ARTÍCULO
Propuestas para el estudio y caracterización de los pequeños productores agropecuarios de la puna jujeña (Argentina)
Proposals for the study and characterization of small agricultural producers in the puna of Jujuy (Argentina)
Liliana Bergesio1-2; Laura Golovanevsky3-4; Natividad González2
laugolo@gmail.com
1- CETAS/UNICCS-UNJu;
2- Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales – UNJu;
3- CONICET;
4- Facultad de Ciencias Económicas – UNJu.
Argentina
Recibido: 27|10|15
Aceptado: 24|2|16
Resumen
En este trabajo se enfoca el análisis en los pequeños productores de la puna jujeña (extremo noroeste de la República Argentina) para reflexionar, primero, acerca de la complejidad de abordar su estudio, tanto por la ambivalencia de su conceptualización como por la falta de información pertinente, para luego proponer acciones que apunten a superar estas limitaciones. Para ello, en primer lugar, se discute la categoría de pequeños productores, para después avanzar en la construcción de una definición de pequeños productores agropecuarios en el contexto de la puna jujeña. En segundo lugar, sobre la base de esta definición, se observará cuáles son las fuentes secundarias a las que se puede recurrir para su caracterización y descripción, destacando sus alcances y límites. En tercer lugar, y en base a lo anterior, se plantea una propuesta conceptual y metodológica para encarar el estudio de los pequeños productores agropecuarios para el caso de la puna de Jujuy, tendiente a superar los déficits identificados previamente.
Palabras clave: Campesinos; Pequeños productores; Puna jujeña.
Abstract
This article focuses on the analysis of small producers in Jujuy´s puna (northwestern of Argentina), firstly to think about the complexity of its study, both because of the ambivalence of its conceptualization and the lack of pertinent information, and in the second place to propose actions aimed to overcome this limitations. With this objective the notion of small producers is discussed in the first place, to advance in the building of a definition of small agricultural and livestock producers in the context of Jujuy´s puna. Secondly, based on this definition, the secondary fonts to which turn to for its characterization and description will be observed, emphasizing their scopes and limitations. Thirdly, based on the previous analysis, a conceptual and methodological proposal is set out to aim at the study of small agricultural and livestock producers in the case of Jujuy´s puna, tending to overcome the deficits previously identified.
Key words: Peasants; Small producers; Jujuy´s puna.
1. INTRODUCCIÓN
Cuando se piensa en la puna jujeña (extremo noroeste de la República Argentina) es común hacerlo a partir de imaginarla poblada por pequeñas explotaciones rurales, sobre todo ganaderas, diseminadas en un área vasta y agreste. Sin embargo, si se quiere conocer las dimensiones y características de estas prácticas socio-económicas; ellas parecen difuminarse, mezclándose y confundiéndose en múltiples denominaciones, que son descriptas de diversas y ambiguas maneras, dependiendo del momento y/o autor; se habla entonces de campesinado, pequeños productores, agricultura familiar, minifundio, entre otras posibles. A la confusión conceptual se le suma, en la actualidad, la escasez de fuentes de informaciones sistemáticas, continuas y con datos pertinentes, lo cual crea un vacío en torno a la situación, posibilidades y potencialidades de estas actividades y actores. Esta circunstancia deriva en la toma de decisiones de políticas públicas erráticas y discontinuas.
El desarrollo económico argentino, basado en el modelo agroexportador, llevó a que el debate académico se focalizara en el productor agropecuario típicamente pampeano, por lo que las discusiones en torno al campesinado, largamente desarrolladas en otros países, fueron tardíamente incorporadas por las ciencias sociales en el país (Posada 1997). En este sentido, se puede argumentar que “el productor campesino puro tuvo en la Argentina sólo una existencia 'marginal y episódica', y esto constituye, precisamente, el rasgo que ubica a la historia agraria argentina en senderos completamente distintos de los del resto de América Latina” (Forni y Benencia 1989: 4).
Para el estudio de los pequeños productores agropecuarios extra-pampeanos, en el medio académico se partía de la idea común de que no eran asimilables a los campesinos latinoamericanos ya que, aunque no eran totalmente capitalistas, tampoco se mantenían completamente fuera del mercado, puesto que cuando podían utilizaban mano de obra asalariada y sus orígenes se vinculaban al desarrollo agroindustrial (Giarraca y Teubal 2005). La postura clásica de los estudios rurales que asociaba al campesinado con la producción para el autoconsumo de manera dominante y la producción para el mercado en un lugar marginal parecía no aplicar para los pequeños productores extra-pampeanos en la Argentina (Manzanal 1993).
En el caso de Jujuy, en particular, y en especial en el de la puna, son numerosos los rasgos que asemejan sus pequeños productores a otros del área andina latinoamericana más que a los del resto de la propia Argentina. Los ganaderos puneños, por ejemplo, diversifican su producción -fibra o carne, dependiendo de las especies- en diferentes destinos, que en un análisis esquemático serían: la fibra hacia el mercado y la carne para el autoconsumo y/o mercados locales. Y es por eso que la discusión acerca de las pequeñas explotaciones, con sus diversas denominaciones, resulta pertinente.
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
En este trabajo proponemos como objetivo enfocarnos en quienes son caracterizados como pequeños productores de la puna jujeña1 con el fin de revisar la literatura que se ha construido en torno a ellos, así como las fuentes de información disponibles, para luego avanzar en la construcción de una definición de base empírica que contemple sus particularidades y colabore en su mayor comprensión. Se parte de la hipótesis que las múltiples denominaciones con las cuales se ha encarado el estudio de este sector dificultan su identificación empírica y que las actuales fuentes de información estadística sobre sus características no logran captarlos de forma diferencial con respeto a otros sectores económicos rurales.
Para ello se recurre a un relevamiento bibliográfico y de fuentes estadísticas las que se analizan crítica y reflexivamente. Como la tarea de sistematizar décadas de debates excede los límites de este escrito, se focaliza la atención en trabajos pioneros que han abierto líneas de investigación y que superan la descripción de casos puntuales, así como los más recientes de compilación y síntesis. No se pretende en este sentido la exhaustividad pero si la exposición amplia de los principales tópicos en la materia.
En primer lugar, se discute la categoría de pequeños productores, para luego avanzar en la construcción de una definición de pequeños productores agropecuarios (PPA) en el contexto de la puna jujeña. En segundo término, en base a esta definición, se describen cuáles son las fuentes secundarias a las que se puede recurrir para su caracterización y descripción, teniendo en cuenta los alcances y limitaciones de las mismas, analizando críticamente cada una de ellas. Luego, en tercer lugar, y en base a lo anterior, se plantea una propuesta conceptual y metodológica para encarar el estudio de los PPA para el caso de la puna de Jujuy, pensando en un potencial relevamiento que apunte a cubrir los déficits de la información existente y accesible.
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
3.1. ¿Por qué utilizar la denominación de pequeños productores?
En los estudios agrarios, tanto académicos como técnicos, de los últimos treinta años se ha cambiado la categoría campesino2 (con una carga teórica, histórica e ideológica muy significativa, puesto que alude a una definición de clase social) por la de pequeños productores, en algunos casos, y la de agricultores familiares en otros, quizás buscando conceptos más operativos y menos controversiales. Aunque ambos abarcan situaciones diversas en relación a los niveles de producción y acumulación (Pais 2008)3 así como respecto a sus características socio-culturales.
La noción de pequeños productores requiere, como base fundamental, ser adecuadamente delimitada (Murmis 1992) para lo cual es necesario agudizar su caracterización, diferenciándola explícitamente de otros sectores, dado que su mayor potencialidad está en visibilizar un sector que tiende a ser subestimado. Al reunir las distintas denominaciones en torno a los pequeños productores agropecuarios Obschatko et al. (2007) dejan en claro que, según cuál sea la definición adoptada, la cuantificación varía, por lo que se evidencia que, aunque se trata de una definición teórica, tiene implicancias a nivel concreto. Las autoras enumeran las denominaciones: EAPs4 minifundistas; Explotaciones pobres5; Hogares rurales agrarios pobres6; Campesinos y pequeños productores7 y Pequeñas explotaciones agropecuarias8, a lo que es necesario incorporar la Pequeña agricultura familiar9.
En relación con la definición operativa de Obschatko et al. (2007), la misma tiene fundamentalmente en cuenta las posibilidades concretas a partir de los datos de los Censos Nacionales Agropecuarios (CNA). Con esta limitación, se considera pequeño productor a quien dirige la EAP, trabajando directamente en la misma y sin poseer trabajadores no familiares remunerados de carácter permanente. Además de esto, se agrega entre otros, el requisito de que la superficie máxima que tenga la EAP (para ser considerada como perteneciente al estrato de pequeños productores familiares) pueda ser manejada con el trabajo directo del productor y su familia más personal contratado de manera transitoria y que la EAP no tenga como forma jurídica la de sociedad anónima o sociedad en comandita por acciones (considerando que los pequeños productores no tienen el nivel de gestión que tales formas societarias implicarían).
Sobre el sector así definido, luego se distinguen tres estratos de pequeños productores: 1) pequeño productor familiar capitalizado, 2) estrato intermedio y 3) pequeño productor de subsistencia. Esta clasificación se basa en los niveles de capitalización definidos a partir de la posesión de tractores, el número de unidades ganaderas, la superficie efectivamente regada, la superficie implantada con frutales y la superficie con invernáculos, todo en función de la región agroeconómica particular de cada caso (teniendo en cuenta la regionalización agroecológica realizada por el INTA).
Si se recorren los diversos estudios que consideran a los pequeños productores, aún bajo distintas denominaciones, se puede afirmar que en ellos, en general, se hace alusión al carácter de minifundio de la explotación (definida por la relación de trabajo superficie/persona), al trabajo familiar o del grupo doméstico (la explotación la dirige el productor y/o emplea trabajo –remunerado o no- de familiares o allegados), y a las limitaciones estructurales (en tierra, capital y tecnología); aunque no hay acuerdos sobre la magnitud de esas variables (para el caso de Argentina e incluso para América Latina). Otro aspecto que aparece como una constante es su relación con el sistema económico en términos de subordinación (Manzanal 1988), la cual se expresa en diversos mercados: de productos (donde obtienen precios inferiores al promedio), financiero (por lo general acceden al mercado informal, pagando tasas usurarias) y de tierras (en muchos casos rentan la tierra mediante contratos “de palabra” a valores muy elevados) (Caracciolo de Basco, 1993).
Por lo expuesto, si bien se ha avanzado en procurar definir a la pequeña producción y a la agricultura familiar, es común que se las emplee como términos intercambiables dado, fundamentalmente, que se conformaron en relación a la extensión y gestión política10, y no al debate teórico o la investigación, y de allí su seductor aspecto operativo, aunque su conceptualización sea difusa. Para el caso que nos ocupa, el de la puna jujeña, aparecen como relevantes e irreductibles, ya que están fuertemente asociados al minifundio y la pobreza, siendo que la inserción periférica también es una de sus características. Y porque, en particular, fueron los productores de las provincias del norte argentino los que “se convirtieron en los casos ejemplares para establecer el significado de la denominación ‘pequeño productor’ en la Argentina” (Schiavoni, 2010: 44).
3.2. ¿Quiénes son los pequeños productores agropecuarios en la puna jujeña?
La puna jujeña es parte del altiplano andino, donde el clima árido y frío y la gran altitud general –que va de los 3500 a los 5000 msnm- condicionan las posibilidades de subsistencia. El paisaje está conformado por pequeños valles entre altos cerros (que superan los 5000 metros) con arroyos que forman cuencas endorreicas –hacia salares o lagunas- o son afluentes del Río Grande de San Juan (parte, a su vez, de la alta cuenca del Río Pilcomayo). Las precipitaciones se concentran entre diciembre y marzo, época en la cual es posible que la zona quede aislada, debido a que las fuertes pendientes y la poca absorción de los suelos provocan ríos caudalosos e inundaciones.
Los pobladores de la puna han sufrido hasta bien entrado el siglo XX condiciones de aislamiento y marginación –al igual que otros habitantes de áreas de montaña- y esto se ha traducido en dificultades de diversa índole: en su representación política, en el acceso a bienes y servicios provistos por el Estado (escuelas, hospitales, seguridad) y en la llegada de información (Reboratti, 1974; Condarco y Murra, 1987; Quiroga Mendiola, 2012). A lo que se debe sumar la problemática situación de la tenencia de la tierra, que opera como una limitación a las inversiones productivas.
Estas características dieron lugar a modelos de organización de la producción que se basaban en el aprovechamiento estratégico del medio ambiente natural combinado con relaciones de reciprocidad, en función de las cuales el acceso a la tierra y el uso de los recursos, como pasturas y aguadas, se llevaba a cabo de manera colectiva (Kindgard, 2004). La actividad productiva más importante, históricamente, fue la ganadería11 (Gil Montero, 2007), puesto que permitió el sustento de grupos humanos por varios milenios, en un sistema disperso y con gran movilidad (Nielsen, 1996; González, 2012).
Tratándose de poblaciones con restringido acceso a la propiedad de la tierra la importancia del ganado siempre fue central: como forma de acumular capital o como medida del pago de los arriendos (Gil Montero, 2007). El ganado tiene la ventaja de ofrecer múltiples usos para la economía puneña: el consumo de carne (fresca o elaborada para conservarse como charqui), la lana, el transporte, los cueros, el guano (que sirve como combustible)12, obtención de dinero mediante su venta y su uso en trueque para obtener otros productos extra regionales (González et al. 2014a). Pero su cuidado requiere traslados estacionales entre los pisos altitudinales, que condicionan la organización familiar: parte de la unidad doméstica debe trasladarse con el ganado, al que además atiende a diario13.
A lo largo del siglo XX, la larga tradición pastoril, que existía antes de la conquista española, sufrió un importante cambio: los pastores de antaño conseguían mantener sus familias y desarrollar su vida con el ganado, a través de una compleja gama de estrategias (sociales y económicas, entre otras), mientras que los pastores actuales son por lo general pobres y estas estrategias se encuentran minimizadas, por lo que para sostener su reproducción en muchos casos deben migrar y/o recibir subsidios (Madrazo, 1981; Gil Montero et al., 2005; Quiroga Mendiola, 2012). La complementariedad entre los ingresos prediales con los extraprediales se tornó necesaria, siendo cada vez mayor el porcentaje de trabajo asalariado (Quiroga Mendiola y Ramisch, 2010) dentro de la unidad doméstica.
En épocas recientes la población tiende a concentrarse en pequeñas localidades rurales cuyo crecimiento las va convirtiendo en ciudades, mientras que disminuye la población rural dispersa (Gil Montero et al., 2005; Tomasi, 2013). Este proceso se vincula con la posibilidad de acceder a educación secundaria e inclusive terciaria en algunos de estos pequeños centros urbanos, a lo que se agregan oportunidades de trabajo y servicios que en zonas rurales no se pueden obtener (Quiroga Mendiola, 2012).
Por ello, un estudio sobre los PPA de la puna debe atender a sus particularidades y considerar, si pensamos en su caracterización, algunos elementos que forman parte de la tradición cultural andina y que es dable esperar que puedan reflejarse, en diversa medida, en quienes habitan actualmente el área que es de nuestro interés en este escrito. Entre estos aspectos es necesario mencionar: a) la capacidad de las mujeres y los hombres andinos para vivir y producir en un ambiente natural tan riguroso, b) la importancia de la comunidad, c) el empleo de la mano de obra familiar como elemento fundamental de la economía andina, d) el sistema de autoabastecimiento basado en las unidades domésticas, e) la reciprocidad entre parientes y vecinos, de manera central en relación a nuestro tema de interés, f) el usufructo de una variedad de pisos ecológicos o ambientes con características distintivas con lo que se buscaba la diversificación del riesgo productivo y la multiplicidad de producciones posibles14.
Cabe preguntarse: ¿algunos de estos rasgos –u otros que se puedan identificar- están efectivamente presentes en los pequeños productores puneños de Jujuy?; ¿influyen en la producción agroganadera y/o cómo la impactan? En caso de ser así, ¿cómo podrían ser tenidos en consideración en una definición de pequeños productores que englobe estos aspectos?
En base a estas reflexiones, y como hipótesis de trabajo, se propone como definición de PPA de la puna jujeña a los fines de nuestra investigación15:
Los PPA puneños constituyen un conjunto heterogéneo dentro del cual se puede establecer una tipología posible. En términos generales la unidad de análisis la conforma el/la productor/a directo/a y su grupo doméstico16, sin que se contrate mano de obra permanente (aunque sí en muchos casos temporaria) con limitaciones en la disponibilidad de tierra (por cuestiones referidas a la propiedad y tenencia), con escasez de bienes de capital que permitan incrementar la productividad, con poco acceso a la tecnología, en ocasiones con ingresos extraprediales, aunque por lo general los mismos son inestables o de montos reducidos, con nulo o escaso nivel de registración en organismos oficiales y registro formal de operaciones de compra y venta. A estas características se suma la presencia de movimientos estacionales, las prácticas de reciprocidad en el uso de la mano de obra familiar y formas específicas de comercialización de la producción, vinculadas a la lejanía de los principales mercados (como el uso de intermediarios, ferias estacionales y festivas, etc.).
La heterogeneidad de los PPA está dada por los distintos tipos de unidades económicas -excedentarias y no excedentarias- que conforman, pudiéndose distinguir las siguientes17:
Los aspectos mencionados pueden resumirse en la siguiente tabla:
3.3. Las fuentes de datos
En relación a las fuentes de datos disponibles para caracterizar a los productores rurales en Argentina, la primera a la que se debería acudir (por su cobertura y periodicidad) es el CNA. Pero los últimos censos agropecuarios tienen algunos problemas de oportunidad y confiabilidad según el caso. El CNA 2002 se tomó en un momento en que el país estaba saliendo de una gran crisis general, por lo que el panorama del sector que puede elaborarse a partir de estos datos censales corresponde a un momento de “excepción”, más que de “normalidad”. Por su parte, el CNA 2008 se relevó cuando el sector agropecuario pampeano (denominado por los medios de comunicación y algunos sectores políticos como “el campo”, en sentido totalizador) estaba en conflicto con el gobierno nacional por retenciones a los cultivos exportables (mayormente soja), por lo que sus resultados son, cuanto menos, dudosos, puesto que estos actores distorsionaban los datos o no atendían al censista. Además, esta información no está disponible para el público y no se ha podido acceder a ella19. Por lo tanto, los últimos datos disponibles a nivel general son los provenientes del CNA 2002, el cual tiene a esta altura más de una década de antigüedad, y sabemos con certeza que la situación ha cambiado mucho desde entonces20, por lo que no sería esperable que sus resultados sean representativos de la situación actual.
Una dificultad adicional que aqueja a los datos provenientes del censo agropecuario (además de su desactualización -2002- o inexistencia -2008) es que su unidad de análisis es la explotación agropecuaria (EAP) definida como:
“unidad de organización de la producción que produce bienes agrícolas, pecuarios o forestales destinados al mercado; tiene una dirección ejercida por el productor que asume la gestión y los riesgos de la actividad productiva, con una superficie no menor a 500 m2, integrada por una o varias parcelas ubicadas dentro de los límites de una misma provincia; utiliza en todas las parcelas algunos de los mismos medios de producción de uso durable y parte de la misma mano de obra” (INDEC, página web).
Esta definición, si bien puede encontrar justificación desde el punto de vista del operativo estadístico, dificulta el análisis de los pequeños productores ya que no logra visibilizarlos correctamente, lo que puede derivar en una sub o sobreestimación de los mismos. En el caso particular de este trabajo, como la definición apunta a los productores, el uso de los datos censales como se presentan (referidos a EAPs) no resultaría apropiado.
Apuntando a las distintas características que incluye la definición de EAP por parte del INDEC y pensando en los PPA señalamos que, por un lado, al decir que las EAP producen para el mercado se está dejando de considerar a la gran cantidad de pequeños productores que no lo hacen, o al menos esta no es su finalidad principal, sino que producen fundamentalmente para la propia subsistencia destinando solo el excedente para el mercado. Además, si bien una parcela de 500 m2 (requisito mínimo de la EAP) puede ser considerada como una unidad mínima, en el caso de algunos pequeños productores ganaderos y/o apicultores esto puede ser cuestionable.
Por otro lado, el requerimiento de que las diversas parcelas que conforman una EAP estén ubicadas dentro de los límites de una misma provincia, no parece tener mucho sentido desde el punto de vista productivo. Por eso sería deseable que pudieran considerarse como unidad las EAPs con parcelas ubicadas en más de una provincia (a los fines de la información que se procesa y analiza), sobre todo teniendo en cuenta que las EAPs sin límites definidos corresponden, según el CNA 2002, casi al 80% del total de EAPs en la Puna.
Finalmente, esta definición no tipifica ni a los medios de producción de uso durable ni a la mano de obra. Sin embargo, ambos puntos son centrales para diferenciar a los pequeños productores de los medianos y grandes, ya sea tanto por la cantidad como por las características de los mismos (de hecho la agricultura familiar se define en relación a la segunda).
En segundo lugar, otra fuente posible de datos son los censos de población. Allí se puede obtener información sobre el empleo en las distintas ramas de actividad económica (entre ellas la rama agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, que es la de nuestro interés), distinguiéndose dentro de las mismas el carácter de las ocupaciones (directivas y gerenciales, administrativas, de la comercialización, entre otras, según el Clasificador Nacional de Ocupaciones), el sexo de los ocupados, la categoría ocupacional (asalariado del sector público o privado, trabajador por cuenta propia21, patrón y trabajador familiar), nivel de instrucción máximo alcanzado, descuento o aporte jubilatorio y tamaño del establecimiento. Toda esta información es muy relevante, pero en el caso del último censo, del año 2010, está disponible solo parcialmente a nivel de departamentos o localidades22, por lo que solo se conoce la estructura del empleo a nivel del total de la provincia, lo cual inhabilita cualquier tipo de análisis actualizado focalizado en departamentos, localidades y regiones de Jujuy.
En cualquier caso, falta información de carácter estadístico que represente cabalmente la complejidad de situaciones sociales y económicas que se desarrollan los pequeños productores, tanto en la provincia como en la puna, particularmente. Así, la escasa información que hay, como mucho, permite caracterizaciones generales, inespecíficas y en el mejor de los casos, desactualizadas.
Además de los citados censos, existen estudios llevados a cabo por dependencias gubernamentales y también por organizaciones de la sociedad civil, en algunos casos de carácter censal, en otros basados en muestras. Estos estudios responden a los intereses de quienes los organizan (sus sujetos de intervención o representación por lo general) por lo cual su representatividad no es necesariamente en el nivel del sector en general ni tampoco suelen tener una periodicidad establecida. Más aun, la información así obtenida en muchos casos no está disponible al público, por diferentes motivos.
Como sostiene Paz (2008) para el caso de las economías campesinas, también los aportes de los PPA son en general subestimados por los sistemas estadísticos oficiales. En primer lugar, por la inexistencia del registro de variables que permitan discriminar claramente este tipo de explotaciones de las medianas e incluso de algunos tipos de grandes, dejando zonas grises intermedias por falta de precisión y detalle en las caracterizaciones. En segundo lugar porque si bien las EAPs sin límites definidos han sido reconocidas e incorporadas explícitamente en los últimos CNA, no han recibido la suficiente atención en su análisis23 (además, por su propia falta de delimitación buena parte de la información recogida por el CNA no puede ser relevada en estos casos). En tercer lugar, la percepción por parte de quienes diseñan las políticas del sector acerca de un proceso de descampesinización (y desruralización) en el país, percepción que no logra ser revertida a pesar de algunas evidencias empíricas, con el argumento de lo que debe haber ocurrido con posterioridad al CNA 2002 (argumento contrafáctico). En cuarto lugar, porque no se han desarrollado registros censales y contables que permitan captar su dinámica correctamente.
Otra cuestión que entendemos debería considerarse es la pertenencia a Pueblos Originarios de buena parte de los pequeños productores puneños, que se vincula con el desarrollo de estrategias productivas particulares, como las mencionadas anteriormente. Sus objetivos, intereses y comportamiento podrían ser diferentes a los de un pequeño productor de otras zonas y/u origen (como ser los pequeños productores patagónicos o pampeanos, por ejemplo), por lo que las categorías pensadas para estos últimos no serían útiles para el análisis o por lo menos requieren algunas consideraciones particulares24. A modo de hipótesis las diferencias se deben al contexto cultural, ya que podrían también relacionarse con el ambiente y la economía de la provincia.
Dos elementos adicionales, centrales para comprender los principios económicos de los PPA, son el condicionamiento geográfico y climático, y su desarrollo histórico particular, que permite de alguna manera vislumbrar la persistencia de principios fundamentales en la organización económica, y estos sí tienen un fuerte impacto el caso de los PPA de la puna de Jujuy. Entre ellos pueden estar presentes, todos o algunos de los siguientes elementos: la mano de obra del grupo doméstico como factor fundamental de estos sistemas productivos, la importancia de la comunidad (que da lugar a relaciones sociales, de reciprocidad y complementariedad, necesarias para garantizar la subsistencia), las migraciones estacionales (que permiten obtener un ingreso del trabajo asalariado, a fin de complementar las necesidades de la unidad familiar) y la diversificación como estrategia frente a riesgos, en un entorno hostil (Bergesio y Golovanevsky, 2008). Estos aspectos son escasamente contemplados en las definiciones corrientemente utilizadas y son fundamentales a la hora de abordar o trabajar con los pequeños productores.
Finalmente, un aspecto que se debe tener en cuenta para poder realizar una caracterización del sector es la magnitud del movimiento económico que generan los PPA, puesto que sus productos suelen moverse en los límites (o fuera) del sistema “formal” (por ejemplo no se facturan las ventas al consumidor; los precios, aunque generalizados, se fijan con criterios particulares y fluctúan a lo largo del año y además hay producción destinada al autoconsumo). En este sentido, y a modo de ejemplo, es relevante destacar el trabajo sobre los pequeños productores agroganaderos de la puna jujeña realizado por el INTA (Paz et al. 2011) donde se calculó el valor monetario del ganado (camélidos, caprinos, ovinos y bovinos). Esta información tiene el valor de poder calcular el capital que representa el rebaño y un aproximativo del movimiento que se genera25, por lo que su relevamiento es de suma importancia. Se puede también recabar información adicional sobre el valor del ganado cuando se compara éste en relación a otros productos.
Los rasgos señalados subrayan la importancia de combinar, en los estudios rurales, elementos de las diversas ciencias sociales. Es decir, se requiere de un encuentro entre economía, sociología y antropología, puesto que para comprender los cambios en el medio rural es necesario entender la organización social, las estructuras económicas y la cultura de sus habitantes, así como reconocer el rol de fenómenos actuales como la globalización, entre otros. Por lo tanto, se debería apuntar a la construcción de fuentes que releven información que aborde tanto cuestiones relativas a la producción y a la productividad como relaciones de género, por ejemplo. Esta multidimensionalidad es esencial para comprender los procesos que ocurren en el sector agropecuario actual.
3.4. En busca de la información adecuada
Retomando nuestra definición inicial de PPA con la distinción de las unidades económicas excedentarias, no excedentarias y microempresas rurales, puede señalarse que los datos del CNA 2002 (últimos disponibles):
Ahora bien, si pensamos en una encuesta destinada específicamente a captar las características y particularidades de los PPA puneños debería contener información sobre el contexto cultural y económico (por ejemplo presente en las ferias), geográfico (en las dificultades de transporte y comercialización) y social (con los subsidios y planes sociales masivamente presentes). Según las categorías planteadas a modo de hipótesis, la presencia del excedente proveniente de la producción agroganadera, es una cuestión clave a relevar; en este sentido, identificar las mejoras prediales (ya sea infraestructura –alambrado, tractores, aguadas, etc.-, en el ganado –como un reproductor- o en los cultivos –como semillas) podría ser un camino para sopesar dicho excedente.
Siguiendo esta línea, las fuentes de ingresos a nivel de grupo doméstico deberían estar indicadas en la encuesta, incluso aquellos provenientes de la profesión de algún miembro, un empleo formal o planes, subsidios y jubilaciones y/o pensiones.
En relación con los planes sociales, en base a nuestra experiencia en el campo26, falta indagar sobre las consecuencias que en el agro genera el ser beneficiario de los mismos. Es común escuchar sobre la escasez de mano de obra y adjudicársela al cobro de estos beneficios sociales, en especial en relación a los jóvenes, como así como la pérdida de insumos (semillas) y productividad de la tierra (por descuido) o del ganado27. Sin embargo, no se han podido encontrar trabajos que aborden la temática, y considerando un relevamiento a futuro, sí debería incorporarse como problema a investigar.
En relación a la comercialización, la información sobre los canales y lugares de venta, las distancias, los gastos de transporte y momentos del año deberían estar incluidas en el formulario; también datos referidos al destino de la producción (comercialización o autoconsumo), elaboración de subproductos (como por ejemplo artesanías, conservas, etc. registrando detalles de esa actividad productiva complementaria como, por ejemplo: quién la realiza, cuál es la carga horaria, cuáles son los materiales utilizados y cómo se adquieren, cómo, quien y dónde comercializa el producto, cuál es el promedio de ingresos mensuales o anuales, etc.) y agregado de valor (qué tipo, periodicidad, quién lo realiza y destino). Asimismo debería relevarse información sobre quienes trabajan en la explotación, la distribución de tareas, la contratación de peones o servicios y para qué actividades, la toma de decisiones referidas a la producción.
Otro aspecto relevante son las redes que tiene la unidad productiva, esto es la presencia de instituciones gubernamentales y/o organizaciones del tercer sector o privadas que brindan asesoramiento y asistencia técnica y/o crediticia. Esto no solo debería ser un casillero con respuestas afirmativas o negativas, sino en el caso de identificar su existencia recabar detalles sobre esa vinculación en concreto (periodicidad, beneficiarios, destino del beneficio, tipo de asistencia, etc.). Esto es importante pues también marca un perfil de la producción y, en algunos casos, un destino a la misma (ya sea en la comercialización como también en el agregado de valor). Asimismo, si la información se obtiene en relación a las localidades o municipios, estos datos adquieren mayor relevancia que si sólo están representados en los departamentos.
4. CONCLUSIONES
Nuestro propósito inicial al pensar este trabajo era caracterizar a los pequeños productores agropecuarios en la puna de Jujuy. Al buscar información y bibliografía sobre los mismos surgió, en primera instancia, la ambigüedad presente en su propia definición y, seguidamente, la escasez de fuentes secundarias sobre la temática y su accesibilidad. Especialmente, en el caso de existir fuentes de datos, no quedaba claro cuál era su pertinencia para el estudio de los pequeños productores de la puna de Jujuy.
Así, en primer lugar se propuso una definición de PPA para la puna jujeña que nos llevó a cuestionamientos de diversa índole. Uno de ellos se refiere a la relatividad del concepto, debido a que su “pequeñez” queda supeditada (por lo menos de manera inicial) a la cantidad de tierra, el nivel de capitalización, los excedentes que genera y la mano de obra que utiliza; todos aspectos que parecen no encontrar una definición unívoca sino que entran en relación con otras unidades productivas (que se podrían identifican como medianas o grandes, situación que se complejiza cuando se busca definirlos a nivel nacional). Lo cual genera, en términos analíticos, un nuevo desafío para lo cual un posible camino es la concreción de estudios comparativos específicos de base empírica.
Paralelamente se presentaron dos tipos de aproximaciones, una relacionada con los estudios académicos (que se refieren a la figura del campesino, como una postura política) y los relacionados a la extensión y gestión política (que toman a la agricultura familiar como eje). Estas vías (una con base en la teoría y la otra en el trabajo empírico) no parecen dialogar y, en este sentido, buscamos un punto medio –o de equilibrio- entre teoría y práctica, de allí proviene la propuesta de PPA y la tipología presentada.
Otro cuestionamiento que surgió es si se puede señalar una distinción genuina entre pequeños productores puneños y quebradeños, por ejemplo. Si bien nuestro objetivo en este escrito se centra en los PPA de la puna, cuando revisamos la literatura y la contrastamos con nuestra experiencia de campo, la regionalización de los PPA aparece con escaso poder explicativo lo que nos lleva a plantear, a modo de hipótesis para futuras indagaciones, si las principales diferencias, en cuanto al movimiento económico, disponibilidad de tierras y planificación anual de la producción, no se encuentran entre quienes se dedican a la ganadería y aquellos que cultivan, teniendo las diferencias ambientales –principales rasgos a los que alude la diferenciación por región- un papel secundario, ya que las limitaciones definidas como parte constitutiva del sector parecen depender de un entrecruzamiento entre el tipo de producción y el tamaño del predio, cantidad de bienes, de capital, etc. según la producción de que se trate.
En segundo lugar, en relación directa con lo anterior, discutimos la escasez de información existente y, sobre todo, la poca pertinencia de los datos disponibles. En base a ello detectamos cuáles serían las variables faltantes en el caso de aceptar la definición de PPA postulada y expusimos un listado de aspectos que deberían considerar futuras indagaciones en la materia. Con esta definición y variables propuestas esperamos poder realizar un primer relevamiento que brinde información primaria para validar o corregir las categorías planteadas. Aunque desde ya reconocemos la importancia que tendrían trabajos sistemáticos y no ocasionales sobre la temática, consideramos que un estudio del tipo del que proponemos encarar, que apunte a las categorías y variables más relevantes para los PPA de la puna jujeña, podría aportar sustancialmente al conocimiento del sector, complementando alguna otra información existente. El principal objetivo de esta propuesta es generar información completa y confiable sobre los pequeños productores puneños que colabore en la comprensión sobre las necesidades y demandas del sector que redunde en una mejor y fundamentada toma de decisiones de política pública.
1. Concentramos el análisis en los pequeños productores de la puna puesto que, en el marco de la discusión propuesta, nos resultaba útil tener un universo de referencia acotado, que permitiera ejemplificar las diversas situaciones y reflexionar de manera específica sobre ellas de manera inductiva. La focalización en la puna se realiza con este fin y no como una regionalización a priori, sobre todo porque cuestionamos si la referencia a la región es por si sola definitoria de las características que toman los pequeños productores agropecuarios.
2. En relación con los debates académicos sobre el campesinado véase, entre otros: Schejtman (1980), Chayanov (1985) y Morlon (1996).
3. Para Murmis (1992) las unidades campesinas son un subconjunto dentro de la categoría de pequeños productores, “que tienden a estar “en flujo hacia” o “resistiendo el flujo hacia” otros tipos de unidades productivas que en algo se les asemejen” (Murmis 1992: 80). Esto las aproxima a las unidades domésticas agrícola-ganaderas no excedentarias (Bergesio 2015) que se plantean más adelante en este escrito.
4. EAP: explotación agropecuaria. Es la unidad estadística del Censo Nacional Agropecuario. Se denominan EAPs minifundistas a las unidades subfamiliares que permiten el trabajo de hasta dos hombres por año en forma permanente (Caracciolo de Basco y Rodríguez Sánchez 1977 y Borro y Rodríguez Sánchez 1991, citados en Obschatko et al. 2007). Como antecedente es relevante recuperar la categoría de productor minifundista expuesta por Basco et al. (1981) definiendo como tal a las unidades agropecuarias de producción/consumo, bajo cualquier forma de tenencia que, por su escasez de recursos naturales y/o de capital para la actividad predominante en la zona, se basan principalmente en el trabajo familiar.
5. Caracterizadas por un bajo o mínimo nivel de capitalización, reducidos niveles de flujos monetarios y una organización social de la unidad asentada, prácticamente en forma exclusiva, sobre el uso de mano de obra familiar y dirigida directamente por el productor (Forni y Neiman 1994, citado en Obschatko et al. 2007).
6. Hogares pobres de áreas rurales ocupados en la rama agraria (Murmis 2001, citado en Obschatko et al. 2007).
7. Productores y sus familias que intervienen en forma directa en la producción -aportando trabajo físico y gestión productiva-, no contratan mano de obra permanente; cuentan con limitaciones de tierra, capital y tecnología. Incluye variaciones en torno a la condición de pobreza de los hogares (por condiciones estructurales o ingresos), la contratación o no de mano de obra transitoria y de servicios de maquinarias, el monto del capital acumulado y la presencia o no de ingresos extraprediales (Tsakoumagkos et al. 2000, citado en Obschatko et al. 2007).
8. Explotaciones pequeñas basadas en el trabajo familiar, con una baja escala de producción agropecuaria (González y Pagliettini 1996, citado en Obschatko et al. 2007).
9. Este último concepto se popularizó cuando se creó el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (CIPAF) y los Institutos de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) en el seno del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y luego la Subsecretaría de Agricultura Familiar (actualmente jerarquizada al rango de Secretaría) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. El CIPAF define producción familiar como “un tipo de producción donde la unidad doméstica y la unidad productiva están físicamente integradas, la agricultura es un recurso significativo en la estrategia de vida familiar, la cual aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación, y la producción se dirige tanto al autoconsumo como al mercado” (INTA, 2005: 6).
10. Nogueira (2013) hace un recorrido histórico sobre la definición de la agricultura familiar y allí distingue los siguientes aspectos: lo que llama una dimensión institucional, evidenciada en la decisión política de dar visibilidad y mayor asistencia a estos productores; una dimensión espacio-territorial, que se relaciona con la vocación por el desarrollo de estos actores rurales; y finalmente una dimensión productivo-tecnológica, donde se hace hincapié en la lógica productiva familiar, relacionada fuertemente con la soberanía alimentaria.
11. Muchos opinan que la minería es la principal actividad económica de la puna. Nuestra visión es que la minería ocupa a menos personas que la ganadería, sobre todo en la actualidad, y que es tomada como una oportunidad –coyuntural- y no como un emprendimiento a largo plazo, como es la ganadería.
12. Estas funciones se relacionan íntegramente con las llamas, mientras que las ovejas proporcionan lana, cuero y carne, las cabras leche, carne y cuero, en tanto los burros y mulas transporte solamente.
13. El cuidado diario de los animales lo llevan a cabo, tradicionalmente, las mujeres, niños y ancianos. Aunque las tareas de trasladar el rebaño sí implican a más miembros del grupo doméstico (Quiroga Mendiola 2014).
14. La versión más conocida de esto es el modelo de control vertical de un máximo de pisos ecológicos, o archipiélagos, propuesto por Murra (1975), que se circunscribe a los Andes Centrales prehispánicos, mientras que hay otros modelos que buscan ampliar los procesos abordados, sobre todo en relación a los Andes Meridionales y otros contextos temporales (Madrazo 1981).
15. Recordamos que en este artículo nos hemos centrado en la puna jujeña para circunscribir el universo desde el cual pensamos las variables. Un futuro trabajo deberá, sin lugar a dudas, analizar si esta definición (y las otras propuestas) son extensibles a Jujuy o, inclusive, al noroeste argentino en su conjunto.
16. “El concepto de grupo doméstico es más amplio que el de familia, ya que se extiende a parientes, vecinos, paisanos, amigos y compadres, por ejemplo; que pueden residir en un mismo lugar o no, conformado por una extensa red de relaciones que incluye a miembros intra y extra familiares en la cual prevalece un sistema de contraprestaciones materiales y simbólicas que permiten en conjunto la reproducción de la vida. Esto último, es decir, el carácter reproductivo de los grupos domésticos, implica una determinada forma de concebir al mundo, de relacionarse con la naturaleza, y de los hombres y mujeres entre sí, de organizarse social y políticamente y ejercer la vida cotidiana” (Bergesio 2005: 207). El grupo doméstico adquiere así importancia no sólo porque garantiza el proceso productivo, sino porque también “regula el proceso reproductivo, sea porque en su seno se produce la transmisión de normas, valores, conocimientos técnicos, etcétera; o porque dentro de su estructura se efectúa la reproducción biológica” (Balazote y Radovich 1992: 28). Lo que se quiere enfatizar es que la unidad de análisis, para el caso de los PPA, no debe limitarse a la familia en el sentido de consanguineidad sino considerar la unidad productiva.
17. Esta tipología se basa en Bergesio (2015) pero aquí se presenta una nueva versión revisada.
18. Aunque este tipo puede no estar relacionado con PPA, lo hemos incluido aquí puesto que puede darse el caso que una microempresa rural se dedique a la producción agropecuaria.
19. En algún momento el INDEC publicó resultados provisorios de este censo y estuvieron disponibles en internet. Luego dejaron de estar a disposición del público, al menos por esa vía, y la situación continúa en la actualidad.
20. El año 2002 correspondió a la salida de la convertibilidad (paridad cambiaria de uno a uno con el dólar) y al final del modelo que la acompañaba. En años posteriores se produjo un importante cambio en las políticas públicas, especialmente económicas, que, sumadas al nuevo valor de la divisa, dieron lugar a una fuerte recuperación de la economía, con un sesgo industrialista, contrario a las políticas de apertura externa y desregulación que habían formado parte del denominado plan de convertibilidad. Estos cambios que tuvieron lugar con la postconvertibilidad no aparecen, por lógica, registrados por el CNA 2002. En relación al sector agropecuario, además, tanto el CIPAF como los IPAF fueron creados con posterioridad a esta fecha.
21. Paz (2006) aporta el antecedente de una categorización de los campesinos en base al censo de población, considerando la categoría de cuentapropistas para asociarlos a los jefes de explotaciones campesinas (en el caso de zonas rurales). Si bien en este trabajo utilizamos otras categorías conceptuales, la sugerencia de utilizar información de los censos de población en este sentido aparece como relevante también para los PPA. Otro ejemplo, aunque con datos del censo poblacional de 1980, se encuentra en Manzanal (1993).
22. Fuentes de la Dirección Provincial de Estadística y Censos han señalado que a requerimiento vía electrónica esta información es provista. Esta alternativa, si bien fue practicada por las autoras, no obtuvo los resultados anunciados. Por otra parte, según cambios recientes en la provincia, algunos datos estadísticos tampoco estarán disponibles al público (decreto N° 5081/2014, publicado en el Boletín Oficial el 10 de julio de 2015). http://www.adc.org.ar/la-adc-cuestiona-la-nueva-reglamentacion-del-acceso-a-la-informacion-en-jujuy
23. Por ejemplo Obschatko et al. (2007) incorpora este tipo de explotaciones entre los grupos más pobres de pequeños productores y luego le da un tratamiento similar al de las EAPs con límites definidos, cuando consideramos que no debería ser así.
24. Tampoco se debería perder la posibilidad de comparaciones de mayor alcance, como ser a nivel de la región noroeste o inclusive nacional.
25. Lamentablemente la falta de información sobre la selección de la muestra impide sacar conclusiones generales.
26. Parte de esta experiencia se basa en trabajos de investigación, en el ámbito del desarrollo y en consultorías. Sobre trabajos recientes véase: Bergesio (2015); González (2012 y 2014); González et al. (2012, 2014a y 2014b).
27. Estas opiniones también estaban presentes hace unas décadas cuando se dio la “proletarización” de los productores (Madrazo 1981).
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