ARTÍCULO
Las representaciones estadísticas de la pobreza
Statistics Representations of Poverty
Francisco Javier Peñailillo Cereceda
francisco.penaililio@hotmail.com
Escuela Social Jurídica - Instituto Profesional IPP. Viña del Mar, Chile.
Recibido: 19|11|15
Aceptado: 18|05|16
Resumen
La pobreza, refiere a un contexto situacional constituido por condiciones de vida cuantificables, a través de estadísticas e índices. De ahí que podemos conocer su forma, toda vez que puede ser representada por medio de cifras. Pues bien, la tesis central del presente ensayo establece que existen circunstancias que sitúan a la pobreza como componente de la realidad; se torna imprescindible para ello entonces, realizar la distinción entre el contenido de la percepción y el estatus de realidad atribuido este fenómeno, toda vez que los enfoques existentes para abordar el fenómeno de la pobreza no pueden prescindir de información estadística.
Palabras clave: Pobreza; Estadísticas; Enfoque de Necesidades; Enfoques de Capacidades.
Abstract
Poverty relates to a situational context consists of living conditions measurable through statistics and indexes. Hence we can know its shape, since it can be represented by numbers. Well, the central thesis of this essay states that there are circumstances that put poverty as a component of reality; it becomes necessary to do so then make the distinction between the content of perception and reality status attributed this phenomenon, since existing approaches to address the phenomenon of poverty can´t ignore statistical information.
Key words: Poverty; Statistics; Needs Focus; Focus Capacity.
INTRODUCCIÓN
La lógica de la explicación por la lógica de la aceptación
El fenómeno de la pobreza, carece de impacto sorpresivo. Su dinámica no se presenta como algo novum y/o sui generis; pareciera estar ahí en el entorno antes y después, de forma permanente. Es particular advertir que este entramado situacional desfavorable para algunas personas, no cautiva nuestra atención respecto de las condiciones y circunstancias por medio de las cuales le otorgamos el estatus de real.
Así presentado, el concepto pobreza no alude a una cosa; se trata más bien de un contexto situacional compuesto por personas en situación de pobreza y personas que procuran reducirla a su expresión mínima por medio de la vinculación y coordinación de redes asistenciales de instituciones gubernamentales orientadas a superar esta situación “transitoria o temporal”. Todos estos actores sociales se encuentran interconectados y determinan los repertorios de acción -acciones colectivas- que emergen y tienen sentido en tanto contribuyen a disminuir los índices de pobreza1.
Estos datos estadísticos se constituyen como representaciones de las condiciones generadas a partir de la situación de pobreza, al mismo tiempo que nos permite hacer cognoscible el fenómeno; y puesto que existen algunas condiciones materiales (observables, cuantificables y medibles) asociadas a esta condición, “no dudamos normalmente del mundo cognoscible que nos ofrecen los sentidos” (Goffman, 2006). De ahí que: la pobreza existe, en tanto que la podemos representar por medio de cifras e índices. Incluso algunos enfoques de carácter esencialmente cualitativo (pobreza como privación de capacidades o necesidades fundamentales de carácter universal) no pueden prescindir de este tipo de datos.
DISCUSIÓN CONCEPTUAL
Medir la pobreza es un acto de política pública
Existen diversos enfoques que permiten abordar el fenómeno de la pobreza. Asimismo, las herramientas que se emplean en su medición varían de un enfoque a otro. El enfoque de necesidades determina que algunos bienes y servicios poseen el carácter de básicos. Se establece así, que todas aquellas personas que no pueden generar ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades nutricionales2, se sitúan por debajo de la línea de la pobreza. Esta perspectiva, determinada exclusivamente por el factor ‘ingreso’, se denomina ‘enfoque de pobreza absoluta’.
En el otro extremo, encontramos el ‘enfoque de capacidades’, el cual alude a éstas como “las libertades fundamentales que disfruta [una persona] para llevar el tipo de vida que desea y valora” (Sen, 2000: 114). Este enfoque pone énfasis en las capacidades en oposición a las necesidades, puesto que se establecen condiciones universales acerca del como las personas (independiente de la cultura en la cual se encuentran inmersos) presentan capacidades que, idealmente, deben ser desarrolladas. En esta misma perspectiva –pero con una propuesta distinta– encontramos a Nussbaum, quien sostiene que la principal diferencia entre ella y Sen es que este último “nunca ha presentado una lista de las capacidades centrales”. Nussbaum aborda esta cuestión directamente, presentando su lista actual de “diez capacidades funcionales humanas centrales CFHC” (Gough, 2008). Tanto Sen como Nussbaum, exponen que para comprender el contexto situacional derivado de la condición de pobreza, es necesario poner énfasis en aspectos cualitativos más que en la producción de información cuantitativa. Podemos realizar una aproximación a estos planteamientos por medio de las siguientes capacidades, las cuales pueden y deben ser satisfechas por cualquier persona, en cualquier lugar y en todo momento, atendiendo con esto a las exigencias morales que supone superar la condición de pobreza:
Estos enfoques –considerando siempre sus diferencias y convergencias- comparten un atributo en común: no pueden prescindir de los índices y tasas que nos ayudan a hacer cognoscible aquel ámbito de la realidad (pobreza). De ahí que en el imaginario colectivo el combate contra la pobreza se debe traducir finalmente en la disminución de los índices de pobreza, con la ayuda de políticas públicas eficientes. Mientras esto sucede, nosotros -los otros- esperamos y confiamos en que las personas pobres puedan algún día dejar esa condición; generamos de este modo expectativas respecto del actuar de un grupo de personas en particular, así como también de las consecuencias generadas a partir de la política pública.
Expectativas que por lo demás, funcionan sobre la base de información -datos- recolectada por la metodología característica del enfoque elegido para producir esa información. La acción política, propende al desarrollo de políticas públicas que pretenden determinados efectos sobre una parte de la realidad, dirigiendo para ello estrategias de intervención social. Así presentadas, estas últimas operan sobre determinados grupos en función de datos, pero en ningún caso bajo enfoques culturales.
Aquello se pone en evidencia, con la ruptura radical que supondría reconstruir una historia de la pobreza sin tener que utilizar para ello la suma de todos los índices de pobreza disponibles. De ser posible aquello, podríamos reemplazar el contenido de la percepción actual -estadística descriptiva- por un contenido mucho más explicativo; que nos permitiera elaborar escenarios prospectivos que no distaran demasiado de lo que realmente serían las dinámicas de la pobreza. Debemos plantear entonces, que la posibilidad de un mínimo de predicción para este tipo de fenómenos, es posible. Si se piensa en la economía, por ejemplo, es posible advertir criterios de aceptabilidad que generan un ámbito cognitivo por medio del cual es posible aceptar o rechazar acciones, y se establecen las condiciones para ello. Así es que en economía, las personas actúan basados en conocimiento -cultura- compatible con el mercado.
Establecer de manera tautológica que los datos representan un continuo inmediato con el mundo de las cosas reales, es caer en el error conceptual -por ejemplo- de plantear que el mapa de un determinado territorio es el equivalente a la forma que está representando. Aunque el mapa informara de todas las calles, avenidas, países y ciudades posibles del mundo, el mapa no es el mundo en sí mismo.
Entonces, -en tanto que construcción social– “la pobreza es un modo activo de relación (no sólo con los objetos, sino con la colectividad y el mundo) en el cual fundamos parte de nuestro sistema cultural” (Baudrillard, 1969: 223). En este sentido, no es la totalidad de todos los objetos que no se poseen, ni mucho menos mensajes constituidos desde ahora en un discurso más o menos coherente -pobreza y riqueza-. Sino que, en cuanto se activa la acción política, la pobreza y los esfuerzos por combatirla generan expectativas colectivas respecto de lo que esperamos de las personas que se encuentran en situación de pobreza.
La generación de expectativas fija un marco que define situaciones y permite discriminar por medio del procesamiento de información. Al mediar entre estímulos y pautas de comportamiento, las expectativas se presentan como la energía que subyace a los esquemas cognitivos3. Llevar a cabo procesos de cálculo sobre la vida social en un contexto colectivo y cultural, produce acumulación sedimentación4 de conocimiento.
Así es como nace el deber y compromiso de auxiliar a quienes transitan situación de pobreza. La necesidad de observación de estos grupos y su posterior accionar efectivo, implicó legitimar determinadas intervenciones sociales disfrazadas bajo formas de políticas públicas que fueron puestas en marcha. Castoriadis señala que cuando apenas entró en funcionamiento esta nueva ideología, se vio altamente atacada por diversos lados. “El sistemas social establecido comenzó a ser criticado no porque fuera incapaz de asegurar el crecimiento ni porque distribuyera de un modo desigual los frutos del crecimiento –críticas tradicionales de la izquierda– sino porque no se preocupaba más que del crecimiento y no realizaba más que el crecimiento, un crecimiento de tipo dado, con un contenido específico, que suponía unas determinadas consecuencias humanas y sociales” (1973: 82).
TODOS OBSERVAMOS EL MISMO MUNDO, PERO CON MIRADAS PARALELAS5
Pero, si todos observamos el mismo mundo, ¿observamos la misma pobreza desde nuestras concepciones particulares? Y si acaso la cultura emerge de las interacciones que generan las personas, ¿por qué no plantear que de igual modo, la pobreza también emerge como un proceso de construcción social? Porque de hecho, corresponde en todo momento a una construcción social. Existe como palabra, como categoría y como organizador de nuestro esquema del mundo. También nos permite comprender y aceptar el hecho de que existan personas desfavorecidas y otras que no lo son -pobres y no pobres-. Posteriormente ordenamos estas categorías, por medio de creencias que establecen relaciones de causa y efecto. Asociamos generalmente como causa de la pobreza, la distribución desigual de los beneficios que produce el conjunto de la economía en un período determinado, como si se tratara de un efecto marginal de la actividad económica.
Esta reflexión se corresponde con una lógica mecanicista, en dónde la causa –la pobreza y sus efectos– se presenta como el principal motivo que subyace a la producción de datos estadísticos. En Chile, las familias que se encuentran en situación de pobreza extrema representan el 2,4% de la población6, que corresponde a las personas y núcleos familiares cuyo ingreso per cápita mensual es inferior al necesario para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. Es menester asociar entonces, las percepciones que giran en torno al fenómeno de la pobreza con la forma que opera entre las mismas percepciones y las expectativas que tienen los demás respecto de nuestras acciones; presentada como operación de interfaz, el lenguaje permite dotar de realidad a la categoría pobreza, haciéndola cognoscible bajo determinados índices. En todo caso, se trata de un fenómeno que encuentra su dinámica bajo las interacciones simbólicas que experimentan las personas con el mundo y con los demás.
Finalmente, podemos establecer que el lenguaje nos permite fijar la forma del fenómeno a través de conceptos que condicionan un molde de pensamiento7 dirigido a ese ámbito del acontecer social.
LECCIONES
Los índices de pobreza, constituyen representaciones de la realidad que operan como el principal sustrato que dota de realismo al fenómeno de la pobreza. No obstante, lo único real son los índices y sus efectos, pero no la categoría conceptual pobreza. En sí misma, la pobreza constituye un programa abstracto de condiciones de vida en particular, produciendo el contenido de la percepción pero no el fenómeno como tal. Se rompe de esta manera, el continuo inmediato entre realidad y categorías de percepción.
Asimismo, el contenido de la percepción permite finalmente elegir determinados repertorios de acción. No obstante, esto no garantiza que las personas en situación de pobreza dejen esa condición por medio de la puesta en marcha de intervenciones sociales específicas, que nacen en un ámbito de acción político y público. En este sentido, que los estados-nación deban propiciar una mejor calidad de vida para los integrantes de un determinado territorio, no hace sino más que justificar el combate contra la pobreza. Es necesario advertir entonces, que erradicar la pobreza tiene relación con una mirada inclusiva del fenómeno, pero no se cuesta asumir que es una consecuencia estructural de las dinámicas sociales generadas a partir de un determinado modelo de desarrollo económico.
Por otra parte, tenemos que el lenguaje opera como interfaz entre las estadísticas y la percepción. Debemos aclarar entonces, que se trata en todo momento de un fenómeno que está en nuestras mentes, no en el entorno. La pobreza no se hace cognoscible por sí misma; estadísticas, percepción y lenguaje la hacen cognoscible.
En este contexto, superar la tradición positivista supone también aceptar la condición de auto-implicación que existe entre los individuos y la sociedad. Dicho de otro modo, no se pueden comprender las dinámicas de la pobreza por medio del monismo metodológico. Un enfoque culturalista es capaz de aportar una re-significación histórica de las mismas dinámicas, por cuanto trasciende a toda lógica estadística y la reemplaza por una lógica explicativa de las condiciones presentes.
1. Desde el año 2011 hasta el 2013, se editó anualmente el Informe de Política Social (Ipos) el cual procuraba proveer de índices y estadísticas a todos quienes se interesen en información acerca de la realidad social del país, además de una descripción de las líneas de acción del gobierno y finalmente las iniciativas implementadas en materia de política social. (Ministerio de Desarrollo Social: Informe de Política Social (Ipo), año 2013). Paralelamente, el ministerio de Desarrollo Social edita desde el año 2012 el Informe de Desarrollo Social, que muestra información relevante a partir de los datos provistos por la Encuesta Casen 2013.
2. Están representadas en la Canasta Básica de Alimentos (CBA). Su costo en noviembre de 2014 fue de $43.039 (US 63 app.). http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl
3. Alusión a la Teoría del desarrollo cognitivo elaborada por Jean Piaget, que supone que la inteligencia opera sobre la base de asimilación y acomodación de las percepciones con respecto al entorno.
4. Según Morgan, L. La cultura es sedimentación de respuestas instrumentales que son eficaces, respecto de estímulos provenientes del entorno que generan un contexto situacional.
5. Luhmann, 1998.
6. Casen 2013.
7. Se refiere a los modos habituales con los que una persona se enfrenta cognoscitiva y afectivamente a la realidad y con los que interpreta y valora su relación con ella. Estos moldes son construidos por los propios sujetos como consecuencia de sus predisposiciones y experiencias” http://www.web.teaediciones.com/Ejemplos/Extracto_MOLDES.pdf
Referencias
1. Baudrillard, J (1969): El Sistema de los Objetos. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 1999.
2. Castoriadis, C. (1973): “Reflexiones sobre el Desarrollo y la Racionalidad” en: Varios Autores. El Mito del Desarrollo. Barcelona: Editorial Kairos, 1980.
3. Goffman, E. “Frame Analysis” En E. Goffman, Frame Analysis. Barcelona: Siglo XXI, 2006. (págs. 1-21)
4. Luhmann, N. “¿Cómo se pueden observar estructuras latentes?” En P. Watzlawick, & P. Krieg, El Ojo Observador: Contribuciones al Constructivismo. Barcelona: Gedisa, 1998, (págs. 60-72)
5. Sen, Amartya. “La Pobreza como privación de capacidades” en: Desarrollo y Libertad. Buenos Aires: Editorial Planeta S.A., 2000, pp. 114-141.
6. Gough, I. "El enfoque de las capacidades de M. Nussbaum: un análisis comparado con nuestra teoría de las necesidades humanas". Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, Nº 100, 2008. Pp. 177-202.