización territorial del turismo que es diversa según el entorno en el cual se produce y del rol que tiene en su desarrollo la producción más o menos intensa de suelo para la localización de instalaciones, equipamientos y servicios turísticos.

Los espacios más reconocibles son las ciudades que pueden definirse como el resultado de una forma singular de urbanización. Para Antón Clavé (2010), la especificidad de la ciudad turística está dada porque el proceso de valorización del lugar es resultado del uso que realiza el consumidor y evoluciona en el tiempo en función de la oferta de atractivos y de equipamientos, servicios e infraestructuras públicas y privadas y la demanda que exterioriza tendencias en las preferencias recreativas.

Esta mezcla de oferta y demanda crea un imaginario específico para el destino turístico que está en constante cambio, lo cual genera un enorme desafío. Sobre todo si éste pretende ser competitivo y además sustentable.

Por otra parte, los elementos espaciales constituyentes del destino turístico establecen los recursos primordiales para la conformación de productos turísticos y su calidad es básica para establecer el grado de competitividad del destino.

Sin embargo, la calidad de estos recursos turísticos o no estrictamente turísticos depende de la intensidad de la relación del turismo con el territorio. O sea, que si se supera un límite sustentable en el consumo y/o uso de los recursos de ese territorio (paisaje, espacios naturales, suelo, agua y aire), se produce la degradación del espacio turístico. Tal situación afecta el nivel de competitividad y de sustentabilidad del destino.

Los recursos que se convierten en atractivos turísticos son el insumo para la configuración de destinos turísticos y de desarrollo territorial, por lo tanto responden a políticas en las que intervienen actores con diversas lógicas de interacción para la conformación del o los producto/s turístico/s.

El carácter integral del destino turístico está dado en la variedad de elementos que lo componen. Tales componentes son claves para su funcionamiento: la gestión de equipamientos recreativos, infraestructuras y servicios, las condiciones urbanas y la protección ambiental; que no son sólo relevantes para los habitantes, sino también por las exigencias de la calidad de las experiencias turísticas.

Actualmente, la cuestión emergente en los destinos turísticos es el reconocimiento de que el desarrollo sustentable debe estar vinculado a múltiples procesos económicos, decisiones políticas, acciones sociales y procesos espaciales de índole urbana, medio ambiental y tecnológica: en consecuencia, el desafío es la transición hacia la sustentabilidad.

 

El potencial de desarrollo turístico

Las potencialidades turísticas de un lugar ya no pueden ser establecidas, sólo, a partir de una lista y/o una clasificación, dado que la detección de los recursos y su tipificación en base a diversas categorías o métodos de análisis es subjetiva y sesgada a valores intrínsecos y científico-técnicos.

Estos inventarios no son más que un insumo para la aplicación de metodologías diversas y complejas, que permitan realmente valorar el potencial turístico de un área y su conservación. Entonces se asume que este potencial no deriva, exclusivamente del número de recursos existentes, sino por su calidad y capacidad de aportar valor. Esta última está también definida por los cambios de la demanda lo que implica que un atractivo turístico debe ser considerado desde la vertiente vivencial (Ávila Bercial y Barrado Timón, 2005), o sea, su uso. Por ello, es necesario evaluar al espacio/entorno desde las oportunidades recreativas que ofrece y que hacen más probable la realización de las experiencias deseadas, las cuales, en definitiva, son nuevas posibilidades de consumo.

Asimismo el uso turístico de los atractivos se debe ajustar al concepto de consumo porque otro aspecto esencial es su degradación (Sánchez, 1991). Ésta no es resultado del valor intrínseco de los recursos sino de su condición renovable, ya que si se superan las tasas de renovación de los mismos, se afecta su calidad y su capacidad de aportar valor.

Por ende, el análisis del potencial turístico desde la perspectiva ambiental aporta a este aspecto analítico de los recursos una visión más amplia y compleja. En primer lugar excede la consideración de los recursos estrictamente turísticos, sino que además incluye a los recursos básicos (agua, suelo y aire). Y en segundo término, no se limita a la definición del valor intrínseco de los recursos, sino también a su uso y consumo, en consecuencia se asume la cuestión de la gestión.

Por lo tanto, el aspecto aplicable se enfoca en el potencial de desarrollo turístico, que si bien está definido de forma muy directa por los recursos existentes y su calidad, también está condicionado por su capacidad de aportar valor en el tiempo y su carácter renovable. Por ello, el marco operativo de evaluación necesariamente debe asociarse a criterios de manejo ambiental.

 

Los procesos y dinámicas de producción turística

La materialización de las funciones turísticas produce diversidad de escalas, de productos, de períodos e imágenes, aptos para desplegar diferentes significados y proporcionar distintas satisfacciones (Vera, 1997). Los posibles usos diferenciales que se despliegan en el espacio de ocio dan lugar a distintas producciones de espacio y, por consiguiente a la transformación del espacio social previo en un nuevo espacio social funcional a los distintos objetivos.

La funcionalidad turística se concreta en las estructuras espaciales y económicas que tienen como resultado espacios transformados que responden, por una parte, a la finalidad de configurar un imaginario específico, o sea, distinciones que dan sentido a las modalidades de integración que establecen formas particulares de prácticas turístico recreativas (Osorio García, 2010). Y por otra, a un producto y un modelo espacial turístico particulares, que exhiben el enfoque (sectorial y/o integral) de la producción y gestión de la actividad y su posibilidad o capacidad de adaptación al mercado turístico.

En consecuencia, el proceso de transformación del territorio y la jerarquización de los espacios obedece a una lógica de la estructura económica, política y cultural. Donde, el contexto no es un ámbito separado, sino el lugar en el cual tiene lugar una red de interacciones que constituye un entramado relacional.

Esta situación da lugar a un proceso de configuración de un espacio-red que es resultado de las necesidades y expectativas (generadas también fuera del propio espacio de destino) y de condiciones productivas del sector turístico localizado en el espacio-territorio.

Los sistemas red remiten tanto al aspecto conceptual como a un sentido estrictamente instrumental. El concepto de red social plantea un proceso de construcción continuo de lo individual a lo colectivo que funciona como un sistema abierto de intercambio dinámico entre sus integrantes y con integrantes de otros grupos sociales para potenciar los recursos que poseen. Los
componentes del análisis tienen relación con lo institucional, lo instituido, lo instituyente y lo transversal que en términos operativos funcionan como categorías de percepción y apreciación de dinámicas que remiten a elementos organizadores de clasificación, de acción y de lógica práctica.

Entonces, desde la perspectiva ambiental para los destinos turísticos, el tema del espacio-red se asocia, en primer lugar, con la dinámica territorializadora del sector que conforma el producto turístico, imponiendo una articulación espacial concreta y configurando una especialización funcional del territorio, que explica el espacio social resultante en el territorio y puede incorporar un componente de conflicto territorial (Sánchez, 1991). Esto como resultado de las intervenciones que tienen efectos directos sobre el entorno y sobre los individuos, con capacidad de potenciar, inhibir o alterar formas de relación social, que inciden en las formas de interacción con la naturaleza (Moreno y Pol, 1999).

En segundo lugar, la cuestión de las redes plantea también la dinámica relacional que analiza las relaciones de los actores turísticos que operan en el destino, que constituyen las dimensiones básicas de las actuaciones a realizaren un territorio para que éste sea operativo como producto o destino turístico. En definitiva, los procesos de transformación y configuración del espacio y las dinámicas de producción turística resultantes deben evaluarse a partir de la complejidad funcional del producto territorial turístico que implica comprender dinámicas de: intervención ambiental, entendida como un conjunto de estrategias orientadas a la gestión psico-socio-ambiental del territorio, y relaciones de las producciones económicas y sociales y la subjetividad que en ellas se despliega.

 

La revaloración productivo estratégica del territorio

La evolución permanente de la ciudad turística se caracteriza por condiciones urbanas, que tienen una lógica de centralidad secundaria ante los recursos valorados, y un hábitat que incorpora dimensiones en función del ocio (deportivo, recreativo, sanitarios) (Vera, 1990). Los dos vectores a partir de los cuales pueden diferenciarse los resultados de la especialización turística en el territorio son el contexto institucional que gestiona el proceso productivo y su articulación territorial, y la mayor o menor participación de la población local en la dinámica de cambio.

La transición a la sustentabilidad de un destino turístico urbano supone impregnar tanto a la gestión pública como al conjunto de la actividad social de una internalización en valores ambientales. En consecuencia, este planteo se basa en la gestión integrada de los asentamientos urbanos que supere la prevaleciente gestión basada en elementos funcionales (Ruano, 1999).

Tal cosa significa ciertas condiciones de habitabilidad urbana que comprenden que el metabolismo urbano en términos energéticos y socioculturales se encuentre en un equilibrio, que las acciones, que se realizan para el funcionamiento urbano no superen la capacidad de sustentación de los ecosistemas y que los actores y grupos sociales que protagonicen la construcción, funcionamiento y transformación de la ciudad participen, en forma de ciudadanía organizada.

Por otra parte, considerar al turismo como una práctica social colectiva con capacidad de generar actividad económica requiere propiciar condiciones para crear y mantener el empleo y la riqueza de un lugar, aprovechando con eficiencia y de forma sustentable los recursos disponibles, escasos y no sustituibles. Entonces es necesario, que los factores que posibilitan la actividad turística se conserven en el largo plazo y que la prestación de los servicios y las actividades recreativas satisfagan las expectativas y necesidades de los turistas.

La revaloración productivo estratégica del territorio desde la perspectiva ambiental permite identificar potenciales aspectos y criterios de valorización del territorio, que entrañan una nueva conceptualización del territorio, en el marco del desarrollo sustentable, en el que el análisis territorial se entiende como un proceso estratégico para la construcción simbólica de espacios de interpretación, de conservación y de preservación.

Por lo tanto, los aspectos de gestión del turismo necesarios para el mantenimiento futuro de la actividad son principalmente competencia de la administración local. En este sentido, para el análisis del destino la escala local es la más apropiada porque la configuración del mismo tiene relación con las estructuras turísticas locales, los agentes económicos intervinientes y las competencias que tiene el municipio en materia del ordenamiento urbano ambiental.

El análisis de la sustentabilidad, en este caso del destino turístico, en términos operativos para alentar la transición hacia la sustentabilidad implica el diseño de algunas acciones estratégicas secuenciales, centradas en la transformación de los modos de gestión tradicional o sectorial hacia la gestión integrada ambiental.

 

MARCO OPERATIVO

Recursos turísticos

Los métodos para la evaluación del potencial turístico plantean como primer paso la realización de un listado de recursos turísticos. No obstante, la generación de una lista de recursos resulta ser sólo una instancia de tipificación de los mismos. Generalmente se utilizan técnicas de observación teniendo en cuenta criterios identificatorios que permiten establecer sus características relevantes a partir de variables que integran la información descriptiva del recurso y sus particularidades. Este procedimiento permite generar inventarios de recursos a partir de la identificación de sus aspectos formales, como instancia inicial para la posterior evaluación del potencial turístico.

Las lecturas más restringidas incluyen sólo el origen del tipo de recursos (natural o sociocultural; Sancho, 1998) a lo cual se pueden agregar otras características vinculadas con su materialidad y su movilidad (Navarro, 2015). Es decir, que las variables tratan de establecer los patrones de paisaje dominantes y sus componentes principales (Muñoz Criado, 2012).

Además, la observación de los aspectos formales requiere establecer como variables de identificación ciertos factores vinculados con la localización del recurso y su distribución espacial (número de recursos, localización absoluta y relativa) (Soria Leyva, 2015). Algunas propuestas metodológicas considera incluso la sinergia de recursos, esto es la cercanía entre distintos recursos que, en conjunto, tendrían potencial para generar flujos turísticos.

Estos aspectos son considerados también en propuestas previas por Viñals (2002), Lopes Brenner (2003), Franco Maass et al. (2009), Federación Europea de Espacios naturales y rurales metropolitanos y periurbanos (FEDENATUR; 2010) entre otros autores que proponen metodologías para la evaluación de los recursos turísticos y que establecen criterios centrados en la dimensión espacial de los recursos. A estos criterios, se suman otros que permiten una evaluación a priori de sus particularidades y atributos como las que propone Navarro (2015) que dan cuenta de atributos propios pero también permiten evaluar a los recursos en relación con otros de su misma naturaleza.

Cabe considerar que las variables a utilizar dependen del tipo de recurso. En efecto, algunas metodologías pensadas para espacios naturales utilizan categorías y plantean la valoración de ciertos aspectos que son opuestos o no aplicables a otro tipo de espacios (USDA, 2003).

Sin embargo, la evaluación del potencial turístico también debe incluir otros criterios de valoración de los recursos relativos a su calidad y su capacidad de aportar valor que en términos operativos se asocia al uso turístico recreativo, dado que el potencial no depende sólo de la cantidad de recursos y sus características propias sino de sus aptitudes de convertirse en atractivo turístico. Entonces requiere de criterios de aprovechamiento turístico que trasciendan la definición del recurso desde sí mismo. Esto implica la evaluación de los aspectos funcionales del recurso y su posición respecto de la demanda. En este sentido son necesarios criterios evaluativos de aptitud y técnicas más complejas, no solo de observación sino también procedimientos de investigación mixtos, para relevar información que integre los recursos con la demanda.

Las técnicas más simples replican la observación de ciertos aspectos pero que tienen más que ver con las condiciones de funcionalidad turística recreativa que con sus características intrínsecas. En todas las propuestas analizadas se incluyen criterios relativos a la accesibilidad/conectividad del recurso (USDA, 2003; Franco Maass et al., 2009; Soria Leyva, 2015; López Zapata et al., 2017) y dentro de ella las condiciones de acceso. También otros aspectos asociados a la oferta turístico recreativa vinculados con los tipos de equipamiento e infraestructura disponible (FEDENATUR, 2010) que básicamente son las condiciones de uso y disfrute de los recursos. Por lo tanto, una lectura inicial es la existencia o no de instalaciones recreativas y el grado de suficiencia. De lo cual se derivan lógicamente las necesidades de intervención sobre los recursos.

Algunas propuestas metodológicas suman técnicas de ponderación o escalas de puntuación de los distintos criterios observados para establecer una jerarquización que contribuya a la evaluación del potencial (Leno, 1993; Franco Maass et al., 2009; Soria Leyva, 2015 y López Zapata et al., 2017). Si bien se trata de una técnica permeable a las subjetividades, el procedimiento permite objetivizar la evaluación al sistematizarla y cuantificarla.

Por otro lado, la definición de una propuesta metodológica de evaluación de los recursos y su potencial turístico supone incorporar variables de evaluación de la relación recurso-actividad en función de las oportunidades recreativas. En este sentido, distintos autores proponen tipologías concretas de prácticas turísticas y actividades recreativas considerando la aptitud del medio para permitir dichas prácticas (Luque, 2003) y otros establecen funciones y actividades posibles en el recurso (Viñals, 2002; USDA, 2003 y Franco Maass et al., 2009). Cabe destacar la metodología del USDA (2003) que propone una evaluación de las oportunidades recreativas para aéreas naturales protegidas clasificando el tipo de entorno natural y el tipo de actividad que se puede realizar en tal espacio, junto con las experiencias deseadas, las expectativas y preferencias de la demanda y, por lo tanto, sus valoraciones y representaciones.
Esto supone contemplar variables de evaluación que permitan una mejor adecuación entre oferta y demanda.

Por último, la determinación del potencial turístico desde una perspectiva ambiental requiere, además de criterios para la tipificación (definición del recurso desde sí mismo) y evaluación (aspectos funcionales del recurso y su posición respecto de la demanda), criterios analíticos del uso de recursos y técnicas complejas que articulen la descripción y evaluación con el análisis de la sustentabilidad ecológica y la consideración por tanto de los aspectos de manejo ambiental. La perspectiva ambiental es esencial para establecer y evaluar la calidad de los recursos básicos y su capacidad de seguir aportando servicios ecológicos en el tiempo. Con lo cual, el análisis de la sustentabilidad ecológica es condición esencial para la evaluación del potencial turístico, dado que es ineludible considerar el stock o reserva de recursos básicos y los eventuales impactos del uso turístico que podrían generar problemas ambientales.

En consecuencia, resulta oportuno el análisis del consumo de los recursos básicos a través de distintas variables ambientales según criterios observables de manejo ambiental que den cuenta de la temporalidad del recurso (esto es, su disponibilidad en el largo plazo) según los niveles de extracción, consumo y generación de desechos, considerando la demanda habitual y estacional de recursos (Bertoni et al., 2017). Las técnicas de referencia para el análisis se centran en la medición de indicadores que deben referir a las condiciones de renovabilidad de los recursos y los límites de las tasas de explotación y calidadóptimas, en función de estándares de referencia (Testa et al., 2017).

Asimismo, la capacidad de carga constituye una herramienta operativa parala medición de la intensidad de uso, no solo de los recursos turísticos en sí, sino de la capacidad instalada y de los recursos básicos (Bertoni et al., 2016), en tanto permite determinar el volumen de la demanda posible y establecer un umbral crítico de uso turístico recreativo posible (nivel de uso óptimo) a partir del cual se produce la saturación del equipamiento turístico, la degradación de los recursos y/o una disminución en la calidad de la experiencia turística.

En consecuencia, el potencial de desarrollo turístico no se evalúa únicamente en función de criterios identificatorios de los recursos sino que requiere de criterios evaluativos y analíticos para establecer sus posibilidades de aprovechamiento turístico y las restricciones ambientales impuestas para su uso y consumo.

 

Producto turístico

La definición del producto turístico, dada su complejidad, debe ser abordada a partir de la relación espacio-red que en términos operativos puede distinguirse en dos grupos: las dinámicas de intervención territorial, que configuran la especialización funcional del territorio, y las dinámicas relacionales, que tienen que ver con la conformación de la red productiva del sector.

Los análisis de dinámicas de intervención en el turismo se realizan desde perspectivas tanto parciales (sociales, económicas, políticas) como integradoras (territoriales). Las propuestas metodológicas están centradas en el objetivo de la acción. Por un lado, en lo relativo a la planificación, las categorías remiten a la adecuación del medio urbano, la adecuación del espacio natural, la definición y diversificación de productos turísticos, las acciones de marketing y comunicación, y la gestión, mejora de la calidad y dinamización del sector (Monteserrín Abella, 2007); o a la mejora de la competitividad del destino, el desarrollo de nuevos productos y la recuperación y mantenimiento de los recursos (Baños Castiñeira et al., 1995). Por otro lado, desde la perspectiva de la acción territorial, las variables se centran en la especificación del producto, la identificación desde lo local y el reconocimiento frente a otros, la patrimonialización
de los recursos, la dinamización y valorización de sectores de la actividad económica y social, y la integración de escalas territoriales (Bustos Cara, 2008). En definitiva, estas intervenciones definen operativamente al producto turístico, implicando transformaciones en el espacio.

Para el análisis del/los producto/s turístico/s, los enfoques metodológicos parten de la identificación y caracterización de los recursos turísticos a partir de observaciones y revisión documental que permiten generar inventarios, jerarquizaciones y ponderaciones, como se indicó anteriormente. Asimismo, se caracterizan los servicios o facilidades turísticas y la infraestructura, e incluso la vocación turística del territorio, a partir de descripciones, clasificaciones y evaluaciones.

Las lecturas se realizan en base a tres abordajes que van adquiriendo mayores dimensiones de análisis, intentando acercarse a la integralidad. En primer lugar, el abordaje desde lo comercial, asociado al diseño de producto en donde las metodologías definen variables vinculadas a la comercialización turística, como el diseño, posicionamiento, distribución, las estrategias de marketing, oportunidades de negocio, el desarrollo, lanzamiento y promoción (Machado y Hernández, 2007; Nasimba y Cejas, 2015). En segundo lugar, se plantean abordajes a partir de las condiciones del entorno y de los servicios que particularizan al producto, donde se evalúan y jerarquizan zonas para el desarrollo de nuevas alternativas considerando plazas de alojamiento y restauración, calidad de servicios, accesibilidad y tipos de actividades (Blancas et al., 2009: Reyes Pérez et al., 2012). Por último, existe otra perspectiva que, además, incorpora la visión desde la demanda turística teniendo en cuenta la cantidad de arribos, el índice de ocupación, la estadía promedio, la libertad de elección, participación y satisfacción y la motivación e imagen percibida del turista (Smith, 1994; Iatu y Bulai, 2011; Figueroa et al., 2015).

En cuanto al análisis de las dinámicas relacionales en el territorio, se deben considerar a los actores sociales involucrados y las relaciones productivas que se generan entre ellos. En el turismo, para este análisis se observan tres grandes lecturas: la Teoría de los Stakeholders, la Teoría de los Sistemas Productivos Locales (Clusters Turísticos) y el Análisis de las Redes Sociales.

La Teoría de los Stakeholders se basa en la identificación de los diferentes tipos de actores, sus características y prácticas (Morales et al., 2011; Caro et al., 2015). Considera las dimensiones básicas de las actuaciones de los actores turísticos en un territorio, para que sea operativo como producto o destino, con el fin de entender las relaciones y los procesos de interacción, aprendizaje colectivo e innovación.

En este sentido, las metodologías utilizadas parten de la identificación de los actores en distintos grupos, para luego describir y analizar variables vinculadas al poder, la legitimidad y el interés (Pulido, 2010); la importancia de los interesados (Sheehan y Ritchie, 2005); las actitudes y percepciones frente a determinadas problemáticas (Byrd et al., 2009); los objetivos, formas de pensar y actuar, y escala de actuación (Alonso, 2004). Asimismo, las propuestas incorporan el análisis de las relaciones y vinculaciones de los actores así como la convergencia con el desarrollo territorial y su capacidad de influir en las decisiones de otros actores (Aledo et al., 2013; Arizaga et al., 2018). Las técnicas para la representación de los datos se centran en el diseño de matrices y diagramas (de Venn), generados a partir del relevamiento de información en campo, acudiendo a informantes clave, y a través de la revisión de fuentes secundarias. También se realizan mapeos de actores, donde se plasman las relaciones y su distribución en el espacio.

El abordaje de la Teoría de los Sistemas Productivos Locales, enfocado en las relaciones productivas, se da a partir del análisis de los Clusters Turísticos que estudian los vínculos existentes entre las empresas e instituciones que operan en el destino y forman el producto turístico, considerando los grados de integración, sinergias e innovación, entre otros aspectos (Varisco, 2004, Novelli et al., 2006).

Por último, el Análisis de las Redes Sociales, toma como categorías de análisis a los actores y las relaciones establecidas entre ellos, analizando la estructura formal de la red, para explicar el funcionamiento de la actividad turística desde distintos enfoques, entre los que se destaca el ligado al producto turístico (Merinero, 2011).

Las metodologías se centran en variables que establecen las formas que adopta la red como su densidad, el grado de centralidad y la dirección de las relaciones (Merinero, 2011; Muñoz y Fuentes, 2013) y su contenido (Prat y Cánoves, 2013). Las técnicas de representación, a partir de un análisis cuantitativo y a través de los indicadores reticulares (Merinero, 2015), resultan en grafos o gráficos de redes.

Por otra parte, cabe mencionar que el análisis estructural de las redes puede realizarse también a partir de las escalas de vinculación: microsocial (observando actores como el gobierno nacional, provincial/regional y local, los prestadores, la comunidad receptora, el turista y la competencia; Muñoz, 2012) o macrosocial (cuando las asociaciones se dan entre un número mayor de actores; Aguirre, 2014).

No obstante la multiplicidad de propuestas que ofrecen herramientas para analizar el producto turístico, se trata de planteos descriptivos y/o propositivos que no consideran variables ambientales.

Entender el producto desde la perspectiva ambiental requeriría de una visión de largo plazo, en donde la orientación de las intervenciones no sólo se analice y defina desde una visión sectorial sino que contemple en términos operativos las necesidades, distribución y tipo de intervenciones: de rehabilitación del entorno, de recuperación de espacios, de saneamiento ambiental, de inversión en tecnologías limpias y obsolescencia de las infraestructuras de saneamiento y las necesidades de adaptación del sector turístico.

Mientras que, en el análisis de las dinámicas relacionales, las externalidades de los patrones de relaciones de la red (Solis y Troitiño, 2012) constituyenun elemento fundamental en el análisis de las redes productivas, especialmente desde la perspectiva ambiental, aunque la mayoría de las metodologías ponen el foco sobre la caracterización de actores y relaciones, perdiendo así la noción de espacio-red. Entonces, esta manera de analizar las redes sin considerar su materialización en el territorio conlleva al tratamiento de las dinámicas de intervención y relacionales como componentes aislados, dificultando la comprensión de los procesos de producción turística y la lectura de la cuestión desde la dimensión socioeconómica de la sustentabilidad (en términos de equidad, viabilidad y rentabilidad).

En definitiva, el análisis de estas dinámicas desde lo ambiental implicaría comprender el uso y apropiación espacial y temporal diferencial del territorio, que da lugar a distintas pautas de localización y funcionalidades. Esto lleva a potenciales conflictos sociodistributivos vinculados a asimetrías o desigualdades territoriales en términos de recursos y servicios ambientales (Martínez Alier, 1997), resultado de las relaciones entre los actores y las intervenciones que quieren implementar.

 

Destino turístico

El análisis de las condiciones de revalorización productiva estratégica del territorio se basa en el contenido de los modelos turísticos y las capacidades requeridas para el desarrollo de un modelo territorial turístico competitivo.

Los modelos identificados (De Oliveira, 2007; Talaya, 2004; Fernández, 2009 y Tomas, 1998) se centran en diferentes enfoques y contenidos. Se pueden diferenciar modelos turísticos teóricos que tienden hacia un enfoque descriptivo de algunas de las condiciones representativas del destino (modelos de enfoque espacial, sistémicos y de desarrollo), y modelos turísticos de abordajes empíricos que plantean un marco de análisis más interpretativo evaluativo del desarrollo del turismo (modelos de demanda, de impactos y de ciudades sustentables).

Los modelos turísticos con enfoque espacial son bastante difundidos y concentran su atención en la relación existente entre dos unidades geográficas: el lugar de origen y destino. Dentro de este enfoque se ubican aquellos modelos que incluyen variables asociadas al uso del espacio, intensivo o extensivo, cuyas características de análisis se centran en la densificación y congestión urbanística, deterioro del paisaje y del ambiente, y la desconexión entre los espacios.

Los modelos que explican el sistema turístico, sus interrelaciones y su relación con el ambiente externo se componen por el estudio de elementos relativos a la oferta turística que presentan la forma interna del “sector” turístico y su dinámica funcional, pudiéndose reconocer los subsistemas: endógenos o propiamente turísticos; exógenos o integrantes del entorno turístico (política turística, economía turística y marco tecnológico); y el macroentorno o ambiente general cuya incidencia en el turismo es condicionante, pero que puede considerarse de modo más indirecto (economía general, infraestructuras básicas y capital humano). Algunos casos incluyen también elementos relativos a la demanda y centran su atención en la interrelación oferta-demanda.

Los modelos de desarrollo de destinos expresan la evolución de los destinos turísticos en base a enfoques de análisis urbanístico-geográficos, socio antropológicos o socioeconómicos (Santana, 2003) que incluyen nivel de espontaneidad o planificación de su desarrollo, grado de integración o no en términos de negocios, lógicas endógenas o exógenas en impulso del desarrollo, rapidez o gradualidad, dependencia o independencia de factores o agentes externos.

Los modelos de demanda incluyen clasificaciones y factores vinculados a cuestiones económicas (volumen y gasto turístico), geográficas (procedencia) y sociales (motivaciones y comportamiento) que representan los factores explicativos o determinantes de la demanda turística y del proceso de compra de viajes y las características y pronósticos de las dinámicas de flujos turísticos.

Los modelos de impacto evalúan, ex ante o ex post, los impactos que podría generar o que genera el desarrollo del turismo en los aspectos económicos, naturales, socioculturales y políticos.

En su conjunto, los modelos expuestos no son excluyentes entre sí, sino que contienen diversos aspectos que pueden complementarse para definir criterios y propiedades que posibilitan la descripción y/o la evaluación de un modelo turístico territorial concreto de manera más holística. Asimismo, presentan una perspectiva sectorial y limitada frente al escenario actual donde la
sustentabilidad se ha convertido en uno de los principales valores del cambio de paradigma para los actuales modelos de desarrollo turísticos.

Desde la perspectiva ambiental, los nuevos marcos de análisis de ciudades sustentables posibilitan la lectura más integral del territorio turístico incorporando criterios de condiciones deseadas de sustentabilidad para el desarrollo del territorio que contiene, influye y es influenciado por el modelo de desarrollo del turismo.

Los modelos de ciudades sustentables (PNUMA, 2008; CAT-MED, 2009; BID, 2016) se focalizan en la búsqueda de eficiencia y habitabilidad urbana y se centran en el análisis de las condiciones de eficiencia metabólica, morfología, organización espacial y cohesión social, planteando para ello una serie de indicadores que son aplicables directamente para la evaluación de condiciones deseadas para el desarrollo del turismo sustentable de destinos urbanos.

El desarrollo de un modelo territorial turístico competitivo supone: tener en cuenta a los recursos del territorio en la búsqueda de coherencia global; la implicación de los agentes e instituciones; la integración de los sectores de actividad en una lógica de innovación; la cooperación de los otros territorios y la articulación con las políticas regionales, nacionales, con el contexto global (Leader, 1999).

El análisis se basa en un enfoque de desarrollo local o endógeno centrado en las capacidades internas de los territorios que pueden vincularse a las dimensiones de la sustentabilidad que condicionan la competitividad del destino (Leader, 1999; Boisier, 1993).

Respecto de las capacidades se distinguen: la capacidad político-institucional relativa a la gestión del territorio para: diagnosticar una situación y definir una visión; formular, implementar, evaluar políticas y estrategias relevantes en relación con el modelo de desarrollo deseado; involucrar a los actores, negociar y concertar (hacia dentro y hacia fuera) y establecer relaciones con otros territorios y el resto del mundo. Dentro de estas capacidades se incluyen las denominadas capacidades funcionales (PNUD, 2009) necesarias para el desarrollo territorial.

La capacidad económico-tecnológica, que implica tener control sobre el proceso productivo y de apropiación y reinversión en el territorio, del excedente generado para producir y mantener el máximo de valor, mediante el refuerzo de los vínculos entre sectores y haciendo que la combinación de recursos constituya activos para valorizar el carácter específico de los productos y servicios locales, generando sus propios impulsos de cambio, capaces de provocar modificaciones cualitativas en el sistema productivo y favorecer su competitividad y capacidad de adaptación al cambio.

La capacidad ambiental, asociada a valorizar el entorno haciendo del mismo un elemento “distintivo” del territorio, garantizando al mismo tiempo la conservación y la renovación de los recursos naturales y patrimoniales.


La capacidad social de los agentes para actuar eficazmente de manera conjunta sobre la base de una concepción consensuada del proyecto y fomentada por una concertación entre los distintos niveles institucionales.


La capacidad cultural de la comunidad de identificarse con el territorio y con un proyecto de vida en común, vinculado a los sentimientos de pertenencia e identidad del lugar.

El desafío de la incorporación de los criterios de sustentabilidad en el desarrollo del territorio excede la mirada de la capacidad ambiental expuesta, asociada a los requerimientos de conservación de los recursos, y plantea la necesidad de considerar cuestiones como la equidad en el acceso, uso y distribución de los recursos, condiciones deseadas de calidad de vida vinculada a necesidades sociales, ambientales y turísticas actuales y futuras.

El territorio como espacio resignificado de especificidad e identificación local y factor protagónico del desarrollo requiere de una visión estratégica construida colectivamente en pos del aumento de la competitividad económica, la mejora de la equidad social, la sustentabilidad ambiental y con la finalidad de mejorar la calidad de vida de los habitantes de una comunidad. Por lo cual, la transversalidad de este planteamiento, que requiere de todas las capacidades (político-institucionales, económico-tecnológicas, ambientales, sociales y culturales) vinculadas al desarrollo, implica la necesidad de asumir nuevos modelos de gestión integral que aborden la compleja integración de las dimensiones y sus relaciones.

 

CONCLUSIÓN

La consideración del turismo como una práctica social colectiva con capacidad de generar actividad económica, requiere propiciar condiciones para crear y mantener el empleo y la riqueza de un lugar, aprovechando con eficiencia y de forma sustentable los recursos disponibles, escasos y no sustituibles. Entonces, es necesario que los factores que posibilitan la actividad turística se conserven en el largo plazo y que la prestación de los servicios y las actividades recreativas satisfagan las expectativas y necesidades de los turistas.

En este sentido, la investigación en curso propone una estrategia metodológica que plantea un estudio complejo de marco teórico-conceptual y de marco operativo que se encuadra en la premisa de obtener nuevos elementos de explicación de las diferentes dimensiones abordadas desde una gestión turística sustentable de los destinos consolidados.

La especificidad del espacio turístico, resultado de la transformación, la adaptación y la organización espacial dota al entorno de un significado para residentes y turistas, con un cierto nivel de intencionalidad. Esta intencionalidad es producto de un proceso interactivo y cambiante que da nuevos significados y valores al destino turístico.

El desarrollo turístico no depende exclusivamente de la ventaja de localización o de su riqueza patrimonial, sino que parece depender más de las estrategias seguidas por los actores que participan en la actividad turística: la naturaleza y las características de las redes que forman en su actuación (Merinero, 2011). Por ello, el territorio turístico cumple un rol fundamental como sistema de integración versátil para las relaciones entre agentes económicos. Y es fundamental definir el rol que la dimensión local desempeña en la creación de un contexto de relaciones socio productivas susceptible de suministrar a los agentes involucrados un conjunto de recursos accesorios – de integración económica, cognitiva e institucional – para enfrentar los desafíos que demanda el actual escenario turístico.

Los procesos y dinámicas de transformación-adaptación-organización espacial otorgan al entorno un significado para los otros y para sí mismo, con un cierto nivel de intencionalidad que tiene como resultado un proceso interactivo que lo dota de diversos niveles de competitividad y de sustentabilidad.

Entonces la gestión de un destino turístico litoral consolidado, teniendo en cuenta que el uso y apropiación de los recursos (generalmente de naturaleza pública y de carácter marcadamente polifuncional) ocasiona tensiones, debe brindar soluciones que compatibilicen los distintos intereses. Por ello, cualquier intento de gestión turística ambiental demanda un manejo integrado dentro de un marco de ciudad sustentable.

En consecuencia, los aspectos centrales a operativizar son: primero, el manejo de los recursos para preservarlos en el tiempo tanto en términos de calidad como de reserva (stock). Segundo, la asignación y distribución equitativa del excedente (conflictos socio distributivos) porque de ellas se derivarán relaciones sociales específicas que tendrán un reflejo en las intervenciones espaciales. Y, por último, una nueva conceptualización del territorio que demanda, en el marco de un desarrollo sustentable, un análisis territorial entendido como un proceso estratégico para la construcción de vectores de valorización del territorio, donde la evaluación de la competitividad consiste en un proceso analítico sistemático de las capacidades del destino turístico.

 

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