ARTÍCULO
La prédica anticlerical de los anarquistas pampeanos: un recorrido por el periódico Pampa Libre (1922-1930)
The anticlerical preaching of anarchists of La Pampa: a tour around the newspaper Pampa Libre (1922-1930)
Mariana Annecchini
mariannecchi@hotmail.com
Instituto de Estudios Socio Históricos, Facultad de Ciencias Humanas -Universidad Nacional de La Pampa. Argentina
Recibido: 25|06|17
Aceptado: 10|10|17
RESUMEN
La llegada de inmigrantes transoceánicos al Territorio Nacional de La Pampa, desde fines del siglo XIX, permitió un aumento de la oferta de trabajo, al tiempo que favoreció el arribo de nuevas ideas, muchas veces antagónicas con los intereses del Estado, de los propietarios, hacendados y comerciantes. De esta manera, la acción de anarquistas y socialistas se hizo presente, penetrando en los trabajadores del agro, en gran proporción italianos y españoles que fueron los grupos que predominaron en las áreas productivas. Más allá de sus diferencias ideológicas, para socialistas y anarquistas, la crítica de la religión constituyó un componente importante de su prédica. En este artículo nos proponemos mostrar los componentes centrales de la prédica anticlerical anarquista a partir de un recorrido por las páginas de Pampa Libre, órgano de propaganda de la agrupación. El análisis se circunscribe a los años 1922-1930 por ser precisamente los años entre los que se editó el periódico. En primer lugar, a manera de contexto, nos referimos, de manera breve, a la presencia del movimiento anarquista en el Territorio Nacional de La Pampa y a la emergencia de Pampa Libre. Luego, nos centramos en la predica anticlerical anarquista, la cual hemos estructurado en tres apartados: la crítica hacia la religión en tanto reflejo de autoridad; los cuestionamientos hacia la Iglesia y el clero católico; y por último, hacemos referencia a los elementos cristianos que se pueden identificar en el discurso anarquista.
Palabras clave: Anticlericalismo; Anarquistas; Religión; Territorio Nacional de La Pampa.
ABSTRACT
The arrival of transoceanic immigrants to the National Territory of La Pampa, since the end of the nineteenth century, allowed an increase in the job offer, while favoring the arrival of new ideas, often antagonistic to the interests of the State, landowners and merchants. In this way, the action of anarchists and socialists became present, penetrating the agricultural workers, in large proportions Italians and Spanish, who were the predominant groups in the productive areas. Beyond their ideological differences, for socialists and anarchists the critique of religion was an important component of their preaching. In this article we propose to show the central components of the anticlerical anarchist preaching from a tour of the pages of Pampa Libre, the organization's advertising body. The analysis is circumscribed to the years 1922-1930 because it is precisely the years among which the newspaper was published. First, in a contextual way, we briefly refer to the presence of the anarchist movement in the National Territory of La Pampa and the emergence of Pampa Libre. Then, we focus on the anticlerical anarchist preaching, which we have structured into three sections: the criticism of religion as a reflection of authority; the questioning of the Church and the Catholic clergy; and finally, we refer to the Christian elements that can be identified in the anarchist discourse.
Key words: Anticlericalism; Anarchists; Religion; National Territory of La Pampa.
INTRODUCCIÓN
Gran parte de los anarquistas y socialistas que llegaron a la Argentina lo hicieron entre 1880 y 1890, en un momento en el que el gobierno italiano otorgaba facilidades para que las personas consideradas “subversivas” salieran del país. Una vez en Argentina, las particularidades que adquirido el proceso socioeconómico, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, generaron rasgos favorables para la difusión y arraigo de sus ideas. Como explica Suriano (2009), si bien la sociedad argentina, en el marco de una economía agroexportadora, permitió el ascenso y bienestar de un gran número de trabajadores también excluyó y generó el descontento de otros que se sintieron desprotegidos frente a diversos problemas (malas condiciones de vida y de trabajo, desprotección laboral, desocupación y bajos salarios). Estos aspectos concretos favorecieron el arraigo de tendencias contestatarias como el socialismo, el sindicalismo revolucionario y el anarquismo. Fue así que gran parte de la masa obrera, altamente cosmopolita, fue incitada por el internacionalismo obrero para integrarse en organizaciones de clase. Las actividades propagandísticas de socialistas y anarquistas posibilitaron la creación de redes solidarias y formas de acción tendientes a mejorar las condiciones de vida y de trabajo frente a un Estado que, desde la perspectiva de esos grupos, no respondía las demandas de los trabajadores.
La llegada de inmigrantes transoceánicos al Territorio Nacional de La Pampa, desde fines del siglo XIX, no sólo provocó un aumento de la oferta de trabajo, sino que también favoreció el arribo de nuevas ideas, muchas veces antagónicas con los intereses del Estado, de los propietarios, hacendados y comerciantes. De esta manera, la acción de anarquistas y socialistas se hizo presente, penetrando en los trabajadores del agro, en gran proporción italianos y españoles que fueron los grupos que predominaron en las áreas productivas. Más allá de sus diferencias ideológicas1, para socialistas y anarquistas la crítica de la religión constituyó un componente importante de su prédica. En el primer caso, los cuestionamientos alcanzaron una mayor resonancia, de manera especial, el rechazo a la presencia de la iglesia en el ámbito educativo, en el segundo, los cuestionamientos se dirigieron no sólo hacia la Iglesia y el clero católicos sino hacia las religiones en general. En este artículo nos proponemos identificar los componentes centrales de la prédica anticlerical anarquista a partir de un recorrido por las páginas de Pampa Libre, órgano de propaganda de la agrupación. El análisis se circunscribe a los años 1922-1930 por ser precisamente los años entre los que se editó el periódico. En primer lugar, a manera de contexto, nos referimos, a la presencia del movimiento anarquista en el Territorio Nacional de La Pampa y a la emergencia de Pampa Libre. Luego, nos centramos en la predica anticlerical anarquista, la cual hemos estructurado en tres apartados: la crítica hacia la religión en tanto reflejo de autoridad; los cuestionamientos hacia la Iglesia y el clero católico; y por último, hacemos referencia a los elementos cristianos que se pueden identificar en el discurso anarquista.
1) EL MOVIMIENTO LIBERTARIO EN EL TERRITORIO NACIONAL DE LA PAMPA: ALGUNAS BREVES CONSIDERACIONES
A fines del siglo XIX en el territorio pampeano comenzaron a ser explotados los diferentes recursos naturales con vistas al mercado. Por ese entonces la base económica la constituía la ganadería y ello se reflejó en la gama de oficios que requerían una mayor cantidad de brazos. De acuerdo con el Segundo Censo Nacional de 1895 las labores más numerosas fueron las de jornaleros, productores ganaderos y pastores/cuidadores de hacienda. A comienzos del siglo XX la orientación económica viró hacia la agricultura, proceso que se articuló con el ingreso masivo de inmigrantes (internos primero y luego transoceánicos), la extensión de las vías férreas y la subdivisión de las grandes propiedades. Todo ello contribuyó a la expansión cerealera. Dichos cambios se reflejaron en el Tercer Censo Nacional de 1914 documento que, conjuntamente con el aumento demográfico del territorio pampeano, develó una tendencia a la urbanización. Este proceso se materializó fundamentalmente en la creación de colonias y en la fundación de pueblos. La nueva orientación productiva, sumado a los cambios demográficos, impactó en el mundo del trabajo. Es así que el Censo de 1914 junto a los jornaleros y productores agrícolas, registró la existencia de empleados públicos y de comercio, comerciantes, industriales, constructores y trabajadores especializados. Con respecto al rol del Estado, Ledesma (2010) sostiene que se ocupó más bien de la regulación del trabajo en industrias y talleres, desatendiendo así los ámbitos rurales, donde incluso no existía regulación sobre el trabajo infantil, como sí ocurría en talleres y fábricas.
Según Ledesma (2010) las intensas labores y los bajos salarios de los obreros menos cualificados generaron frecuentes situaciones de conflicto. Si bien las principales reivindicaciones se orientaron hacia el aumento de los salarios y la disminución de la jornada laboral, se deben considerar también las situaciones de adversidad que debieron atravesar los trabajadores (bajos ingresos, inestabilidad laboral, desempleo, etc.)2 Estos diferentes factores alentaron las expectativas de grupos militantes socialistas y anarquistas. Tal como señala Asquini et al (1999), la inmigración transoceánica que afectó al territorio pampeano en las primeras décadas del siglo XX, trajo hombres de trabajo pero también de ideas y de acción, que producto de intereses disímiles en función de su ubicación en el proceso productivo se enfrentaron permanentemente con quienes poseían el poder económico: casas cerealistas, compañías colonizadoras y terratenientes. En este marco, un clima de alta tensión y conflictividad social caracterizó al territorio pampeano durante las dos primeras décadas del siglo XX3.
La presencia del anarquismo en el territorio pampeano fue tardía y, como sugerimos más arriba, estuvo favorecida por la existencia de un Estado débil. Hacia 1917 se produjo en el Territorio la primera huelga ferroviaria y con ella comenzaron a crearse las primeras sociedades de resistencia4. A partir de este hecho puntual puede hablarse de la presencia de una incipiente organización anarquista. Como señala Etchenique (2000), no es que antes de ese año no hubiera anarquistas, lo que no había era organizaciones anarquistas. Además de la movilización gremial en sociedades de resistencia, relacionadas con la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), la presencia ácrata también se manifestó en la actividad política que desarrollaron distintas agrupaciones libertarias en las localidades del Territorio5. Ambas formas de organización, algunas veces tuvieron una convivencia armónica, y otras dieron cuenta de criterios opuestos sobre cómo generar conciencia, lo que llevó a disputas internas en el interior del propio anarquismo.
El movimiento anarquista fue protagonizado por trabajadores (estibadores, hacheros, bolseros) y no atrajo ni pretendió incorporar a sectores medios del campo y la ciudad. Entre 1919 y 1921 el escenario de acción ácrata fue el sur pampeano, hasta que el núcleo de resistencia se desplazó paulatinamente hacia el nordeste de la Pampa. Allí su epicentro se halló en la localidad de General Pico, donde se editó -entre 1922 y 1930- el órgano propagandístico La Pampa Libre, luego denominado con su nombre más conocido Pampa Libre6.
1.1) Pampa Libre
El órgano de prensa anarquistahizo su aparición como quincenario el 15 de agosto de 1922 bajo el nombre La Pampa Libre y su primer administrador fue Juan Enrique Stieben, un maestro oriundo de Paraná. En la primera edición sus redactores explicitaron pertenecer a la FORA y, a partir del segundo número, se insertó la leyenda “Órgano de la Federación Obrera Comarcal con sede en General Pico”7. El género ilustrativo no predominó en el vínculo con los lectores, en este sentido las notas raras veces estuvieron acompañadas de alguna ilustración.
En un primer momento, los principales destinatarios lo constituyeron los trabajadores rurales quienes, según los anarquistas, en contextos de crisis (bajos salarios e inestabilidad laboral), mantenían una actitud quietista y tendían a querer conservar lo poco que tenían. Por lo tanto era necesario despertar su espíritu revolucionario a partir de la propaganda. Las denuncias sobre las condiciones de vida de los obreros rurales fueron una constante en la prensa anarquista. De esta manera, la cuestión agraria se constituyó en uno de los temas centrales del periódico, dando cuenta de las particularidades que asumía el anarquismo pampeano, ajenas a su cotidianeidad en los centros urbanos.
No obstante lo dicho, cabe aclarar que la línea del periódico fue variando acorde al posicionamiento de los redactores, sus vínculos con la FORA, así como con personajes y publicaciones de otras provincias. Estos cambios de orientación no sólo se reflejaron en el formato del periódico, sino también en el cambio de sus leyendas, contenido de las notas, así como en su aparato conceptual8. Desde sus comienzos el periódico mantuvo fluidas relaciones con la publicación quincenal Ideas, editada por el Centro de Estudios Sociales de La Plata. A partir de 1923, uno de los redactores de Ideas, Jacobo Prince, comenzó a intervenir en el quincenario pampeano y, desde entonces, fue considerado como una de las principales figuras que contribuyó a la mayor circulación y extensión de La Pampa Libre. Al cumplir el primer año de vida el periódico llegó a contar con una tirada de mil ejemplares de cuatro páginas, para pasar a 6 páginas en el año 1923. Prince no sólo multiplicó sus aportes en el quincenario, sino que además brindó conferencias en diversos pueblos de la provincia. El inicio de su actividad coincidió con el fin de la leyenda “Órgano de la Federación Obrera Comarcal” y su reemplazo por “Quincenario Anarquista Pampeano”, al tiempo que se produjeron otros cambios significativos: el lenguaje se hizo menos campechano, se realizaron críticas al mal uso del lenguaje en la propaganda anarquista, en las notas se observaron menos palabras que hacían referencia al trabajo cotidiano de la estiba y del campo en general. Hubo mayor difusión de las actividades urbanas, como las que llevaban a cabo las bibliotecas, y de la literatura gauchesca. También se puede advertir un esfuerzo por erradicar el alcohol y los juegos en los hábitos de los obreros. Junto con estos cambios, se mejoró la calidad del papel y se anunció la creación de un centro cultural en General Pico con vista a la creación de “nuevos valores morales”. De esta manera, el público lector se amplió para abarcar, no sólo a los trabajadores del agro, sino al movimiento obrero en general y fundamentalmente al “joven proletario”.
Además del vínculo con Ideas, Pampa Libre manifestó la adhesión a otras publicaciones anarquistas como La Antorcha, Brazo y Cerebro (Bahía Blanca), La Verdad (Tandil), Adelante (Avellaneda), Libre Acuerdo (Rosario) y el periódico femenino La Madre, entre otros. La rama “antorchista”, liderada por Rodolfo González Pacheco, fue la que más impacto ejerció en el Territorio de La Pampa y estuvo integrada por los grupos editores de los periódicos antes mencionados: Brazo y Cerebro, La Antorcha, Ideas y Pampa Libre. La red que se configuró conectaba a los editores del periódico pampeano con otros anarquistas que manejaban la prensa en Bahía Blanca y La Plata, quienes indudablemente influyeron en la línea de pensamiento que se bajaba desde el periódico pampeano. Por ejemplo, para el año 1924 la rama “antorchista” cortó relaciones con la FORA, situación a la que adhirió Pampa Libre, que se hizo eco de la situación al mostrar a la FORA “como un fantasma que no sirve para agitar”9. El 26 de junio de 1924 el periódico anarquista La Protesta, afín a la FORA en ese momento, anunció su decisión de romper toda clase de relación con La Antorcha, Ideas y Pampa Libre, al tiempo que en septiembre del mismo año la FORA resolvió aislar a los grupos de esos tres medios de los organismos federados.
Pampa Libre reflejó en sus páginas que la acción directa constituía el medio predilecto para zanjar las disputas entre trabajadores y patrones10. De manera concreta, el anarquismo no aceptaba la mediación del Estado en tanto lo consideraba representante de los sectores patronales. En esta misma línea, rechazaban toda forma de representación política porque sostenían que atentaba contra las libertades individuales. Por este motivo muchas de las notas estuvieron dirigidas contra el Partido Socialista pampeano y sus políticas11 Ahora bien, como señala Suriano (2009), el Estado y los partidos políticos constituyeron sólo dos de los principales enemigos del anarquismo, a ellos debemos sumar las organizaciones religiosas. En palabras de Barrancos (1990, p. 17) los anarquistas “estaban ligados por una identidad basada en un manifiesto anticlericalismo, en el propósito de una secularización amplia de la vida y en la devoción al positivo-evolucionismo”. Para este grupo los tiranos no sólo provenían de la política y de la economía sino también de la religión12. En este sentido, el anticlericalismo fue una de las señas de identidad de la propaganda libertaria y, en consecuencia, a lo largo de sus años de existencia Pampa Libre dedicó varias de sus páginas a fustigar a la religión y mostrar así su virulento anticlericalismo.
2) LOS ANARQUISTAS SOMOS ENEMIGOS DE LAS RELIGIONES Y DE TODOS LOS DIOSES. LA PRÉDICA ANTICLERICAL EN PAMPA LIBRE
2.1) La autoridad como enemigo, la religión como expresión de la autoridad
Por lo que se desprende de la lectura de Pampa Libre, los anarquistas mantuvieron una mirada negativa hacia la Iglesia Católica, el clero y las religiones en general. En su perspectiva, las ideas anarquistas se debían difundir a través de la instrucción “una vez que se haya limpiado al pueblo de toda religión y todo dogma”, porque es “sectario y religioso fanatizarse y adorar a las instituciones”. De manera concreta, en tanto las religiones constituían una eterna fuerza, se consideraban enemigos de todas las religiones y de todos los dioses. En este sentido, al momento de señalar los diferentes aspectos que negaba el anarquismo, fueron contundentes al manifestar en la prensa la negación y destrucción de toda divinidad.
Según manifestaba el periódico pampeanola religión constituía uno de los principales enemigos del anarquismo, en tanto sinónimo de autoridad y obediencia. Al respecto se expresaron en los siguientes términos:
Uno de los tantos enemigos contra el que luchamos hasta su total y absoluta desaparición es la autoridad. Esta creció y se desarrolló siempre a expensas de la esclavitud de los otros y sus más brillantes aspectos los tiene en las épocas en que la ignorancia, el terror y el inconsciente se amarraron juntos en las mentes del pueblo…para su desarrollo necesitó afirmar y sostener la originaria maldad del hombre. Y para lograrlo hizo causa común con las religiones de los más extraños y contradictorios colores. Por eso desparramó el fanatismo entre las masas… (La Pampa Libre, 15 de julio de 1923)13.
Como muestra la cita, la autoridad necesitó de las religiones para poder existir. De esta manera, la religión se constituía en uno de los males iniciales creados por el hombre, frente al miedo y a la ignorancia. Dios encarnaba la esclavitud de la humanidad en tanto legitimaba con su voluntad el poder, la ley, la Iglesia y el Estado. Así, los pueblos debieron obedecer y someterse a la autoridad divina mediante sus intermediarios terrenales:
¡La religión! He ahí la primera brillazón ligada a la psicología de los pueblos, como el único medio por el cual podría realizarse el suspirado ideal [la felicidad]. Y los pueblos siguieron como inmensos rebaños a sus magos. Ignorantes, ni por malicia pensaron en el engaño. Esclavos de mil temores dejaron uncir sus carnes a los yugos de aquí abajo. Ciegos de ignorancia y estragados de esclavitud fueron el abono de todas las hecatombes… ¡Oh, cuántos dioses y cuántos paraísos ante los ojos absortos de los pueblos tendió la teatralería truhanesca de los doctores: bracmanes, bonzos, profetas y demás sacerdotes de religiones! (Pampa Libre, segunda quincena de abril de 1925)14.
De esta manera, la religión constituía para los anarquistas el mal más antiguo que pesó sobre los pueblos, la principal forma de corrosión de su felicidad, en tanto conducía a la violencia, al fanatismo de sus creyentes, a la persecución, la sumisión y, por ende, a la ausencia de libertad. Desde la perspectiva ácrata, a la farsa religiosa le seguía la farsa del patriotismo, mentira avalada por la Iglesia, y de la política, considerados en su conjunto una “vil trilogía” que sólo generaba desgracias. Había que suprimir las leyes, derribar los símbolos y terminar con los dioses, los amos y los privilegios. De esta manera Pampa Libre invitaba a ser “ateos en religión, en patriotismo y en política y hacer una profunda revolución que no dejara rastros del despotismo que desde siglos venía escamoteando el anhelado ideal de los pueblos de la tierra…”:
La ambiciones de las castas sacerdotales no tuvieron jamás límite alguno ¡Todo, todo lo ensayaron! Para agrandar sus dominios unas veces, otras para entretener sus ocios de corruptos sibaritas y para evitar cualquier destello de pensamiento que pudiera prender fuego a sus tronos, lanzaron a los pueblos unos contra otros, en esas inacabables sucesión de cruzadas y de guerras religiosas. Y los pueblos se odiaron y también comenzaron a odiar la felicidad que les hacía destruirse sobre este “valle de lágrimas”.
Más no por eso cejaron los religiosos, que a través de las guerras fueron dando color a los Estados [...]Es así que fundaron las patrias y con ella el patriotismo, ese otro modo de la religiosidad. Por consiguiente, la guerra continuó. Los pueblos prosiguieron destruyéndose siempre bajo la dirección de los soberbios, de las altas clases, de sus tiranos físicos y morales. No se perdonó a los tímidos, se los fusiló, no se dictaron leyes de piedad, sino de persecución. No se predicó el amor, sino el odio y la venganza. No se prestó atención a los lamentos, se les ahogó o se les suprimió. Y hoy culmina la barbarie que ha alimentado el patriotismo y que la iglesia bendice [...] Pero el estado de guerra no puede ser eterno, viene el desgaste, el cansancio y es preciso hacer la paz. Hay que continuar la farza [sic]…sirviéndoles el clásico plato de la mentira. Así piensan los elegidos, las castas sacerdotales de ayer, las clases directoras de hoy, los pillos de siempre, e inventan la política. Surge entonces la idea del sufragio universal y con ella las urnas, el voto…y los pueblos votan, pero la felicidad no les llega nunca, nunca. Es que la felicidad no esta en la mentira religiosa, ni en la patriótica ni en la política [...] ¡Es así como hablamos los anarquistas!(Pampa Libre, segunda quincena de abril de 1925)15.
La Iglesia Católica puntualmente era representada como una institución promotora de la violencia, enemiga del pueblo y de la libertad. Por tanto, no sólo el capital sino también el clero y el Estado se constituían en las tres grandes formas de opresión que se esforzaban por mantener la mentira y la hipocresía. A partir de estas negaciones, los anarquistas alzaron su propaganda y expresaron su anticlericalismo. Así, diferenciándose de políticos y sacerdotes buscaron sumar adeptos. Puede leerse sobre ello:
Desde que el pueblo dejó de ser una masa inerte y despreciable que sólo implora de rodillas a los dioses y los amos, desde que empezó a agitarse, a protestar y a aclamar por sus derechos es que toda la ciencia de los políticos se concentró en ganarse la voluntad de la masa en pos de sus ambiciones… los anarquistas obramos de un modo muy distinto. Nosotros también tenemos gran interés por atraer el pueblo a nuestras filas. Pero no es el interés de hacer adeptos que obedezcan ciegamente nuestros mandatos […], No nos confundan pues! (La Pampa Libre, 15 de julio de 1924)16.
Asimismo, el periódico territoriano se hizo eco de la situación política nacional, oportunidad en la cual también puso de manifiesto su mirada anticlerical. En una nota titulada “El endiosamiento”, La Pampa Libre se refirió a quien fuera presidente de la Argentina, Marcelo T. de Alvear, en los siguientes términos:
Desde que Marcelo Alvear fue elegido para instrumento de la burguesía argentina, los grandes diarios siguen sus pasos como si fuera instrumento de divina sabiduría… Marcelo recorre la Europa entera y en todas es un Dios [...] Esa humillante alabanza es la misma que antes se ofrendaba a Dios Jehová y la hacen todos aquellos que tienen metido en el cráneo la educación religiosa como un clavo. Esa herencia adorativa es la consecuencia del culto apostólico romano, pero como el padre eterno ya no sirve ni para portero de prostíbulo la adoración se dirige ahora a Botafogo, Firpo, Marcelo para no perder la costumbre. Y los endiosados se pasean cadereando prostituidos por sus feligreses o despreciativos con la cabeza en alto [...] ¿Qué diferencia hay entre adorar a Botafogo y a María Santísima que le puso tremendos cuernos al viejo José? El zorro cambia de pelo pero no de mañas (La Pampa Libre, 15 de agosto de 1922)17.
De esta manera, en un momento en el que los anarquistas se estaban configurando y consolidando como agrupación, la situación política, tanto local como nacional, fue utilizada como “oportunidad” para expresar su anticlericalismo (De la Cueva Merino, 1996; cit. en Castro, 2016). En este caso, si bien las críticas anticlericales radicadas en la prensa anarquista adquirieron una dinámica propia, obedecieron en parte a la dinámica política producto de la concepción que los anarquistas tenían de la autoridad política y religiosa. Su prédica anticlerical no estaba desvinculada de su lucha social, contra el Estado y los partidos políticos. Recordemos que, desde su óptica, el capital, el clero y el Estado constituían una vil trilogía.
La divinidad fue considerada por los anarquistas concretamente como la nada misma. Desde esta perspectiva, postularon que las religiones no eran más que un conjunto de fantasías místicas y emociones humanas y que los mandamientos y las promesas del cielo, eran inmorales porque pretendían regular la conducta de los hombres por motivos falsos. En esta concepción ubicaron al creyente, quien fue retratado como una persona ignorante, imbécil e infeliz, cuyo miedo a la muerte o las malas condiciones de vida lo llevaban a creer. Ante esto, destacaban la necesidad de instruir al pueblo para combatir la ignorancia, aquel “pecado original” que constituía el germen de todas las religiones. El 1 de abril de 1923, en ocasión de los festejos de Semana Santa, La Pampa Libre se refirió a los creyentes, al clero y a la religión de la siguiente forma:
La imbecilidad arraigada se acaba sólo con la muerte del individuo. Ahí teneis las romerías divinas en estos días de semana santa. Una recua de animales que va a pelarse las rodillas en la Iglesia frente a un comediante disfrazado de cura. Jóvenes y viejos arrastran su imbecilidad hasta el altar para demostrarle al Señor todo lo estúpidos que son. Y el señor se contenta al ver una buena cantidad de estos que dejarán de ser zonzos cuando se mueran, pues esto les asegura algunos años más de vida [...] Año a año se repite la farsa que venda los ojos de la ignorancia. Se renueva la estupidez oficializada, pues la religión es un factor poderoso de sumisión que asegura también la perpetuación del privilegio. Desarraigar el espíritu religioso de esos imbéciles resulta inútil, han de morirse para dejar de ser zonzos. Nos corresponde sí evitar que la infancia sea arrastrada a esa ceguedad (La Pampa Libre, 1 de abril de 1923)18.
Desde el punto de vista anarquista, y siguiendo la expresión de Castro (2016: 123) el clero manipulaba la credulidad de los creyentes e imponía rituales absurdos por encima de las verdades de la ciencia. En esta línea, los anarquistas ironizaban también sobre rituales católicos como el “Día de los Fieles Difuntos”, porque, al fin y al cabo, “la muerte no es más que la vida de los microbios y como dijera el sabio no es muerte sino resurrección la nuestra”19. Asimismo, consideraban que del mismo modo que el clero atraía con su prédica a los creyentes, el “rebaño” de trabajadores acudía ingenuo al llamado de los políticos.
El virulento anticlericalismo anarquista no sólo se manifestó en el quincenario pampeano sino también en la circulación de folletos de “propaganda antirreligiosa” como el denominado “La Peste religiosa. Para los anarquistas era necesario repartir este tipo de folletería de manera gratuita, ante “el pedido de algunos camaradas” y ante la falta que hacía en algunas localidades. No es haciendo chistes sobre los curas y las monjas que se combate la religión, manifestaban. Por el contrario, “hace falta exponer vigorosos argumentos, que reduzcan a polvo los dogmas religiosos [...] Si allá en la Capital no se ocupan de estas cosas, lo haremos nosotros en la Pampa…”20. Pasado un año, el 10 de enero de 1925, Pampa Libre publicó que la edición del folleto había sido un éxito. Según señalaron, “se ha agotado y es necesario editar una nueva partida”. En estos momentos en que “la plaga del obscurantismo religioso se extiende por toda la región en forma de colegios de D. Bosco, ejércitos de salvación y “medium” espiritistas, es necesario exponer con toda claridad las investigaciones de la ciencia y la nefasta obra de todas las religiones y sectas, para que la luz de la razón, fortalecida con el estudio de la naturaleza, ilumine los cerebros humanos[...]”21. La cita pone al descubierto otra acusación usual hacia la Iglesia Católica, compartida también por los socialistas, que fue precisamente la de obscurantista, enemiga de la ciencia y del progreso. En esta línea argumental, fue común que la prensa ridiculizara y se burlara de ciertas prácticas orquestadas por el catolicismo como las festividades religiosas, que fueron comparadas con carnavales y romerías. Bajo el título “Carnaval católico”, se podía leer una serie de burlas e ironías sobre este tipo de festejos y los sacerdotes que las presidían:
¡A quien se le ocurre seguir en caravana a un hombre disfrazado de fraile que preside un fantoche de palo, cargados de velas, cruces y pedrería! Si esas procesiones religiosas y esas actitudes místicas, propias de un circo, no son un verdadero carnaval, no hay entonces nada que mueva más a risa que esta clase de espectáculos gratuitos. He ahí un disfrazado que dibuja cruces en el aire frente a su cara que mira el azul infinito. Creemos que a falta de distracciones espirituales, teatros, circos, bibliotecas, mujeres y hombres asisten a esas pantomimas para divertirse un rato ¡¡Quién podría ir a estar serio!! Pues a divertirse entonces! En carnaval que es alegre nadie se divierte porque todo es enormemente ridículo y pagar aún para ponerse en ridículo uno mismo es tres veces ridículo. En las romerías divinas se puede divertir gratis el que guste. Y con esto señor párroco hemos hecho nuestra parte de propaganda. No estará quejoso de nosotros ¿verdad? (La Pampa Libre, 13 de febrero de 1923)22.
En consonancia con la tradición del lenguaje burlesco anticlerical (Castro, 2016), las críticas contra clero católico, así como las burlas e ironías hacía su persona, fueron otro de los rasgos identificatorios de la predica anticlerical anarquista, que merece especial atención.
2.2) Contra el clero
En el periódico se pueden observar toda una serie de acusaciones y descalificaciones contra el clero: comerciante, mercantilista, avaro, cuentero, gordo, parasito, sibarita, ambicioso, acosador, ladrón, fueron algunos de los principales insultos que los anarquistas soltaron con el propósito de desenmascarar, entre otras cosas, la “falsa caridad de los religiosos”23. De manera concreta, una nota titulada “El Fraile”, retrató al sacerdote de una localidad pampeana como un “gordo” “cuentero” encargado de presidir una ceremonia ridícula, como el bautismo, práctica que se comparó con la marca que el estanciero hacía de su hacienda:
Antes de armar el sagrado altar el cura, en sandalias, se paseo por entre la arena con el propósito de ensuciarse los pies en nombre de Dios. Armado el altar hizo formar a los infelices que fueron a bautizar a sus hijos [...] el fraile gritaba ¡5 pesos por cabeza! por echarle un poco de agua de pozo en la cabeza a los inocentes. Es la marca del cristianismo. Dios marca a su hacienda como cualquier estanciero. Ya están marcados los niños de Alta Italia. Y era gordo el cucarachón. Qué lindo estibador se pierde y que calabozo se llenaría con ese vulgar cuentero del tío, que aprendió el cuento de Dios como otros el de la política (La Pampa Libre, 1 de noviembre de 1922)24.
Si bien los cuestionamientos anarquistas hacia la religión formaban parte de un debate más amplio y no se centraron puntualmente en atacar a la Iglesia o al clero católico territoriano, cabe destacar que este último también fue blanco de burlas e ironías. Fundamentalmente aquellos sacerdotes que se habían instalado en localidades con una importante adhesión al catolicismo, como fue el caso de los salesianos que se establecieron en poblados del norte pampeano, como Eduardo Castex y Trenel. El órgano de prensa anarquista se hizo eco de la presencia salesiana en Castex y en una de sus ediciones se refirió en forma negativa hacia el clero, dejando entrever su mirada esquiva hacia la enseñanza por ellos impartida25. Sobre los sacerdotes y los niños que asistían al Colegio Salesiano, añadió:
en el pueblo de Castex los "mercaderes divinos" atruenan al pueblo a fuerza de charanga y campanas día y noche, se valen de los pobres chicos, que torpemente se les confía, para llamar la atención haciéndoles entonar cánticos ridículos en la plaza [en referencia a los actos cívicos en los que participaban los alumnos del Colegio] (La Pampa Libre, 15 de septiembre de 1923)26.
Bajo el titulo “La Pampa Libre en Trenel”, el periódico se refirió a la existencia de dos grandes movimientos anarquistas en la localidad y aludió a la idea de que el “ambiente prometía levantarse pronto”. En la misma nota propagandística ironizó sobre la presencia católica local y, desde una concepción “sustantiva” de la religión, pretendieron mostrar que el número de los fieles concurrentes a la Iglesia local era bajo. Se podía leer:
En el feudo de la viuda pobre se destacan elementos de progreso como ser una linda Iglesia con una cruz en la cabeza y otra en el flanco izquierdo estampada allí por misioneros llegados de donde ya no podían hacer el cuento del tío. Es cruz en alto es como una antena por medio de la cual se comunican los frailes con Dios cablegráficamente para estar al corriente de los embustes que fragua el padre eterno en el cielo, mas bicho para inventar macanas que las cucarachas terrestres. ¿Va alguien a la Iglesia en Trenel? Sí, los chacareros en Domingo a rogar a Dios que haga llover o que no haga llover demasiado no con el objeto de alimentar al mundo con su trigo, sino para ganar plata, mucha plata… (La Pampa Libre, 15 de agosto de 1922)27.
Por otra parte, una ocasión propicia para descargar la ira hacia el clero lo constituyeron las fiestas navideñas. Así, en diciembre del año 1922, bajo el título “Pan Dulce” los anarquistas se despacharon una vez hacia sus enemigos, aquellos “tiranos morales”. En esta oportunidad el clero no sólo fue vinculado con el obscurantismo y la haraganería sino también con la violencia, la opulencia, el abuso de menores y cuestiones referidas a su sexualidad. En una extensa nota se podía leer lo siguiente:
Lástima que todos esos frailes lindos no dediquen su endiablado jesuitismo a mejores causas. Haraganes sin remedio, masturban sus coronillas para inventar cadenas y oscurecer la ya bastante oscura mente de todos los que creen en sus payasadas. No les da vergüenza hablar en nombre de Cristo, ese gran histérico, sacrificado como cualquier anarquista de hoy, por predicar el “ama a tu prójimo”. ¡Qué les había de dar vergüenza si pierden toda virginidad y pudor en los seminarios! [...] El fraile es el primer acaparador, vive con el sudor de la frente; usa zapatos de charol; bendice los asesinatos estatales, chico que se ponga a su alcance…lo ama, no abraza como Cristo a su concubina, perdonándola, él simplemente abraza casadas y solteras en el sagrado y casto confesionario. Pero festejar el aniversario de un pobrete con majares opíparos, con pan dulce y pavos rellenos, eso no pasa por el ojo de una aguja. Para los cristos de hoy, los trabajadores, ese día de hartazgo es como cualquier otro de mate amargo y galleta. Después de todo ¿creerán todavía que ese Cristo fue un hijo del espíritu santo? Pues la biblia dice que María fue mandada por José a recoger espigas en una chacra y que, haciéndosele tarde, durmió en la carpa del cándido labrador, que no debe haberse chupado el dedo gordo. Después de todo María no tenía sus órganos sexuales para orinar tan solo; ¡Qué embromar…! Está visto que los frailes de quien menos se acuerdan es del trasto más inútil de la historia. Explotan su nombre Santo en nombre de su panza y por encima de toda delicadeza. Su medio de vida es la religión: la cárcel moral [...] Su bondad fue la guerra y el exterminio. Su moralidad religiosa la bautizó un fraile, en un descuido con estas palabras. ¡Viva la religión, me cago en dios! (La Pampa Libre, diciembre de 1922)28.
En principio, la expresión de un jesuitismo endiablado remitiría de plano a un anarquismo antijesuita, mirada que se puede hacer extensiva a otros movimientos libertarios. En el caso español, por ejemplo, ese antijesuitismo fue la punta de lanza del anticlericalismo liberal en el siglo XIX y fue adoptado por los mismos anarquistas (Álvarez Chillida, 2012). Asimismo, la cita refleja cómo las expresiones anticlericales se conjugaban con la prédica que llevaban adelante los anarquistas respecto del amor y las uniones libres, el placer y el deseo29. La referencia irónica al encuentro entre María y José, la alusión a la “concubina” o al mandamiento “ama a tu prójimo”, es una clara expresión de estos ideales. En palabras anarquistas, mientras el ministro de Dios dice ten castidad, no peques, sofrena tus apetitos carnales, los anarquistas, rebeldes, bregamos por la satisfacción de todos los apetitos [...] amemos la lujuria, la exaltación de los apetitos y luchemos por su realización”30. De esta manera, como asevera Barrancos (1990), el anarquismo pretendía romper con lo instituido e impugnar no sólo aspectos de la vida pública sino también las cuestiones más recónditas de la vida privada.
Otro aspecto a destacar tiene que ver con la referencia concreta a los trabajadores como los “Cristos de hoy”, es decir, los sacrificados de hoy, idea que también podríamos vincular con la violencia y la persecución de los primeros cristianos, cuestión a la que también hacen referencia en la prensa y las luchas que mantenían los trabajadores en ese entonces, junto con la opresión y la violencia que denunciaban se ejercía sobre ellos. Un ejemplo concreto lo constituye la referencia a los trabajadores como los “mártires de la anarquía”, “los anunciadores del porvenir”, “hombres que encarnaron una humanidad redimida”31. Bajo el seudónimo Kierkegaard, en una nota titulada “El Cristianismo oficial”, alguien deja entrever ese vínculo entre los trabajadores y aquellos primeros cristianos, humildes, perseguidos, odiados. También permitiría ver cómo la Iglesia y las jerarquías engendraron la violencia, se apropiaron y corrompieron los principios morales de aquel cristianismo original, alejado de la riqueza y de la opulencia que adula la Iglesia contemporánea:
Gracias os sean dadas sacerdotes cubiertos de sedas, púrpuras y terciopelos, que en rebaños cada vez más densos os pusisteis al servicio del cristianismo cuando ese servicio os brindaba los mejores destinos! Qué habría sido de vosotros si las cosas hubieran continuado como en un principio, cuando un último núcleo de hombres pobres, perseguidos, odiados eran cristianos? Qué habría sido de las sedas, de los brocados, de las rentas inauditas, de los honores y de los goces mundanos que disfrutáis [...] refinados por el nimbo de santidad que exige adoración? Horror! Hasta la hez perdida de la humanidad tiene la ventaja sobre vosotros de que sus crímenes no son magnificados ni enaltecidos, que bajo el nombre de virtudes cristianas no logran el respecto y la adoración. El cristianismo no existe, todos somos cristianos, sin sospechar que cosa sea el cristianismo (La Pampa Libre, 15 de febrero de 1924)32.
Si nos detenemos en el léxico del discurso anarquista podemos identificar en el lenguaje ciertos elementos de origen cristiano, que dan la sensación de haber hecho del anarquismo aquello que ellos mismos pretendían negar, una especie de fe religiosa que, tal como la crucifixión de Jesús, prometía la redención, en este caso terrenal, de los trabajadores. Además de la referencia explícita a las ideas de redención, el mensaje de Cristo vinculado con su moral liberadora de igualdad, amor, solidaridad, fraternidad, coincidía, en parte, con la prédica del anarquismo.
2.3) “La tarea de la revolución es la de liberarnos, la de salvarnos”: un discurso anarquista con elementos cristianos
La promesa de salvación y la moral solidaria que predicaron los anarquistas permiten identificar en su discurso ciertos elementos del cristianismo. Concretamente aquel cristianismo revolucionario, milenarista, que predicaba la inminente redención de Cristo para llevar a cabo la salvación de la humanidad. La presencia de esta esperanza mesiánica de liberación se puede advertir en los argumentos de lucha, en poemas, en la circulación de folletos propagandísticos, incluso en el propio nombre del periódico. Si nos detenemos en el título y, según las palabras de los propios anarquistas, “Pampa Libre sí, porque nos suena a algo así como derrumbe y resurgimiento, como a ocaso y aurora. El derrumbe de las actuales formas de convivencia y el resurgir de la vida plena. El ocaso de la tiranía y la aurora de la libertad” (Cit. en Etchenique, 2000: 115). En otras palabras, la Pampa será libre cuando impere la igualdad, la libertad y la solidaridad en las poblaciones de la campaña, porque “La redención está ahí enfrente, a un paso apenas” (La Pampa Libre, 19 de febrero de 1924)33.
Por su parte, en una hoja de propaganda anarquista titulada “El evangelio de la Hora”, el tipo de lenguaje utilizado, como indica su título, guarda relación con el tipo de escritura bíblica. La hoja de diez capítulos se proponía difundir el anarquismo a través de las “parábolas” de un caminante anarquista. Una de las ediciones de La Pampa Libre decía: “Los compañeros que leen esta hoja habrán podido apreciar toda la claridad, la precisión y la dulzura que encierran las parábolas del caminante que anuncia la Hora. Con eso basta para recomendar esas bellas páginas anárquicas”34.
Los libertarios también publicitaron la edición de folletos propagandísticos en los que se puede advertir expresiones vinculadas con un lenguaje religioso. Haciendo alusión a la esperanza anarquista en la llegada de una revolución redentora, en algunos párrafos del folleto titulado “La felicidad” se podía leer: “Iremos siempre al porvenir cantando la gloria de la vida”; “late con fuerza de luz el corazón de la libertad”; “nuncios de aquel follaje a cuya sombra la humanidad un día redimida, comentará amorosa las jornadas de siembras generosas que realizaron los que no pusieron jamás…sus esperanzas de cosechadores”35. En esta misma línea argumental, el titular “Gloriemos al amor” utilizaba una serie de términos que iban desde la “enunciación de luz y de esperanza” hasta conceptos tales como felicidad, amor, deseo, libertad, alegría y pasión. Los anarquistas pregonaban que se debía vivir por estos principios y alentaban a cantar “plenos de esperanza” porque la “cosecha de Felicidad, Amor y Libertad”, estaba próxima para todos. La palabra “Hermanos” o “Rebaños” que solían utilizar para referirse a los trabajadores constituye otro claro ejemplo de expresiones vinculadas con un lenguaje de tipo religioso.
Por su parte, uno de los poemas titulado “Humanidad”, denota la ambigüedad del discurso anarquista que, al tiempo que proclamaba no creer en los dioses, consideraba a la misma humanidad como “la última diosa de las almas fuertes”. Sabemos que desde la perspectiva ácrata el hombre era el único dueño de si mismo. En palabras anarquistas “Mi dios y mi rey soy yo”.
No obstante lo dicho hasta aquí, los propios anarquistas se encargaron de establecer las diferencias entre anarquismo y cristianismo “pese a que para algunos pueda tener un gran parecido”. Así como Bakunin había expresado que “El cristianismo, bajo todas sus formas diferentes, constituye el obstáculo más formidable para la emancipación de la sociedad al predicar la paciencia, la resignación, la sumisión” (Álvarez Chillida, 2012: 123), los anarquistas pampeanos abordaron similares argumentos y destacaron la quietud del cristiano frente al impulso rebelde del anarquista. Estos rasgos diferenciadores acercaban a este anarquismo de tintes colectivistas a un anarquismo de tipo nietzcheano/individualista que subrayaba el conformismo y la mansedumbre del mensaje cristiano. Sobre la diferencia entre anarquistas y cristianos, Pampa Libre afirmaba:
mientras uno lucha y se rebela, el otro acepta y se resigna; mientras uno busca inutilizar la violencia, otro la tolera con mansedumbre de cordero; mientras el anarquista pretende cortar de raíz todo lo que bestializa el trato social, el cristiano cree suavizar la ira del tirano con obediencia y rogativas. Paciencia exclama el cristiano y se cruza de brazos [...] Ilusionado con recompensas divinas, desecha el bienestar, acepta el dolor, porque su aceptación le da más mérito para afianzar la gracia de su Dios y hasta en la muerte ve el mandato divino que lo libera de su existencia pecaminosa. El cristiano rinde culto a los muertos, venera su memoria, el anarquista ve en la muerte de cada individuo una ley natural de renovación (Pampa Libre, enero de 1925)36.
Sin embargo, la necesidad de marcar distancia con el cristianismo confluía al mismo tiempo con el carácter cristiano que subyacía en la esperanza anarquista de una revolución redentora terrenal, en su moral solidaria y en el discurso que convocaba a vivir en un marco de armonía social, amor, respeto, felicidad, libertad e igualdad. Se trataba quizá de una lectura ambigua del cristianismo primitivo que, de cualquier modo y siguiendo la línea argumental de Álvarez Chillida (2012) convertía al anarquismo en una especie de fe religiosa alternativa. Pese a esto, y a las expresiones de anticlericalismo que manifestaron los anarquistas desde la prensa, la Iglesia Católica territoriana consideró al Partido Socialista como uno de los principales enemigos de la “Misión de La Pampa”37. Los conflictos entre ambos actores fueron recurrentes y alcanzaron su punto más álgido con el remate de la parroquia santarroseña por parte del municipio socialista en la década de 192038.
CONSIDERACIONES FINALES
En este artículo intentamos mostrar algunos de los principales rasgos del discurso anticlerical anarquista a partir de las críticas vertidas en las páginas del periódico Pampa Libre hacia el clero, la Iglesia Católica y la religión en general. Tal como se puede advertir en otros casos (Álvarez Chillida, 2012; Castro 2016), no quedan dudas respecto de que el anticlericalismo fue una de las señas de identidad de la propaganda libertaria. Ahora bien, junto con la finalidad de desacreditar y difamar a la religión y de manera especial a la Iglesia Católica y a su jerarquía, en el discurso anarquista fueron recurrentes expresiones que podemos vincular con los principios del cristianismo, como por ejemplo, la creencia en la llegada de una revolución redentora.
En un momento en el que la sociedad territoriana se encontraba en su etapa formativa, los anarquistas buscaron difundir sus ideas y sumar adeptos. En este proceso identificaron a sus principales enemigos: la autoridad, y vinculado con ella, la religión. Esta última, y de manera particular el catolicismo, fue combatida en el marco de un lenguaje ambiguo, difuso y maniqueo que, siguiendo la expresión de Álvarez Chillida (2012: 104), apeló más a la emotividad que a los razonamientos, en tanto se refería a nociones vinculadas con la esperanza mesiánica de liberación, pregonaba el amor, la solidaridad, la fraternidad y prometía la “redención del Pueblo”. En estos términos, la prédica anticlerical de los anarquistas se puede enmarcar más bien en la de un grupo de militantes que se dejaron llevar más por la pasión de sus ideales que por acciones reflexivas, razonadas o concertadas que pudieran impactar con fuerza en la Iglesia y en su proyecto de construir una “pampa católica”.
El auge del anarquismo, tanto en el nivel nacional como en el territoriano; la identificación del socialismo como uno de los principales enemigos del catolicismo, fueron factores que estimularon las acciones anticlericales en el territorio pampeano a lo largo de toda la década de 1920. Pese a que el contexto político local favoreció la manifestación de expresiones anticlericales, el movimiento anticlerical, como señala De la Cueva (1996) adquirió una fisonomía propia que se nutrió de los enfrentamientos con instituciones y actores del campo religioso católico (Cit. en Castro, 2016). Los ataques, tanto discursivos como físicos, se dirigían hacia un objetivo cargado de significado religioso/simbólico y social. Siguiendo la expresión de Delgado Ruiz (1989), la antirreligiosidad se encarga de hablar de la religiosidad, contra lo que ella hace y dice.
Las expresiones vertidas en la prensa anarquista constituyen un elocuente ejemplo de algunas de las múltiples manifestaciones anticlericales en el espacio pampeano. Al mismo tiempo, reflejan los límites de esas “vetas” de anticlericalismo en un Territorio con un fuerte arraigo del catolicismo. La declinación de los anarquistas como agrupación trajo aparejado la desaparición de Pampa Libre, en tanto principal medio de difusión de su anticlericalismo39.
Notas
1. Los anarquistas intentaron establecer un vínculo con los trabajadores sin la participación de sindicatos ni organizaciones obreras de por medio. Los socialistas, en cambio, optaron por la vía electoral (Ledesma y Folco, 2008)
2. Ledesma conceptualiza a los trabajadores como sujetos que, despojados de otras formas posibles de procurarse sus ingresos, vendían su fuerza y sus servicios en el mercado de trabajo. Ahora bien, el salario no fue la única posibilidad de conseguir un ingreso, otros mecanismos fueron puestos en práctica para alejar la vida del límite de la subsistencia. En épocas de crisis, estrategias que iban desde la caza, la recolección de frutos silvestres, hasta la producción en huertas, y la crianza de aves y animales de corral se implementaron como forma de proveerse de otros alimentos. (2010, pp. 143-144)
3. Según lo analizado por Etchenique para 1921 el control social se intensificó en el territorio pampeano y se aplicó a todos por igual, bolseros, hachadores, carreros y colonos, la Ley 7029 de Defensa u Orden Social. (2000, p. 50)
4. La organización en sociedades de resistencia tiene su origen en el IV Congreso de la FORA, el cual tuvo lugar en 1904. Esta forma de organización permitió el inicio de la actividad gremial en zonas alejadas de los grandes centros urbanos, como es el caso de las poblaciones pampeanas.
5. Cabe destacar que los vínculos con la FORA no fueron lineales. Por el contrario, los anarquistas pampeanos recibieron los ecos de las divisiones que afectaron a dicha federación y tomaron partido por una u otra línea de acción.
6. En el marco de disputas internas y de acusaciones al grupo editor de La Pampa Libre de propulsar prédicas “antiorganizadoras”, el 4 de agosto de 1924 la sede donde se imprimía el periódico fue protagonista de un trágico atentado. Por el número de víctimas y las heridas recibidas, Etchenique habla de un “tiroteo infernal”. Pese a que La Nación afirmó que el tiroteo se produjo durante una reunión “ácrata”, todo parece indicar que quienes ingresaron a la imprenta provenían de la FORA y de La Protesta. Luego del atentado el periódico pasó a denominarse Pampa Libre y se llevaron a cabo algunos cambios. Por ejemplo, desapareció la leyenda “editado por la agrupación del mismo nombre” (en referencia a la Agrupación La Pampa Libre constituida en 1924) y sólo figuró “Quincenario Anarquista” (2000)
7. En el IV Congreso de la FORA (1904) se acordó que todas las sociedades de resistencia de una misma localidad se organizaran en una Federación Local y, a su vez, que las distintas federaciones locales conformaran una Federación Comarcal. Todas debían confluir en la FORA.
8. A manera de ejemplo, de la organización espontánea en sociedades de resistencia, a partir de 1923 se pasó a valorizar la propaganda como medio más importante para difundir valores que formen individuos con pensamiento propio.
9. En una de sus ediciones Pampa Libre expresó que el sindicalismo como medio para lograr mejoras económicas era cosa del pasado. Según Etchenique (2000) este tipo de ideas pueden rastrearse en el pasado militante del grupo editor de “Ideas”.
10. Cabe aclarar que dicho criterio no fue compartido por todos los anarquistas. Hay constancia de discusiones entre quienes apoyaban la búsqueda del Estado como mediador y los que rechazaban esa postura, acusados de “líricos” (Etchenique, 2000, p. 55)
11. El Partido Socialista se constituyó en Santa Rosa en 1913. Su consolidación en el espacio territoriano se produjo a partir de la segunda mitad de la década del 1920 y se evidenció a partir de diferentes aspectos: la conformación de centros socialistas, la presentación en las sucesivas elecciones municipales, la obtención de cargos en los concejos municipales y, fundamentalmente, en el triunfo eleccionario tanto en Santa Rosa como en General Pico, lo que le valió la administración de los gobiernos municipales de esas localidades, entre 1925-1928 y 1926-1929 respectivamente.
12. Tras el ataque al local de Pampa Libre el 4 de agosto de 1924, el quincenario comentó sobre el hecho que “…la realidad nos demostró que dentro de los enemigos del Estado y del capital había obcecados adeptos, y además reflejó la falta de lealtad, de razonamiento y de cordialidad que residía en los centros de la tiranía política, económica y religiosa (Etchenique, 2000, p. 104)
13. Archivo Histórico Provincial (AHP), Santa Rosa, La Pampa (L.P)
14. AHP, Santa Rosa (L.P)
15. AHP, Santa Rosa, (L.P)
16. AHP, Santa Rosa, (L.P)
17. AHP, Santa Rosa, (L.P)
18. AHP, Santa Rosa (L.P)
19. Pampa Libre, 20 de octubre de 1924, AHP, Santa Rosa (L.P)
20. La Pampa Libre, 1 de enero de 1924, AHP, Santa Rosa (L.P)
21. Pampa Libre, 10 de enero de 1925, AHP, Santa Rosa (L.P)
22. AHP, Santa Rosa (L.P)
23. El mismo tipo de insultos se pueden identificar en el caso del anarquismo español, donde la descalificación del clero se unía a una larga tradición anticlerical (Álvarez Chillida, 2012: 109)
24. AHP, Santa Rosa, (L.P)
25. Los salesianos llegaron por primera vez a Eduardo Castex en el año 1912. En 1919 se instalaron de forma permanente y en 1923 crearon el Colegio “San Francisco de Sales”.
26. AHP, Santa Rosa, (L.P)
27. AHP, Santa Rosa, (L.P)
28. AHP, Santa Rosa (L.P)
29. En palabras de un anarquista: “Macho y hembra se guían por el deseo […]. Basta que un hombre y una mujer se deseen para que desaparezca en ellos todo respecto por las convenciones y trabas de la sociedad [...] Que cada uno entienda el amor libre como quiera (Cit. en Barrancos, 1990: 20)
30. Pampa Libre, 10 de enero de 1925, AHP, Santa Rosa, (L.P)
31. Pampa Libre, 1 de mayo de 1924, AHP, Santa Rosa, (L.P)
32. AHP, Santa Rosa, (L.P)
33. AHP, Santa Rosa, (L.P)
34. En uno de los pasajes del escrito el caminante anunció: “he aquí mi hora se aproxima, ya no os hablaré más porque voy a morir, pero anunciad por toda la tierra lo que os he dicho [...] decidles: yo anuncio la ANARQUÍA…”La Pampa Libre, 1 de febrero de 1924, AHP, Santa Rosa, (L.P)
35. Pampa Libre, segunda quincena de abril de 1925, AHP, Santa Rosa, (L.P)
36. AHP, Santa Rosa, (L.P)
37. El socialismo debatió con la Iglesia Católica territoriana en torno a una multiplicidad de aspectos, entre ellos: problemas sociales, presencia de la institución eclesiástica en el espacio público a través de festividades y procesiones, la intromisión de la iglesia en la cuestión cultural y en la vida política territoriana y la progresiva “apropiación” y participación en las festividades patrias. En este sentido, ambos actores mantuvieron relaciones virulentas que alcanzaron mayor auge en el periodo 1913-1929 (Rodríguez, 2010)
38. Por una cuestión de extensión, en el presente artículo no profundizamos en las disputas que enfrentaron al socialismo y la Iglesia Católica en el territorio pampeano.
39. El ocaso del anarquismo en el Territorio Nacional de La Pampa no sólo se debió a la emergencia de tendencias sindicalistas en el interior del movimiento obrero territoriano, sino también al crecimiento del Partido Socialista, que obtuvo adherentes entre los sectores trabajadores y le disputó el liderazgo tanto en el plano político como en el sindical. Esto último marcó un punto de ruptura entre las expectativas de los trabajadores y las premisas libertarias. Finalmente, el golpe militar de 1930 afectó al movimiento anarquista y debido a la represión y a las persecuciones se vio obligado a pasar a la clandestinidad (Lanzillotta y Folco, 2008)
REFERENCIAS
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2. Annecchini, Mariana y Sanchez, Rocío. “Las voces anticlericales en el Territorio Pampeano: Socialistas vs Iglesia Católica (1918-1929)”. Ponencia presentada en las IV Jornadas de Historia Social de la Patagonia, 19 y 20 de mayo, Santa Rosa, La Pampa. 2011.
3. Asquini, Norberto, Cazenave, Walter y Etchenique, Jorge. Conflictos sociales en La Pampa (1910-1921). Santa Rosa: Fondo Editorial Pampeano. 1999.
4. Barrancos, Dora. “Anarquismo y sexualidad”. Armus, Diego, Mundo urbano y cultura popular. Estudios de Historia Social Argentina. Buenos Aires: Sudamericana. 1990, pp. 17-33.
5. Castro, Martín. “Católicos, librepensadores y anticlericales en el momento del Centenario: movimientos de protesta locales y política nacional”. Di Stefano, Roberto y Zanca, José, Fronteras disputadas: religión, secularización y anticlericalismo en la Argentina (siglos XIX y XX). Buenos Aires: Imago Mundi. 2016, pp.105-145.
6. Delgado Ruiz, Manuel. “La antirreligiosidad popular en España”. Álvaro Santaló, C. et al., La religiosidad popular. Barcelona: Fundación Machado/ Ed. Anthropos, Vol. I. 1989, pp. 499-512.
7. Di Stefano, Roberto. “Disidencia religiosa y secularización en el siglo XIX iberoamericano: cuestiones conceptuales y metodológicas”. Projeto História, Sao Paulo, 2008, Nº 37, 157-178.
8. Etchenique, Jorge. Pampa Libre, anarquistas en la pampa argentina. Santa Rosa: Nexo Di Nápoli. 2000.
9. Lanzillotta, María y Folco, María Ester. “El anarquismo”. Lluch, Andrea y Salomón Tarquini, Claudia (Eds.), Historia de La Pampa, sociedad, política y economía, desde los poblamientos iniciales hasta la provincialización (ca. 8000 AP a 1952), Santa Rosa: EDUNLPam. 2008, pp. 405-412.
10. Ledesma, Leonardo. “El mundo del trabajo”. Annecchini, Mariana et al (Eds.) En la remota orilla del recuerdo. Eduardo Castex, 1908-2008, General Acha: L&M editorial, 2010, pp. 135-155.
11. Ledesma, Leonardo y Folco, Gonzálo. “Trabajo, condiciones materiales y resistencias en el mundo obrero rural del Territorio Nacional de La Pampa”. En: Lluch Andrea y Salomón Tarquini Claudia (Eds.), Historia de La Pampa. Sociedad, política y economía desde los doblamientos iniciales hasta la provincialización (ca.8000 AP a 1952), Santa Rosa: EDUNLPam. 2008, pp. 233-301.
12. Rodríguez, Ana María. “La amenaza de la Sotana Negra. Anticlericalismo y laicización en La Pampa. (1913-1929)”. Ponencia presentada en II Jornadas Catolicismo y sociedad de masas en la Argentina del siglo XX, 7 y 8 de octubre. Universidad Católica Argentina, Puerto Madero, Buenos Aires. 2010.
13. Rodríguez, Ana María. “Secularización y catolicismo en el Territorio Nacional de La Pampa (1896-1934). Tesis doctoral (inédita) 2013.
14. Suriano, Juan. Auge y caída del anarquismo. Argentina 1880-1930. Buenos Aires: Capital Intelectual. 2009.
15. Valencia, Luciano. La transformación interrumpida. El partido Socialista en el Territorio Nacional de La Pampa (1913-1938). Santa Rosa: Fondo Editorial Pampeano. 2008.