ARTÍCULO
Agronegocio, asociaciones agrarias y redefinición de perfiles instituciones en la pampa cordobesa (fines del siglo XX)
Agribusiness, agrarian associations and redefinition of institutional profiles in the Cordoba pampas (late twentieth century)
Gabriel Fernando Carini
gcarini@hum.unrc.edu.ar
Universidad Nacional de Río Cuarto; Universidad Nacional de Córdoba; CONICET. Argentina
Recibido: 04|10|17
Aceptado: 11|05|18
Resumen
La vigencia del agronegocio como nuevo patrón productivo que orientó las prácticas y estrategias de los productores agropecuarios supuso, desde un punto de vista institucional, la necesidad de redefinir las lógicas de las entidades que tradicionalmente habían asumido como función esencial la defensa gremial de los intereses de sus asociados. En ese marco, el objetivo de este artículo es explorar la redefinición de los perfiles institucionales de una entidad de primer grado del interior de Córdoba a partir de la estructuración de una serie de servicios tendientes a profesionalizar las prácticas productivas de sus asociados. Como emergente de este proceso tuvo lugar una serie de transformaciones que –sin abandonar la función que históricamente había asumido– trastocó sus perfiles institucionales y operó como instancia desde la cual se procuró adecuar la institución (y las prácticas de sus bases sociales) al nuevo contexto socio-productivo.
Palabras clave: Agronegocio; Asociaciones gremiales; Nueva institucionalidad; Perfiles institucionales.
Abstract
The validity of agribusiness as a new productive pattern that guided the practices and strategies of agricultural producers supposed, from an institutional point of view, the need to redefine the logic of the entities that had traditionally assumed as an essential function the trade union defense of the interests of its associates. In this framework, the objective of this article is to explore the redefinition of the institutional profiles of a first-degree entity in the interior of Córdoba, based on the structuring of a series of services aimed at professionalizing the productive practices of its members. As a result of this process, a series of transformations took place which, without abandoning the function that had been historically assumed, disrupted their institutional profiles and operated as an instance from which the institution (and the practices of its social bases) was adapted to the new context socio-productive.
Key words: Agribusiness; Agrarian associations; New institutionality; Institutional profiles.
A MODO DE INTRODUCCIÓN
“Nuestra Sociedad Rural es una entidad de servicios”. De esta forma titulaba su columna institucional en el Suplemento Agropecuario del diario Puntal la Sociedad Rural de Río Cuarto (SRRC), una entidad de primer grado que tenía su campo de acción gremial en el sur de la provincia de Córdoba. Inmediatamente sostenía:
Además de la defensa gremial de los productores agropecuarios, esta Sociedad Rural de Río Cuarto, tal como lo señalan sus Estatutos, tiene como objetivos la promoción, apoyo y difusión de las actividades del campo y es, como lo atestigua nuestro permanente quehacer, una entidad de servicios para con los asociados. Así, nuestra Comisión Directiva, los organismos técnicos, nuestras asesorías y el Ateneo Juvenil, trabajan permanentemente en la organización y realización de distintos eventos que cumplen con la premisa señalada (AHMRC, H, SA, viernes 19/10/2001, p. 13).
Hacia fines de 2001 la dirigencia ruralista entendía que la entidad había transitado un profundo proceso de cambio en sus perfiles institucionales: las actividades ya no contemplaban solamente las instancias de confrontación gremial sino que se complementaba con la oferta de diversos servicios.1 En este sentido, diversas investigaciones han advertido sobre la emergencia de una nueva institucionalidad agraria, especialmente en la región pampeana, de carácter innovador, dotada de un perfil diferencial respecto al ‘modelo tradicional’ que promovió novedosas maneras de operar colectivamente dentro del aparato productivo, mediante asociaciones organizadas en torno a modernas tecnologías, rubros específicos de producción y, eventualmente, nuevos modelos productivos. (Flood 2005; Lattuada 2006; Gras y Hernández 2009a y 2013a). Estas organizaciones introdujeron un nuevo lenguaje y enfoques diferentes para definir el papel del sector que puede observarse mediatizado en un ‘discurso tecnologizante’ centrado en la consideración de que el avance tecnológico era el elemento vital para el agro, realizando una apelación al productor para que asumiera una ‘mentalidad empresarial’, centrada en el conocimiento (Balsa 2007: 153-154). Entre los máximos exponentes de esta nueva institucionalidad –que además constituyen los casos que mayor atención concitaron por parte de sociólogos y antropólogos– se pueden mencionar la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA) y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID).2
Lo anterior nos permite inferir el distanciamiento que existió tanto en el modelo organizativo de las entidades de nuevo cuño como en los roles y funciones respecto de las asociaciones gremiales o reivindicativas. Así, la presencia de estas entidades en el mapa asociativo del agro nacional planteó visiones diversas sobre su incidencia en las lógicas institucionales de las entidades de tipo reivindicativo y la situación de sus bases sociales. Para Carla Gras (2009a: 231) las nuevas asociaciones no entraron en una competencia por las bases sociales puesto que podría pensarse –según la autora– en una suerte de ‘división del trabajo’ que implicaría para las primeras ‘concentrarse’ en un ámbito específico, el de lo técnico, reforzando así su lugar de entidad especializada e impulsando a sus asociados integrarse a las de tipo ‘gremial’ que fueron las que se concentraron en la ‘defensa’ del sector ante –por ejemplo– los efectos de las políticas económicas; en tanto que para Lattuada (2003 y 2006), estas nuevas asociaciones llevaron a replantear la estructura interna y las estrategias de las asociaciones reivindicativas –como por ejemplo, incorporando una mayor oferta de servicios sumados a su tradicional función gremial– para ‘ganar posiciones’ frente a otras entidades que ‘disputaban’ entre sí por las mismas bases sociales.
Retomando esas visiones, sostenemos que la modificación de las prácticas e identidades de un sector considerable de productores, el consecuente desvanecimiento de anteriores sentidos de pertenencia, los cambios en el contenido de sus demandas y la aparición y/o consolidación de asociaciones de productores centradas en aspectos técnicos antes que en la defensa de intereses corporativos plantearon la vigencia de una nueva dinámica que tensionó las prácticas y discursos de los tradicionales ámbitos de representación gremial que nucleaban a los productores y que habían cumplido un papel relevante en los procesos de mediación política frente al Estado hasta ese momento. Para explorar algunas dimensiones de esta cuestión proponemos una mirada por las dinámicas institucionales de la SRRC, más precisamente por las diferentes acciones generadas con la finalidad tanto de mejorar las prácticas agronómicas y empresariales como de acercar a sus asociados novedosas pautas, instrumentos y habilidades para operar dentro y fuera del proceso productivo comprendieron la estructuración de diversas instancias institucionales. En la elección de este referente empírico se contempló, fundamentalmente, el perfil institucional de la SRRC, puesto que el mismo constituye un tipo ideal de entidad gremial, es decir, centrada en la defensa, representación y reivindicación de intereses, donde la prestación de servicios ocupaba un lugar marginal (Lattuada 2006).3
Sobre esa base, organizaremos nuestra exposición a partir del recorrido de dos ámbitos institucionales. Un primer ámbito privilegiado fueron las ferias anuales de invierno. El certamen ganadero que constituía la marca identitaria de la SRRC y que, al mismo tiempo, era su principal fuente de ingreso, registró un viraje que, sin modificar su función esencial indicó un intento de adecuación al nuevo contexto económico y productivo trazado por el emergente agronegocio. Se propició la actualización tecnológica y productiva por medio de conferencias y cursos a cargo de diferentes especialistas. Una segunda instancia significativa para la transformación de los perfiles socio- económicos de las bases sociales de la entidad fue el Ateneo Juvenil. La participación de las juventudes no constituía una novedad en la institución y se remontaba a la década de 1960 pero fue en el tránsito a la década de 1990 que adquirió una nueva dimensión. Se asistió a un reforzamiento del compromiso de los jóvenes con la institución que se tradujo en la organización de eventos que no solo garantizaron la reproducción ideológica de los ideales de la SRRC y la formación de los futuros cuadros dirigenciales sino que favorecieron la recepción de los saberes que la configuración del nuevo modelo productivo consideraba como social y productivamente valiosos.
1. “Exhibimos el potencial del nuevo campo argentino”: las ferias anuales como instancias de profesionalización
Los certámenes ganaderos para las entidades como la SRRC excedían ampliamente el carácter meramente recaudatorio y tenían un fuerte contenido simbólico. Eran una instancia que permitía la renovación del lazo que unía a la dirigencia con sus representados y, a la vez, constituían un momento privilegiado de visibilización de las demandas sectoriales frente a los agentes del poder político que, en ocasiones, poseían un fuerte contenido polémico.4 Este tipo de eventos fue una de las condiciones que posibilitó la formación de la SRRC. Todavía hoy es exhibido en el recinto de reuniones de la entidad como antecedente de su accionar de la misma un diploma fechado en diciembre de 1901 que hace referencia a la “Primera Exposición Feria Ganadera” que premia a un novillo de la de la raza Durham pertenecientes a Ambrosio Olmos, quien fuera uno de los principales terratenientes de la provincia de Córdoba.
Grabada en la memoria institucional, la organización de ferias anuales adquirió un nuevo sentido a partir de la emergencia del modelo de desarrollo socio-agrario de la década de 1990. La complementación de diversas competencias (agronómicas, administrativas, informáticas, comunicacionales, publicitarias, etc.) como forma de garantizar la reproducción de las empresas agropecuarias no solo colocó el componente técnico y profesional en un sitial privilegiado (indispensable) sino que a la par creó un nuevo deber ser sobre las formas en las que debía emprenderse el proceso productivo. En ese marco, las ferias organizadas por la SRRC se constituyeron en una instancia para propender a la profesionalización de las bases sociales de la entidad. Profesionalizar implicaba una acción deliberada de la dirigencia por brindar herramientas y conocimientos a los productores con la finalidad de mejorar su performance empresaria.
Con ese objetivo, la feria anual de invierno comenzó a adquirir mayor complejidad: se adicionó la exhibición de maquinarias e implementos agrícolas combinada, en ocasiones, con muestras dinámicas; se incorporaron eventos específicos sobre ciertas razas; se generaron rondas de negocios; creció en número y significatividad la participación de profesionales y técnicos vinculados a las entidades portadoras de los nuevos sentidos sobre lo agropecuario, etc. En definitiva, de una feria ganadera paulatinamente se convirtió en una de tipo agroindustrial. A nivel general se puede sostener que este desplazamiento señaló un tránsito de lo agropecuario a lo transectorial (Hernández 2009: 49; Gras y Hernández 2013: 44), esto es, una recomposición del espacio de lo rural que pasó a comprender todas las esferas de la actividad económica: desde la producción primaria hasta las finanzas, pasando por la industria, los servicios, el comercio, las biotecnologías, etc. y que, con la maduración del agronegocio, se expresó en nuevas solidaridades muchas de las cuales tuvieron sanción institucional.5
Las ferias anuales organizadas por la SRRC tuvieron durante un período considerable un esquema básico que se repetía año tras año. Tenían entre siete a diez días de duración, la muestra iniciaba con el ingreso de los bovinos, se realizaban los controles sanitarios pertinentes y, paulatinamente, se daba lugar al ingreso de los planteles de las restantes especies: porcinos, equinos, ovinos y animales de granja. En los días que se operaba el ingreso de animales el predio se encontraba cerrado para el público. Posteriormente, comenzaba la jura de clasificación de las distintas especies. Antes del cierre, el penúltimo día, se realizaba la inauguración oficial a cargo del presidente de la SRRC. También hacía uso de la palabra el presidente de CARTEZ y el par de CRA. Además, hablaban los representantes de las carteras del sector del ámbito provincial y nacional. Este día se daba inicio a los remates, tenía lugar el desfile de los campeones y, por la noche, se agasajaba a los productores ganadores con una cena en el salón de gala de la entidad. La última jornada se continuaba con la venta a martillo de los distintos planteles. Estas actividades se completaban con intervenciones artísticas a cargo de los centros tradicionalistas de la ciudad y la región y con un concurso de equitación.
En ese esquema el lugar para generar instancias de capacitación era reducido o, directamente, como aconteció en algunos años, no estuvo presente. Tanto en la 56° Exposición de 1990 como en la 57° de 1991 las charlas presentaron un interés marginal, teniendo en cuenta el perfil socio- económico de las bases sociales de la entidad. Por ejemplo, en la primera, la conferencia central, a cargo de profesionales del INTA y el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de La Pampa, abordaba las características del cultivo del cártamo. En 1992 las temáticas sí comenzaron a evidenciar problemáticas vinculadas a diferentes dimensiones de la producción ganadera. El Dr. Luis Enrique Ruiz de la Secretaría de Agricultura y Ganadería de la Provincia de Córdoba habló sobre “El toro como reproductor” y técnicos del SENASA capacitaron sobre el “Examen de fertilidad en toros: prueba de capacidad de servicio”. El Lic. Juan José Miras (UNRC) se refirió a las “Posibilidades y perspectivas que ofrece el MERCOSUR”.
En 1993 la muestra emprendió un viraje que se haría más evidente con el correr del tiempo. Comenzó a denominarse como, Exposición Ganadera e Industrial (más tarde se le incorporaría el epíteto de comercial), nominación tras la cual existió una acción premeditada de la dirigencia rural no solo de realizar una muestra más ‘atractiva’ a los fines recaudatorios sino de favorecer procesos de recomposición de los perfiles de sus asociados acercando, por ejemplo, los avances tecnológicos. En este sentido, el vicepresidente y comisario del predio, Néstor Geymonat comentaba que se trataba de una muestra “espectacular, distinta a la de otros años” que presentaba más de 250 stands industriales y comerciales y remataba diciendo: “No solo estará toda la maquinaria tradicional que utiliza el hombre de campo. Este año se vienen con todo, las nuevas tecnologías, entre ellas los equipos para labranza cero” (AHMRC, H, SA, viernes 27/08/1993, p. 3). Así, la feria anual de la SRRC fue creciendo en complejidad incorporando cada vez de forma más significativa los avances que se registraban en materia de implementos agrícolas. También los servicios para el agro se sumaron a esta nueva disposición de la feria. Empresas que ofrecían productos para el agro –como aseguradoras, consignatarias, laboratorios, etc.– fueron asumiendo protagonismo. En esta experiencia tuvo un rol significativo el Centro Empresario, Comercial, Industrial y de Servicios (CECIS) de Río Cuarto. Las diferentes cámaras empresarias que lo conformaban participaron de forma activa, generando instancias para concertar negocios. No solo existían estrechos vínculos entre ambas organizaciones –que se evidenciaban en un origen común– sino que también se manifestaban en acciones de protesta estructuradas conjuntamente (Carini 2015 y 2017). Además, el perfil económico de las empresas que componían el CECIS se derivaba, principalmente, de la actividad agropecuaria (Hurtado 2008).
Fue también a partir de ese período que pudo apreciarse un interés por divulgar las técnicas productivas asociadas a la reconversión ganadera y agrícola propiciada por el agronegocio. Adquirían densidad capacitaciones más típicas como las que analizaban las perspectivas de los mercados cárnicos y granarios, las nuevas técnicas de rodeo intensivo como el feedlot y la suplementación alimentaria, la implementación de fertilizantes en diferentes cultivos y las prácticas culturales como el riego y la siembra directa. También se operaba una incorporación de nuevos actores: a la presencia antes destacada de los técnicos de los organismos estatales como el INTA, el SENASA y la Universidad Nacional de Río Cuarto, se le sumaron los que encarnaban los nuevos saberes, valiosos para la disposición del emergente agronegocio.
A modo de ejemplo, un recorrido por las temáticas y los profesionales a cargo de comentar las mismas da cuenta de esta situación. En 1994 el Dr. Guillermo Berra (encargado de desarrollar el programa INTA-SanCor) explicaba los adelantos en “Carne orgánica” y “Leche orgánica” mientras que el Dr. Miguel Peretti (UBA-INTA) comentaba la “Evolución y situación actual de la agricultura pampeana” y Eduardo Conesa (AACREA) hacía lo propio sobre la “Proyección económica y situación actual de la Argentina en el mundo”. Al año siguiente, en la feria 61°, “El futuro del feedlot” era discutido por Fernando Canosa (AACREA) y la “Fertilidad y fertilizantes” por las Dras. Isabel Bernardón e Inés Moreno (UNRC). Además, en esa edición tuvo lugar un curso a cargo del Área de producción animal del INTA referido a la “Alimentación en bovinos de carne” y una disertación del asesor de la Secretaria General de la Presidencia de la Nación, Manuel Gómez Lastra, sobre “Nuevos mecanismos de inversión agrícola”. “Riego y siembra de maní en directa”, “Fertilidad y fertilizantes en cultivos de girasol”, “Economía y uso del agua en girasol” eran las charlas que concitaron la atención en la muestra de 1996 y estuvieron a cargo de los ingenieros agrónomos Néstor Darwich y Martín Días Sorita. La muestra 63° de 1997 privilegió la cuestión ganadera, así el ing. Luis Enrique Garat proporcionó una charla sobre “Análisis y perspectivas sobre las carnes argentinas” y el Dr. Salvador León se refirió a la “Producción intensiva de carnes bovinas y suplementación estratégica”(Cfr.: AHMRC, H, SA, viernes 02/09/1994, p. 2-3; AHMRC, H, SA, viernes 25/08/1995, p. 7; AHMRC, H, SA, viernes 06/09/1996, p. 4; AHMRC, H, P, domingo 31/08/1997, p. 37).
Esta fue una tendencia que, como veremos seguidamente, se consolidó en las otras instancias desde las cuales la dirigencia impulsó la profesionalización de sus bases sociales.
2. “La creatividad y fuerza de nuestros jóvenes”: el Ateneo Juvenil de la SRRC y la formación para un nuevo horizonte productivo
Desde la primera mitad del siglo XX existió una continuada preocupación por parte de las entidades agrarias por generar dentro de sus estructuras burocráticas espacios para la formación de los futuros cuadros dirigenciales y, por ende, para la reproducción de sus valores y principios. Especialmente significativo fue ese proceso para las entidades no reivindicativas como la Asociación de Cooperativas Argentinas y SanCor. Igualmente revistió importancia en las entidades de tipo reivindicativo como FAA y las organizaciones del movimiento agrario confederado (Gutiérrez 2014: 127; Mateo & Olivera 2006: 100-103). Desde fines de la década de 1980, en el marco de una estrategia de reforzamiento de la presencia gremial de la SRRC, se asistió a una reconstitución del Ateneo Juvenil.6 Entre otros indicadores, esto puede observarse en la inserción de los representantes de la juventud agraria riocuartense en el seno de la comisión directiva de la entidad. Aquí sostenemos que, paralelamente a esas acciones, el Ateneo Juvenil de la SRRC se erigió en un ámbito institucional desde el cual se propició la formación de las nuevas generaciones de productores en los lineamientos de una nueva agricultura marcada por la intensidad en el uso del conocimiento y de habilidades que trascendían a lo rural.
El entonces presidente de la SRRC explicaba claramente las motivaciones que impulsaban la necesidad de contar con un espacio para los jóvenes dentro del diagrama institucional y entendía que posibilitaría: “(…) generar la inquietud que es necesaria para que los jóvenes se encariñen con las entidades ruralistas y con la actividad agropecuaria y por sobre todo que se prepare de la mejor manera posible para enfrentar el futuro y las responsabilidades que él implica”(AHMRC, H, P, sábado 02/09/1989, p. 7). De esta forma, el Ateneo Juvenil de la SRRC, conformado en la década de 1960 y que había ocupado una posición marginal durante mucho tiempo, adquirió un nuevo impulso que se replicó en el resto de las delegaciones zonales de la institución, especialmente en la localidad de Adelia María (SRRC, Memorias, año 1989; AHMRC, H, P, sábado 09/12/1989, p. 16).
La incorporación más activa de las juventudes rurales en la vida institucional supuso, en una primera instancia, la formación en aspectos vinculados con los objetivos y modalidades de funcionamiento de las entidades gremiales rurales. Bajo ese parámetro se propició la realización de diferentes conferencias y talleres tendientes a exponer las dimensiones implicadas en los procesos de mediación política de los que participaba la entidad. Así, por ejemplo, en 1992, “Las formas de lobby y el logro de objetivos” era el tópico abordado por el periodista Gustavo Wrobel y sobre “Las instituciones intermedias: sus dirigentes y la política” se refirió el dirigente político Patricio Asensio Vives (AHMRC, H, P, jueves 09/07/1992, p. 25). Temáticas similares constituyeron una constante en el programa de actividades del Ateneo Juvenil, en las que tuvieron participación, referentes –fundamentalmente en el ámbito privado– de distintas áreas, todos vinculados directa o indirectamente con el quehacer agropecuario y, en especial, los dirigentes de la SRRC que se sumaron como disertantes en dichas actividades.
De igual forma, ocupó un lugar central en las actividades del Ateneo Juvenil la preocupación por los aspectos técnicos y organizativos asociados al manejo de las unidades productivas. Una de las acciones impulsadas en este sentido fue la participación del contingente juvenil en las muestras agropecuarias regionales, lo que se conjugaba con la capacitación para oficiar como jurados en estas.7 También fue frecuente la visita a eventos de relevancia nacional como las diversas exposiciones sobre tecnología agropecuaria, que combinaban la exhibición de las últimas innovaciones en la materia con demostraciones ‘a campo’, y la asistencia periódica a la feria anual de Palermo, organizada por la SRA.8 Este tipo de viajes, a la par que ponían en contacto a los jóvenes con las novedosas formas de administrar el negocio agropecuario y con avances tecnológicos, fortalecían y estrechaban los vínculos entre los futuros dirigentes de la entidad.9
Igual importancia, dentro de este rubro, adquirió la organización de conferencias y charlas. Entre los principales temas que fueron objeto de divulgación pueden reconocerse dos grupos. Por una parte, los temas atinentes a la administración de las unidades productivas, donde se ofrecían, entre otras cuestiones, disertaciones respecto a cómo realizar análisis de costos y cálculos de rentabilidad que se encontraban a cargo de especialistas de las Facultades de Ciencias Económicas y de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Río Cuarto.10 Por otra parte, también encontraban canalización, entre las inquietudes de los jóvenes, temáticas estrictamente productivas como el manejo de los rodeos, los criterios de elección de los toros reproductores, las pasturas de invierno y, en menor medida, el uso de tecnología. Al igual que las anteriores, estas exposiciones estaban a cargo de los técnicos de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad local y de los del INTA.11
Este conjunto de acciones, fueron sostenidas por las sucesivas comisiones juveniles. Sin embargo, desde la segunda mitad de la década de 1990 comenzó a percibirse con mayor claridad la necesidad de la formación de los jóvenes ruralistas riocuartenses en los imperativos del agronegocio. Así lo entendían los miembros de la comisión directiva del Ateneo y lo expresaban en una editorial de la entidad. En su intervención apelaban a la necesidad de profundizar las acciones tendientes a la ‘reconversión empresaria’, dando cuenta de los profundos cambios que ella implicaba:
Quienes integramos el Ateneo Juvenil de la Sociedad Rural de Río Cuarto asumimos hoy (…) la responsabilidad de hacer conocer nuestros puntos de vista sobre algunos aspectos que consideramos de primordial importancia para nuestro quehacer en el campo. Compenetrados de esta realidad, argentina y mundial, que responde a una profunda transformación de las estructuras sociales, políticas y económicas, nos hemos ‘metido’ en el cambio y sabemos de la necesidad de la reconversión. Más aún, de la necesidad de aumentar y mejorar los niveles de producción, teniendo bien en claro que cada establecimiento de campo es una empresa, que debe manejarse como tal: qué comprar o qué vender, cuánto y a qué precio, atendiendo a los cambios que no solo se dan a nivel tecnológico, sino de la producción (AHMRC, H, SA, viernes 18/08/1995, p. 5).
En la introducción de la columna institucional los jóvenes enunciaban los fundamentos sobre los que se asentaba la actividad desarrollada por el Ateneo. Esta discursividad marcaba un nuevo sentido que implicaba una transformación respecto a los tópicos sostenidos históricamente por la entidad. Aparecía ahora una interpelación que sostenía como imperativo, entre otras cuestiones, un manejo de tipo empresarial de las unidades productivas –sensible a las fluctuaciones en los mercados– y la incorporación de los avances tecnológicos (AHMRC, H, SA, viernes 18/08/1995, p. 5).
Esa transformación no solo fue en el plano de lo discursivo, sino que estuvo acompañada por otros desplazamientos que tuvieron materialización en las actividades del Ateneo Juvenil. Así, se incorporaron nuevos actores tanto en el rol de organizadores como en el de expositores, los destinatarios de las actividades y las temáticas abordadas cambiaron, lo que nos indica una ampliación en la esfera de actuación de los jóvenes ruralistas riocuartenses, más consustanciada con los lineamientos del agronegocio.
En este sentido, a diferencia del primer momento que señalamos, en donde podía observarse un predominio de los técnicos de la Universidad Nacional de Río Cuarto y de la Extensión local del INTA, comenzaron a cobrar preponderancia los especialistas asociados a la nueva institucionalidad que adquiría relevancia dentro del modelo de desarrollo agrario que comenzaba a emerger. Los representantes de instituciones como AAPRESID y AACREA fueron los que tuvieron a cargo las nuevas instancias de socialización de saberes y actuaron, en varias ocasiones, como sus co- organizadores. La presencia de estos actores también marcaba la incorporación de otras temáticas. Las nuevas técnicas de manejo de los rodeos, las renovadas formas de asumir la gestión del negocio agrícola y, fundamentalmente, la siembra directa fueron algunos de las que lograron mayor trascendencia dentro del conjunto de actividades encaradas por la entidad. Las conferencias, charlas y capacitaciones ya no solo estaban dirigidas a la formación de los jóvenes sino que eran abiertas al conjunto de los productores que integraban la entidad y al público en general.12 Como señalamos más arriba, los temas asociados al nuevo modelo de desarrollo agropecuario convivieron con los que tradicionalmente eran el núcleo de preocupaciones de la juventud ruralista, es decir, sin desplazarlos los colocaron en un segundo plano dentro de las actividades estructuradas por el Ateneo.
Hemos advertido en párrafos anteriores cómo los integrantes del Ateneo tenían un rol significativo en la organización de la feria anual de invierno de la entidad. No solo asistían en las tareas de difusión y control de las actividades, sino que en ocasiones asumían el rol de comisarios de sección. Entonces, era una práctica habitual el compromiso asumido en la organización de eventos. Uno de los más significativos, debido a las consecuencias institucionales que trajo aparejadas, fue la celebración del 6° Encuentro Nacional de Juventudes Rurales. Fue a partir del éxito de este evento que la comisión directiva decidió una reforma estatutaria para incluir dentro de la misma la representación del Ateneo Juvenil (SRRC, Memorias, año 1995). Más allá de esto, nos interesa rescatar cómo el agronegocio comenzaba a ser una coordenada que ordenaba las actividades agropecuarias.
Las conferencias previstas en el marco del Encuentro tenían como principales oradores a funcionarios de la cartera del sector, referentes del Centro de Estudios e Investigación para la Dirigencia Agropecuaria (CEIDA)13 de la SRA y los directivos de CRA. La mayoría de las intervenciones trataba sobre aspectos relativos a diversas dimensiones del funcionamiento de las entidades agrarias combinados con el abordaje de cuestiones morales.14 Nos interesa destacar de ese programa dos conferencias en las cuales comenzaban a introducirse algunas nociones y saberes asociados al agronegocio. El ingeniero agrónomo Héctor Millán (Rector del Instituto Saber) le comentó al auditorio sobre “El management del cambio” y el también ingeniero agrónomo y responsable de la Unidad de Agronegocios de la SAGyP, Héctor Ordóñez, disertó sobre la “Política agropecuaria para la Argentina del futuro”.15
En esta última intervención aparecieron claramente las nuevas orientaciones en la concepción del trabajo agropecuario. Afirmaba el funcionario que desde su repartición se habían realizado más de 50 talleres con la participación de más de 5000 productores de todo el país con el objetivo de que se “(…) involucren del negocio agropecuario más allá de la tranquera” y explicaba que:
(…) el agronegocio consiste no más en trabajar tranqueras adentro, hay que ver qué pasa después de la tranquera, con una visión que cubra todo lo que ocurre después del campo, hasta que el producto llega al consumidor (…) hay que invertir en publicidad, en conocer el negocio, a meterse en la cadena comercial (AHMRC, H, P, sábado 14/10/1995, p. 20).
Seguidamente, Ordóñez comentó las experiencias que se desarrollaban en la Unidad de Agronegocios de SAGyP en diferentes puntos del país que incluían, por ejemplo, cuestiones concernientes a la trazabilidad en carnes y frutas. Finalizó haciendo una invitación a los productores en la que daba cuenta de los alcances de la repartición a su cargo: “Somos como una consultora gratuita, para grupos emprendedores y lo usamos como experiencias en casos pilotos” (AHMRC, H, P, sábado 14/10/1995, p. 20).
En síntesis, desde fines de la década de 1980 se mostró un creciente interés por incorporar de forma más activa a la juventud rural de la región al desenvolvimiento institucional de la SRRC. La necesidad de reforzar la presencia gremial de la entidad y procurar su continuidad institucional fueron algunas de las motivaciones que dieron lugar a la re-funcionalización del Ateneo Juvenil. Las actividades realizadas recorrieron las esperables en este tipo de ámbitos: por un lado, pudieron observarse tendientes a asegurar la reproducción ideológica de la dirigencia y que abarcaban la formación en los principios que sostenía el movimiento confederado y las obligaciones implicadas en la función gremial. Por otro lado, aquellas que buscaban sostener la continuidad de las unidades productivas y, por ende, del oficio del productor agropecuario, que incluían la capacitación sobre técnicas administrativas y productivas.
Si bien estas líneas de acción fueron sostenidas a lo largo del tiempo, a partir de la segunda mitad de la década de 1990 se notó un viraje en la función asumida por los jóvenes de la SRRC.16 Se acentuó la preocupación por la formación y la praxis en los requerimientos del nuevo patrón socio-productivo, comenzó a ser habitual en las capacitaciones, jornadas y charlas la presencia de actores consustanciados con los nuevos saberes y se abrieron las actividades a todos los productores más allá de su pertenencia etaria. La importancia de estas actividades fue sancionada con la reforma de los estatutos de la SRRC que incorporó la representación de los jóvenes a la comisión directiva.
A MODO DE CIERRE
Desde mediados de la década de 1990 la lectura de la coyuntura económica y productiva marcaba para la dirigencia de la SRRC la necesidad de mejorar la performance empresaria de sus bases sociales. Esto supuso estructurar una serie de instancias tendientes a profesionalizar las prácticas agronómicas y administrativas de sus bases sociales. Observadas en conjunto, con diverso grado de alcance, las actividades compartían una preocupación común: acercar a los asociados de la entidad habilidades y saberes que se consideraban indispensables para garantizar la reproducción de sus empresas agropecuarias. En ese contexto, el Ateneo Juvenil de la entidad diagramó múltiples actividades que versaban sobre los requerimientos productivos y cognitivos del agronegocio y que se encontraban dirigidas no solo a los hijos de los productores sino al conjunto de la base social de la entidad. Una parte significativa de ese esfuerzo se canalizó en el apoyo que el Ateneo Juvenil le confirió al principal evento de la SRRC, la feria anual de invierno. En conexión con esto, la muestra anual de la entidad –que constituía la fuente más importante de recursos económicos– también sufrió alteraciones significativas. Obviamente, no modificó su carácter de evento recaudatorio o de alto contenido simbólico por constituir un momento de socialización de las problemáticas institucionales y sectoriales, sino que a estos componentes se le adicionó una instancia de divulgación (y reproducción) de los conocimientos productivos y técnicos del agronegocio. Al lado de la muestra de ejemplares de las distintas razas comenzaron a aparecer conferencias de especialistas de diversas instituciones a las que el nuevo contexto productivo otorgaba centralidad. Estos cambios también tuvieron sanción en la composición y el nombre de la muestra. La feria pasó de denominarse ganadera a incorporar los epítetos de industrial y comercial. No se trataba de un simple agregado, sino que implicaba un desplazamiento hacia lo agroindustrial que daba cuenta de la multifuncionalidad que los territorios adquirieron durante la década de 1990. Entonces en la feria ya no se recurría solo para adquirir un reproductor, sino que además se tomaba contacto con los avances técnicos, los bio-tecnológicos, informáticos, así como con la posibilidad de adquirir una amplia gama de bienes y servicios.
En consecuencia, lo que puede observarse a partir de las dinámicas generadas desde estas dos instancias fue una continuidad del impulso de la dirigencia rural por consolidar su posición institucional. Sin embargo, fue en el contexto productivo del agronegocio que estos espacios institucionales se revitalizaron y fueron la plataforma desde la cual se propició un acercamiento de las nuevas competencias a las bases sociales que garantizasen un tránsito airoso por las condiciones de producción cada vez más exigentes.
1. Entendemos por perfiles institucionales a aquellos aspectos que hacen referencia a la estructura interna y externa de la entidad. Los primeros están constituidos por su modelo organizativo, sus roles y funciones, su grado de formalidad y los discursos que se despliegan al interior de la entidad; en tanto que los segundos son los que se ponen de manifiesto en las prácticas, discursos y estrategias de la entidad trasladados al exterior de la misma, especialmente, manifestados en la dinámica relacional entre diferentes actores estatales y agrarios. Ambas dimensiones de análisis se tornan visibles si se estudia la trayectoria histórica de la entidad (Olivera 2008: 228-229).
2. Entre los trabajos más significativos podemos mencionar los de: Bocchicchio y Cattáneo (2005), Flood (2005); Alapin (2008); Gras (2009); Gras y Hernández (2013); Liaudat (2015).
3. Desde su creación a principios del siglo XX, y con mayor vigor desde su consolidación a mediados de la década de 1930, se encontraba abocada estrictamente a la defensa de los intereses de los productores ganaderos asociados a ella y poseía una frágil estructura de servicios que se restringía a la provisión de guías ganaderas. Además, se encontraba (y encuentra) adherida a la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (en adelante CARTEZ) y, por su intermedio, a las Confederaciones Rurales Argentinas (en adelante CRA). Todas instancias supralocales de articulación de intereses agrarios. Para ampliar la trayectoria histórica de la entidad las características socio-económicas de sus bases sociales, sus demandas y discursos se puede consultar: Carini (2011, 2014 y 2015).
4. Existen algunos trabajos que han concentrado su análisis en las ferias. Entre los más destacados se encuentran: Palomino (1988) y Ruffini (2012).
5. Las mencionadas autoras señalan que las relaciones entre sectores económicos dio lugar a una nueva institucionalidad: las asociaciones por producto (la cadena de la soja –ACSOJA–, la cadena del maíz –MAIZAR–, la del girasol –ASAGIR–, las representaciones plurisectoriales (la Mesa de Enlace conformada en 2008), las empresas y sociedades híbridas, público/privadas y transectoriales (BIOINTA, Bioceres, Instituto de Agrobiotecnología de Rosario, los pooles de siembra, los fideicomisos (Gras y Hernández 2013: 44). La inclusión de la Mesa de Enlace como expresión institucional de estas nuevas solidaridades resulta discutible. La integración de frentes o bloques entre las entidades más representativas del sector no es privativa del nuevo modelo agrario y existen múltiples antecedentes sobre esta modalidad de acción. Remitimos a las lecturas de Lattuada (1991 y 1992) y Sanz Cerbino (2014).
6. El Ateneo juvenil de la SRRC se había creado a mediados de la década de 1960. Para el período considerado no contamos con datos sistematizados que den cuenta de la cantidad de jóvenes que participaban en su seno. No obstante, existen menciones en la prensa que estiman que el Ateneo integraba a 150 o 200 jóvenes. En cuanto a sus perfiles socio- económicos, a partir del análisis de sus intervenciones en la prensa y de las actas de renovación de las comisiones, podemos afirmar que en su mayoría eran hijos de productores asociados a la entidad, generalmente estudiantes de las carreras de Ingeniería Agronómica y Medina Veterinaria de la UNRC y de hasta 25 años de edad. Cabe advertir que estatutariamente no era requisito para participar en el Ateneo ser hijo de productor asociado a la entidad (Cfr.: Carini, 2017).
7. Consideramos este tipo de formación como significativa, puesto que resultó importante para la organización de la feria anual de invierno de la entidad que incorporó a partir de 1997 jurados juveniles a algunas categorías Aberdeen Angus y Hereford del certamen ganadero. Entonces, no solo se integraba a los jóvenes a la principal estrategia recaudatoria de la entidad, sino que, paralelamente, se aseguraba su futura reproducción a partir de su formación.
8. Entrevistas a P3; P4 y P11. Ver Anexo: Tabla 11. Características socio- económicas de los entrevistados, p. 395.
9. Entrevista a P6 y P19.
10. Cfr.: AHMRC, H, P, miércoles 09/11/1988, p. 22; AHMRC, H, P, Suplemento Especial, lunes 03/09/1990, p. 8; AHMRC, H, Suplemento Especial, lunes 03/09/1990, p. 5; AHMRC, H, P, domingo 01/09/1991, p. 24. AHMRC, H, P, sábado 05/09/1992, p. 3 y ARHMRC, H, SA, viernes 05/09/1993, p. 34.
11. Cfr.: AHMRC, H, P, miércoles 09/11/1988, p. 22; AHMRC, H, P, Suplemento Especial, lunes 03/09/1990, p. 8; AHMRC, H, Suplemento Especial, lunes 03/09/1990, p. 5; AHMRC, H, P, domingo 01/09/1991, p. 24. AHMRC, H, P, sábado 05/09/1992, p. 3 y ARHMRC, H, SA, viernes 05/09/1993, p. 34.
12. En este sentido, remitimos a la lectura de Carini (2017) donde dimos cuenta de los eventos asociados a la promoción de la siembra directa organizados por el Ateneo juvenil. Cabe advertir que la asidua presencia de representantes de estas ‘nuevas’ entidades no solo se puede explicar por el carácter novedoso de los saberes que difundían sino también porque muchos de los asociados de la SRRC eran, a su vez, miembros de los grupos CREA o de AAPRESID. Incluso la delegación CREA-Río Cuarto funcionaba en el complejo predial de la SRRC. En otro lado hemos reconstruido algunas dimensiones vinculadas a los fenómenos de multirrepresentación (Carini, 2017).
13. El CEIDA nació en 1978 como resultado de un convenio suscripto entre la Sociedad Rural Argentina, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, AACREA y la Cámara de Consignatarios de Ganado, con el apoyo económico –en diferentes etapas– del Banco Ganadero Argentino, el Banco Río y el Banco Galicia. Luego se incorporó CRA. http://www.ceida.org.ar/
14. Los temas y conferencistas fueron: “Dirigencia y valores éticos” a cargo Alberto Berro (CEIDA); “Entidades intermedias” por Patricio Vives; “Estrategias en política agropecuaria argentina”, Prof. Néstor Auza (CEIDA); “Autocrítica y madurez”, Lic. Alejandra Irigaray y el presidente de CRA, Manuel Cabanellas disertó sobre “Pasado, presente y futuro de CRA”.
15. Reconocido ingeniero agrónomo, considerado como uno de los principales voceros del agronegocio. En 1991 la fundación del INASE (Instituto Nacional de Semillas) y la elaboración del marco jurídico de semillas para el país. En 1994 la creación y la Coordinación de la Unidad de Agronegocios Alimentarios en la SAGPyA. Desarrolló el marco jurídico de las denominaciones de origen. Desde 1993 hasta 1998, y luego hasta la fecha se realizaron más de 150 Agribusiness Workshops en más de 90 localidades del interior con la participación de casi 25.000 productores rurales, profesionales del sector y PYMES Agroalimentarias. En lo académico se destacó por una amplia actividad en docencia e investigación. En 1999 fue co- fundador del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad era miembro de los Directorios del Grupo Los Grobo S.A. y Bioceres S.A. (Hernández 2009; Carini 2017).
16. La revitalización del Ateneo formó parte de un impulso de la comisión directiva de la SRRC que asumió en 1994 luego de que, por primera vez en la historia de la entidad, no se llegara a consenso sobre la distribución de los cargos más relevantes de la comisión directiva. En esa oportunidad se dirimieron concepciones alternativas sobre lo que implicaba el rol de la entidad. Así, “Alternativa Ruralista”, lista liderada por Víctor Tonello y que resultó victoriosa presentaba un proyecto con un componente fuertemente vinculado a la profesionalización del trabajo agropecuario. Se proponía un “nuevo estilo de acción gremial” que consistía en mejorar la situación socio- económica de los asociados por medio de una constante actualización y capacitación. En esa propuesta adquirió centralidad la estructuración de servicios para el asociado que se canalizaría a través de un trabajo coordinado entre la comisión directiva, el Ateneo Juvenil y las cámaras asesoras. Estas últimas contaban con el apoyo de profesionales ligados a la Universidad Nacional de Río Cuarto, los grupos CREA, el SELSA y el INTA entre otros organismos especializados. (Cfr.: Carini, 2017).
REFERENCIAS
1. Alapin, Helena. Rastrojos y algo más. Historia de la siembra directa en Argentina. Buenos Aires: Teseo/Universidad de Belgrano. 2008.
2. Balsa, Javier. “Las disputas hegemónicas en torno de las cuestiones sociales agrarias de la pampa argentina en la actualidad”. Girbal-Blacha, Noemí y Mendonça, Sonia (Coords.). Cuestiones agrarias en Argentina y Brasil. Buenos Aires: Prometeo. 2007, pp. 149-170.
3. Bocchicchio, Ana y Cattáneo, Carlos. “Transformaciones en la agricultura e innovación organizacional en asociaciones de productores: los casos de AAPRESID y ASAGIR”. Benencia, Roberto y Flood, Carlos (Comps.). Trayectorias y contextos. Organizaciones rurales en la Argentina de los noventa. Buenos Aires: La Colmena. 2005, pp. 89-104.
4. Carini, Gabriel. “Intereses agrarios y mediación corporativa en el sur de Córdoba. El discurso de la dirigencia agraria ante la nueva política peronista”. Escudero, Eduardo &Camaño Semprini, Rebeca (comps.). Río Cuarto en tiempos del primer peronismo. Aproximaciones desde la Historia. Córdoba: Ferreyra. 2011, pp.191-228.
5. Carini, Gabriel. “Reivindicaciones, discursos y estrategias en mutación: la Sociedad Rural de Río Cuarto en el marco de una ‘nueva agricultura’ (1990-2000)”. Olivera, Gabriela et al. El agro cordobés en el siglo XX: entramados productivos, políticos y sociales desde una perspectiva histórica. Córdoba: Editorial de la Secretaria de Investigación, Ciencia y Técnica de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba. 2014, pp.223-280.
6. Carini, Gabriel. “Nuevo Estado, viejos intereses: corporaciones agrarias y mediación política en el interior de Córdoba (1935-1955)”. Estudios del ISHIR [Unidad Ejecutora en Red ISHIR/CONICET, Rosario]: 2015, 5: 93-113.
7. Carini, Gabriel. “Estado, asociaciones de productores y agronegocios: dinámicas locales y redefinición de perfiles institucionales”. Coordenadas. Revista de Historia Local y Regional [Centro de Investigaciones Históricas-UNRC]: 2017, 1: 219-239.
8. Flood, Carlos. “Trayectorias institucionales comparadas de innovación tecnológica en la región pampeana”. Benencia, Roberto y Flood, Carlos (Comps.). Trayectorias y contextos. Organizaciones rurales en la Argentina de los noventa. Buenos Aires: La Colmena. 2005, pp. 137-177.
9. Gras, Carla. “El nuevo empresariado agrario: sobre la construcción y los dilemas de sus organizaciones”. Gras, Carla y Hernández, Valeria (Comps.). La Argentina rural. De la agricultura familiar a los agronegocios. Buenos Aires: Biblos. 2009, pp.215-237.
10. Gras, Carla y Hernández, Valeria. “Reconfiguraciones sociales frente a las transformaciones de los 90: desplazados, chacareros y empresarios en el nuevo paisaje”. Gras, Carla y Hernández, Valeria (Comps.). La Argentina rural. De la agricultura familiar a los agronegocios. Buenos Aires: Biblos. 2009, pp.15-39.
11. Gras, Carla y Hernández, Valeria. “Los pilares del modelo agribusiness y sus estilos empresariales”. Gras, Carla y Hernández, Valeria (Coords.). El agro como negocio. Producción, sociedad y territorios en la globalización. Buenos Aires: Biblos. 2013, pp.17-49.
12. Gras, Carla y Hernández, Valeria. “Asociatividad del empresariado agrícola en Argentina. AACREA y AAPRESID en perspectiva”. Muzlera, José y Salomón, Alejandra (Coords.). Sujetos sociales del agro argentino. Configuraciones históricas y procesos de cambio. Rosario: Prohistoria. 2013, pp. 36-67.
13. Gutiérrez, Talía. “Corporaciones agrarias, juventudes y Estado. Argentina (1960-2010)”. Girbal-Blacha, Noemí y Mendonça, Sonia (Dirs.). Corporaciones agrarias y políticas públicas en América Latina. Rosario: Prohistoria. 2013, pp. 127-160.
14. Hernández, Valeria. “La ruralidad globalizada y el paradigma de los agronegocios en las pampas gringas”. Gras, Carla y Hernández, Valeria (Comps.). La Argentina rural. De la agricultura familiar a los agronegocios. Buenos Aires: Biblos. 2009, pp.39-65.
15. Hurtado, Eduardo. El Río Cuarto industrial: una aproximación a su recorrido histórico y estrategia del empresariado local durante las décadas 1960/70. Tesis de Maestría en Desarrollo Territorial. Río Cuarto: Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Río Cuarto, [Inédito]. 2008.
16. Lattuada, Mario. “Notas sobre corporaciones agropecuarias y Estado. Tendencias históricas y cursos de acción posibles en la experiencia democrática contemporánea”. Estudios Sociales [Universidad Nacional del Litoral]: 1992, 2:123-148.
17. Lattuada, Mario. “Transformaciones institucionales en las corporaciones agrarias a fines del siglo XX. El caso de la Federación Agraria Argentina”. Bendini, Mónica et al (Comps). El campo en la sociología actual: una perspectiva latinoamericana. Buenos Aires: La Colmena. 2003, pp. 177-213.
18. Lattuada, Mario. Acción colectiva y corporaciones agrarias en la Argentina. Transformaciones institucionales a fines del siglo XX. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes. 2006.
19. Liaudat, María Dolores. “La construcción hegemónica de las entidades técnicas en el agro argentino: análisis de los discursos de AAPRESID y AACREA en la última década”. Mundo Agrario [Centro de Historia Argentina y Americana, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata]: 2015, 16, pp. 1-32.
20. Mateo, Graciela y Olivera, Gabriela. “Corporaciones agrarias y cooperativismo en la Argentina peronista (1946-1955). Un estudio comparativo entre la Federación Agraria Argentina (FAA) y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA)”. Olivera, Gabriela (Comp.). Cooperativismo agrario: instituciones, políticas públicas y procesos históricos. Córdoba: Ferreyra. 2006, pp. 83-121.
21. Olivera, Gabriela. “Cooperativismo agrario: una nueva área temática en la renovación de la historia rural”, en Balsa, Javier et al (Comps.). Pasado y presente en el agro argentino. Buenos Aires: Lumiere. 2008, pp. 219-235
22. Palomino, Mirta. Tradición y poder: La Sociedad Rural Argentina (1955-1983). Buenos Aires: CISEA-Grupo Editor Latinoamericano. 1988.
23. Ruffini, Martha. “‘La Patagonia vestida de fiesta’: las exposiciones rurales como espacios de sociabilidad y de expresión de demandas (1946-1955)”. Estudios Rurales [Centro de Estudios de la Argentina Rural, Universidad Nacional de Quilmes]: 2012, 1: 188-219.