ARTÍCULO
Democratización y Política en Argentina. Los dos peronismos en clave subnacional. Neuquén, 1983-1989
Democratization and Politics in Argentina. The two peronisms in subnational key. Neuquén, 1983-1989
Orietta Favaro
oriettafavaronqn@gmail.com
Universidad Nacional del Comahue - CONICET. Argentina
Recibido: 10|11|18
Aceptado: 20|12|18
Resumen
En el presente trabajo nos interesa reflexionar sobre la renovación del peronismo en Neuquén entre 1983 y 1989, dado que, en este caso subnacional, es necesario vincular al Peronismo con el Movimiento Popular Neuquino. Ello porque este partido fue creado por dirigentes y funcionarios peronistas durante la proscripción del PJ (1961), le disputaron el gobierno al FreJuLi con éxito como el auténtico peronismo en 1973 y con una estructura consolidada en los años ochenta y sin abandonar las tradicionales banderas que le dieron origen, nuevamente triunfaron en el gobierno de Neuquén. Por ello, en el marco de la renovación peronista a nivel nacional y local, en este último escenario, el intento de crear un peronismo provincial, a través de formación de Justicia, Democracia y Participación (JDP) fracasó porque, entre otras razones, ya existía otro peronismo neuquino consolidado. Este caso reviste cierta singularidad pues no se presentó en el resto de las provincias durante la transición democrática.
Palabras clave: Democracia; Neuquén; Política; Movimiento Popular Neuquino; Peronismo Renovador.
Abstract
In the present work we are interested in reflecting on the renewal of Peronism in Neuquén between 1983 and 1989, since in this case sub national, it is necessary to link Peronism with the Neuquén Popular Movement. This was because this party was created by Peronist leaders and officials during the PJ ban (1961), the government of FreJuLi was successfully contested as the real Peronism in 1973 and with a consolidated structure in the eighties and without abandoning the traditional flags that they originated it, again triumphed in the government of Neuquén. Therefore, within the framework of the Peronist renovation at national and local level, in this last scenario, the attempt to create a provincial Peronism, through the formation of Justice, Democracy and Participation (JDP) failed because, among other reasons, there was another consolidated Neuquén Peronism. This case has a certain singularity because it was not presented in the rest of the provinces during the democratic transition.
Key words: Democracy; Neuquén; Politics; Popular Movement Neuquén; Peronismo Renovador.
EL CONTEXTO Y EL PROBLEMA
El retorno a la democracia, luego de las dictaduras en América Latina en la década de 1980, tuvo características formales y algunas transformaciones importantes. De la demanda de revolución de los años sesenta y setenta se pasó a la solicitud de democracia en los ochenta. La década de 1980 marcó el inicio de un proceso de consolidación democrática para varios países de América Latina, en particular, del Cono Sur, como Uruguay, Chile y Argentina. Los estados tuvieron que soportar las herencias de las dictaduras que cayeron producto de la crisis económica o por los desatinos militares como en Argentina, pero todos los regímenes dejaron de ser útiles al sistema impuesto por la burguesía del continente. Se dieron transiciones democráticas, muchas pactadas, otras como la de Argentina producto de la derrota por parte de las Fuerzas Armadas en la guerra de Malvinas. Los procesos fueron complejos porque surgieron nuevos actores sociales cuyas tareas se vieron condicionadas por factores internos y externos, a la vez, también fueron simples, en el sentido de las resoluciones tomadas por los partidos políticos y las organizaciones que representaban intereses sectoriales. Dice Ansaldi que la lógica de las transiciones es igual o similar, pero la historia de cada una de ellas es diferente, en incluso específica.
En ese sentido, la transición en Argentina constituyó un caso singular en el contexto latinoamericano, fue el único país donde el gobierno surgido de las urnas a finales de 1983, se propuso trazar un corte con el pasado: decidió juzgar a los responsables por las violaciones contra los derechos humanos, hecho concretado como fuente legitimadora de la nueva situación de derecho, buscó la depuración de la corporación militar- subordinándola al poder civil- y trató de romper con las herencias de las dictaduras introduciendo reformas importantes.
El escenario político argentino, durante el siglo XX, fue dominado por dos partidos: la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ). Creada a fines del siglo XIX, la UCR fue el actor principal de la política del país hasta el surgimiento del peronismo en 1945 que lo desplazó a un segundo lugar. Durante casi cuatro décadas el PJ triunfó en todas las elecciones presidenciales en las que participó (1946, 1951,1973) y luego ya en la Historia Reciente, a partir de 1989. En 1983 en el marco de una situación novedosa, por primera vez el PJ fue derrotado de la mano de una UCR moderna por el liderazgo de Raúl Alfonsín. La derrota fue contundente e inesperada y derivó, en la primera etapa de democracia argentina (1983-1989) en una crisis en el movimiento-partido, con el surgimiento de un sector que pretendió renovar el entramado. El pequeño grupo, de la mano de Antonio Cafiero no ahorró críticas a la dispersión del movimiento y a la falta de políticas para la reconstrucción de la democracia de partidos, señalando el sectarismo de su conducción y la ausencia de una visión colectiva para la construcción política.
La historiografía argentina del peronismo es abundante, sobre sus orígenes como de los años setenta y los noventa, especialmente la referida al desenvolvimiento de este partido-movimiento, sus actores y dimensiones socio políticas, más focalizada en Buenos Aires y provincias de la litoral-pampa húmeda. A partir de los años 90, comienza a concretarse investigaciones sobre el tema tanto del interior argentino como de los Territorios Nacionales1. Resultado de ello se sistematizaron aportes en revistas y en libros de importante difusión (Macor y Tcach, 2003; 2013). Sin embargo, por una parte, en los análisis recientes sobre el Peronismo y la Renovación Peronista (RP), se hace referencia a algunas provincias que fueron ex territorios nacionales, relato ordenado en textos de nuevas ediciones (Ferrari y Mellado, 2016), los que cuentan ―antes del desarrollo del problema― de una breve reseña del partido y los sujetos políticos principales en los años setenta. Por otra, historiadores de la Norpatagonia realizaron interesantes trabajos sobre la política y los partidos en la historia reciente (Camino Vela, 2012; Favaro e Iuorno, 2013; Rafat, 2016; 2017). Pero son escasos los estudios que lograron complejizar la transición democrática de años 80, luego de derrota peronista en 1983 en Neuquén o Río Negro, en un desarrollo narrativo que explique el derrotero del peronismo. En este orden, el Peronismo en Neuquén, las tensiones, los conflictos y la ruptura en el proceso de renovación entre 1983 y 1989, no fueron analizados, sólo existen estudios exploratorios que no estructuran el tema.
En el presente trabajo interesa reflexionar sobre la renovación del peronismo en Neuquén entre 1983 y 1989, dado que, en este caso subnacional, es necesario vincular al Peronismo con el Movimiento Popular Neuquino. Ello porque este partido fue creado por dirigentes y funcionarios peronistas durante la proscripción del PJ (1961), le disputaron el gobierno al FreJuLi como el auténtico peronismo con éxito en 1973 y con una estructura consolidada en los años ochenta y sin abandonar las tradicionales banderas que le dieron origen, nuevamente triunfaron en el gobierno de Neuquén. Por ello, en el marco de la renovación peronista a nivel nacional y local, en este último escenario, el intento de crear un peronismo provincial, a través de formación de Justicia, Democracia y Participación (JDP) fracasó porque, entre otras razones, ya existía otro peronismo neuquino consolidado. Este caso reviste cierta singularidad pues no se presentó en el resto de las provincias durante la transición democrática.
El trabajo se realiza a partir del cruce entre la historiografía nacional-local, la información que surge de los diarios y revistas locales y los testimonios de algunos actores de la época. Esta metodología se vincula a la inexistencia de repositorios- archivos con material documental-testimonial de los partidos seleccionados para el estudio, de modo que analizar el tema implica acudir a fuentes alternativas y triangular información para concretar la explicación del problema.
EL ESCENARIO POLÍTICO- SINDICAL EN ARGENTINA Y EN NEUQUÉN
El período seleccionado para el presente estudio corresponde a la denominada transición democrática, acto único de un proceso, extendido en el tiempo, cuya fase inicial fue el comienzo de la descomposición del régimen militar y la segunda, la instalación de un gobierno democrático; democracia que no se consolidó hasta tanto atravesó un tercer momento en que ―en medio de tensiones y conflictos― se aseguró la misma en Argentina. En nuestro país, difieren los tiempos en que la historiografía inició el proceso (1980/81), de todos modos, fue anterior al desenlace de la aventura de Malvinas (1982), ya que algunos militares del “Proceso de Reorganización Nacional” (PRN), mantuvieron contactos con políticos antes y durante el conflicto. Tanto el Peronismo como el Radicalismo y otros partidos, mantenían reuniones, deliberaciones, salidas públicas y/ o privadas; así conformaron la Multipartidaria (1981), con lo cual resurgía la política desde la ilegalidad. La derrota en la guerra brutalmente cayó sobre todos, los que adhirieron y los que no adhirieron y la dictadura inició su total descomposición. Las FF.AA. tuvieron que transferir el gobierno en las condiciones que menos hubieran deseado. Los partidos políticos lanzados a la disputa electoral tomaron distancia del régimen militar ―algunos lo venían haciendo― planteando denuncias por la violación a los derechos humanos a través del Radicalismo con Raúl Alfonsín.
El 30 de octubre de 1983 triunfó la UCR quebrando un ciclo de la historia argentina dominado por el Peronismo (Portantiero, 1987:261-275). Con la derrota del peronismo en 1983 se cristalizaron conflictos que no se habían resuelto desde la muerte de Perón pero que tuvieron distintas y variadas manifestaciones. El proceso de renovación del Peronismo ―luego del suspenso que le colocó el Proceso― surgió como un “centro de agregación dentro del movimiento” de hombres y mujeres que habían participado en la política en los años 1970 sin ingresar y/o acordar con las organizaciones armadas. Se visualizó con claridad en 1985, se consolidó dos años después y su desenlace se produjo en 1988 cuando Menen triunfó en la interna partidaria frente a Cafiero. En efecto, varias líneas internas se disputaron la conducción del Peronismo desde 1982. Las figuras más relevantes eran Ítalo Luder (apoyado por las 62 Organizaciones Peronistas) y Antonio Cafiero (respaldado por el Grupo de los 25) ―enrolados en la CGT-Brasil―; quien contaba además con el sostén del MUSO2. Sin embargo, los candidatos elegidos para las elecciones fueron Luder- Bittel; Cafiero no logró la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires, ya que el control del partido-movimiento por la estructura política-sindical ortodoxa, eligió a Herminio Iglesias. Habían salido a la luz los varios peronismos que debían discutir la conducción, establecer un liderazgo e institucionalizar el justicialismo; es decir, definir cómo reemplazar a Perón que unificaba a sectores impensados garantizando las partes. Varios dirigentes veían a esta tarea como una labor altamente difícil pero igual la emprendieron. Dicha empresa debía no sólo reivindicar la doctrina y a Perón, sino revalorizar la democracia internalizándose de sus valores, alejándose del autoritarismo y de las contradicciones irresolubles que se diluían con el líder. Más aún, en el contexto de los años 1980, en que el Radicalismo hacía una lectura de la realidad, interpelaba a la sociedad desde otro lugar y utilizaba ordenadores de mediatización de la política.
Después de la derrota se originaron turbulencias en el peronismo, se lo identificaba con la vieja guardia política y sindical: las 62 Organizaciones, Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias. Varios dirigentes, entre ellos, Cafiero, De la Sota, Grosso, Unamuno, plantearon cambiar la imagen, el estilo, liberar al peronismo de su estilo autoritario, empezar habitar la democracia, el pluralismo, las ideas. De este modo, el 9 de diciembre de 1984 se creó el Frente Renovador3. Los dirigentes de la renovación concebían la necesidad de hacer una revolución en paz, aceptar el disenso y convivir políticamente. Se pusieron en marcha los congresos nacionales partidarios del Peronismo, en algunos se avanzó en la renovación y en otros hubo significativos retrocesos que permitieron la emergencia de grietas profundas en el PJ, en particular a partir de mayo de a 1986, cuando quedó claro que Menem pretendía ser el candidato a presidente en 1989.
A su vez, en el orden local, desde fines de 1981, en el peronismo neuquino existía un pequeño sector que intentó reordenar – sin éxito- al partido, porque fue intervenido por un dirigente enviado por el sector sindical (62 Organizaciones de Lorenzo Miguel) y político dominante en el nivel central (Herminio Iglesias). A esta situación política del peronismo, había que sumarle no sólo la débil y deteriorada estructura del sindicalismo, ya que la provincia no contaba con industrias, excepto el petróleo y la construcción. Los principales gremios eran delegaciones de las corporaciones más significativas, entre los más importantes estaban el SUPE, la UOCRA, los trabajadores de la fruta en el Alto Valle y los de la administración pública (Rafart, 2011:146). Los petroleros respondían a Diego Ibáñez y sólo se destacaban los obreros de la construcción, que luego de las huelgas de El Chocón, pudieron organizarse desde las bases eligiendo sus delegados y enfrentando, contrariamente a los petroleros, a los burócratas sindicales de la UOCRA. En la escena política provincial, se perfilaba una dura contienda dentro del PJ – porque como venía sucediendo en el nivel central- emergían los renovadores peronistas y en los gremios, tibiamente comenzaba a vislumbrarse la presencia de la CGT Brasil con Saúl Ubaldini; pero estaba el MPN que también planteaba disputas tanto en el terreno político como en el sindical.
REVISITANDO EL SISTEMA POLÍTICO NEUQUINO
Neuquén fue Territorio Nacional durante varias décadas (1884-1955) y la provincialización se produjo en un difícil marco político, coincidiendo con la proscripción del peronismo en Argentina. Recordemos que, por una parte, la Secretaría de Trabajo y Previsión y la Fundación Eva Duarte, habían ejercido una fuerte acción de gobierno en los Territorios Nacionales y, por otra, el Peronismo desde los inicios de los años cincuenta procedió a la provincialización de los nueve territorios, entre ellos, Neuquén. Producido el derrocamiento de Perón (1955), el proceso de organización de los nuevos estados se vio postergado durante dos años, aunque los interventores generaron algunas políticas destinadas a dar curso al establecimiento pleno de las nuevas provincias, a través de las convenciones constituyentes que dictaron sus constituciones.
El primer gobierno neuquino estuvo a cargo de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) ―como en varios espacios subnacionales entre 1958 y 1962― la que puso en marcha los mecanismos burocráticos, jurídicos, institucionales y económicos, entre otros, en la conformación del nuevo estado. Los dirigentes políticos de este primer gobierno constitucional se enfrentaron con el desafío de articular un régimen para completar el vacío institucional, ‘crear ciudadanos’ para definir y sostener las relaciones sociales. El nuevo estado no surgió por generación espontánea, fue producto de un largo proceso territoriano, en el que sujetos y acciones fueron adquiriendo atributos con distintos niveles de desarrollo. Desde sus inicios como provincia, el gobierno fue ordenando el territorio, armando su infraestructura, creando nuevos organismos de gobierno y planificación que permitieran articular lo nacional y lo provincial en la búsqueda de un equilibrio entre el poder de las dos instancias: estado provincial y Estado nacional.
Frente al cierre de la arena política nacional y local, consecuencias de la denominada Revolución Libertadora, una serie de figuras y dirigentes vinculados al peronismo en la etapa territoriana, unidos por relaciones éticas (varios eran miembros de la comunidad sirio libanesa), políticas (varios tenían contacto epistolar con miembros del Consejo Nacional Peronista), económicas (red de relaciones por el comercio de ramos generales en el territorio), al ejército (proveedores de insumos a la corporación), con sociabilidad (multiplicidad de relaciones entre hombres y mujeres), fueron compaginando intereses e ideas y emprendieron la tarea de pensar una estrategia diferente, luego de analizar el voto en blanco (1957/58), el desgaste de sumar electores, la verticalidad del PJ y el escenario político y sindical de Argentina. Así, un grupo de personas crearon en 1961 el Movimiento Popular Neuquino (MPN), conformado un partido neoperonista, cuyo propósito era mantener las banderas del peronismo hasta finalizara su proscripción y sin una denominación que provocara problemas políticos en la escena nacional. Los principales dirigentes del MPN, entre ellos, la familia Sapag, fueron gobierno en 1962, elecciones anuladas y luego entre 1963-1966. Producida la Revolución Argentina, en el marco de la Teoría de los Gobernadores Naturales (elaborada por el Gral. Osiris Villegas), Felipe Sapag fue designado gobernador por Onganía (1970), en el contexto de la conflictividad nacional como consecuencia de las rebeliones populares y las puebladas en las provincias argentinas, entre las cuales, preocupaba las huelgas en la represa hidroeléctrica de El Chocón. La situación fue duramente cuestionada por los peronistas neuquinos, que habían quedado reducidos, en su sector más importante, a la capital de Neuquén.
Cuando se produjo el retorno de la democracia y del peronismo en 1973, el MPN se presentó como el auténtico peronismo en la provincia, triunfando sobre el FreJuLi, a pesar del desembarco del aparato peronista, desde el presidente elegido Héctor Cámpora, Abal Medina, Rucci, Miguel, Palma, Izzeta, Niembro, y otros gremialistas de las 62 Organizaciones para apoyar a la fórmula del Frente, Romero-Such. Incluso hubo reuniones entre el PJ y el MPN en Villa La Angostura (Neuquén) cargadas de violencia entre los participantes ―no sólo neuquinos sino también rionegrinos― dirimiendo la situación política cada uno su provincia (Beain, 2008). El MPN tenía el apoyo de una serie de gremios, no sólo los tradicionales del momento de su creación, SUPE y Ferroviarios, sino este momento contaba con Sanidad, Textiles, Camioneros, Municipales, Petroleros Privados, Comercio, Smata, entre otros. Bajo el lema que Neuquén debía ser gobernado por neuquinos, el federalismo como bandera por la fuerte percepción anidada respecto que los habitantes habían sido postergado durante años por el estado central y sin negar la identificación con los peronistas, planteaban otorgarle una plataforma sólida a su presencia local. Hecho que fue reconocido por los propios militantes, los que afirmaron que Sapag había interpretado en la provincia al peronismo (Favaro, 2017:191-217).
Así con el discurso federal como instrumento para ampliar el espacio de negociación con el Estado nacional, la instancia neuquina llevó a cabo una política interventora, planificadora y distribucionista, contó con el apoyo de gran parte de la sociedad local, que consideró que sus aspiraciones se defendían mejor, desde afuera del sistema tradicional de partidos. El entramado desarrolló un estilo paternalista, con favores personales y reparto de poder; había dos figuras centrales: Felipe Sapag, en la gobernación de Neuquén y Elías Sapag, el hermano mayor de la familia, destinado a las relaciones con el Estado nacional, a través de su accionar en el senado.
En esos tres años (1973-1976), el FreJuli, la segunda fuerza en la Cámara de Diputados de la provincia (tiene sistema unicameral) mostró sus divisiones internas, en particular, luego de la muerte de Juan Domingo Perón (1974) y se armaron tres bloques en la Legislatura: el PJ, el Partido Peronista Auténtico4 y el Frejuli. De este último, fue asesor el abogado Oscar Massei, profesional originario de Córdoba, que se había instalado en Neuquén en 1971 desarrollando actividades vinculadas al asesoramiento de la UOCRA ―después de la gran huelga de El Chocón― y atendiendo los problemas legales de áreas del interior neuquino.
Durante el Proceso de Reorganización Nacional (PRN, 1976-1983) hubo gobernadores como el Gral. Domingo Trimarco que no estuvieron distantes del MPN, antes bien, incorporaron a sus equipos de trabajo, a técnicos y profesionales del partido. En el escenario de la política, en 1981 simultáneamente con el nivel nacional, por una parte, se conformó la Multipartidaria neuquina, la que tuvo serios problemas para funcionar, ya que no lograba la integración del PJ por sus problemas internos; asimismo en sus comienzos estaba demasiado cercana al MPN (se fundó en dependencias del diario Sur Argentino, de los hermanos Sapag). Por otra, también comenzó a reunirse un grupo denominado Convergencia, en carácter de auto convocados ―eran 26 dirigentes políticos― aunados por la necesidad de revitalizar la política y con la consigna del repudio a la violación de los Derechos Humanos. Hacían reuniones para activar la participación ciudadana y recrear lo político preocupados por la situación socio- política argentina y de la provincia, y había entre otros, peronistas, radicales, demócratas cristianos, intransigentes. Asimismo, en el contexto de cierta normalización institucional, en junio de 1982- luego de la derrota de Malvinas, comenzaron en Neuquén acciones más contundentes de los entramados partidarios, en el marco del debilitamiento de la Multipartidaria, debido a los desencuentros internos, principalmente entre el MPN y el PJ (García,2018).
Desde fines de 1981 se estaba organizando el peronismo ―en el nivel nacional― no sólo con la Línea Convocatoria Justicialista5, coordinada por Calos Grosso, sino que operaba el Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO) con Cafiero6. En Neuquén se intentó reordenar el PJ neuquino con Amalia Alonso, Jorge Diorio y Oscar Massei los que fueron designados interventores del partido por Bittel a través del delegado de entonces, Vilches, que luego fue desplazado por Alberto Nievas, el que arribó con las instrucciones del sector ―sindical y político dominante― en el nivel central desalojando a este primer triunvirato. La situación evidenciaba la complejidad del entramado político y obligaba a algunos dirigentes, a replantearse ―aún sin vistas muy claras a la apertura democrática― el funcionamiento de la fuerza. En junio de 1983, la interna justicialista en Neuquén presentaba como candidatos a Alberto Nievas (interventor del partido) y Oscar Massei, para la presidencia del partido; Ángel Romero y Massei, para la candidatura a gobernador. En ambas triunfó Massei, quien tenía el apoyo de organizaciones sociales vinculadas a barrios, actividades, viviendas y una agrupación de abogados. Contaba, además, con representantes en la mayoría de las localidades neuquinas y tenía como compañero de fórmula a Luis Novoa (exsecretario general del SUPE-Sindicato Unidos del Estado).
LOS CONTRADICTORES POLÍTICOS EN EL NEUQUÉN DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
Cuando se produjeron las elecciones de 1983, triunfó en la Gobernación ―como lo venía haciendo― el MPN con mayoría en la Cámara de Diputados7. Las elecciones en Neuquén mostraron dos ganadores claros decididos por la ciudadanía: Alfonsín-Martínez y Sapag-Forni, echando por tierra análisis previos, a pesar de que la provincia había duplicado su población en los últimos diez años en base a las corrientes migratorias internas. El partido provincial continuó siendo el eje alrededor del cual giraba el panorama político. Si bien la figura de Alfonsín eclipsó las elecciones en Neuquén y el Radicalismo luchó palmo a palmo con el Justicialismo, con cortes de boleta; el MPN logró ubicar siete electores para presidente que en el colegio electoral votaron por Alfonsín. Ante el desafío que representaban las fuerzas políticas tradicionales (PJ y UCR), se reiteró la estrategia tradicional de distribución de poder: Felipe Sapag en la Gobernación y Elías Sapag en el senado nacional
El MPN recuperó la centralidad en tanto jugador subnacional, sin asumir los clivajes nacionales y confrontar con ellos ―no fue necesario en esta oportunidad plantearse como el verdadero peronismo― mantuvo los tradicionales principios, pero se tuvo que flexibilizar y reformular ya que la interpelación a la ciudadanía con la bandera federalista mostraba sus límites. Comenzó a revisar su relación con la heterogénea sociedad neuquina y pensarla como un sujeto nuevo, diferente y cambiante. La fuerza provincial ―se convirtió en hegemónica en el sistema político― porque si bien existían otros partidos, ninguno había logrado desafiar la direccionalidad del entramado local, el que mantuvo su control estatal por sobre la representación de intereses con capacidad para incorporar diversas clases, redefiniendo la relación de fuerzas y favoreciendo su continuidad institucional (Favaro, 2017: 126-127).
Es que el estado provincial a través de sus redes territoriales había penetrado en el espacio neuquino, reclutado dirigentes y apoyo para la fuerza local, logró presencia y acción con el otorgamiento de asistencia social, de allí que mantuvo la imagen que ‘el MPN resuelve los problemas de la gente’ con prácticas materiales que tenían su lado simbólico, llegando a lugares que no arribaba el PJ o la UCR. Las redes se reactivaban en los momentos de campaña electoral y mostraban la gran diferencia entre este partido y los otros, no sólo por la cantidad de afiliados, sino por el control de los recursos. La penetración territorial comenzaba en las localidades más pequeñas, en los barrios más carenciados, donde convivían con los partidos opositores, controlando los municipios que eran los que entregaban los recursos. Así el MPN fue concretando el ‘voto seguro’ de los empleados de la administración pública provincial, a través de métodos que se ampliaban y perfeccionaban.
Las políticas públicas ―al contar con el control del estado― fueron importantes. Los recursos eran destinados a determinadas áreas, a la obra pública, al aumento salarial del empleado público, a planes provinciales y subsidios. Se profundizaron las políticas sociales y asistenciales y se avanzó en la solución de los problemas educativos, habitacionales y de infraestructura social básica en los núcleos urbanos más importantes y del interior neuquino. La negociación permanente del gobierno neuquino con el Estado nacional proveyó a la instancia local de coparticipación, aportes no reintegrables y subsidios interesantes; luego la explotación de los recursos energéticos a partir de la conversión de la provincia en hidrocarburífera con el descubrimiento de yacimientos significativos y el auge de las empresas estatales, subsidió el territorio donde se encontraba el capital físico y simbólico ejecutado. Si bien la planificación provincial, tuvo efectos positivos, no derivó en políticas destinadas a concretar inversiones y encadenamientos productivos de real incidencia regional y menos aún condiciones para afianzar una alternativa menos dependiente del perfil energético exportador funcional a los objetivos y modalidades de expansión del poder central. La sociedad hacia los años ochenta estaba conformada por una burguesía comercial sin tradición, originalmente vinculada a diferentes actividades, sectores medios ―que igual que la primera vivían al calor del Estado nacional o provincial― y sectores populares que se fueron ampliando y complejizando en el contexto de urbanización, proveniente de regiones más desarrolladas (provincias del litoral y pampa húmeda). Por ello, la sociedad neuquina consideraba que la provincia era una construcción del estado y del partido dominante en el sistema partidario neuquino porque, además, existía una consistente tarea desde los dirigentes y líderes del partido, en sostener la hegemonía política con el discurso y la acción permanente del pasado, hecho que alimentó y retroalimentó la identidad neuquina dándole a los habitantes de la provincia un sentido de pertenencia. El crecimiento de la subinstancia fue paralela al del MPN ―sus habitantes estaban convencidos de ello― por lo menos durante la vigencia de las políticas de bienestar hasta los años noventa― y fue significativo el acceso a empleos, vivienda, salud y educación. Por ello, el PJ no logró ser alternativa ni crear una alternancia a través de propuestas distintas a las del MPN.
Ahora bien, el Justicialismo había tenido una fuerte influencia en la última etapa del Neuquén territoriano y fue proscripto producto de la Revolución Libertadora. En el ínterin varios funcionarios y dirigentes del peronismo, conformaron el neoperonista partido MPN. La creación de partidos neoperonistas fue una estrategia acorde al escenario, que osciló entre la oposición representada por la ‘resistencia’, la abstención electoral y la progresiva integración propuesta por un conjunto de fuerzas de escala provincial o nacional. Se desarrolló en varias provincias argentinas, intentado resguardar los principios del peronismo proscripto ―inicialmente― o disputar la mayoría electoral de esa fuerza. Los partidos neoperonistas competían entre sí y, a veces, con los representantes del PJ oficial para ganar los votos peronistas. Fue una variedad de subgrupos que no estaba acompañada de estructuras superiores que coordinaran sus actividades, manteniendo, en la mayoría de los casos, organización propia, porque “las fronteras del movimiento eran fluidas y difusas (Levitsky, 2005:55).
El resto de los peronistas neuquinos, se nucleaban mayoritariamente en la capital neuquina y estaban en permanente enfrentamiento con el MPN, incluso, apenas triunfó para la gobernación en 1963, se produjo la primera salida de un peronista de la Cámara de Diputados de la provincia, Carlos Sobisch, padre del futuro gobernador, acusando a los Sapag de no tener intenciones de regresar al PJ. Durante la Revolución Argentina las tensiones se ampliaron en el peronismo local con líneas internas; por un lado, la versión ortodoxa con Alfredo Martín que respondía a nivel nacional a Raúl Matera y la ‘línea dura’ que se había nucleado como Unión Popular con Pedro Quarta, Donato Ruiz y Benedicto Ocampos. Los acercamientos y buenas relaciones de los Sapag con algunos militares de esta época, en particular, con Alejandro Lanusse fueron cuestionados por los justicialistas8. Llegados a este punto, parecía que la fractura de 1961 al crearse el MPN, había canalizado la mayoría de los peronistas hacia ese partido.
El clivaje de 1973 con el levantamiento de la proscripción del justicialismo mostró el juego del MPN frente a las tendencias integradoras que pretendían algunos sectores del entramado. El partido neuquino estableció una alianza popular articulada alrededor de la herencia del peronismo y fue solución para uno, problema para otro, porque se presentó con éxito en las elecciones de 1973 ―como ya se adelantó― bajo la figura del verdadero peronismo neuquino. Si bien el PJ acusó al MPN de desperonizarse, impugnó la fórmula y trató de acordar una lista única, no obtuvo resultados positivos; ya el MPN había consolidado su estructura partidaria. Ello no invalidó que el MPN tuviera tensiones y disidencias internas, pero se procesaban por medio de la convención y mediación de los dirigentes relevantes de la fuerza y por primera vez, con el arribo de la democracia en 1983 se abrió al debate, incorporó elecciones internas abiertas y una línea dentro del partido que se expresó como Movimiento de Acción Política (MAPO) que intentó exponer un perfil renovador dentro de la organización. La figura más importante de esta línea fue Jorge Sobisch, quien paradojalmente, años después fue adherente a las políticas neoliberales impuestas en el país por el peronismo de Carlos Menem.
En las elecciones de 1983, el PJ logró el 22% de los votos, igual porcentaje que la UCR, pero ingresó a la legislatura provincial, con cinco votos más que el Radicalismo. Por el sistema vigente, la provincia tenía un sistema unicameral, sin renovación parcial, con sistema de mayoría y minoría, lo cual convertía al partido que ganaba las elecciones en el centro de la iniciativa y decisión9. A medida que se realizaban los congresos nacionales del justicialismo, se reafirmaba una línea interna en el partido ―liderada por Oscar Massei― sobre la necesidad de renovación del peronismo, alejándose del resto que articulaba la política sindical ortodoxa local y central. Esta tarea estuvo acompañada de múltiples dificultades porque en Neuquén el único peronismo con historia era el MPN y el peronismo solo podría ser ‘renovación’ (Palermo, 1987: 82). Los renovadores neuquinos participaron de la mayoría de las reuniones nacionales, menos la de Tucumán, cuando se visualizó el acuerdo de Menen con algunos integrantes de la renovación y sectores sindicales. Esta situación hizo que el 9 de noviembre de 1986, más de cincuenta militantes del peronismo neuquino, encabezados por el entonces presidente del PJ, Oscar Massei, decidieran romper con el partido y conformar uno nuevo al que llamaron Justicia, Democracia y Participación (JDP). Los firmantes de El Documento en el que se anunciaba la constitución de un partido provincial –además de Massei- estaban Luis Pereyra, David Lugones, Raúl Radonich, Rodolfo Caso, Hugo Villarreal, Raúl Sandoval, Oscar Montórfano, Jorge Wálter, Juan José Servidio y Bernardo Gavernet. Decía entre otras cuestiones “El pueblo ya se fue. Entre las estructuras vacías de contenido y él [se refiere al partido], optamos por el pueblo. Por eso, como militantes renunciamos a los cargos partidarios y a nuestras afiliaciones al partido Justicialista” (Río Negro, 10/11/1986). La reunión de la ruptura se había convocado para discutir el rol del partido, su proyección en la provincia y en el orden nacional, en el marco de una re-lectura crítica de la situación del país en los años posdictadura.
Las reuniones de los renovadores se replicaron en la provincia y localidades de las misma y en ese orden, el JDP de Neuquén, conducido por Massei contó rápidamente con abundante adhesión. El nuevo partido y la renovada conducción evaluaba el armado de un frente con la perspectiva en las elecciones a gobernador de 1987, conformó un bloque propio en la Cámara de Diputados provincial (dos sobre un total de diez legisladores), circunstancia que llevó a los peronistas en la Legislatura a varias reuniones de discusión. Sobre diecisiete integrantes de la conducción partidaria local, ocho renunciaron a su afiliación y pasaron a integrar el nuevo partido. La ruptura la decidió el grupo que había triunfado ampliamente con Massei en la interna para la renovación a cargos partidarios ―en abril de 1985― frente al otro sector en la que se destacaba la figura de Oscar Parrilli; situación que se trasladó a la Cámara de Diputados, en la que el sector que había triunfado contaba con dos legisladores, los ocho restantes quedaban vinculados al otro grupo ―el que había sido derrotado en la interna―; todos habían ingresado a la Legislatura en 1983. La situación rompió el delicado equilibrio que se pretendió mantener desde 1983, entre los dos grupos que se delineaban; fractura cuestionada porque un año antes, en las elecciones a diputados nacionales de 1985, a pesar de que los renovadores aparecían con pocas posibilidades ―encerrados entre las figuras convocantes de Alfonsín y del caudillo del MPN, Felipe Sapag― el PJ colocaba como diputado nacional a Oscar Massei.
Los integrantes del nuevo partido: JDP, decidieron desafiliarse colectivamente del PJ, contando rápidamente con el apoyo de sectores sociales y políticos de la provincia, fundamentalmente, del interior neuquino. Las razones de la ruptura del PJ de Neuquén sumaban varios elementos: no sólo la derrota de 1983, el triunfo del Radicalismo en el Referendum del Beagle (25/11/1984) el papel que le cupo a Saadi (PJ) frente a Caputo (UCR), las elecciones de legisladores (03/11/85) y la Ley de Reordenamiento Sindical (15/03/1984 ), todos hechos que mostraban los traspiés del peronismo y sus internas; fundamentalmente, los desacuerdos con la Conducción Nacional del PJ. Las discusiones en el Congreso Nacional si bien revelaban las diferencias de opinión de los renovadores, también reafirmaban la idea sobre que el gobierno emprendía propuestas modernizantes.
Los encuentros y acuerdos de los justicialistas en el senado sobre este tema, reafirmó la idea y acción del PJ- Lorenzo Miguel, en el sentido del reingreso del MPN al PJ, situación que fue ratificada por el propio interventor del partido en Neuquén. Los comentarios fueron siempre desmentidos por Sapag, subrayando que el entramado local era independiente, provincial, equidistante del peronismo, del radicalismo y de cualquier otra fuerza. Para reafirmar esta idea, Sapag mostraba como contraparte su apoyo al proyecto radical de la Reforma del Código de Justicia Militar y decía que, si bien en el campo gremial había un trabajo conjunto, en el terreno político había bastante para discutir (La Trastienda, 22/10/1986). No obstante, el 17 de octubre de 1986, Ubaldini estuvo en Neuquén y dirigentes políticos y sindicales del MPN y del PJ estuvieron presentes, escuchándose muchas voces, especialmente las de agradecimiento a Sapag por su apoyo a la Ley Britos (que rechazaba la de la UCR).
En definitiva, se presentaba una situación enredada, ya que en las elecciones a legisladores nacionales del 6 de septiembre 1985 había sido elegido Massei; un año después se fracturó el PJ, creándose el JDP, retirándose del bloque de diputados provinciales y del resto del justicialismo. El escenario derivó en denuncias hacia Massei y en el pedido oficial del PJ a que renunciara a su cargo, tanto en Neuquén como en el parlamento nacional, hecho que el dirigente concretó, cuando al disputar la gobernación en 1987 y obtener escasos votos declinó su banca. Como diputado nacional por Neuquén entre 1985 y 1987, formó parte del espacio renovador junto, entre otros, a José De la Sota, Carlos Grosso y Antonio Cafiero. Lo debía reemplazar, un dirigente del partido, el yerno de Cafiero que residía en Neuquén, quien no aceptó, accediendo un dirigente sindical del SUPE (T.O, O.M.,19/05/2018)10.
En definitiva, el peronismo en Neuquén ―como en 1973― se presentaba dividido: como PJ y como JDP. Oscar Massei, el dirigente carismático que nucleaba al grupo renovador decía en 1987, que el problema del peronismo en Neuquén no era simplemente un tema metodológico, era una cuestión de conducción, organización y perfil ideológico. Señalaba que no se delimitaba un proyecto político y se debía evitar caer en los internismos en la disputa por ocupar áreas de poder. Ratificaba que el espacio que la renovación estaba ganando, en parte, producto de la política del radicalismo, porque el peronismo no lograba definir temas fundamentales, dado que la discusión ―en la que no lograban acuerdos― pasaba por “…saber si esta sociedad ha cambiado en los últimos tres años o no, si la estructura de la sociedad es la misma que hace cuarenta años o tiene otros componentes. Se necesitaba, según el dirigente, un “programa de transformación social, de liberación, de defensa de la estructura de la democracia, de confrontar con los poderes económicos...” […] “Esta es una cosa que el peronismo de la renovación no marca fundamentalmente” (Gordillo y Lavagno, 1987:185-187).
Cuando Massei rompió con la estructura de su partido en Neuquén y se creó el JDP (1986), se esperaba que, con diferencias de días, ocurriera algo similar en otras provincias. Sin embargo, las internas se llevaron a cabo, los renovadores marcaron diferencias, pero las tradicionales alianzas del PJ se produjeron y la proyección nacional quedó sin efectivizarse. La idea del Frente- con la DC y el PI- una propuesta de los renovadores, se mantuvo como núcleo básico del sector masseísta, porque consideraba que era la nueva forma de hacer políticaque implicaba para Neuquén “…continuar y superar todo lo bueno que tiene esta provincia” (Revista Calf, 08/07/1987), a partir de la participación no sólo en una situación pre electoral sino como un hecho cotidiano, sin convertirse en un simbolismo, con cargas decisionales y para disminuir la autocracia y el autoritarismo.
EL PERONISMO NEUQUINO LUEGO DE LA FRACTURA
Excepto el grupo masseístas, el resto de los peronistas permanecieron dentro del partido, aunque divididos en sectores que adherían a distintos dirigentes políticos o sindicales nacionales Uno de los sectores que tuvo relevancia posterior, fue el denominado “quedantista”, liderados por el vicepresidente del bloque de diputados provinciales del PJ, Oscar Parrilli 11, que frente a la fractura del partido había buscado tanto el respaldo de la conducción nacional renovadora como mantener los vínculos con el resto del PJ nacional y con el Consejo Nacional Justicialista. Cabe señalar, que el partido continuaba con las tareas destinadas a confluir en una alianza con MPN ( Río Negro,16/11/1986).
Los que se quedaron dentro del partido, planteaban que se debía ganar la Gobernación y triunfar en las elecciones nacionales de 1989, fuera como JDP o como PJ y no importaba si con Cafiero o con Menen; el objetivo era ser gobierno y no renovar el peronismo. En este orden, en mayo de 1988 el PJ neuquino realizaba dos adhesiones: por un lado, la lista Celeste y Blanca para la Victoria apoyando a Menem en el orden nacional con Parrilli, Duzdevich y Kogan; por otro, en el orden provincial con una lista que adhiría a Cafiero. La idea era que el PJ debía ganar las elecciones, no importaba con qué candidato (Río Negro, 28/05/1988)12.
La situación descripta fue comentada por la prensa regional, la que llamaba la atención en sus editoriales acerca de los resultados electorales de julio de 1988 en la provincia, alegando que “…a muchos dejó perplejos que en una provincia donde el gobernador riojano ganó con tanta claridad, fuera Cafiero el que recibiera el apoyo del electorado para convertirse en titular al consejo partidario neuquino” (Revista Calf, 07 /08 /1988). Especialmente porque se había manifestado en reiteradas ocasiones las diferencias entre PJ y la JDP, en las que éste último reafirmaba su renuencia a apoyar a Carlos Menem y proponía la necesidad de la conformación de un Frente para las elecciones de 1989 con el PI-DC, especulando en la posible candidatura de Carlos Auyero (Río Negro, 18/09/88)13.
En síntesis, había distintas miradas y líneas de acción dentro del heterogéneo grupo peronista neuquino; un sector pequeño, que pretendía no sólo democratizar sino renovar al partido, con un liderazgo ―Massei― enfrentando el aparato verticalista, con respaldo de las bases, a pesar de “ciertas objecciones por nombres que aparecían…” (sic). (Revista Aquí nosotros,10/10/1983). Por una parte, este sector, manteniendo su autonomía, no negociaba con las autoridades nacionales del partido ―algo corriente luego de las internas― por otra, un grupo mayoritario ―venía desde la elección nacional de 1983― que se movía entre el contexto local y el nacional, negociaba dentro y fuera de la provincia, además de estar, ideológicamente más cercano a la ortodoxia política. Este fue el sector que se quedó dentro del partido y condujo el Justicialismo en Neuquén.
UN FINAL ABIERTO...
La democratización de algunos países del Cono Sur se pareció muy poco, porque tanto en Uruguay como en Chile, tras la retirada de las Fuerzas Armadas, hubo una transición pactada que dio lugar a la restauración de la democracia. Los pactos excluyeron a partidos, como en el caso uruguayo, pero también desde la política se recogían a militares, como ocurrió con Liber Seregni, en el Frente Amplio y, en las elecciones de 1984, el candidato triunfador, Julio María Sanguinetti, decretó amnistía para los presos políticos que incluía a la cúpula de una organización armada (Tupamaros). En Chile, se produjo un caso extremo, ya que se hizo conforme a la institucionalidad nacida de la dictadura pinochetista y su Constitución aprobada por el respaldo ciudadano de 1980. Se cumplió con las reglas de la dictadura, el plebiscito se celebró y la unión de la oposición provocó una ajustada derrota del dictador. Poco tiempo después, asumió el líder de la Concertación Patricio Aylwin ―el mismo que había apoyado el golpe militar contra Salvador Allende en 1973― y marcó el restablecimiento de la democracia. Argentina fue un caso muy diferente porque los militares trataron de auto amnistiarse y negociar su impunidad con el PJ, que presumían triunfador en las elecciones de 1983. Esto no ocurrió ya que el peronismo fue derrotado por la UCR y el nuevo ejecutivo inició el juicio a las juntas, trató de romper con el pasado en la que los militares resistiendo y actuaron como factor de desestabilización, aunque luego retirados a los cuarteles marcaron las tendencias económicas y sociales del país. Situación económica que condicionó la administración de Alfonsín.
En este orden, el grupo de la renovación peronista se convirtió en el actor que dinamizó el justicialismo durante más de dos años en el orden nacional ―los de su crecimiento― desde mediados de 1985 hasta las elecciones de septiembre de 1987, disputando el gobierno. No sólo porque intentó capturar la dirección del PJ sino también porque debió competir con el Radicalismo de Alfonsín por la representación política. En Neuquén, donde no existía alternancia en el sistema político y los gobiernos pertenecían a familias tradicionales de la política local, el PJ pugnó con el MPN, partido hegemónico en el sistema de partidos de la provincia desde 1963, con el que disputaba el mismo espacio y electorado político, a pesar de las reiteradas gestiones ―sin éxito― de parte de sectores nacionales de reunificar o conformar una alianza PJ-MPN.
Los renovadores en Neuquén, – como en general en el resto del país- ofrecieron una propuesta democratizante y sus dirigentes asumieron una práctica positiva de crítica al gobierno de la UCR, incluso en varias oportunidades coincidiendo con las mismas. El principal cuestionamiento realizado apuntaba a la dirigencia que había llevado a la derrota en 1983, sin detenerse en las contradicciones del peronismo diluidas mientras vivió Perón. Las ideas más importantes de la dirigencia neuquina pasaban por darle cuerpo doctrinario a una corriente que aspiraban tuviera un sentido superador, explicando las diferencias e intentando invisiblizar las complejas dimensiones políticas en este espacio subnacional.
Con acierto, afirma Palermo que cuando la JDP constituyó un Frente en Neuquén, hizo lo que no ocurrió en ninguna provincia “…desgajar (una parte de) la izquierda peronista e integrarla a un frente amplio y democrático y conformar con ese perfil una expresión- comparativamente- significativa” (Palermo, 1987: 88-89). Así, pudieron competir con el MPN, incluso con el mismo PJ, pero no lograron acceder más que a cargos legislativos en la provincia y en el orden nacional. Con una interesante diversidad de origen y trayectoria por las experiencias forjadas en la militancia social,barrial y universitaria, tuvieron pluralidad ideológica y aunaron de algún modo, una generación intermedia, la de los años 1970 en la provincia. Una diferencia interesante de los renovadores de la JDP, fue que se mantuvieron fuera del PJ ‘oficial’ sin resignar sus ideas del peronismo, volvieron a la actividad privada y sólo regresaron a la vida política cuando se dieron las condiciones, entre otras, el Frente Grande, la elección de Convencionales - en la que incluyeron al Obispo De Nevares- y La Alianza.
Pero el problema principal de la Renovación Peronista en Neuquén, materializada en la JDP, era presentarse como otro peronismo provincial, cuando ya había uno, el MPN. El emepenismo, si bien no enunciaba en cada elección los principios básicos que le dieron origen, tampoco renunciaba a las líneas de acción y cercanía al peronismo. Es que había desarrollado ―desde su creación en 1961― estructuras partidarias con recursos financieros, simbólicos y organizacionales que le permitió constituirse en una fuerza convocante en cada elección provincial. El MPN, nunca resignó, aún en los momentos más álgidos, las ‘banderas peronistas’. Con esta estructura tenía que competir la JDP, porque debía interpelar desde otros discursos y prácticas a la heterogénea ciudadanía neuquina. Con el otro peronismo ―el MPN― se hacía difícil para la nueva fuerza partidaria ―la JDP― “atrincherarse provincialmente” y tener un lugar en la política también con una propuesta provincialista (Palermo, 1987: 84-85).
En síntesis, sin abandonar las ideas primarias, los renovadores masseístas mantuvieron lazos con el resto de los dirigentes y militantes del PJ, pero decidieron quedarse fuera de la estructura oficial, armando sin éxito otro intento provincial de partido peronista. Lo que sí lograron con su accionar, fue dotar de mayores niveles de transparencia al PJ, prolijidad en las internas, quitando la violencia que lo venía caracterizando, procurando limitar el poder sindical para que se constituyera en una forma deliberativa de entender la democracia, sin dejar de lado en diferentes contextos, su apuesta a ser gobierno en Neuquén a través del armado de Frentes.
1. Las actuales provincias de la Patagonia y algunas de NE argentino, fueron Territorios Nacionales, entre 1884 y 1955; es decir, espacios que dependieron del Estado nacional el que designaba a sus gobernadores.2. El MUSO era el Movimiento para la Unidad, la Solidaridad y la Organización. Creado en 1982, fue una línea democrática que contaba con dirigentes del peronismo y tenía como objetivo apoyar la candidatura de Cafiero-Bittel.3. Incluía al Muso de Cafiero, Convocatoria Peronista de Grosso, Comisión de los 25 y Lealtad y Unidad de Menem4. Lo representaba la legisladora René Chávez. El Partido Peronista Auténtico estaba formado por dirigentes del peronismo revolucionario, que luego de la muerte de Perón, objetaban la política oficial del PJ liderada por María Estela Martínez y José López Rega.5. Convocatoria Justicialista también funcionó en Neuquén en 1982, liderada por Massei, Vilche y Rachid, estaba integrada por militantes del PJ y una agrupación de abogados peronistas de Neuquén, que entre 1980 y 1982, la integraba Oscar Parrilli. Pidieron la rehabilitación de la Multipartidaria Provincial; consideraban se habían diluido sus tareas, al agudizarse los problemas internos vinculados a algunas conducciones en los partidos, entre ellos con el PJ intervenido con Nievas, en “Corriente del PJ en Neuquén”, Río Negro, 15/09/82 y “Pedirán la rehabilitación de la Multipartidaria”, Río Negro, 13/09/1982.6. Fundado en 1982, además de Cafiero, se encontraban Bittel, Unamuno y la Comisión de los 25.7. El PJ presentó como candidato a gobernador a Oscar Massei y el Radicalismo, a Carlos Vidal.8. Elías Sapag fue uno de los enviados por Lanusse a negociar con Perón (Madrid) el levantamiento de la proscripción y la apertura democrática.9. Entre diciembre de 2005 y febrero del 2006 se llevó a cabo la Convención Constituyente que reformó la Constitución Provincial. La necesidad de reforma fue establecida por la ley 2471 y contemplaba el análisis de 258 de los 313 artículos de la Constitución de Neuquén en vigencia desde 1957. Finalmente, el 17 de febrero del 2006 se sancionó una nueva Constitución Provincial.10. Massei presentó su renuncia al PJ – por el cual había ingresado como diputado nacional-; al desafiliarse y formar el JDP, afirmaba que si se lo ratificaba con un 20% de votos en la elección a gobernador (se había presentado como Frente: JDP-DC-PI), permanecería. Como esto no ocurrió – obtuvo el 11%- argumentando razones éticas, presentó su renuncia. Pero con tensiones porque dirigentes del PJ, militantes y otros, se movilizaron pidiendo la declinación al cargo, en “La renuncia de Massei”, Río Negro, 15/09/1987.11. Había apoyado inicialmente al Peronismo Renovador, fue diputado entre 1983-87. En esos años (1986), en las reuniones que se hacían en la Patagonia, conoció a Néstor Kirchner y formó parte del Grupo Calafate. Fue diputado nacional durante la presidencia de Menem, entre 1989-93, fundador del Ateneo Jauretche, candidato a gobernador de Neuquén en 1991, ocupando el segundo lugar con el 30% de votos, ya que en la Gobernación triunfó Jorge Sobisch del MPN.12. La cursiva es mía.
13. Los renovadores del JDP mantuvieron el concepto de unidad con algunos pequeños partidos, en particular, con dirigentes con los cuales habían sostenido relación durante la dictadura, por temas, entre otros, sobre los DD.HH. De allí que esta línea se conservó, en primer lugar, en las elecciones provinciales de 1987, en las que se conformó un frente con la Democracia Cristina y el Partido Intransigente, aunque sin resultados, continuó frente a las políticas neoliberales del gobierno de Menen y “con el grupo de los 8 nutrieron el Modejuso, el Fredejuso y posteriormente el Frente Grande y La Alianza (Ferrari,2017:9-34).
REFERENCIAS
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REPOSITORIOS, FUENTES Y DOCUMENTOS
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19. Revista Calf (Cooperativa de Agua, Luz y Fuerza), 1981-1989
20. Revista Aquí Nosotros, Neuquén, 1983
21. Revista La Trastienda, 1986
22. Boletín del Partido Justicialista, octubre 1983, N° 1
23. Diario del Pueblo, Publicación del PJ, 04/09/83, N°1
TESTIMONIOS ORALES
24. Testimonio Oral de Oscar Massei, Neuquén, 19/05/18; 30/05/18; 25/06/18; 14/07/18; 22/07/18 y 13/08/2018.