RESEÑA

Heraclio Bonilla. Metáfora y realidad de la independencia en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2016, 201 pp.

Daniel Morán
luis.moranr@usil.pe

Universidad San Ignacio de Loyola. Perú

Recibido: 17|06|2017
Aceptado:
22|06|2017

 

En el contexto de las conmemoraciones de los bicentenarios de las independencias en Hispanoamérica resulta clave y justificado incorporar el siguiente recorte:

Uno de los problemas relativamente nuevos de la indagación se refiere a las causas y las consecuencias de la crisis colonial, por consiguiente de la independencia, sobre lo cual se está muy lejos de alcanzar un consenso. Tarea difícil porque la unidad de análisis no es homogénea. En efecto, la geografía de la independencia en términos políticos traza un arco que va desde las disidencias tempranas (Caracas y Buenos Aires) hasta las obstinadas lealtades (Lima y México), para no hablar de los casos extremos de Cuba y Puerto Rico, o de la experiencia del Brasil […]. Todo esto para no mencionar que las unidades nacionales estaban lejos de ser tales, porque estuvieron atravesadas por fracturas internas de todo tipo [incluso la separación de algunas] tuvo más que ver con su oposición a los centros regionales del poder local más que como resultado de un enfrentamiento directo con la corona española (p. 11-12)

Importante y provocativa reflexión del autor porque está compuesta de una serie de argumentos sugerentes que demuestran nuevas miradas a una temática clásica pero compleja, problemática y debatible en la coyuntura actual. Varios puntos de Bonilla ponen el dedo en la llaga y denotan las heridas aún abiertas de un problema nacional no solamente en la historiografía, sino incluso en la memoria colectiva peruana.

La independencia es uno de los temas más trabajados por los historiadores, pero en opinión de Heraclio Bonilla muy mal comprendida. Y esta incomprensión nace de los análisis parroquiales, extremadamente locales y desvinculados de su influencia continental. Sin embargo, esto no invalida la premisa del autor sobre las causas y las consecuencias de la crisis colonial en el sentido de no caer en los extremos: por un lado, la visión solamente atlántica de la independencia y, por el otro, los factores únicamente internos que permitieron la ruptura del dominio colonial. La idea es encontrar un punto de equilibrio entre estas posturas historiográficas que dé cuenta de todo el mundo inexplorado de las guerras de independencia, así como de sus causales coloniales y el impacto de la crisis peninsular con la invasión francesa en 1808.

Efectivamente, el problema reside en esta dicotomía de estudio, pero además en la misma composición geográfica de las áreas en disputas por el poder y la legitimidad política. Como señala Bonilla hasta en los espacios territoriales las oposiciones se hicieron evidentes y los extremos también: las disidencias de Caracas y Buenos Aires, las obstinadas lealtades de México y el Perú y la inveterada persistencia de Cuba, Puerto Rico y Brasil. Si a toda esta complejidad de la independencia le sumamos las fracturas internas que experimentaron todas las regiones en disputas, las reflexiones sobre estas mismas cuestiones van a diferir indudablemente.

Resultan paradójicos estos argumentos que se desprenden del libro del historiador peruano residente en Colombia, Heraclio Bonilla, cuando una de las principales críticas de la historia oficial a sus primeras tesis sobre la independencia en 1972 fue precisamente la vinculación con la teoría de la dependencia en sus propuestas, es decir, a la famosa frase: “esta ruptura política, conseguida por la decidida y eficaz intervención de los ejércitos del Sur (San Martín) y del Norte (Bolívar) no significó en manera alguna la quiebra del ordenamiento económico y social de carácter colonial que continuo vigente hasta el ocaso del siglo XIX” (p. 53). Para la historiografía nacionalista este argumento de Bonilla planteaba una tendencia en el estudio de esta coyuntura histórica: la denominada independencia concedida y más aún traída de afuera por ejércitos y armas foráneas. Entonces, si hoy Bonilla plantea estudiar la independencia a partir de las causas y las consecuencias de la crisis colonial se estaría enfocando en las razones y la problemática interna de los espacios americanos de dominación española con lo cual la supuesta ligazón con la teoría de la dependencia quedaría nula. Pero si aún existiesen resquicios de sus detractores podemos advertir que el mismo autor propone una explicación relacional entre lo que llama la crisis colonial y el desenlace de la independencia, este último punto le sirve para comprender la presencia de San Martín y Bolívar en el Perú. O como se ha señalado también la visión continental de la independencia.

Por otro lado, gran parte de Metáfora y realidad se ha enfocado en estudiar la participación popular en las guerras de independencia. Sobre este punto volvemos al debate inicial del sesquicentenario y a la premisa que fue cuestionada férreamente por la historia oficial: “el Perú de la independencia no fue sino la inmensa escena de enfrentamiento de los ejércitos patriotas y realistas, donde su élite y sus clases populares no hicieron sino asistir impasibles a la decisión de sus destinos; la primera, con miedo, las últimas, en silencio” (p. 82). Esta tesis de Bonilla fue interpretada como el silencio de las clases populares y una forma de quitarle protagonismo o visibilidad al denominado Perú mestizo hacedor de la independencia. Si bien en varios estudios posteriores el autor continuó sosteniendo esta idea, la evolución de su pensamiento lo llevó a postular que no podemos entender la independencia solamente como el enfrentamiento entre buenos y malos, centro y periferia, Lima y las regiones, o entre patriotas y realistas. No era suficiente para Bonilla postular la oposición de intereses, sino comprender el porqué de esas discrepancias, aún más, el significado real que los protagonistas le dieron a esta guerra en clave continental. Por ello, este libro desarrolla en sus siete capítulos esta relación del contexto internacional, las fluctuaciones internas, la intervención de los actores sociales y políticos en ella y en forma más puntual el papel de los sectores populares en la crisis colonial y por ende en la independencia.

Para Bonilla estos sectores no fueron invisibilizados por él menos todavía dejados de lado en sus estudios. Una cosa era el silencio y otra muy distinta la ausencia. En este punto sostendría el autor: “pero el silencio no siempre es el resultado de una ausencia, ni las existencias son repentinas e inexplicables” (p. 168). Ciertamente cuatro capítulos de este libro desarrollan el papel que cumplieron los grupos plebeyos en las guerras de independencia: desde la vinculación con el Estado en la crisis colonial, el juego complejo entre Bolívar y las guerrillas, la siempre excéntrica oposición de los campesinos indígenas a la República en el caso de Iquicha y el dilema de los indios entre apostar por el rey o la república. Entonces ni en la realidad de la independencia los sectores populares estuvieron ausentes ni en las páginas de este libro, como ha comprobado el autor en varios congresos internacionales que realizó sobre la temática y en la publicación de una serie de sesudas investigaciones de destacados historiadores en Indios, negros y mestizos en la Independencia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-Planeta, 2010). El argumento clave de esta renovada historiografía de los sectores populares reside en que ellos participaron activamente en las guerras de independencia y que, a su vez, negociaron, de acuerdo con sus intereses locales y regionales, la propia naturaleza de su intervención. En este contexto, los grupos populares, denominados en la época como la chusma, la canalla, la plebe o el bajo pueblo, dejaron de ser aquellos seres inertes, ignorantes, simples marionetas de los caudillos militares y políticos; y sin capacidad de discernimiento, y, por el contrario, asumieron una participación activa, pero pragmática y localista.

En ese sentido, la nueva agenda temática de esta historiografía estaría en reflexionar la activa intervención popular, la complejidad de su comportamiento, las conflictivas relaciones entre los grupos y las diversas alternativas políticas que estos manejaron y negociaron en el terreno de las disputas por el poder y en las propias guerras de independencia. Entonces, dichos planteamientos no son ajenos al libro de Bonilla cuando señala que el silencio no es igual a una ausencia o al dilema de los indios entre dos posiciones políticas definidas y en disputas en 1821-1824-1827 (republicanos o monarquistas), sino que va más allá: entender una nueva alternativa política con base social y popular es, en realidad, lo que más interesa dilucidar a la disciplina histórica actual. Los estudios de Gabriel Di Meglio, Raúl Fradkin, Erick Van Young, Cecilia Méndez, María Luisa Soux, Julio Pinto Vallejos, Leonardo León, Sara Mata, Ana Frega, entre otros, van en esa perspectiva de una renovación en la historiografía social de la independencia.

Finalmente, Metáfora y realidad de la independencia en el Perú termina convertido en un texto de obligatoria lectura por plantear diversas premisas importantes para comprender el intrincado proceso de la guerra y la revolución en América y en nuestro país. Además, la riqueza del libro y los argumentos de Bonilla están en el debate reciente porque abren nuevos campos de estudio en la investigación histórica, y me atrevería a señalar que la publicación y el autor son una especie de oráculo no necesariamente de respuestas sino de preguntas e inquietudes sugeridas inteligentemente y que urge repensar en el contexto del presente y en clave continental, abarcando lo que él señala como las causas y consecuencias de la crisis colonial y además el impacto del desenlace de la independencia. Y, en esa perspectiva, el estudio de la intervención popular resulta crucial y Heraclio Bonilla lo reafirma cuando deja en el tintero del debate la idea de que el día de la proclamación de la independencia más que un suceso de celebración tendría que ser tomado como un día de duelo para los sectores indígenas del Perú e Hispanoamérica.